«Si somos americanos, pensamos que “la guerra” fue algo que empezó con Pearl Harbour en 1941 y terminó con la bomba atómica en 1945. Si somos británicos, recordamos el Blitz de 1940 y la liberación de Belsen. Si somos franceses, nos acordamos de Vichy y de la Resistencia. Si somos holandeses, pensamos en Anne Frank. Incluso si somos alemanes, solo conocemos una parte de la historia». Anne Applebaum, The New York Review of Books, 11 de noviembre de 2010.
Probablemente el lector que pasea por una librería, lee las páginas culturales o suplementos en la prensa o está un poco al tanto de lo que se publica se preguntaría, en ocasión de la publicación de este libro «¿otro libro (más) sobre la Segunda Guerra Mundial?»; y probablemente la sensación sea compartida por lectores de mucho pelaje. Pero en este caso se coaligan dos factores: por un lado, es una historia global de un conflicto que empezó antes del 1 de septiembre de 1939 y que formalmente no ha terminado (no hubo tratados de paz, pero sí una rendición incondicional, disposiciones sobre las potencias derrotadas y juicios a algunos de sus militares y jerarcas por crímenes contra la humanidad); y por el otro, estamos ante un libro de Antony Beevor (n. 1946), todo un best-seller del género.
No voy a realizar una enumeración de libros que, de modo global o parcial, se han publicado en los últimos doce meses sobre este tema; la sola idea de pensar en ello ya deja bien claro que el tema, por mucho refrito, aportación novedosa o aparición de síntesis, incluidos los anecdotarios, está lejos de agotarse; quizá sí consiga saturar al lector, incluso al más especializado. Pero se combinan diversos elementos para tener en cuenta este libro: primero, Beevor, desde luego, su estilo, su documentación, su capacidad para trasladar al lector a un acontecimiento, sin marearlo excesivamente con cifras, números de ejércitos y movimientos en todas direcciones. Quién haya leído obras anteriores suyas – en concreto Stalingrado y Berlín. La caída, 1945, que son los referentes que me venían a la mente mientras leía este libro último– ya saben a qué me refiero.
Antony Beevor |
Y en último lugar, un libro que diversifica
(más que sintetizar) los conflictos que surgen o se enquistan alrededor de la Segunda Guerra Mundial, los
escenarios, las represiones, resistencias y exterminios –en el caso del
Holocausto, lo que Vasily Grossman llamaría «la Shoá por medio de las balas [1941] y la Shoá por medio del gas
[1942-1944]»–, la diplomacia a menudo quebradiza (especialmente entre los
Aliados), los bombardeos, los actos de canibalismo (en la guerra
germano-soviética y también en el escenario asiático), la violencia ejercida
sobre la población civil. Al respecto de esto último, comenta Beevor:
«Cuesta trabajo imaginar cómo una guerra tan increíblemente brutal no habría podido acabar sin una venganza igualmente brutal. La violencia masiva, como señala el poeta polaco Czesław Miłosz, destruyó la idea de comunidad humana y cualquier sentido de justicia natural. “El asesinato se convirtió en algo corriente durante la guerra”, escribe Miłosz, “e incluso era considerado legítimo si se llevaba a cabo en nombre de la resistencia. También el robo se convirtió en algo corriente, lo mismo que la falsedad y el engaño. La gente aprendió a dormir en medio de ruidos que en otro momento habrían hecho levantarse de la cama a todo el vecindario: el tableteo de las ametralladoras, los gritos de hombres agonizando, las maldiciones de los agentes de policía que sacaban de sus casas a los vecinos a rastras”» (p. 1077).
El libro de Beevor quizá aporte poco a los
lectores especializados que ya no se resignan con las traducciones castellanas
sino que buscan, encuentran y ahondan en esa masa de obras publicadas
constantemente en inglés, francés, alemán o incluso ruso; pero desde luego es
un tesoro para los lectores aficionados que conocen y les interesa el tema, que
siguen el rastro de lo publicado constantemente en nuestro país, que disfrutan
de obras generales y específicas, de libros técnicos como los de Osprey, que
consumen documentales, series de televisión y películas. Ese libro, por mucho
que se haya publicado (y se sigue publicando), les interesará (o debería) y en
mi humilde opinión no les defraudará. Tienen el estilo Beevor llevado en esta ocasión
a una obra general, la primera que el autor publica y que constituyen para él
una «expiación, pero sobre todo un intento de comprender cómo encaja un
rompecabezas tan complejo con las consecuencias directas e indirectas de las
acciones y las decisiones, desarrolladas y tomadas en unos teatros de
operaciones tan distintos unos de otros» (p. 1099); y menciona Beevor lo de
«expiación» pues, comenta en los agradecimientos, siempre le ha incomodado que
se le consulte como experto generalista de la Segunda Guerra Mundial, siendo
plenamente consciente de las lagunas de sus conocimientos.
Tienen los lectores
a su disposición un texto amenísimo, riguroso y poliédrico; en la relación
calidad-precio (y no me paga nada la editorial por decirlo, jejeje), quizás los
39 € puedan parecer caros, pero en comparación con muchos libros que se
publican y ahondando en lo que este en particular ofrece –además del texto,
imágenes, muchas de ellas diferentes a lo usual, una veintena de mapas y,
seamos justos, una excelente traducción a cargo de Teófilo de Lozoya y Juan
Rabasseda–, a mí me parecen (podría decir que muy) asequibles.
Sí, quizá esa sensación de «vaya, otro libro
más…» sea la que predomine en principio. Pero tras la lectura de este libro
puedo decir «¡bravo!» y, «de acuerdo, se podrían publicar en castellano obras
más especializadas», pero no por ello deben dejar de publicarse libros con la
enorme calidad que contiene La Segunda
Guerra Mundial de Antony Beevor (Pasado
& Presente, 2012).
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