Quien quiera incidir en la versión oficial del asesinato de JFK, puede leer el informe de la Comisión Warren (1964) y la teoría del asesino solitario (sobre todo las conclusiones, en castellano). Del mismo modo contamos con las investigaciones de Jim Garrison (1967-1969) y las ramificaciones en Nueva Orleans (que dieron pie a la película de Oliver Stone de 1991); los informes del Church Committee (1975-1976), que abordaron la posible participación de la CIA y el FBI en el asesinato de Kennedy, y de otros destacados líderes mundiales (Lumumba, Allende,…); del comité selecto del Congreso sobre asesinatos (1979), que barajaban la posibilidad de una “probable conspiración” para matar a Kennedy, o, finalmente, el informe final del Congreso sobre el asesinato de JFK (1992-1998). En el libro de Talbot se mencionan estos informes e investigaciones, se analizan algunos de ellos, pero en realidad no son el tema de fondo.
Tal vez el lector pueda pensar que lo que realmente escribe Talbot es una biografía de Kennedy. Desengáñese: tiene a su disposición la biografía de Robert Dallek, J.F. Kennedy: una vida inacabada (Península, 2004) y los libros Los Kennedy de Peter Collier y David Horowitz (Tusquets, 2004, también en bolsillo) y Kennedy y el sueño de los sesenta, de W.J. Rorabaugh (Paidós, 2005), para leer sobre la vida y la obra de John Kennedy.
Entonces, ¿de qué va este libro? Estructurado en dos partes, una primera para la presidencia de John Kennedy y la otra para los años siguientes hasta el asesinato de Robert en Los Angeles, el libro incide en la relación entre los dos hermanos y en las complicaciones a las que tuvieron que enfrentarse ambos contra la mafia, la CIA y el FBI y el estado mayor militar.
Cuba, Castro y Bahía Cochinos, la Guerra Fría, la cuestión de los misiles cubanos, la carrera armamentística, los derechos civiles, la Nueva Frontera y la Alianza para el Progreso, son las cuestiones con las que Kennedy tuvo que lidiar a lo largo de sus mil días de presidencia. A lo largo de las casi 600 páginas de texto, Talbot nos sumerge en todos estos aspectos y en cómo Kennedy y su equipo trataron de buscar la paz mundial. Ambos hermanos se rodearon de un equipo (Schlesinger, Sorensen, Mcnamara, Salinger, Goodwin, etc.), otros “hermanos”, influidos por nuevos aires, muy propios de los años sesenta, opuestos a esa escalada militar frente a la Unión Soviética y al poder inmenso del “complejo militar industrial” que Eisenhower tímidamente denunciara en su discurso de despedida a finales de 1960. La búsqueda de un acuerdo con Cuba, a pesar de la invasión de Bahía Cochinos, fue una de las constantes de Kennedy. Ello le granjeó la oposición de enormes sectores del establishment norteamericano: el alto mando militar, la CIA (que jugaba por libre), el FBI controlado por un personaje tan oscuro como J. Edgar Hoover, los republicanos más conservadores, la prensa mediática ultra, etc. La búsqueda de una distensión con la URSS de Jruschevtambién levantó no poca polvareda, siendo acusado Kennedy de ceder ante el enemigo, de ser blando. La cuestión de los derechos civiles, que Kennedy planeó recuperar en un segundo mandato, provocó estallidos de violencia en los estados del Sur. Y la lucha contra la mafia (Sam Giancana, Jimmy Hoffa, Santos Trafficante, Carlos Marcello), emprendida con ahínco por Robert Kennedy ya a finales de los años 50 y durante toda la presidencia de su hermano, levantó contra ambos hermanos la amenaza constante de un atentado. El 22 de noviembre de 1963, en Dallas, en territorio enemigo, Kennedy fue asesinado y todos estos factores pudieron ser la clave que explicaran el magnicidio.
Talbot, periodista pionero en el uso de Internet en su profesión, nos ofrece un libro que, ante todo, es muy ameno, engancha desde la primera página: las viñetas y los retratos de toda una serie de personajes históricos del período se suceden continuamente, dando una viveza y una agilidad a una narración atractiva y muy bien hilvanada. No sólo se nos retrata con detalle la personalidad de John y Robert Kennedy, sus filias y fobias, sus deseos y sus intenciones, sino que también se nos muestran detalles de un período convulso de la historia estadounidense, los años sesenta. Se le puede achacar al autor un idealismo respecto ambos hermanos, por no decir parcialidad, sobre todo con Robert Kennedy, aunque es comprensible: en 1968, con apenas 16 años, Talbot ya participaba en la campaña presidencial de Bobby como voluntario.
Nos hallamos, pues, con un libro más que recomendable. Dejo al lector otras reseñas sobre el libro de Talbot, ya en El Cultural o en El Confidencial, donde podrá convencerse aún más del atractivo de la monografía de David Talbot. Un libro que me atrevería a considerar imprescindible, no sólo acerca de la figura de Kennedy y su presidencia, sino también como una herramienta necesaria para asimilar esa masa bibliográfica sobre teorías acerca del asesinato de un presidente, parafraseando a William Manchester.
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