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30 de octubre de 2024

Reseña de Historia del mar, de Alessandro Vanoli

Nota: esta reseña parte de la lectura del original en italiano, Storia del mare (Editori Laterza, 2022).

No son muchas las ocasiones en las que uno acaba un libro con una sonrisa en los labios; en este caso el autor del volumen lo hace con una cita de las primeras páginas de Guía del autoestopista galáctico de Douglas Adams (1978; traducción castellana en Anagrama), y con las que también se inicia la película homónima de Garth Jennings de 2005. La guinda del pastel, se podría decir, siendo además una muy meritoria película, a pesar de las críticas, que adaptaba una novela (comienzo de una serie) de culto. Pero esa sonrisa ha acompañado la lectura de un volumen extenso que, no obstante su tamaño, se lee con enorme placer a lo largo de sus páginas. Y no es que todas ellas sean páginas reveladoras: en muchos casos se cuentan historias ya leídas en otros libros y en general quien esto escribe no puede dejar de tener en mente obras como las de David Abulafia, El Gran Mar. Una historia humana del Mediterráneo (2011, traducción castellana de 2013 en Editorial Crítica) y Un mar sin límites. Una historia humana de los océanos (2019, traducción castellana de 2021 en Editorial Crítica), que, por supuesto, se destacan en las recomendaciones bibliográficas al final del libro. Lo que Abulafia realiza con escrupuloso detalle, Alessandro Vanoli consigue transmitirlo con más viveza, en dosis más concentradas y ampliando las miras en Historia del mar, recientemente publicado por Ático de los Libros.

Al final del volumen, en el comentario bibliográfico, Vanoli vuelve a provocar la sonrisa del lector (al menos de este que escribe estas páginas) al decir que 
«Naturalmente son muchas las voces que me habría gustado poner y que mi sentido común, y el temor de mi editor, me han invitado a dejar al margen. Me habría gustado hablar sorbe nudos, pesca de altura, windsurf y los viajes aventureros de Thor Heyerdahl (si no los conoce, hágalo por mí: busque en internet). Pero cada uno de ustedes, si ha llegado a este punto, creo que ya ha compilado una lista de temas que podrían haber estado. Solo puedo reconfortarme y disculparme pensando que, después de todo, era inevitable omitir muchas cosas en un viaje tan vasto como el del mar» (pág. 560, traducción propia; pág. 663 en la traducción del libro). 
Dos reacciones por parte de este lector: ¡y de qué no has hablado, estimado Alessandro!; y, si, quizá no haya elaborado una lista de temas, pero sí una de lecturas que acompañan este volumen y que en cierto modo lo prefiguran, cuando no anticipan: David Abulafia, Fernand Braudel y Felipe Fernández-Armesto (también comentados brevemente en el aparato bibliográfico) para empezar (añada el lector las que considere); y Jules Verne, diría.

Este es un libro que, de un modo u otro, interpela al lector, a su curiosidad, su bagaje de lecturas y aquellas que, empezando por este volumen, puede atacar desde ahora; ese es su primer y gran aliciente: es un libro que despierta el hambre y, tratándose de un tomo largo, a priori no lo parece. Lo que Irene Vallejo ha conseguido con El infinito en un junco respecto a los libros en el mundo antiguo (y cómo también nos hace sentir “bien”), lo hace Vanoli con un tomo de una gran amplitud de miras sobre el mar, los océanos, y su propia vastedad. Un libro que conjuga diversas disciplinas –la historia, la geografía, la geología, la historia natural, la biología, la literatura en su más amplio sentido, la geopolítica– y que logra además –segundo punto fuerte/aliciente– “hacerlo fácil”. Pocos libros recuerdo* que relaten con aparente sencillez, y un gran esfuerzo para conseguir que así sea, procesos geológicos como los de la formación de la Tierra, los océanos y la vida en los primeros cuatro mil millones de años de existencia del planeta. Vanoli lo hace en un primer bloque, “Geologia”, que sorprende por su capacidad de síntesis para explicar de forma amena temas que requerirían volúmenes completos.
*Si acaso, en lo más reciente, Henry Gee con A Very Short History of Life on Earth: 4,6 Billion Years in 12 Chapters (St. Martin’s Press, 2021; traducido en 2022 por Indicios Editores [reseña en Hislibris]) y David Christian con La gran historia de todo (Crítica, 2019; ed. orig., 2018) [reseña en Hislibris].  
Del mismo modo, y entramos a comentar/resumir los contenidos del libro, el segundo bloque, “Ambientes”, comprime (y hasta diría que magistralmente) cuestiones propias de las ciencias naturales en relación a los mares (y el fondo marino) como son las corrientes, los vientos, las costas y las temperaturas del mar en diversas profundidades; o los colores que (des)aparecen a medida que uno se adentra en esas profundidades. Son pocas páginas, pero, no siendo un oceanógrafo, como menciona en las páginas finales, y sí un medievalista** –hecho que se percibe en la lectura de la cuarta parte–, aún más mérito tiene y sin duda el lector curioso, pero bastante profano en la materia, podrá disfrutarlo. Estas dos primeras partes, más “técnicas”, por decirlo de alguna manera, preludian el relato histórico desde la tercera parte ("Cuando el hombre encontró el mar"), que narra la(s) historia(s) del mar en la Antigüedad, quizá la más conocida para ese lector curioso y con un cierto bagaje a sus espaldas.
** Por ejemplo, en castellano contamos con el reciente libro que ha coescrito con toda una eminencia como es Franco Cardini, La Ruta de la Seda. Una historia milenaria entre Oriente y Occidente (Almuzara, 2022) [reseña en Hislibris].  
Pero ya desde ese tercer bloque (en particular, desde el cuarto, "El comercio, las guerras y las riquezas del mar") uno se da cuenta de que Vanoli no sólo “cuenta” una historia –o una sucesión de historias– sobre la historia humana del mar (o los mares), sino que también construye un cajón de sastre en el que, con buen criterio, cabe de todo: no sólo episodios míticos de diversas culturas –pues el ámbito que trata el autor no se circunscribe al Mediterráneo o el Atlántico, sino que abre el objetivo a océanos menos tratados en general como el Índico y el Pacífico–, sino también “historias” de animales –pulpos, delfines, focas, nutrias, ballenas, cangrejos, tiburones, tortugas, el mítico kraken…–, de técnicas e inventos (del garum y la púrpura al sushi y las salazones, de las ánforas a las cartas marinas y los portulanos, de la brújula y el sextante a la navegación por coordenadas, de las cocas a las galeras, las carabelas, los galeones, los submarinos,…), personajes históricos (Zheng He, Cristóbal Colón, James Cook, los amotinados en la Bounty,… y una larga lista) e imaginados (Ulises, Simbad, Robinson Crusoe,…), y ciudades y estados que de un modo u otro, en Europa y fuera de ella, han estado relacionados con el mar.

