Una película interesante sobre el papel: tres antiguos agentes del Mossad, Rachel (Helen Mirren/Jessica Chastain), Stephan (Tom Wilkinson/Marton Csokas) y David (Ciarán Hinds/Sam Worthington), deben enfrentarse en 1997 a su pasado, concretamente a las consecuencia de una misión realizada en 1966, cuando tuvieron que encargarse de secuestrar a un criminal nazi, el cirujano Dieter Vogel (Jesper Christensen), conocido como el "cirujano de Birkenau", para llevarlo a Israel y juzgarlo (como sucedió con Adolf Eichmann en 1961). Pero la misión fracasó y aunque liquidaron a Vogel, las consecuencias de dicha misión les acompañaron el resto de su vida. Y es poco más lo que se puede comentar, pues la sorpresa argumental de la película, a mitad de metraje aproximadamente, obliga a ser escuetos. Con todo, digamos que las cosas no son como parecen ser y que, sin duda, estamos ante una película que dejará un mal gusto en la boca de determinado lobbies judíos.
Memoria histórica, venganza, justicia, perdón,... son temas recurrentes en una película con ciertos agujeros en el guión, con un ritmo pausado, casi diría lento en su primera hora, que se aguanta sobre todo en la buena interpretación de sus actores principales y en las reflexiones que van surgiendo alrededor del tema de fondo de la película a medida que la vas viendo. El tema del Holocausto judío está muy presente, fuerza y obliga a los personajes a actuar, a moverse, a improvisar y... a cambiar de registro. John Madden dirige con corrección tras la cámara pero no parece que esta sea una película con la que se sienta demasiado cómodo. La música absorbente de Thomas Newman acompaña bien la cinta y al final te queda con buenas sensaciones sobre un producto que iba de más a menos y hacia la parte final recupera el tono. Nos obliga a reflexionar, lo decía antes, y a precisamente valorar esas palabras que he puesto al inicio de este párrafo.
Buena película, con sus déficits, pero que vale la pena ver.
Memoria histórica, venganza, justicia, perdón,... son temas recurrentes en una película con ciertos agujeros en el guión, con un ritmo pausado, casi diría lento en su primera hora, que se aguanta sobre todo en la buena interpretación de sus actores principales y en las reflexiones que van surgiendo alrededor del tema de fondo de la película a medida que la vas viendo. El tema del Holocausto judío está muy presente, fuerza y obliga a los personajes a actuar, a moverse, a improvisar y... a cambiar de registro. John Madden dirige con corrección tras la cámara pero no parece que esta sea una película con la que se sienta demasiado cómodo. La música absorbente de Thomas Newman acompaña bien la cinta y al final te queda con buenas sensaciones sobre un producto que iba de más a menos y hacia la parte final recupera el tono. Nos obliga a reflexionar, lo decía antes, y a precisamente valorar esas palabras que he puesto al inicio de este párrafo.
Buena película, con sus déficits, pero que vale la pena ver.
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