Anoche la visioné. Entre los muchos sobrenombres
que se ha ganado Giulio Andreotti (1919) a lo largo de su carrera
política comop destacado líder de Democrazia Cristiana, Paolo Sorrentino
ha escogido éste para titular su película: una muestra de cine
político, de denuncia y de biopic a un mismo tiempo sobre la figura de
Andreotti. Con todo, el guionista y director ha seleccionado un momento
determinado: los años 1989-1992, el séptimo y último gobierno de
Andreotti. Un período en el que se destaparon numerosos casos de
corrupción (precedente de Manos Limpias) y que lastraron ya de por sí
la carrera política de un Andreotti que, desde 1991, es senador
vitalicio.
La película arranca con un remedo de glosario en el que se mencionan algunas de las hazañas de Andreotti: su negativa a negociar con las Brigadas Rojas, que secuestraron y asesinaron a Aldo Moro, colega de partido y también primer ministro; su pertenencia a la logia P2, por la que asimismo pasó Berlusconi; sus contactos con Cosa Nostra (caso de Toto Riina, por ejemplo), que él siempre negó a pesar de todas las sospechas fundadas; sus implicaciones en el caso Targentopoli, que fue la chispa de la caída de numerosos políticos, acusados y condenados por corrupción, etc.
La película arranca con un remedo de glosario en el que se mencionan algunas de las hazañas de Andreotti: su negativa a negociar con las Brigadas Rojas, que secuestraron y asesinaron a Aldo Moro, colega de partido y también primer ministro; su pertenencia a la logia P2, por la que asimismo pasó Berlusconi; sus contactos con Cosa Nostra (caso de Toto Riina, por ejemplo), que él siempre negó a pesar de todas las sospechas fundadas; sus implicaciones en el caso Targentopoli, que fue la chispa de la caída de numerosos políticos, acusados y condenados por corrupción, etc.
A partir de aquí, Sorrentino nos muestra a un Andreotti que raya lo
bufonesco, con un tono a lo Commedia dell'Arte que empaña toda la
película. Y digo que empaña pues el tono enmascara la principal carencia
del filme: un hilo conductivo. Falta un desarrollo más lineal, en el
que las "proezas" de Andreotti, que Sorrentino muestra, casi vomita,
encajen mejor. Porque nos quedamos con el retrato adusto, encorvado,
casi patético de un Andreotti que no duda en afirmar que "el mal es
necesario para preservar el bien", que es capaz de aliarse con la Mafia
con tal de mantener un régimen, el italiano de la segunda mitad del
siglo XX, que carecía de la más mínima estabilidad. Más allá de esa
recopilación de nombres, fechas y asesinatos, la película necesita de un
discurso narrativo que mantenga al espectador pendiente de una historia
que le suena (o al menos nos suena a los que tenemos más de 30 años).
Porque, si no, la película se queda en un mero retrato dle personaje.
Y eso es lo que sucede. El subtítulo de la película, La straordinaria vita di Giulio Andreotti,
se le queda grande. Tangencialmente conocemos algunos hechos de la vida
de Andreotti, entre los que destaca el fantasma de Aldo Moro, que, como
Erinia, viene a fustigar los recuerdos de Andreotti en su vejez (su
larga vejez...). Más allá de eso, se nos muestran los contactos del
político con destacados capos mafiosos, como Riina (detenido en 1992),
su implicación en el asesinato de periodistas en los años 80 o su
alargada mano (quién sabe...) en el atentado contra el magistrado
Giovanni Falcone, también en 1992, ya al final de su último gobierno. Se
nos muestra también a sus colaboradores (la Corriente), que trató de
aupar a Andreotti a la Presidencia de la República, un cargo de elección
indirecta (elegido por el Parlamento) al que finalmente accedió su
correligionario Oscar Luigi Scalfaro entre 1992 y 1999 como sucesor de
Francesco Cossiga, también perteneciente a la DC y que también pudo y no
quiso negociar la liberación de Aldo Moro.
Son este tipo de detalles de corte ya plenamente histórico los que
trufan un relato irregular en su ritmo, aunque atractivo en todo lo que
va aportando. Como una buena crónica periodística, Sorrentino ofrece
datos, pero son tantos que parecen desbordar su "crónica"
cinematográfica y, por ello, el resultado final se resiente.
Con todo, hay que decir que el producto final es sólido, a pesar de sus
deficiencias, e interesante. Recomendable para aquellos que sean
seguidores del cine político y para quien tenga cierta memoria
histórica. Y sobre todo para los que quedan fascinados ante la idea de
un Andreotti que ha salido indemne de todos los procesos judiciales por
los que fue encausado, a pesar de las numerosas pruebas de sus delitos y
faltas.
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