Son las partes cuarta y quinta, “La conquista del mar”, de los siglos medievales a inicios del siglo XIX, las que constituyen un núcleo central del volumen especialmente atractivo; y trascendiendo ámbitos europeos y del Próximo Oriente que el lector conoce, con el intercambio/choque de culturas entre cristianos, musulmanes y judíos –los grandes comerciantes de la Genizah de los siglos X-XIII que también comenta Abulafia en su obra sobre el Mediterráneo–, yendo además a adentrarse en las aguas del Índico, el Pacífico, así como tierras a menudo ignotas como la Melanesia, la Micronesia y la Polinesia (de Tahití a Tonga y el reino de Hawái), pasando por la Terra Australis y Nueva Zelanda o la búsqueda de un continente como la Antártida. La sexta parte, “La posesión del mar”, nos traslada a las grandes expediciones del siglo XIX (la búsqueda del paso del noroeste en el Ártico, por ejemplo), la conquista imperialista del globo, los grandes avances técnicos (transatlánticos como el Titanic o acorazados como el Dreadnought), la construcción de los canales de Suez y Panamá (y lo que supusieron), las dos guerras mundiales en la primera mitad del siglo XX o aspectos tan prosaicos como los contenedores en el comercio mundial del último siglo.

El tramo final del libro, más breve, nos lleva en la parte séptima a “redescubrir” el mar desde los mitos (la Atlántida o el más reciente “triángulo de las Bermudas”), la exploración submarina o las vacaciones en el mar, entre otros temas; y en la octava última parte, “El mar amenazado”, y aún más brevemente, a los riesgos y desafíos que tienen ante sí los mares en el presente y el futuro no muy lejano, de la contaminación a la extinción de las especies, pasando por la subida de los niveles de las aguas y las migraciones.

Este resumen, desde luego, apenas permite vislumbrar la riqueza y la variedad de contenidos de un volumen muy polifónico –el índice al final ya deja claramente una idea de lo que se puede uno encontrar y, en este caso, es además un acicate para llevárselo a casa desde la mesa de novedades de una librería–; con una multiplicidad de ámbitos y escenarios (tercer punto fuerte: salimos de aguas muy conocidas) y disciplinas muy diversas, y todo en pequeñas cápsulas en cada bloque, y sin que nos quedemos saciados: cada una de ellas abre la puerta a que el lector, a partir de las recomendaciones bibliográficas del final del libro y de aquello que quiera indagar por su cuenta, amén de su bagaje de lecturas propias, vaya más allá. Es un libro, en este sentido, con un envoltorio de cajón de sastre y una voluntad de que el lector no sólo disfrute de (y reflexione sobre) lo que hay en sus páginas, sino que quiera ir más allá. El volumen le proporciona una primera base, pero sin duda, y sería un cuarto punto fuerte/aliciente, le impulsa a no quedarse en ella y seguir leyendo; incluso volver a novelas de Verne, a Homero y a la literatura de viajes.

En conclusión, estamos ante una obra de agradabilísima y sólida lectura sobre los mares, la vida animal que hay en ella, el papel de los hombres a lo largo de la historia en ellos/a partir de ellos, y los muchos inventos, técnicas, episodios, aventuras y derivaciones literarias (y artísticas) que el mar, por singularizarlo, ha dado pie. Uno de esos libros que se “viven”, que cada lector hará suyo con su propio bagaje personal en lecturas y experiencias, y que además enseña e inspira.

10 de enero de 2024

Reseña de El cielo sobre Alejandro, de Luis Villalón

Reseña publicada originalmente en Hislibris.

Para los habituales de Hislibris y de su correspondiente foro, Luis Villalón no es un desconocido. Su pasión por la historia y la cultura griegas es tan desbordante como contagiosa, y su pluma afilada (y a menudo socarrona) nos ha deparado magníficas reseñas y comentarios. Su faceta de escritor, tanto en ensayos como en el género de la novela (y la narración breve) histórica(s), se ha afianzado con el paso del tiempo, más allá de los peros que él mismo quiera añadir (la modestia cuando es sincera es doblemente apreciada). Con relatos como “El mesenio”, publicado en la antología El camino de los mitos II (Ediciones Evohé, 2009), Luis –permítasenos el trato familiar: para los que lo conocemos ya es prácticamente de la familia–, y con el que ganó el II Concurso Internacional La Revelación de Relatos de Mitología Clásica, ya apuntaba maneras y lo hizo con otros relatos que presentó en diversas ediciones del Concurso de Relato Histórico Hislibris, como “El fenicio de Eutresis” (publicado en la antología de los dos primeros concursos, Ediciones Evohé, 2010), “Acerca de la virtud en la época de los griegos” y “Los huérfanos de Clermont” (publicados en la antología del 4º concurso, Ediciones Evohé, 2012), “La voluntad de poder” (en la antología del 6º concurso, Ediciones Evohé, 2014) y “La paradoja del mentiroso” (publicado en la antología del 9º concurso, Ediciones Evohé, 2017); y tres veces ganó Luis/Cavilius este certamen tan hislibreño: en las 2ª, 4ª y 6ª ediciones y se consagró como un maestro en el relato y con temáticas (e incluso técnicas) diversas, no sólo la griega. Pero la primera novela tenía que llegar, y sobre tema netamente griego, y lo hizo en paralelo a alguna de esas ediciones del concurso: Hellenikón (Ediciones Evohé, 2009) se presentó con mucha expectación y obtuvo los parabienes de los lectores que la leyeron y disfrutaron; servidor, que tuvo que lidiar con la presión de reseñarla (y con su malinterpretación), vio en la novela aspectos positivos, otros que no tanto, y destacó (y es algo que el paso del tiempo ha logrado que se afiance como sus virtudes) que fuera «una buena muestra del género […]» y que ofreciera «aire fresco en un género en el que lamentablemente se cae en lo habitual» (añadiría lo adocenado). Ambas cuestiones hoy en día siguen siendo tan esenciales como entonces.

