2 de noviembre de 2011

Crítica de cine: Las aventuras de Tintín: el secreto del Unicornio, de Steven Spielberg




¡Puro cine de aventuras!

Fui a verla ayer por la tarde-noche. No esperaba gran cosa: tengo los cómics de Tintín muy interiorizados, forman parte de mi infancia, y para mí nada los sustituye, ni los dibujos animados ni una película, por muy buena que sea. Pero partiendo de esas escasas expectativas, me permití acercarme a la película de Spielberg con bastante tolerancia y amplitud de miras, y disfrutarla. ¡Y vaya sí lo hice! Pero como película de aventuras que es, no tanto como traslación del cómic al celuloide. Como cinta de acción trepidante 100% Spielberg estamos ante una película estimabilísima. En cuanto al Tintín con la técnica de motion capture... pues qué quieren que les diga: como decía Rex Harrison en Cleopatra (1963), "no puedo entender que los ojos de las estatuas carezcan de vida". Y al Tintín de Spielberg le sucede eso, que su mirada no transmite nada. Del mismo modo que la mirada porcina del capitán Haddock tampoco transmite emociones. Lo hace el modo en que el personaje se mueve, se enfada (el doblaje castellano de Jordi Boixaderas le viene como un guante), insulta, salta o se emborracha. Pero, esos ojos... están vacíos de cualquiera emoción.

De lo mejorcito: los títulos de crédito iniciales, la secuencia/reminiscencia de Haddock en el desierto y la trepidante secuencia en Bagghar. La película se arrastra bastante al principio, cuando se nos presenta un Tintín con el que cuesta empatizar. La aparición de Haddock da un giro de 180º a la película. Y Hernández y Fernández, como en el cómic, cansinos.

A ver qué tal la secuela...

PS: la vi en versión "normal", el 3D me lo paso por...

1 comentario:

Lopekan dijo...

La estética de Tintín es pura línea clara francobelga: trazos diáfanos, colores luminosos... y yo añadiría espíritus animosos. Y esto lo enturbia el 3D y sus texturas tenebristas. La expresividad que se consigue con dos puntitos de tinta sobre el papel no tiene porqué alcanzarse con los vacuos ojos de cristal de las 3D.
Espero que la intervención del Tío Sam del celuloide americano no enturbie el espíritu positivo de Tintín europeo.