Éste es el retrato cinematográfico, el biopic se podría decir, de una época y un espacio, de
un personaje que era todo un canalla pero de aquellos que caían bien (si
no trabajaba para ti, claro): Manuel Vázquez (1930-1995), el creador de
personajes como Anacleto, Agente Secreto, Las Hermanas Gilda (Hermenegilda y Leovigilda), La Familia Cebolleta o El Inspector O'Jal.
Historietista de la factoría Bruguera, los años 60 fueron suyos, aunque
también lo fue su peculiar manera de entender la vida: tomaba a todo el
mundo por gilipollas, por tanto, se podía aprovechar uno de ellos,
especialmente si tenía dinero; jeta con clase, era capaz de enviar 40
páginas con una sopla viñeta dibujada en ellas (en la esquina superior
derecha); tuvo 10 hijos con 7 mujeres diferentes a los que pudo más o
menos mantener con su sueldo y sus chanchullos; mató a su padre tres
veces para poder sacarle dinero a sus jefes en la editorial; estuvo tres
veces en prisión, etc. Todo un personaje.
De muchas de estas cuestiones trata la película de Oscar Aibar, que nos
retrotrae a una España y una Barcelona en particular muy reconocible y
verosímil. Porque eso es lo mejor de la película: la vida cotidiana del
período, cuando conseguir un Seiscientos era una odisea, cuando se fiaba
en las tiendas gracias al "pague en cómodas mensualidades" y era fácil
ser de clase media; cuando Bruguera sacaba millones de ejemplares de sus
revistas cada semana, e incluso tenía negros que dibujaban unos
personajes que ya no eran del autor sino de la propia editorial; cuando
España estaba en pleno desarrollismo y se notaba un ambiente de cambio
en las calles. Vázquez creó unos personajes inolvidables y ejerció a su
manera como Robin Hood, sólo que lo que robaba era para sí mismo. Un
Vázquez que estuvo en la cárcel por delitos y estafas de poca monta
durante bastantes meses, pero que, como dice el personaje en la
película, "los hay quer roban 100 millones y viven a cuerpo de rey en la
cárcel, y yo estoy aquí por chanchullos varios que me han costado
horrores para poder llegar a fin de mes".
Santiago Segura consigue entrar en la piel del personaje, un canalla que
cae bien por su peculiar filosofía de la vida. Alex Angulo como el
supervisor rácano y amargado, y Enrique Villén como un jerifalte de la
editorial bordan sus papeles. A añadir el homenaje a Francisco Ibáñez,
uno de los puntales (lo sigue siendo) de Bruguera y a un estilo de hacer
tebeos que ha permanecido en el imaginario colectivo de este país
(véase por ejemplo el homenaje indirecto a 13 Rue del Percebe en la
película o al hecho de que en esta tira cómica Ibáñez reservara el
personaje, casi entrañable, del moroso para Vázquez).
En definitiva, una película que para los que recordamos nuestra infancia
en los años 80 (en muchos aspectos no muy diferente a cómo fue un par
de décadas atrás: las Mamachicho rompieron con todo eso...) se ve con
agrado, con cierta nostalgia e incluso ñoñería, pero que tiene notables
puntos a favor, siendo esa revisitación del pasado de un modo realista
uno de los principales.
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