7 de enero de 2024

Reseña de 24 horas en la Roma de Nerón: una inmersión en la vida cotidiana en la capital del Imperio, de Dimitri Tilloi-D'Ambrosi

Nota: esta reseña parte de la lectura del original francés, 24 heures de la vie sous Néron (Presses Universitaires de France, 2022).

Aniceto fue un liberto imperial «caído en desgracia»; según Tácito, «confesó» ser amante de Octavia, esposa de Nerón. Por lo que parece, se trató de un acuerdo con el emperador, que necesitaba una excusa para repudiar y deshacerse de su esposa mediante un exilio en Pandataria y su posterior asesinato en el año 62 de nuestra era (Tácito, Anales, XIV, 60-65). El objetivo de Nerón era casarse con Sabina Popea, que fallecería en 65, probablemente por un aborto (y no de una patada en el abdomen, como refiere la leyenda negra del emperador). Aniceto fue escogido con especial atención para representar ese papel de adúltero: antiguo tutor de Nerón y después prefecto de la flota en Miseno, había sido el responsable de hacer «naufragar» el barco en el que viajaba la madre de Nerón, Agripina la Menor, de quien el el princeps quiso deshacerse en 59, pues ansiaba liberarse de su influencia y poder; al fallar el mecanismo para que se hundiera el barco, y tras sobrevivir a nado Agripina, Aniceto se encargó de que unos soldados la asesinasen (Tácito, Anales, XIV, 3-8). Al haberle fallado antes, Nerón consideraba que Aniceto era perfecto para participar en la mascarada respecto a Octavia: el liberto «confesó» el adulterio con ella y Nerón lo «castigó» con un exilio en Cerdeña, «donde llevó un exilio sin pobreza y acabó sus días de muerte natural» (ibid., XIV, 12). Vamos, que a ambos les salía redonda la jugada. 

7 de octubre de 2023

Reseña de Alexandra Kolontái: una feminista en tiempos de la Revolución Rusa, de Hélène Carrère d’Encausse

Nota: esta reseña parte de la lectura del original en francés, Alexandra Kollontaï. La Walkyrie de la Révolution, Fayard, 2021; las citas y su paginación proceden de esta edición.

Aleksandra Kolontái (nacida Aleksandra Mijailóvna Domontóvich, 1872-1952) estuvo entre los primeros bolcheviques de primera línea y en relación directa con Vladimir Ílich Uliánov, "Lenin", líder de la Revolución de Octubre, pero, a diferencia de otros camaradas bolcheviques, como Trotski, Kaménev, Zinóviev, Bujarin o Stalin, no tuvo un reconocimiento entre los miembros del posterior Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) ni se resaltó su papel en la construcción de la utopía soviética. De hecho, y como se menciona hacia el final de este libro, no hubo un obituario en el periódico oficial soviético, Pravda, a su muerte en marzo de 1952, no fueron destacados ni recordados sus aportaciones a la Revolución, sobre todo desde la esfera del feminismo; apenas una breve necrológica se publicó en Izvestia, órgano gubernamental, y firmada «por un grupo de amigos y de colaboradores» (p. 269). El líder soviético, Stalin, que moriría nueve meses después, no publicó ningún artículo ni hizo ningún homenaje explícito. Kolontái, de hecho, si bien no fue complaciente con el régimen estalinista, no fue víctima de las purgas –afortunadamente para ella, su labor como embajadora la mantuvo fuera del país durante gran parte de las décadas de los años treinta y cuarenta– y siempre dio su apoyo al líder soviético.

6 de septiembre de 2023

Reseña de Akhenatón. Historia, fantasía y el antiguo Egipto, de Dominic Montserrat

