¿Cómo superar la muerte de un hijo? Si ya de por
sí es duro aceptar tal hecho, ¿qué pasa si además descubres que, en
realidad, nunca has querido a ese hijo? Tremenda situación.
Y esto es lo que plantea The frost (La escarcha), opera prima del cortometrajista Ferran Audí y coproducción hispano-noruega y un plantel de actores encabezado por Aitana Sánchez-Gijón. Inspirada en la obra de teatro El pequeño Eyolf de Henrik Ibsen, plantea la situación antes esbozada: la tragedia sacude al matrimonio formado por Rita (Sánchez-Gijón) y Alfred (Trond Espen Seim) cuando su hijo Eyolf, aquejado de una cojera, muere al ahogarse en el mar. ¿Cómo superar un dolor? Pero ambos padres, cada uno a su manera, sufren las consecuencias de la muerte de un hijo en realidad no querido e incluso no deseado. Junto a ello, la película plantea las relaciones de pareja de una manera muy abierta (rozando incluso lo incestuoso), llevando, en definitiva, de la muerte del hijo a la muerte del amor y del matrimonio.
Y esto es lo que plantea The frost (La escarcha), opera prima del cortometrajista Ferran Audí y coproducción hispano-noruega y un plantel de actores encabezado por Aitana Sánchez-Gijón. Inspirada en la obra de teatro El pequeño Eyolf de Henrik Ibsen, plantea la situación antes esbozada: la tragedia sacude al matrimonio formado por Rita (Sánchez-Gijón) y Alfred (Trond Espen Seim) cuando su hijo Eyolf, aquejado de una cojera, muere al ahogarse en el mar. ¿Cómo superar un dolor? Pero ambos padres, cada uno a su manera, sufren las consecuencias de la muerte de un hijo en realidad no querido e incluso no deseado. Junto a ello, la película plantea las relaciones de pareja de una manera muy abierta (rozando incluso lo incestuoso), llevando, en definitiva, de la muerte del hijo a la muerte del amor y del matrimonio.
Lo mejor de la película es la fotografía: un repaso visual a los fiordos
noruegos, con imágenes aéreas de impactante belleza, a un juego de
colores entre lo blanco (la nieve) y lo gris (la tierra, la vida, los
seres humanos). Pero es quizá esta impactante fotografía lo que acaba
dejando en un segundo plano una historia con demasiadas aristas (no
todas ellas resueltas de la mejor manera), con un final efecticista e
incluso tramposo, unas interpretaciones sólidas aunque aquejadas de una
cierta tendencia a la sobreactuación y un ritmo algo errático. No acabas
de comprender qué pintan algunos personajes (por ejemplo, Raúl, el
hermano de Rita, interpretado por Tristán Ulloa) y te preguntas si era
necesario centrar tanto la acción en la hermana de Alfred, Asta (Eva
Morkeset). Por lo demás, el juego entre lo fantástico, lo onírico y lo
esperpéntico (los ancianos zarrapastrosos interpretados por una
recuperada Bibi Andersson y Fermí Reixach) no parece llegar a demasiadas
conclusiones. El personaje desnudo de la zanja, que aparece silueteado
en la carátula y sale al principio y casi al final de la película, ¿qué
se supone que es?
En cierto modo, esta película recuerda a En la habitación de Todd Field y a La habitación del hijo de Nanni Moretti, por el punto de partido de sobrellevar la muerte de un hijo, y a Las manos vacías
de Marc Recha en cuanto a lo surrealista. Pero la frialdad de la
historia, en todas sus vertientes y equiparable a la frialdad del
escenario, parece que sobrevuela esta quizá demasiado ambiciosa
película.
Se deja ver con interés, aunque también con algo de desconcierto. Un
desconcierto que se mantiene cuando aparecen los títulos de créditos
finales.
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