Quizá al decir que sin Glee no habría Smash me lance a la piscina y no haya agua. ¿Una serie sobre un musical en Broadway? ¿Con todos los topicazos sobre el propio género del musical? ¿Y emitida, episodio tras episodio, tras un programa como The Voice, un sucedáneo de Operación Triunfo a la americana (como lo es American Idol para los seguidores de Glee)? Y es que Smash podría definirse como el Glee adulto, en todo lo que comporta la comparación: lo que en Glee es una mirada (en muchas ocasiones) lúcida sobre los miedos, deseos, inquietudes y sueños de los adolescentes, a los que por una vez se trata con cierto respeto y sin mirarlos por encima del hombro (y especialmente sin tratarlos como descerebrados, aunque lo sean), por su parte en Smash es el seguimiento de la creación y estreno de un musical 100% Broadway, con un aliciente especial: la obra se basa en la vida de Marilyn Monroe, de quien en este 2012 se celebra el 50º aniversario de su (misteriosa) muerte. Mientras en Glee un sentido del humor ácido y en ocasiones transgresor (con todo lo que eso significa para acercarse a un público eminentemente juvenil, pues también a veces se autocensuran), en Smash hay un, como mínimo, intento de acercarse con realismo a las ambiciones, las luchas, las miserias (ya de paso) y, por qué no, los sueños de unos artistas que tratan de triunfar en la escena teatral neoyorquina. Lo que en Glee son versiones (covers), ya innumerables, varios por capítulo, de canciones de hoy, ayer y de siempre (y en esto último quizá radique el relativo fracaso en Europa, evidente en España: cómo el espectador español, y joven, va a captar las sutilezas de un personaje como Rachel Berry cantando Don't rain on my parade de Barbra Streisand), en Smash los números musicales son más limitados, apenas uno o dos por episodio (y en ocasiones ni eso); y aunque ha habido una cierta tendencia por hacer destacar a las dos protagonistas, Karen Cartwright (siempre que oigo a Derek gritar su nombre me imagino estar en La Ponderosa), interpretada por Katharine McPhee, y Ivy (Megan Hilty), con covers actuales (especialmente para Karen), en general lo que se ha querido potenciar en Smash son los números musicales de una obra en permanente construcción.
Smash surge de la cabeza de Theresa Rebeck, dramaturga, escritora y
guionista norteamericana que se sacó de la chistera la idea de producir
una serie televisiva sobre el montaje de un musical sobre la vida de
Marilyn Monroe. La ocasión la pintan calva, que dicen, a las puertas de
celebrar ese aniversario de su muerte. La NBC (una cadena que no se
prodiga demasiado en acertarla en eso de las series; pero si ABC ha
triunfado con Lost, ¿por qué no ellos?) aceptó el reto; quizá les
ayudó a convencerse el hecho de que Steven Spielberg sea productor
ejecutivo (uséase, que pone la pasta), pero ello no es garantía de nada
hoy día (mira Terra Nova...). Hay que decir que Rebeck llegó a su
idea cuando Spielberg ya barruntaba algo por su cabeza, así que se
juntaron el hambre y las ganas de comer. Sea como fuere, se rodó un
episodio piloto que se emitio por la Red en febrero de 2012 unos días
antes de su estreno oficial por televisión. Los que somos fans del
musical, y que además nos hemos curtido (no sin un cierto recelo
inicial) con Glee esperamos la llegada de la nueva serie.
Y el piloto no defraudó: al contrario, confirmó las buenas expectativas depositadas en esta serie. Más aún si entre el plantel de actores están la veterana Anjelica Houston como Eileen, la productora que se embarca en la aventura de levantar un musical sobre Marilyn que dos escritores, Julia (Debra Messing) y Tom (Christian Borle), le han presentado entusiasmados. Falta el director, y se echa mano de Derek Wills (Jack Davenport), que ya ha triunfado en Broadway y quiere repetir la hazaña. Tenemos productora, escritores y director, falta la Marilyn protagonista: y ahí es donde entran Karen e Ivy, la castaña y la rubia, ambas pugnando por hacerse con el papel. Y así empezó la serie en una primera fase: los ensayos, la presentación de las canciones, las luchas internas, los piques entre el equipo creativo y el director, la imagen sobre Marilyn Monroe que se va forjando y se pretende ofrecer en la obra, etc. A mitad de temporada, sin embargo, la serie dio un giro argumental con, por un lado, el elemento culebromaníaco que toda serie tiene (en este caso una relación de Julia con el actor que interpreta a Joe DiMaggio, lo cual pone en peligro su a prioro feliz matrimonio), y por otro con el hecho de que el musical necesita una estrella para tener gancho en la competitiva escena broadwayense, y ahí entra Rebecca Duvall (Uma Thurman).