«Se han escrito más tonterías sobre el período de Tell el Amarna que sobre ningún otro de la historia de Egipto, y Akhenatón es un fuerte rival de Cleopatra entre quienes escriben novelas históricas. El atractivo de Cleopatra es la romántica combinación de amor y muerte; Akhenatón atrae mediante una combinación de religión y sentimiento. En el caso de Akhenatón, los hechos no soportan la reconstrucción que a menudo se hace a partir de ellos».
Margaret Murray, The splendour that was Egypt, 1949, p. 54.
Sobre Akhenatón («agradable a Atón»), el nombre que asumió el faraón de la XVIII Dinastía Neferjeperura Amenhotep («hermosas son las manifestaciones de Ra, hágase la voluntad de Amón»), conocido como Amenhotep (helenizado en Amenofis) IV (ca. 1353-1336 a.C.), se han escrito océanos de tinta, con bastantes ríos de «tonterías» alimentando sus aguas. Faraón hereje, monoteísta, henoteísta –el monoteísmo implica que sólo hay o se reconoce un dios, el henoteísmo incide en que se pone el foco en uno de los muchos dioses que pueda haber–, homosexual, transexual, loco, excéntrico, místico… son muchas las etiquetas que se le han adjudicado, especialmente desde la expedición napoleónica a finales del siglo XVIII, los viajes de eruditos y arqueólogos (y turistas) al yacimiento de Tell el Amarna a lo largo del XIX, el descubrimiento de las llamadas Cartas de Amarna en 1884 y las diversas campañas de excavaciones arqueológicas en el lugar – el británico sir William Matthew Flinders Petrie en 1891-1892; el alemán Ludwig Borchardt en 1907-1914; la Egypt Exploration Society (EES) entre 1921 y 1936, con trabajos a cargo de T.E. Peel, sir Leonard Woolley, Henri Frankfort, Stephen Glanville y John Pendlebury; las misiones del Departamento de Antigüedades egipcio, actual Consejo Supremo de Antigüedades, en la década de 1960; de nuevo la EES bajo el liderazgo de Barry Kemp entre 1977 y 2008–, así como los much(ísim)os libros publicados en el último siglo sobre este personaje. Un soberano del que no sólo la arqueología y la historia han tenido algo (mucho) que decir.

11 de mayo de 2023

Reseña de Rome: An Empire’s Story, Second Edition, de Greg Woolf

No me resisto a citar al autor en el prefacio de la primera edición (2012) de su libro: 

«Todas las historias de Roma son historias de un imperio: su auge al poder, la larga paz e incluso la aún más larga decadencia forman conjuntamente el trasfondo de toda historia contadas sobre los romanos. Mi tema, sin embargo, es el imperio en sí mismo. ¿Cómo creció? ¿Qué permitió que resistiera derrotas y sacara el máximo partido de las victorias? ¿Por qué Roma triunfó donde sus enemigos fracasaron? ¿Cómo el imperio sobrevivió a crisis, se encerró en sí mismo y reemplazó caóticas campañas de conquista por estabilidad? ¿Cómo el imperio llegó a coordinar los grandes flujos de crecimiento y las poblaciones sobre las que dependió? ¿Cómo evolucionó para encarar nuevas necesidades y nuevas amenazas? ¿Por qué flaqueó, recuperó su equilibrio y entonces se contrajo bajo una serie de golpes militares hasta que fue, otra vez, una ciudad estado? ¿Qué circunstancias y tecnologías lograron la creación y mantenimiento de un imperio posible en ese preciso espacio y ese preciso tiempo? ¿Qué instituciones, hábitos y creencias favorecieron a Roma para ese papel? ¿Y qué hizo el imperio para lograr todas las creencias, hábitos e instituciones con las que se conquistó el mundo? ¿Qué parte jugó el azar en sus éxitos y fracasos?» (p. vii, traducción propia, en esta y otras citas).

Y es que estamos ante una historia de Roma diferente –en la senda de SPQR. Una historia de la antigua Roma de Mary Beard–, no centrada exclusivamente en fechas, batallas, personajes y sucesos, sino que trata de interpretar estos mismos datos para ofrecer un relato (story) sobre Roma y su imperio, conceptos que desde el principio estuvieron unidos y que se conjugaron en función de las dinámicas de cada momento. 

19 de abril de 2023

Reseña de Él águila y los cuervos. La caída del Imperio Romano, de José Soto Chica

En el 476 de nuestra era un adolescente fue depuesto en el Imperio romano de Occidente por un caudillo bárbaro que devolvió las insignias imperiales al ya único augusto en Oriente: de este modo, mediante la acción de un jefe «bárbaro», se producía la «caída» de un Imperio Romano que tiempo en franca decadencia. Esta es la historia que la tradición mantiene, que nos han «contado» en clase, pero que, lógicamente, no es tan sencilla. La «caída» del Imperio romano –en Occidente, pues perduró casi un milenio más en Oriente–, en realidad un proceso de disolución que duró décadas y que realmente se «aceleró» tras el asesinato de Valentiniano III (455), ha quedado como un cliché historiográfico que remite a la «barbarización» del Imperio (que no fue tanta), la pérdida constante de territorios ante las invasiones foráneas y la propia idea de una «decadencia» a partir de una lectura sesgada de las fuentes del período. Pero, como José Soto Chica destaca en El águila y los cuervos. La caída del Imperio Romano (Desperta Ferro Ediciones, 2022) –un estudio que en cierto modo supone la culminación de un proceso de investigación respecto a cuestiones ya planteadas en Imperios y bárbaros. La guerra en la Edad Oscura (2019) y Los visigodos. Hijos de un dios furioso (2020)–, el panorama es mucho más complicado… lógicamente.

11 de abril de 2023

Reseña de Cruzados en la Reconquista, de Francisco García Fitz y Feliciano Novoa Portela

Desde el siglo XI Cruzada y Reconquista fueron dos procesos que se desarrollaron en paralelo en la Península Ibérica, escenario de campañas militares en las que participaron combatientes procedentes de los principados, reinos y ciudades europeos. Los profesores García Fitz y Novoa Portela ofrecen en Cruzados en la Reconquista (Marcial Pons, 2014) un estudio global sobre la presencia de estos cruzados en la lucha contra el Islam, al mismo tiempo que aportan un excelente estado de la cuestión sobre la Cruzada y la Reconquista en la historiografía actual…. hasta la publicación del libro en 2014, claro está. Y es que el tiempo no pasa en balde y nuevas publicaciones relacionadas con ambos conceptos han llegado (y llegarán) a las mesas de novedades de librerías, aunque en algunos (bastantes) casos, al ser fruto de simposios, encuentros y congresos, muchos de sus resultados se quedan en un entorno académico al que el lector común a menudo no llega. Así, desde la publicación de este libro, dos años después del boom editorial relacionados con el octavo centenario de Las Navas de Tolosa y el aluvión de publicaciones, en monografía y en novela, hemos tenido algunos títulos la más de interesantes relacionados con ambos conceptos. 

