Subjetiviza tu mundo. Mira a un lado con el
rabillo del ojo, ves la varilla de las gafas. Mira hacia abajo, sin
mover la cabeza, ¿eres capaz de atisbar el bigote, difuminado, por
debajo de las lentes? Tus ojos son tu cámara particular, camina y
observa. Graba mentalmente: eso que ves en cámara subjetiva es la vida
que pasa a tu lado, te afecta y te aparta. Tu respiración, una tos, el
score que tú compones y que se completa con los ruidos de la
cotidianidad. Estás en este mundo, formas parte de él. Eres gente, si
fueras capaz de salir de esos ojos/cámara y verte en perspectiva, serías
tú; tú viviendo, caminando, sintiendo, moviéndote, respirando,
comiendo, besando. Tú y tus rarezas, peculiaridades e idiosincrasias.
Mira, graba, rebobina. Gente en sitios. Como en la película de Juan
Cavestany estrenada el pasado viernes, quizá una de las apuestas
cinematográficas más originales, curiosas, gafapastiles, desconcertantes
y adictivas que hayas visto en una sala de cine.
Y probablemente te preguntes... ¿de qué diablos va esta película? ¿Es una comedia? ¿Un drama? ¿Un retrato social? ¿Un juego de espejos? ¿Surrealismo? ¿O un poco de todo y un mucho de nada?