Que Smash está lleno de topicazos, ya sea sobre el propio musical en sí, como por el preponderante papel de los personajes gays en su creación y a diversos niveles (Tom el escritor, Sam uno de los miembros del coro y bailarines, John pareja de Tom durante varios episodios y abogado de tendencia política republicana,...) es evidente. Que la serie a mitad de temporada parece más interesada en esos toques de culebrón, en algunos enredos que personalmente creo que sobran (ensombreciendo el musical en sí, que es lo que me interesaba), no lo es menos. Pero que, incluso cuando los guionistas, en el episodio 8º, deciden dar un giro en el rumbo y parar máquinas para volver a empezar de nuevo, la serie ha tenido los suficientes alicientes para que sea renovada en una 2ª temporada, no hay vuelta de hoja. Por un lado están los números musicales, que la NBC protege con especial mimo en cuanto a su difusión; se encuentran las canciones en YouTube, pero raramente las performances de las mismas en los episodios. Son canciones muy del género del musical de Broadway, alternando piezas con mucho gancho con otras más de reposo, más de musical, que se podría decir. Ya en el primer episodio se presentó (como se hizo en Glee con Don't stop believing) con una canción de bandera, Let Me Be Your Star. Una canción con vocación de perdurar en el imaginario del espectador y con ese tono pegadizo. En sucesivos episodios se presentaron otros hits, otros smash (éxitos, esa es el significado del título de la serie), como Let's Be Bad, The National Pastime, History Is Made At Nigh, The 20th Century Fox Mambo, Mr. & Mrs. Smith, On Lexington & 52nd Street, Second Hand White Baby Grand y, especialmente, mi preferida, I Never Met A Wolf Who Didn't Love to Howl. Canciones todas ellas que, en su puesta en escena, todo seguidor del musical, como servidor, disfruta. Añadamos covers de canciones actuales como Rumor Has It de Adele o Redneck Woman de Gretchen Wilson para promocionar a Katharine McPhee, un número a lo Bollywood que tiene más gracia fuera que dentro de su respectivo episodio (A Thousand And One Nights, que se puede ver en la propia web de la NBC), y que puede descolocar a incautos, y tendremos una serie bien cantada, bien coreografiada y, especialmente, bien dosificada para el gusto de un espectador predispuesto a pasarlo bien.
Y eso es Smash, una serie que si eres de esos espectadores que van a disfrutar con canciones (no demasiadas, a diferencia de Glee), pues entonces te gustará. La serie finalizó su primera temporada el pasado lunes 14 de mayo, con un final abierto en muchas de sus tramas, y con una canción final (Don't Forget Me) que, qué quieren que les diga, a mí me encantó. Y que pega bien con el tono de la serie, con la trama del musical sobre Marilyn y con esa pugna Karen/Ivy que ha protagonizado, entre otras tramas, toda la temporada. En otros apartados, de lo mejor de la serie han sido dos de los personajes, a priori secundarios: Derek, el exigente director de la obra, y Eileen, la productora. Progresivamente el personaje de Julia (en manos de una a menudo excesiva Debra Messing) se ha hecho más cansino (casi tanto como su trama familiar), mientras que Tom, el escritor gay, ha fluctuado entre un cierto interés y un estancamiento como personaje. Incluso el cameo de uno de los Jonas Brothers no ha sido un demérito. Y Uma Thurman ha llamado la atención, sorprendiendo en ocasiones, recordando en otras que la chica tiene ciertas tablas (remember that Ulla dance?). Personajes antipáticos como Ellis, el ayudante de Tom y luego de Eileen; el resto de miembros del coro, que inicialmente ven con recelo a Karen, y luego la apoyan. Por otro lado, en la pugna entre Karen y Ivy, los guionistas han tenido el acierto de no configurar a ambas en una dualidad buena/mala, sino que cada una de ellas tiene sus virtudes y defectos, como todo hijo de vecino; quizá en el caso de Karen haya una cierta tendencia a destacarla por encima de todo, con un exceso de covers, pero me temo que forma parte de la campaña de promoción de la actriz: Luego está Dev, su pareja de origen hindú, que en muchos casos sobrs (casi tanto como Leo, el hijo de Julia).
En España se ha estrenado en la cadena de pago AXN White, y parece que en abierto la serie será emitida por Divinity (Mediaset); confiemos que en este caso no hagan un maltrato como el que Neox hizo con Glee. A mí plin, pues ya la vi, y en versión original, como mejor se disfruta (Derek/Jack Davenport tiene una voz que cuadra bien con el personaje). Si os gusta el musical, no os la perdáis. Sed conscientes de lo que vais a ver, de sus virtudes y en especial de sus limitaciones (como en el caso de Glee). De hecho, ¿es Smash el Glee adulto? Y ya para acabar, ¿cómo seguirá la cosa en la 2ª temporada? Pues los que la veíamos semana a semana nos hemos quedado sin serie, a la espera de esa segunda tanda... nos queda quizá el consuelo de volver a verla entera.
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