29 de marzo de 2023

Reseña de Hititas: historia de los guerreros de Anatolia, de Trevor Bryce

El 28 de julio de 1834 un arquitecto, historiador y arqueólogo francés, Charles Texier, enviado por el Ministerio de Cultura de su país a Asia Menor, entonces la Anatolia otomana, en busca de un asentamiento celta llamado Tavium (se consideraba una ciudad gálata), se halló frente a las ruinas de una ciudad. Restos de grandes murallas y edificios le hacen dudar de que sea Tavium: parece una ciudad mucho más grande de los datos que se tenían sobre la ciudad gálata. Aún no sabrá que se hallaba ante lo que quedaba de la capital de un imperio del que apenas se sabía poco. Parte estaba relacionado con la Biblia, que menciona a un pueblo llamado “hititas” –palabra a partir de bny-ḥt, “hijos de Heth” y de ḥty, “nativo de Heth”–, y en particular al “heteo” Urías, cuya esposa ambicionó David. Parte se relacionaba con jeroglíficos, cuyo desciframiento logró Jean-Baptiste Champollion, y que hablaban de un país asiático, Ht, al que Ramsés II derrotó (¡ja!) en Qadesh. Parte venía de pasajes en inscripciones asirias que mencionaban a una “tierra de Hatti”, con la que la tierra de Asur competía por territorios en Siria, al oeste del río Éufrates. Parte venía de algunas de las llamadas Cartas de Amarna, una serie de tablillas egipcias de mediados del siglo XIV a.C., conservadas en Akhetatón (la Ciudad del Horizonte de Atón), fundada por el “herético” Akhenatón (Amenhotep IV), y en la que se reconoce a la “tierra de Hatti” como uno de los interlocutores de peso del faraón egipcio. Referencias diversas, aunque parciales, que remitían a un imperio asiático prácticamente desconocido.

27 de marzo de 2023

Reseña de A World Beneath the Sands: Adventurers and Archaeologists in the Golden Age of Egyptology, de Toby Wilkinson

En 2022, como se sabe prácticamente hasta el hartazgo, se conmemoraron la doble efeméride que justamente marcan el inicio y el final de este libro: los doscientos años del desciframiento de la escritura jeroglífica y los cien del descubrimiento de la tumba de Tutankamón. Son hechos que han jalonado la historia de la egiptología y que abrieron las puertas, por un lado, para poder “leer” las miles de inscripciones jeroglíficas que se han conservado de la civilización faraónica; y, por otro, fueron el aldabonazo de la popularización (a escala masiva) de la cultura egipcia en la sociedad contemporánea, ayudada por los medios de comunicación (prensa, cine, radio, después televisión, finalmente Internet). Tutankamón es quizá el faraón más conocido de la historia y todo lo que le rodea, desde su enigmática vida, su muerte a una edad muy joven, la damnatio memoriae que sufrió por parte de sus sucesores y el olvido que comportó el abandono y erosión del Valle de los Reyes, le auguraron un aura de misterio hasta que aparecieron, en otros yacimientos arqueológicos, evidencias de su existencia, lo cual agudizó el interés de algunos (Theodore Davis primero, después Howard Carter) para hallar su tumba; una tumba que sorprendería, aun siendo más pequeña que en otros faraones, por el hecho de no haber sido saqueada y por unos tesoros que hoy en día siguen fascinando. Si añadimos la carrera entre un francés, Champollion, y un británico, Young, en los primeros años 1820 para descifrar los jeroglíficos de una piedra, la de Rosetta, hallada dos décadas atrás, la cosa se pone también emocionante; lo curioso, como explica Wilkinson en el primer capítulo de A World Beneath the Sands: Adventurers and Archaeologists in the Golden Age of Egyptology, (W.W. Norton & Company, 2020; manejamos la edición de bolsillo de Picador [PanMacmillan], 2021) es que, sin los trabajos de Young, Champollion no habría descifrado esos jeroglíficos, por lo que la exposición de datos en público y la publicación de los mismos ayudó, al margen de la lucha por ser el primero en llegar a la meta, a que la carrera se realizara con éxito.

31 de octubre de 2022

Reseña de Aesop's Animals: The Science Behind the Fables, de Jo Wimpenny

En El libro de las bestias (El llibre de les bèsties) de Ramón Llull, la parte más conocida de su extensa obra El libro de las maravillas (Fèlix o Llibre de les meravelles, c. 1287-1289) y en Rebelión en la granja (Animal Farm, 1945) de George Orwell, la caracterización humana de los animales se desarrolla de manera diferente: en la obra de Llull, de estilo doctrinal y moralizante, los animales escogen como rey al león, contra quien conspira el zorro para hacerse con el poder y que finalmente es derrotado; por su parte, desde la sátira política, Orwell plantea una granja en la que los animales, liderados por los cerdos, expulsan a los incompetentes humanos para hacerse cargo de su gestión y del poder, aunque progresivamente instaurarán un régimen tiránico contra el resto de los animales. Llull escribió una obra dedicada al rey Felipe IV el Hermoso de Francia y como una especie de manual de política, un espejo de la corte, en la que advertía al monarca francés sobre de quién(es) no debía fiarse; Orwell, a su vez, mostraba bajo el disfraz de la fábula una perspicaz denuncia del estalinismo en la Unión Soviética y en la que, por ejemplo, el proletariado estaba representado por un caballo que trabajaba con ahínco en la construcción de un molino (metáfora de los planes quinquenales) hasta que, exhausto y herido, era engañado por los cerdos (la jerarquía bolchevique) y enviado al matadero.

13 de septiembre de 2022

Reseña de The War That Made the Roman Empire: Antony, Cleopatra, and Octavian at Actium, de Barry Strauss

Nota: casi un año después de la publicación de esta reseña salió la traducción castellana: La batalla de Accio. Cleopatra, Marco Antonio y Octavio (Edhasa, 2023).

