Robert Redford se pone de nuevo tras la cámara, y también delante, a sus setenta y un años, y nos ofrece una muestra de cine político actual. Y muy
actual: la política de USA en Oriente Medio, la lucha contra los
talibanes y el terrorismo en Afganistán e Iraq. Y no sólo eso: la
película es una crítica no sólo contra los que actualmente gobiernan en
Washington, sino también con la dejadez y cuando no la colaboración de
los medios de comunicación, y con la pasividad de la ciudadanía, por no
hablar de los jóvenes.
Tres historias paralelas nutren la trama de esta película: una periodista política, curtida en el oficio y con una larga carrera a sus espaldas (Meryl Streep) entrevista a un senador emergente, ambicioso y con una nueva estrategia para liquidar la guerra en Oriente Medio (Tom Cruise), y que pasa por "hacer lo que haya que hacer"; un profesor universitario, convencido de que las cosas no pueden ir más allá por culpa de la pasividad y la hipocresía del ciudadano medio (Robert Redford), tratando de conseguir que un alumno aventajado pero desencantado y pasivo, asuma algo se crítica (y de autocrítica) en referencia a la política del momento; y dos soldados, uno negro y otro hispano, que piensan que luchando en algo en lo que no creen se puede dar sentido a muchas cosas.
Tres historias paralelas nutren la trama de esta película: una periodista política, curtida en el oficio y con una larga carrera a sus espaldas (Meryl Streep) entrevista a un senador emergente, ambicioso y con una nueva estrategia para liquidar la guerra en Oriente Medio (Tom Cruise), y que pasa por "hacer lo que haya que hacer"; un profesor universitario, convencido de que las cosas no pueden ir más allá por culpa de la pasividad y la hipocresía del ciudadano medio (Robert Redford), tratando de conseguir que un alumno aventajado pero desencantado y pasivo, asuma algo se crítica (y de autocrítica) en referencia a la política del momento; y dos soldados, uno negro y otro hispano, que piensan que luchando en algo en lo que no creen se puede dar sentido a muchas cosas.
Tres historias aparentemente inconexas, que se van sucediendo en unas
pocas horas de un día determinado, que afecta en cierto modo a todos los
implicados, y que nos muestra una imagen desencantada, ácida,
sarcástica y profundamente descorazonadora, de la actual situación
política de USA en la llamada "guerra contra el terror".
Excelente muestra de cine político, no tanto por lo que cuenta sino por
las reflexiones que provoca, acerca del derecho, la moralidad, la
legalidad, el coraje y el compromiso, Leones por corderos (una frase que
hace referencia a una anécdota de la Primera Guerra Mundial) es una película
que tiene deficiencias (en el ritmo, en el resultado final, en un
idealismo excesivo en algunos momentos y deficitario en otros), pero que se
ve con notable interés, un interés que no abandona al espectador a lo
largo de la poco más de hora y media que dura.
Buenas interpretaciones del trío protagonista (sin desmerecer a Michael
Peña y Derek Luke como los dos soldados implicados en una importante
operación militar, y a Andrew Garfield como el desencantado estudiante
al que Redford trata de despertar de su letargo); sobre todo de un Tom
Cruise, en un papel que inicialmente no estaba pensado para él, que
muestra brío y garra en la piel de un incómodo personaje, un personaje
que esconde un latente peligro: como en Magnolia,
Cruise nos ofrece lo mejor de sí mismo, con lo cual no sorprendería
verlo de nuevo nominado a un Oscar. Meryl Streep está mucho mejor en el
cara a cara con Cruise que en la discusión con su jefe (Kevin Dunn). Y
Redford, bueno, no brilla demasiado, la verdad, pero es Redford.
Película recomendable, sin duda, quizá necesaria, otra muestra más de
ese buen cine político del que Redford conoce bastante (recordemos sus
interpretaciones en Todos los hombres del presidente o El candidato).
Una película que te deja con qué pensar, con algunas inquietudes que ya
conocías o al menos intuías. Puede que a muchos les moleste el rollo
izquierdista que la rodea, pero tampoco le podemos pedir otra cosa a
Redford.
La pega: la manía de traducirlo todo al castellano, en documentos
oficiales, titulares de prensa, incluso transparencias de clase, algo
que sin duda sobra. No cuesta tanto entender lo que se dice en esas
escenas, y tampoco costaba tanto poner unos buenos subtítulos.
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