Yo, Tonya, de Craig Gillespie
El hilo invisible, de Paul Thomas Anderson
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Termina un 2018 que, en cuanto a cine, no ha tenido el brillo que desbordan (en general) las series de televisión. Si en el caso de éstas podría haber elegido otra selección con calidad similar a las finalmente seleccionadas, en el caso del cine me ha costado más escoger los "20+1" títulos que definirían, cinematográficamente hablando, el año. Y no es que no hayamos tenido películas "buenas": haberlas, haylas, pero debo ir más allá (afortunadamente) del ámbito meramente anglosajón y hollywoodiense para encontrar cintas que perduren en mi memoria; de esas que realmente aporten algo, ya por tema, interpretación o alardes de realización. Prácticamente la mitad de lo seleccionado es cine europeo y me sabe mal no haber incluido alguna española: Las distancias de Elena Trapé podría haber estar en la lista final. El cine de superhéroes, las franquicias y las sagas se llevan la parte del león en lo que a expectativas del público en general se refiere... y dan ofrecen resultados. Sí, lo reconozco sin rubor alguno, Vengadores: Infinity War nos dejó traspuestos en la butaca de cine, pero tampoco es de esas películas (al menos en mi caso) que deje demasiado poso más allá de los fuegos artificiales; Thanos se reveló como el mejor villano de las películas Marvel hasta ahora presentadas (tampoco era muy difícil), pero no hay mucho más. Cierto es que entretiene, pero nadie se habría molestado si no se hubiera rodado Han Solo: una historia de Star Wars. Y a nivel de animación, Los Increíbles 2 se quedó en una película con una trama a la que le falta bastante sentido (dentro de lo que es, claro está) y queda lejos de su antecesora. Pixar sigue haciendo películas muy resultonas, pero hay que irse a Del revés (Inside Out) de 2015 para buscar una gran película de las suyas. Y en cuanto a Deadpool 2: acabé saturado del humor gamberro, que acaba por ser rutinario.