«[Tribuno:] —Dicen que Marco Antonio está con ella. Muerto.

[Octavio:] —¿Qué?

—Que Antonio está muerto.

—¿Es el modo de decirlo? ¿Así de sencillo? Marco Antonio está muerto… Antonio ha muerto… La sopa está caliente, la sopa está fría, Marco Antonio está vivo, Marco Antonio está muerto… ¡Debes temblar de terror cuando esas palabras pasen por tus labios! Porque si son una falacia Antonio te cortará la lengua por mentiroso; y si son ciertas, deberás vanagloriarte toda tu vida por haber tenido el honor de pronunciar su nombre después de muerto. La muerte de un hombre semejante hay que anunciarla, gritarla. Porque su eco debe resonar por todos los rincones del universo. ¡Antonio está muerto! ¡Marco Antonio, hijo de Roma, ha dejado de vivir!».

Cleopatra (Joseph L. Mankiewicz, 1963; secuencia de la película).
Sobre el mundo romano, quizá no haya tema más manoseado desde la divulgarización que la relación de Marco Antonio (c. 83-30 a.C.) con la reina Cleopatra VII (69-30 a.C.) y la guerra que “provocaron”. El cine (y la televisión), desde luego, han ayudado a ello, reiterando a su vez tópicos alrededor de ambos personajes: una historia de amor, de pasión envilecedora incluso, que llevó a su derrota en una guerra (civil) contra Roma y a sus respectivos suicidios. Incluso un filme tan destacable como el de Mankiewicz incidía en ese amor tan posesivo, que llevaba a presentar una batalla de Accio (2 de septiembre de 31 a.C.) en la que Antonio, al descubrir que Cleopatra se marcha a Egipto, lo abandona todo, naves y soldados que luchan, están heridos o agonizan, en pos de su amor; cuando llegue a la nave de Cleopatra, se dará cuenta de lo que ha hecho y se culpará por ello. Una imagen, el abandono de todo por un amor irrefrenable, que remite a las fuentes, prácticamente todas ellas contrarias a ambos personajes, que presentaron a un Antonio sojuzgado por Cleopatra; un imperator romano dominado por una mujer, reina y extranjera por más señas.

30 de agosto de 2022

Reseña de Hadrian's Wall: Rome and the Limits of Empire, de Adrian Goldsworthy

Nota: esta reseña parte de la lectura de la edición en tapa dura del libro, publicado en enero de 2018; apareció reseña en Hislibris en noviembre de ese año. En septiembre de 2022 se publica una edición en rústica.

En su saga de novelas Canción de hielo y fuego (1996–¿?)–posteriormente adaptadas en la serie de televisión Juego de tronos (HBO: 2011-2019)–, George R.R. Martin creó un enorme “Muro”, en el norte del territorio de Poniente (Westeros), de una altura de más de doscientos metros y con una extensión de alrededor de los trescientos kilómetros. La función de este Muro, vigilado y custodiado por los Hermanos de la Espada de la Guardia de la Noche (The Night’s Watch), es establecer una barrera permanente que separe (y proteja) los Siete Reinos de los salvajes del otro lado, así como de los llamados Los Otros (The Others) –los Caminantes Blancos (White Walkers) en la serie televisiva–, figuras humanas que han vuelto de la muerte y que, dirigidos por el Rey de la Noche (Night King), pretenden invadir y destruir Poniente. Pero hace miles de años que Los Otros no han dado señales de “vida” y se les considera en Poniente una antigua leyenda, un cuento con el que asustar a los niños. En la serie de televisión, los Caminantes Blancos aparecen ya en el primer episodio, una velada amenaza de que “llega el Invierno”, el final de una era y la destrucción de la vida humana; a medida que avanzan las temporadas de la serie, los Caminantes Blancos van avanzando, especialmente en las temporadas seis y siete, mientras que desde el Norte se intenta advertir a los demás reinos de que la leyenda es una peligrosísima realidad. Al final de la séptima temporada, el Muro es destruido por los invasores y queda expedito el camino para que Poniente caiga en sus manos. Una batalla final que será el leitmotiv de la esperadísima octava y última temporada, que prevé una alianza de los reyes que disputan el Trono de Hierro (Cersei Lannister, Danerys Targaryen, Jon Nieve) y los Siete Reinos frente a esta amenaza “global”.

25 de mayo de 2022

«Reseña» de Roma soy yo, de Santiago Posteguillo

¿La «verdadera historia» de Julio César?

Nota: esta reseña, en cierto modo un ensayo, ha «crecido» a medida que se reflexionaba y escribía, y quizá por ello el formato HTML de un blog no sea el más adecuado para leerla: el scroll del ratón puede acabar por convertirse en una tortura. Para el lector que desee leerla en un formato más "agradable", puede descargarla completa en un PDF desde aquí. Las traducciones castellanas de las fuentes  griegas y romanas citadas proceden de la Biblioteca Clásica Gredos.

«En muchos sentidos el trabajo de un crítico es fácil: arriesgamos poco porque gozamos de una posición que está por encima de los que exponen su trabajo y a sí mismos a nuestro criterio. Nos regodeamos en las críticas negativas, que son divertidas de escribir y de leer. Pero el hecho más amargo que debemos afrontar los críticos es que, a la hora de la verdad, cualquier producto mediocre tiene probablemente más sentido que la crítica en la que lo tachamos de basura.»
Anton Ego

I

Desde hace ya un tiempo, la novela histórica se ha convertido, dentro de esa ecuación que combina la forma literaria con un fondo histórico, más en un receptáculo de lo segundo que en un expositor de lo primero: es decir, en muchos casos ya no es una muestra del talento y la capacidad de un novelista para recrear una (h)istoria en la que el contexto histórico es lo más verosímil posible y forma parte relevante de la trama que se desarrolla. Un contexto, un ámbito, una época, que nos trasladen al pasado, muy a menudo el de la antigüedad grecorromana, y que nos hagan «sentir» durante el tiempo que leemos la novela que «estamos» allí, que «reconocemos» o nos dejamos «llevar» por lo que asumimos que «es» ese momento histórico en el que transcurre la trama.

