No me resisto a citar al autor en el prefacio de la primera edición (2012) de su libro:
«Todas las historias de Roma son historias de un imperio: su auge al poder, la larga paz e incluso la aún más larga decadencia forman conjuntamente el trasfondo de toda historia contadas sobre los romanos. Mi tema, sin embargo, es el imperio en sí mismo. ¿Cómo creció? ¿Qué permitió que resistiera derrotas y sacara el máximo partido de las victorias? ¿Por qué Roma triunfó donde sus enemigos fracasaron? ¿Cómo el imperio sobrevivió a crisis, se encerró en sí mismo y reemplazó caóticas campañas de conquista por estabilidad? ¿Cómo el imperio llegó a coordinar los grandes flujos de crecimiento y las poblaciones sobre las que dependió? ¿Cómo evolucionó para encarar nuevas necesidades y nuevas amenazas? ¿Por qué flaqueó, recuperó su equilibrio y entonces se contrajo bajo una serie de golpes militares hasta que fue, otra vez, una ciudad estado? ¿Qué circunstancias y tecnologías lograron la creación y mantenimiento de un imperio posible en ese preciso espacio y ese preciso tiempo? ¿Qué instituciones, hábitos y creencias favorecieron a Roma para ese papel? ¿Y qué hizo el imperio para lograr todas las creencias, hábitos e instituciones con las que se conquistó el mundo? ¿Qué parte jugó el azar en sus éxitos y fracasos?» (p. vii, traducción propia, en esta y otras citas).
Y es que estamos ante una historia de Roma diferente –en la senda de SPQR. Una historia de la antigua Roma de Mary Beard–, no centrada exclusivamente en fechas, batallas, personajes y sucesos, sino que trata de interpretar estos mismos datos para ofrecer un relato (story) sobre Roma y su imperio, conceptos que desde el principio estuvieron unidos y que se conjugaron en función de las dinámicas de cada momento.
Rome: An Empire’s Story, Second Edition (Oxford University Press, 2021; primera edición, 2012) conforma un relato extenso, desde la fundación de la ciudad, en torno a la fecha canónica del 753 a.C., y hasta principios del siglo VIII de nuestra (la conquista musulmana de la Hispania visigoda). El objetivo del autor es observar la evolución del imperio de los romanos y cómo se fue adaptando a los tiempos, a la vez que el medio y las personas sobre los que instaló también lo adaptaban a sus propias realidades («escribiendo este libro, he intentado mantener en mi mente esta sensación de que el imperio es un movimiento a través del tiempo histórico, no una colección fija de instituciones», p. ix). La constante evolución, pues, se combina con una estabilidad estructural a largo plazo (con ecos, se podría decir, a la longue durée braudeliana), de modo que, como veíamos en la sinopsis, se alternan los capítulos de desarrollo cronológico con aquellos, de corte más transversal, en los que el autor analiza procesos o incluso temas concretos y su significación a lo largo del tiempo.
El libro se estructura en una sucesión de capítulos cronológicos (iniciados con una tabla de fechas clave) con otros de análisis transversal y en la larga duración. Cada capítulo incluye, al final, una relación bibliográfica de algunos títulos esenciales para profundizar más. Para empezar, el capítulo I ofrece una resumida panorámica de la historia de Roma entre el 753 a.C. y el 711 d.C., con los principales hechos en sus diversas etapas. A partir de ahí se sucede esa alternativa narrativa y temática:
· II: la “idea” del imperio en Roma y su legado en imperios posteriores.
· III: la “conquista” de Italia (hasta 275 a.C.).
· IV: la “ecología imperial” o cómo el medio ambiente (y sus “estructuras”) influyen en la Antigüedad clásica y el ámbito romano en particular.
· V: la creación de una hegemonía en el Mediterráneo (de las guerras púnicas a la provincialización de Pérgamo en 133 a.C.).
· VI: imperio y esclavitud, términos inseparables en la economía y la sociedad de la antigua Roma.
· VII: la crisis del régimen republicano: de la caída de Cartago (146 a.C.) a la guerra itálica de los años 91-87 a.C.
· VIII: religión, imperio e imperialismo.
· IX: el poder de los políticos-generales y la crisis definitiva del régimen republicano (89-31 a.C.).
· X: los beneficios del imperio y su disfrute por los romanos en la última etapa republicana.
· XI: el Principado (31 a.C.-235 a.C.): emperadores y dinastías, de los Julio-Claudios a los Severos.
· XII: los recursos económicos del imperio.
· XIII: las guerras imperiales, de Augusto a Diocleciano, y la persecución de un sistema de seguridad imperial.
· XIV: identidades imperiales: ciudadanos y súbditos provinciales.
· XV: la reconstrucción imperial, de Diocleciano (284-305) a las “invasiones bárbaras” de principios del siglo IV.
· XVI: la cristianización del imperio.
· XVII: emperadores romanos y reyes “bárbaros”, de Adrianópolis (378) a la muerte de Teodorico (526) y la ascensión al trono imperial de Justiniano (527).
