Steven Soderbergh casi siempre ofrece algo, por lo menos, interesante (exceptuando la insufrible saga Ocean). Y nos remite a Traffic (2000): como en esta película sobre el tráfico de drogas a diversa escala, Contagio es también una película coral. Diversos personajes se enfrentan, en esta ocasión, a una pandemia de efectos muy similares a la Gripe A (H1N1), cuyo recuerdo, en especial la exageradísima reacción de gobiernos y de la OMS, es fácil rememorar visionando esta cinta. Del mismo modo que también es pertinente recordar el debate que se planteó en aquellos momentos (2009) acerca de la respuesta institucional, el papel de las farmacéuticas o el modo en que Internet vehiculó la respuesta global (y crítica) a las actuaciones gubernamentales. Todo ello, de un modo u otro, está presente en esta película.
Lo que en Traffic eran tres historias, grosso modo, en torno al tráfico de drogas (un policía mexicano, un abogado estadounidense implicado y un juez del Tribunal Supremo que se erige en líder de la cruzada antidroga mientras su hija es una consumidora), en Contagio los puntos de vista son múltiples (y desiguales): el viudo (Matt Damon) de la primera víctima (Gwyneth Paltrow), el científico a cargo del seguimiento de la pandemia desde el Centro de Control de Enfermedades Infecciosas (CCD) de Atlanta (Laurence Fishburne), un militar (Bryan Cranston), una doctora del CCD en Estados Unidos (Kate Winslet), una doctora enviada por la OMS al que parece ser la zona cero del virus (Marion Cotillard), un médico especialiado en virus y que no da su brazo a torcer (Elliott Gould), un bloguero crítico con el sistema y que denuncia los tejemanejes de gobiernos y farmacéuticas (Jude Law),... Básicamente, estamos ante una película en que se nos cuenta como la pandemia se extiende y como el miedo al contagio llega aún más lejos. De un modo realista, Sodebergh se interesa más por las personas, por como actúan, que por la lucha contra la pandemia (que, no obstante, también se cuenta). Seguimos las andanzas de los diversos personajes, su reacción, sus ambiciones, miedos y también su coraje. De un modo bastante aséptico, todo hay que decirlo. Soderbergh es pulcro, todo parece estar muy bien puesto en los escenarios, todo sigue un patrón. Y todo funciona a la perfección. Inicio, nudo y desenlace, y con buena caligrafía.
La película engancha, mantiene al espectador interesado en saber qué les pasa a los personajes y, sobre todo, cómo reaccionan. Y es que cuando el miedo surge de un apretón de manos... cualquier cosa puede pasar. Película eficaz, menos emocional de lo que pudiera parecer a primera vista. Y muy ordenada. Demasiado incluso. Menos crítica de lo que también pudiera mostrarse (el personaje de Jude Law es bastante gris... en todos los sentidos). Pero funciona realmente bien. A ratos casi te parece estar viendo un documental. Pero también te queda la duda de que, aun siendo una película de Steven Soderbergh, no es tan personal como el director ha mostrado en filmes anteriores. Y ahí sí se queda bastante corta en relación a Traffic.
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