27 de abril de 2022

Reseña de Una (muy) breve historia de la vida en la Tierra: 4600 millones de años en solo 12 capítulos, de Henry Gee

Esta reseña parte de la lectura del original en inglés, A (Very) Short History of Life On Earth: 4.6 Billion Years in 12 Chapters, publicado por Picador en septiembre de 2021. En las citas, no obstante, hemos añadido la traducción castellana.

Con Mapas del tiempo: introducción a la «Gran Historia» (Crítica, 2005, 2010), David Christian presentó una gran obra sobre esta corriente historiográfica y un «viaje» por la historia del Universo desde el Big Bang, hace unos 13.820 millones de años y hasta la actualidad. Una versión actualizada, y reducida, La gran historia de todo. Desde el Big Bang a las primeras estrellas, nuestro sistema solar, la vida en la Tierra, los dinosaurios, el Homo sapiens, la agricultura, la Edad de Hielo, los imperios, los combustibles fósiles, el alunizaje y la globalización masiva. Y lo que el futuro nos depara… (Critica, 2019, 2021), acercaba al lector a la evolución del Universo y la vida en una serie de «umbrales» que eran decisivos para observar los cambios; se ofrece, además, en este volumen un cuadro «cronológico» muy útil para comprender los grandes (inmensos) períodos de tiempo (véase el cuadro) prácticamente inconcebibles para el cerebro humano, y que los paleontólogos etiquetan en grandes períodos. Pero, tampoco se preocupe demasiado el lector al leer esta reseña: cada capítulo consta de un cuadro lo suficientemente pormenorizado de la "cronología" de los principales "hechos" tratados en el mismo.

15 de marzo de 2022

Reseña de La guerra en casa: un testimonio sobre la guerra de los Balcanes, el último gran conflicto europeo, de Luca Rastello

Nota: esta reseña de la lectura del original en italiano, La guerra in casa (Einaudi, 2020). Las citas son una traducción propia del original italiano, así como la paginación procede de éste.

Luca Rastello (1961-2015), escritor y periodista –de su obra, en castellano solo se ha publicado Yo soy el mercado (Duomo Ediciones, 2010; ed. orig.: Io sono il mercato: Come trasportare cocaina a tonnellate e vivere felici, Chiarelettere, 2009), sobre las redes del narcotráfico, en la línea de Roberto Saviano, pero desde la esfera del periodismo y la no ficción–, estuvo muy vinculado al ámbito balcánico. Su primer libro, La guerra en casa: un testimonio sobre la guerra de los Balcanes, el último gran conflicto europeo (Ariel 2022), mostró el camino que seguiría con siguientes obras (al respecto de ello algo se menciona en el posfacio) y con el conflicto en Yugoslavia (1990-1995) visto desde «allí» y «aquí» (Italia, Turín en particular): cómo la guerra también fue vivida «en» Italia. El volumen se define en las primeras páginas como un «libro de historias, no de historia», pues no pretende ser una historia de la(s) guerras(s) yugoslava(s) –en este sentido Ariel tiene en su catalogo Y llegó la barbarie: Nacionalismo y juegos de poder en la destrucción de Yugoslavia de José Ángel Ruiz Jiménez (2016), un volumen que persigue «comprender» lo que fue aquella década de 1990 en los Balcanes–; y, de hecho, se escogen algunos temas o episodios que permiten ahondar en algunas cuestiones que particularmente interesan a Rastello, como la labor de los voluntarios o los pacifistas, con conclusiones también trágicas, el papel de ONGs o el silencio del Gobierno italiano –de los Gobiernos occidentales, en general, o de organismos supranacionales como la CEE del período o la ONU, con el rol pasivo de los Cascos Azules en matanzas como Srebrenica)– ante algunos hechos luctuosos.

8 de marzo de 2022

Reseña de Hitler y Stalin: dos dictarores y la segunda guerra mundial, de Laurence Rees

Nota: esta reseña parte del original en inglés, Hitler and Stalin: The Tyrants and the Second World War (Viking, 2020). Se mantiene la traducción castellana de las citas que se toman de este original.

En 1991 Alan Bullock publicó una obra memorable: Hitler and Stalin: Parallel Lives (traducción castellana: Hitler y Stalin: vidas paralelas, publicado en dos tomos por Círculo de Lectores en 1994; en 2016 Kailas Editorial reeditó el libro en un solo volumen). En la senda de Plutarco, Bullock elaboraba una biografía comparativa de ambos personajes, con el eco de Plutarco de Queronea en el título, a la vez que realizaba un estudio de los regímenes que lideraron ambos personajes y de la ideología que los catapultó. Una obra seminal que en cierto modo ha inspirado a otros historiadores: así, Richard Overy publicó en 2004 The Dictators: Hitler’s Germany and Stalin’s Russia (traducción castellana: Dictadores: la Alemania de Hitler y la Unión Soviética de Stalin, Tusquets Editores, 2006), si bien el tratamiento del autor británico no es biográfico (al margen de un capítulo inicial), sino temático en la comparación de las dos dictaduras: el arte de gobernar, el culto a la personalidad, la relación entre Partido y Estado, el terror como arma política, la(s) revolución(es) cultural(es) que ambos regímenes emprendieron y la guerra que los enfrentó, entre otros muchos aspectos. Con Hitler y Stalin: dos dictadores y la segunda guerra mundial itler and Stalin (Crítica, 2022), Laurence Rees sigue el modelo comparativo, aunque en su caso se centra exclusivamente en el período de la Segunda Guerra Mundial, conflicto en el que ambos países se enfrentaron directamente desde la invasión alemana de la URSS el 22 de junio de 1941 y hasta la rendición incondicional del Reich nazi en mayo de 1945; una comparativa que Rees asume desde el principio, citando tanto a Bullock como a Overy en el prefacio, y que le sirve como eje vertebrador de su obra: «A lo largo de los años he empezado a pensar cada vez más acerca de la comparación entre los dos líderes y sus regímenes. ¿Cuáles eran las máximas diferencias?  ¿En qué formas eran ambos similares? ¿Y, quizá lo más crucial de todo, hasta qué punto dieron Stalin y Hitler forma a la época en que vivieron y hasta qué punto ésta los modeló a ellos?» (p. xv, traducción propia en esta y otras citas).

