31 de octubre de 2012

Reseña de La Segunda Guerra Mundial, de Antony Beevor

«Si somos americanos, pensamos que “la guerra” fue algo que empezó con Pearl Harbour en 1941 y terminó con la bomba atómica en 1945. Si somos británicos, recordamos el Blitz de 1940 y la liberación de Belsen. Si somos franceses, nos acordamos de Vichy y de la Resistencia. Si somos holandeses, pensamos en Anne Frank. Incluso si somos alemanes, solo conocemos una parte de la historia». Anne Applebaum, The New York Review of Books, 11 de noviembre de 2010.
Probablemente el lector que pasea por una librería, lee las páginas culturales o suplementos en la prensa o está un poco al tanto de lo que se publica se preguntaría, en ocasión de la publicación de este libro «¿otro libro (más) sobre la Segunda Guerra Mundial?»; y probablemente la sensación sea compartida por lectores de mucho pelaje. Pero en este caso se coaligan dos factores: por un lado, es una historia global de un conflicto que empezó antes del 1 de septiembre de 1939 y que formalmente no ha terminado (no hubo tratados de paz, pero sí una rendición incondicional, disposiciones sobre las potencias derrotadas y juicios a algunos de sus militares y jerarcas por crímenes contra la humanidad); y por el otro, estamos ante un libro de Antony Beevor (n. 1946), todo un best-seller del género.

No voy a realizar una enumeración de libros que, de modo global o parcial, se han publicado en los últimos doce meses sobre este tema; la sola idea de pensar en ello ya deja bien claro que el tema, por mucho refrito, aportación novedosa o aparición de síntesis, incluidos los anecdotarios, está lejos de agotarse; quizá sí consiga saturar al lector, incluso al más especializado. Pero se combinan diversos elementos para tener en cuenta este libro: primero, Beevor, desde luego, su estilo, su documentación, su capacidad para trasladar al lector a un acontecimiento, sin marearlo excesivamente con cifras, números de ejércitos y movimientos en todas direcciones. Quién haya leído obras anteriores suyas – en concreto Stalingrado y Berlín. La caída, 1945, que son los referentes que me venían a la mente mientras leía este libro último– ya saben a qué me refiero.

Antony Beevor
A continuación, obviamente, el tema: una historia global de un conflicto que afectó a todo el planeta y que al mismo tiempo fue una «amalgama de conflictos». La guerra formalmente empezó en Europa con la invasión de Polonia en la madrugada del 1 de septiembre de 1939, pero estaremos de acuerdo en que las cosas se movieron desde que Hitler comenzó una agresiva diplomacia y la anexión de los territorios circundantes al Reich alemán; pero en el Extremo Oriente la guerra chino-japonesa ya había empezado con la conquista nipona de Manchuria en 1931 y la larga guerra de conquista de una China dividida, a partir de 1937. Que los japoneses, por motivos diversos (necesidad absoluta de materias primas y combustible, para empezar), no se iban a contentar con la ocupación de China sino que ambicionaban el sudeste asiático (de Birmania a Indonesia, pasando por Filipinas) era más que evidente para los dirigentes y militares estadounidenses, que tuvieron claro que el Pacífico –antes que Europa– sería el escenario en el que se meterían… o se verían obligados a meterse (Pearl Harbour lo certificaría).

Y en último lugar, un libro que diversifica (más que sintetizar) los conflictos que surgen o se enquistan alrededor de la Segunda Guerra Mundial, los escenarios, las represiones, resistencias y exterminios –en el caso del Holocausto, lo que Vasily Grossman llamaría «la Shoá por medio de las balas [1941] y la Shoá por medio del gas [1942-1944]»–, la diplomacia a menudo quebradiza (especialmente entre los Aliados), los bombardeos, los actos de canibalismo (en la guerra germano-soviética y también en el escenario asiático), la violencia ejercida sobre la población civil. Al respecto de esto último, comenta Beevor:
«Cuesta trabajo imaginar cómo una guerra tan increíblemente brutal no habría podido acabar sin una venganza igualmente brutal. La violencia masiva, como señala el poeta polaco Czesław Miłosz, destruyó la idea de comunidad humana y cualquier sentido de justicia natural. “El asesinato se convirtió en algo corriente durante la guerra”, escribe Miłosz, “e incluso era considerado legítimo si se llevaba a cabo en nombre de la resistencia. También el robo se convirtió en algo corriente, lo mismo que la falsedad y el engaño. La gente aprendió a dormir en medio de ruidos que en otro momento habrían hecho levantarse de la cama a todo el vecindario: el tableteo de las ametralladoras, los gritos de hombres agonizando, las maldiciones de los agentes de policía que sacaban de sus casas a los vecinos a rastras”» (p. 1077).
Tropas soviéticas en las calles de Berlín, 1945.

El libro de Beevor quizá aporte poco a los lectores especializados que ya no se resignan con las traducciones castellanas sino que buscan, encuentran y ahondan en esa masa de obras publicadas constantemente en inglés, francés, alemán o incluso ruso; pero desde luego es un tesoro para los lectores aficionados que conocen y les interesa el tema, que siguen el rastro de lo publicado constantemente en nuestro país, que disfrutan de obras generales y específicas, de libros técnicos como los de Osprey, que consumen documentales, series de televisión y películas. Ese libro, por mucho que se haya publicado (y se sigue publicando), les interesará (o debería) y en mi humilde opinión no les defraudará. Tienen el estilo Beevor llevado en esta ocasión a una obra general, la primera que el autor publica y que constituyen para él una «expiación, pero sobre todo un intento de comprender cómo encaja un rompecabezas tan complejo con las consecuencias directas e indirectas de las acciones y las decisiones, desarrolladas y tomadas en unos teatros de operaciones tan distintos unos de otros» (p. 1099); y menciona Beevor lo de «expiación» pues, comenta en los agradecimientos, siempre le ha incomodado que se le consulte como experto generalista de la Segunda Guerra Mundial, siendo plenamente consciente de las lagunas de sus conocimientos. 

Tienen los lectores a su disposición un texto amenísimo, riguroso y poliédrico; en la relación calidad-precio (y no me paga nada la editorial por decirlo, jejeje), quizás los 39 € puedan parecer caros, pero en comparación con muchos libros que se publican y ahondando en lo que este en particular ofrece –además del texto, imágenes, muchas de ellas diferentes a lo usual, una veintena de mapas y, seamos justos, una excelente traducción a cargo de Teófilo de Lozoya y Juan Rabasseda–, a mí me parecen (podría decir que muy) asequibles.

Sí, quizá esa sensación de «vaya, otro libro más…» sea la que predomine en principio. Pero tras la lectura de este libro puedo decir «¡bravo!» y, «de acuerdo, se podrían publicar en castellano obras más especializadas», pero no por ello deben dejar de publicarse libros con la enorme calidad que contiene La Segunda Guerra Mundial de Antony Beevor (Pasado & Presente, 2012).

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