Pues anoche fui a verla. Tras Romeo + Julieta (1996) y Moulin Rouge (2001), Baz Luhrmann parecía asentado ya como un director innovador y casi de culto. Y ahora parece que intentaba asentarse como cineasta de pro con una película de corte clásico y épico. Pero me parece que se va a quedar en el intento.
Una dama británica de la alta sociedad, lady Sarah Ashley (Nicole Kidman) viaja a Australia en 1939 siguiendo los pasos de un marido que parece haberla olvidado y que tiene entre manos un negocio importante: vender una partida ganadera al ejército y, de paso, su propiedad, Faraway Downs, situada en el Territorio del Noroeste. Pero las cosas se complican: el marido ha muerto, asesinado, se dice, por un aborígen llamado King George; la cabaña ganadera ha sido medio robada y la propiedad está al borde de la ruina. Sarah retomará el negocio y confiará en un curioso e indomable capataz, Drover (Hugh Jackman), para poder llevar a Darwin la partida ganadera. Pero el potentado local, King Carney (Bryan Brown) y su secuaz Neil Fletcher (David Wenham) harán lo posible por impedirlo...
La película de Luhrman tiene aires de epopeya, con Australia como fondo y como tema: se nos habla de la "generación robada", los niños mestizos que el Gobierno de la época (y posteriores) arrancaron de los brazos de sus madres y asimilaron entre familias blancas a lo largo de la primera mitad del siglo XX (una política inicua que terminó en 1973 y por la que el primer ministro australiano pidió disculpas oficialmente en el pasado 2008). Se nos habla de un choque de culturas, entre la aristocrática Sarah Ashley y los rudos habitantes del Dominio australiano. Se nos habla de una historia de frontera, de far west (en este caso east), con todo lo que ello conlleva. Se nos habla de amor, que supera todas las barreras --como en Moulin Rouge-- y de aventuras en medio de la Segunda Guerra Mundial (el ataque japonés sobre Darwin en febrero de 1942).
La película es excesiva en metraje --casi 3 horas-- e irregular en su desarrollo. mucho mejor lograda en la primera parte, la aventura de trasladar el ganado de Faraway Downs a Darwin, que en la segunda, el ataque japonés sobre Darwin, con un interludio entre ambos episodios que lastra un relato que pretende ser épico (y en cierto modo lo es), pero que acaba siendo tópico. Con todo, la película funciona como historia de amor y aventuras, aunque no tanto como fábula (que es lo que el tráiler inducía a pensar). Desde luego, Luhrmann nos ofrece imágenes espectaculares y áereas de diversos lugares de Australia. La escena de la estampida al borde del precipicio es soberbia, por ejemplo. El tono ñoño y almibarado acerca del niño aborígen --que desvirtúa en cierta medida el mensaje de denuncia acerca de la "generación perdida"-- también acaba siendo algo cargante.
Pero, en definitiva, el resultado es positivo. Una historia atractiva, unas imágenes espectaculares, una música de David Hirschfelder que suena a trillada. Todo eso es Australia.
Una dama británica de la alta sociedad, lady Sarah Ashley (Nicole Kidman) viaja a Australia en 1939 siguiendo los pasos de un marido que parece haberla olvidado y que tiene entre manos un negocio importante: vender una partida ganadera al ejército y, de paso, su propiedad, Faraway Downs, situada en el Territorio del Noroeste. Pero las cosas se complican: el marido ha muerto, asesinado, se dice, por un aborígen llamado King George; la cabaña ganadera ha sido medio robada y la propiedad está al borde de la ruina. Sarah retomará el negocio y confiará en un curioso e indomable capataz, Drover (Hugh Jackman), para poder llevar a Darwin la partida ganadera. Pero el potentado local, King Carney (Bryan Brown) y su secuaz Neil Fletcher (David Wenham) harán lo posible por impedirlo...
La película de Luhrman tiene aires de epopeya, con Australia como fondo y como tema: se nos habla de la "generación robada", los niños mestizos que el Gobierno de la época (y posteriores) arrancaron de los brazos de sus madres y asimilaron entre familias blancas a lo largo de la primera mitad del siglo XX (una política inicua que terminó en 1973 y por la que el primer ministro australiano pidió disculpas oficialmente en el pasado 2008). Se nos habla de un choque de culturas, entre la aristocrática Sarah Ashley y los rudos habitantes del Dominio australiano. Se nos habla de una historia de frontera, de far west (en este caso east), con todo lo que ello conlleva. Se nos habla de amor, que supera todas las barreras --como en Moulin Rouge-- y de aventuras en medio de la Segunda Guerra Mundial (el ataque japonés sobre Darwin en febrero de 1942).
La película es excesiva en metraje --casi 3 horas-- e irregular en su desarrollo. mucho mejor lograda en la primera parte, la aventura de trasladar el ganado de Faraway Downs a Darwin, que en la segunda, el ataque japonés sobre Darwin, con un interludio entre ambos episodios que lastra un relato que pretende ser épico (y en cierto modo lo es), pero que acaba siendo tópico. Con todo, la película funciona como historia de amor y aventuras, aunque no tanto como fábula (que es lo que el tráiler inducía a pensar). Desde luego, Luhrmann nos ofrece imágenes espectaculares y áereas de diversos lugares de Australia. La escena de la estampida al borde del precipicio es soberbia, por ejemplo. El tono ñoño y almibarado acerca del niño aborígen --que desvirtúa en cierta medida el mensaje de denuncia acerca de la "generación perdida"-- también acaba siendo algo cargante.
Pero, en definitiva, el resultado es positivo. Una historia atractiva, unas imágenes espectaculares, una música de David Hirschfelder que suena a trillada. Todo eso es Australia.
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