3 de marzo de 2022

Reseña de The Greatest Adventure: A History of Human Space Exploration, de Colin Burgess

El domingo 11 de julio de 2021 la actualidad informativa mundial destacó la noticia del “viaje” del magnate sir Richard Branson “al espacio”, adelantándose a Jeff Bezos, fundador de Amazon, quien también tenía un proyecto para volar más allá de la estratosfera. Al margen de si Branson realmente llegó al espacio, a una altura de 80 kilómetros, o se quedó entre la mesosfera y la termosfera, este viaje reflejó que la exploración espacial sigue concitando un gran interés mediático; recordemos, por ejemplo, el aterrizaje de la nave Perseverance en la superficie de Marte el 18 de febrero anterior y tras un vuelo iniciado el 30 de julio del año anterior. Son dos de muchos ejemplos de cómo periódicamente conocemos más detalles de misiones espaciales más allá de nuestro planeta y de una Luna que no se ha vuelto a pisar desde la misión Apolo 17 (diciembre de 1972); precisamente, esta fue la última del programa Apolo, que llevó al hombre a la luna con el Apolo 11 en julio de 1969, y que fue la culminación de un proyecto que apadrinara el presidente estadounidense John F. Kennedy y como proclamó en un discurso en el Congreso el 25 de mayo de 1961: «Creo que esta nación debe comprometerse consigo misma para lograr la meta, antes de que termine esta década, de llevar un hombre a la Luna y retornarlo en forma segura a la Tierra. Ningún otro proyecto espacial durante este periodo será más impresionante para la humanidad o más importante para la exploración espacial a largo plazo, y ninguno será tan difícil o costoso de lograr». 

10 de enero de 2022

Reseña de The world turned upside down: a history of the Chinese Cultural Revolution , de Yang Jisheng

No fue casual la publicación de este libro en su lengua original en 2016: en ese año se cumplían 50 años desde el inicio de la Revolución Cultural en China –la Gran Revolución Cultural Proletaria en el lenguaje oficial– (1966-2016), al tiempo que, como mencionan también los traductores en su nota inicial, tampoco es casual que se publique cuando un «nuevo» Mao, el presidente Xi Jinping estaba en condiciones de conseguir superar algunas reticencias en el Partido Comunista Chino (PCCh), del que era secretario general desde 2012, y establecerse como líder supremo indiscutible con voluntad de perdurar, rompiendo así la tradición de sólo dos mandatos en el poder, como finalmente se aprobó en la Asamblea Popular Nacional de China en marzo de 2018. Y es que el modelo imperial y de culto a la personalidad que Mao Zedong asumió durante su largo mandato en la República Popular China parece que adquiere nuevos aires, modernizados en este siglo XXI, y con un presidente que, a priori, no tiene por qué apartarse de la primera línea cuando termine su segundo mandato presidencial en 2023. Y en el caso de Xi (nacido en 1953), cuya familia fue purgada durante la Revolución Cultural, que vivió el exilio interior en aquellos convulsos años y que, tras nueve infructuosos intentos, al final fue admitido en el PCCh en 1974, y en el que, tras graduarse como ingeniero, iniciaría una lenta carrera política hasta alcanzar la vicepresidencia del país en 2008 y, finalmente el poder supremo en 2012, se trata de un caso peculiar dentro del establishment político chino y que le compara a otro gran purgado en el PCCh que alcanzaría el máximo escalón: Deng Xiaoping.

10 de noviembre de 2021

Reseña de The Secular Enlightenment, de Margaret C. Jacob

Puede parecer una cierta redundancia titular un libro "La Ilustración secular", pues ya el propio concepto de la Ilustración, prácticamente por definición, remite a lo secular. Pero el volumen tiene un planteamiento que nos obliga a reconsiderar las cosas desde otro(s) punto(s) de vista o con más matices. Así, la autora comienza el libro, en el prólogo, con toda una declaración de intenciones sobre lo que se refiere cuando habla de Ilustración «secular»:

«La Ilustración fue un movimiento de ideas y prácticas del siglo XVIII que hizo del mundo secular su punto de partida. Esto no negaba necesariamente el significado o una percepción emocional de la religión, pero gradualmente desplazó la atención de las cuestiones religiosas a otras seculares. La búsqueda de respuestas en términos seculares –incluso en muchas cuestiones religiosas– expandió enormemente la esfera de lo secular, al incrementar el número de personas con una educación, e hizo de ello un marco de referencia primordial. En el mundo occidental, el arte, la música, la ciencia, la política e incluso las categorías del espacio y el tiempo habían experimentado un proceso gradual de secularización en los siglos XVI y XVII; la Ilustración se construyó sobre este proceso y lo convirtió en una causa intelectual internacional. Al afirmar esta expansión de la secularidad, no trato de minimizar las muchas manifestaciones religiosas que hallamos en esta época: este libro no declara que la religión estuviera en camino de ser erradicada como una mala bacteria que espera ser eliminada por un antibiótico deísta o ateo» (p. 1, traducción propia, así en las demás citas).