· XVIII: ciudad e imperio: la Constantinopla de Justiniano como heredera de la Roma republicana y altoimperial.
· XIX: la resurrección del imperio en Constantinopla/Bizancio a lo largo de los siglos VI y VII.
· XX: pasado y futuro de Roma: legado monumental y lecciones que se extraen del mismo.
En cada capítulo, además, se añaden una o dos cajas con temas concretos que analizar en relación con la materia de esas páginas. Esta combinación de relato e interpretación es ya un primer aliciente y lo que aporta valor al libro, enfocado a un público con algunas (o muchas) lecturas sobre el mundo romano a sus espaldas (lo cual se agradece), y que tiene claro un objetivo, enunciado en la página x del prefacio: «este libro no es una historia total de Roma, sino una exploración del tema del imperio». Y es un tema muy interesante, a menudo tratado de manera más circunstancial (o incluso oblicua) en monografías sobre la historia de la antigua Roma.
Y es que, además y como se menciona en el prefacio de la segunda edición, mucho ha cambiado en el mundo y los estudios romanos desde la primera edición: el imperialismo y el colonialismo siguen aún en la candente agenda política, relacionados ahora con la descolonización, la justicia racial (el fenómeno Black Lives Matter, por ejemplo), los estudios migratorios y de género, y la relación con el medio ambiente, aspectos que la primera edición del libro ya tocaba –el capítulo IV, “Imperial ecology”, por ejemplo, que ahora bebe mucho de trabajos anteriores de Woolf, como en su también reciente libro
The rise and death of ancient cities: a natural history (Oxford University Press, 2020)–; grandes temas que “obligan” a replantear “viejos” (y no tanto) postulados y teorías. Además, en casi una década se han añadido muchos estudios que Woolf quiere incorporar en esta nueva edición de su libro, ya sea en relación con los primeros siglos de la República romana o con la Antigüedad Tardía. Y este es otro de los alicientes del volumen: una actualización de ideas (y matices) y de la bibliografía, que añade los estudios más recientes.
Como resultado, tenemos en nuestra manos una monografía de corte académico que se abre a lectores con una cierta formación (y curiosidad) y que combina la amenidad de una lectura narrativa con un análisis interpretativo de gran altura. Una obra sintética (dentro de su extensión: algo más de 500 páginas) sobre la antigua Roma, un, tema que siempre interesa a los lectores y del que constantemente se publican monografías, ya sea en ámbitos académicos o desde la divulgación (aunque ésta a menudo recaiga en “divulgarización”). Este es un libro con un enfoque que navega entre la alta divulgación y los estudios académicos que interesará a lectores más curtidos y que quizá ya estén saturados de obras más “comerciales” o ligeras: hay un público universitario que lleva un tiempo huérfano de obras de este tipo. Se pone un especial foco en el aspecto imperial de Roma, pero no sólo desde un punto meramente militar, sino a partir de su conformación política, social, económica y religiosa, así como el legado en la historia posterior. Seguimos siendo “hijos” de Roma en muchos aspectos, por abundar en el cliché.
Añadamos ell perfil académico y de alta divulgación de Greg Woolf, de quien por ahora no hemos tenido nada publicado en castellano; confiemos que en el futuro llegue alguna de sus muchas publicaciones. Conocí a Woolf hace ya dos décadas gracias a mi tutora en los estudios de doctorado, Marina Picazo, que me recomendó vivamente su estudio Becoming Roman: the origins of provincial civilization in Gaul (Cambridge University Press, 1998). Con posterioridad llegaron libros como su espléndido Et tu, Brute?: the murder of Caesar and political assassination (Profile Books, 2006), Tales of the barbarians: ethnography and empire in the Roman West (Wiley-Blackwell, 2011) y el citado The life and death of ancient cities: a natural history, así como sus muchas colaboraciones en obras colectivas y artículos en revistas académicas. Este volumen, sin duda, bebe de los muchos estudios previos del autor, de modo que puede presentarse como la culminación de una larga carrera.
Hay que remarcar, y quizá sea un matiz que no importará demasiado al lector generalista, algo que Woolf menciona en una nota inicial sobre lecturas para profundizar: solo se recomiendan bibliografía en inglés (o traducida a este idioma); tengamos en cuenta que es un libro pensado sobre todo para lectores anglosajones, aunque esto no debería ser un hándicap para cualquier interesado en la materia. En conclusión, estamos ante un libro que va (mucho) más allá de los aspectos puramente militares y políticos que trufan muchas publicaciones sobre la historia romana, o los ya tan manidos refritos sobre la "caída" de la República y el establecimiento del régimen unipersonal/imperial, o la vida cotidiana; temas sobre las que se ha abundado (y a menudo sin apenas profundizar) en exceso. Sobre eso ya hay mucho publicado, mientras que obras generales que (especialmente) aporten un plus interpretativo hay pocas. Y este libro es de esos. Y queremos más.
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