Subjetiviza tu mundo. Mira a un lado con el
rabillo del ojo, ves la varilla de las gafas. Mira hacia abajo, sin
mover la cabeza, ¿eres capaz de atisbar el bigote, difuminado, por
debajo de las lentes? Tus ojos son tu cámara particular, camina y
observa. Graba mentalmente: eso que ves en cámara subjetiva es la vida
que pasa a tu lado, te afecta y te aparta. Tu respiración, una tos, el
score que tú compones y que se completa con los ruidos de la
cotidianidad. Estás en este mundo, formas parte de él. Eres gente, si
fueras capaz de salir de esos ojos/cámara y verte en perspectiva, serías
tú; tú viviendo, caminando, sintiendo, moviéndote, respirando,
comiendo, besando. Tú y tus rarezas, peculiaridades e idiosincrasias.
Mira, graba, rebobina. Gente en sitios. Como en la película de Juan
Cavestany estrenada el pasado viernes, quizá una de las apuestas
cinematográficas más originales, curiosas, gafapastiles, desconcertantes
y adictivas que hayas visto en una sala de cine.
Y probablemente te preguntes... ¿de qué diablos va esta película? ¿Es una comedia? ¿Un drama? ¿Un retrato social? ¿Un juego de espejos? ¿Surrealismo? ¿O un poco de todo y un mucho de nada?
¿Viste Urtain? Cavestany es el autor de esta magnífica pieza teatral, presentada por Animalario y dirigida por Andrés Lima, y de la que TVE emitió una versión para la pequeña pantalla hará un año. De Cavestany también es Gente de mala calidad (2010), una película de gente en sitios, aunque con una trama más hilvanada y convencional. Porque precisamente lo que no tiene (aparentemente) Gente en sitios es trama. O al menos una trama con una introducción, un desarrollo y un desenlace. No, esta película no será para ti si esperas precisamente una película convencional; quizá no sepas, con estos antecedentes, si acercarte a una sala de cine. Mira el tráiler, quizá te pique la curiosidad. ¿Cómo empieza? Una pareja en un restaurante, el camarero les toma nota de lo que van a tomar. Pero sigue escribiendo. Escribe mucho, de hecho. Y comienzas a sentirte incómodo... si eres el comensal; te ha atrapado Cavestany con este punto de partida. Desde entonces, una sucesión de pequeñas piezas, un collage de historias y personajes que no tienen nombre o lo tienen todos; una colección de situaciones satíricas, dramáticas, cómicas, desconcertantes, surrealistas, impredecibles, descacharrantes... como la vida misma. No me mires así: la vida es impredecible, ¿o no te ha parecido en ocasiones que alguien te grababa a escondidas o no has tenido la sensación de que había una cámara oculta y alguien iba a salir de un momento a otro y decirte "esto es una broma"; pero no apareció nadie... y seguiste caminando.
Gente en sitios te gustará si rompes con los apriorismos, pero también te dejará noqueado; te parecerá una película incomprensible a ratos; te reirás sin quererlo y te preguntarás "¿dónde está la cámara oculta?"; te parecerá una boutade y una ida de olla de la peor especie. Incluso querrás irte a medio película. Pero seguirás sentado en la butaca, mirando con tus ojos, grabando con tu subjetividad, pues el juego de perspectivas te atrapa. Luego saldrás del cine, pondrás en marcha tus ojos-cámara y grabarás lo que veas por la calle. Gente en sitios. Como tú. Como esta película.
PS: esta crítica gafapastil se autodestruirá al finalizar la grabación. Manténgase atentos a sus pantallas.
¿Viste Urtain? Cavestany es el autor de esta magnífica pieza teatral, presentada por Animalario y dirigida por Andrés Lima, y de la que TVE emitió una versión para la pequeña pantalla hará un año. De Cavestany también es Gente de mala calidad (2010), una película de gente en sitios, aunque con una trama más hilvanada y convencional. Porque precisamente lo que no tiene (aparentemente) Gente en sitios es trama. O al menos una trama con una introducción, un desarrollo y un desenlace. No, esta película no será para ti si esperas precisamente una película convencional; quizá no sepas, con estos antecedentes, si acercarte a una sala de cine. Mira el tráiler, quizá te pique la curiosidad. ¿Cómo empieza? Una pareja en un restaurante, el camarero les toma nota de lo que van a tomar. Pero sigue escribiendo. Escribe mucho, de hecho. Y comienzas a sentirte incómodo... si eres el comensal; te ha atrapado Cavestany con este punto de partida. Desde entonces, una sucesión de pequeñas piezas, un collage de historias y personajes que no tienen nombre o lo tienen todos; una colección de situaciones satíricas, dramáticas, cómicas, desconcertantes, surrealistas, impredecibles, descacharrantes... como la vida misma. No me mires así: la vida es impredecible, ¿o no te ha parecido en ocasiones que alguien te grababa a escondidas o no has tenido la sensación de que había una cámara oculta y alguien iba a salir de un momento a otro y decirte "esto es una broma"; pero no apareció nadie... y seguiste caminando.
Gente en sitios te gustará si rompes con los apriorismos, pero también te dejará noqueado; te parecerá una película incomprensible a ratos; te reirás sin quererlo y te preguntarás "¿dónde está la cámara oculta?"; te parecerá una boutade y una ida de olla de la peor especie. Incluso querrás irte a medio película. Pero seguirás sentado en la butaca, mirando con tus ojos, grabando con tu subjetividad, pues el juego de perspectivas te atrapa. Luego saldrás del cine, pondrás en marcha tus ojos-cámara y grabarás lo que veas por la calle. Gente en sitios. Como tú. Como esta película.
PS: esta crítica gafapastil se autodestruirá al finalizar la grabación. Manténgase atentos a sus pantallas.
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