Suele presentarse la historia de la civilización
griega como una sucesión de etapas marcadas por conflictos bélicos, por
un lado, o por etiquetas propias de la historia del arte (arcaico,
clásico, helenístico…). De hecho, son maneras perfectamente válidas de
mostrar la evolución de la historia griega, desde los tiempos cuasi
legendarios y hasta la anexión a otro modelo (político), el romano a
finales del siglo I a.C. Pero es cierto que la reiteración en etapas
–Bronce Final con minoicos y micénicos, edad oscura, período arcaico,
etapa clásica, período helenístico– suele centrarse en los grandes
acontecimientos: de la discutidísima guerra de Troya a la formación del
ejército hoplita, del preponderante siglo V a.C. con dos grandes guerras
a principio y final, de breve hegemonía espartana a la más breve
todavía tebana, para llegar al predominio macedonio y la conquista
imperial alejandrina, acabando con la etapa de los reinos sucesores del
Magno y la conquista/anexión romana. Pero la civilización griega, si no
nos atenemos a lo estrictamente político, continúa en la etapa imperial
romana, con posterioridad al adagio horaciano –Graecia capta ferum
victorem cepit et artes intulit in agresti Latio (Epístolas, II, 1, 156-157)– y continuó la vitalidad cultural griega en un período de
convergencia con el modelo político (y social) romano, y que llegaría
incluso al período bizantino. De hecho, los autores de este libro,
Civilización griega (Alianza Editorial, 2014), David Hernández de la
Fuente y Raquel López Melero, ponen el punto final de su narración
poliédrica en el cierre de la Academia de Atenas por el emperador
Justiniano en el año 529 de nuestra era. Pero, ¿y el inicio?
Raquel López Melero y David Hernández de la Fuente |
Ahí es donde los autores, especialistas en filología e historia
griegas, quizá sorprendan al lector. No comienzan con las civilizaciones
del Bronce Final (aunque no se olvidan de ellos por completo), sino que
prefieren dar inicio a su particular relato con el período arcaico,
grosso modo, el siglo VIII a.C. ¿Por qué? Pues porque estiman que «la
civilización griega por excelencia comienza al final de los llamados
“siglos oscuros”, con la formación de una entidad política y cultural
clave para el mundo griego, la polis o ciudad-estado independiente» (p. 18);
una «forma de comunidad» que no fue totalmente estándar para el
complejo ámbito «heleno», pero que sí caracteriza en muchos sentidos el
componente «griego». De este modo, pues, nos centramos en un período que
supera el milenio, con especial incidencia en los siglos VIII-III/I
a.C., pero que en realidad continúa, sobre todo en lo cultural, hasta
más allá de la caída del Imperio Romano de Occidente. Estamos, por
tanto, ante un período rico en matices y que constantemente evoluciona,
en cuanto a la propia «identidad griega», el concepto de «comunidad» –de
una idea aristocrática a un concepto democrático en el caso ateniense y
hacia la monarquía como experiencia política tras la conquista
alejandrina y la reelaboración de la comunidad cívica bajo el dominio
romano–, el ámbito cultural –de mayor elasticidad que el político o
militar– y la esfera religiosa. Los dos autores de este libro nos van a
presentar, pues, una panorámica amplia y detallada de la civilización
griega pero no en función de las etiquetas y los compartimentos estancos
(aunque de un modo u otro utilicen los conceptos), sino mediante los
elementos que significan «lo griego» (to hellenikon). Transversalidad,
pues, más que linealidad. El resultado es una muy interesante y
sugestiva aproximación histórica.
Aquiles y Áyax jugando a los dados, ánfora ática de figuras negras, siglo VI a.C., Museos Vaticanos, Roma. |
Es la transversalidad temática y no el eje cronológico el que marca
el ritmo de este libro. Diez capítulos con diez conceptos y
diez vocablos en griego que dan pie a analizar diversas cuestiones de la
civilización griega. Resumiendo, y sin ánimo de «destripar» la trama
del libro, los conceptos tratados son los siguientes (con el vocablo
utilizado como hilo argumental y que pongo entre corchetes): la
identidad griega (¿cómo se define y con qué parámetros?) y la mirada a
la alteridad no griega [to hellenikon]; el espacio público en la polis
(o la entidad que la sustituye) y el marco de la familia como desarrollo
de un ámbito privado [agora]; la educación y la integración del
individuo (y/o ciudadano) en la colectividad [paideia]; la(s) mujer(es)
griega(s) en los diversos escenarios griegos [gyne]; el complejo ámbito
religioso, con la mitología, el culto, el rito y la festividad
religiosa como dos de las diversas ramas de un árbol frondoso [theoi];
la guerra (sin necesidad de hacer un repaso clásico y exhsuativo de las guerras) y la
evolución militar de la polis [polemos]; las celebraciones panhelénicas
deportivas y los Juegos Olímpicos como caso concreto [agon]; la
economía y los viajes (de colonización) [emporion]; la literatura griega
y la intersección y variedad de sus géneros [grammata]; y la evolución
del pensamiento griego [philosophia], desde los presocráticos a la etapa
imperial romana.
Por el camino se desarrollan otros vocablos e ideas como la arete (la excelencia, y que para la aristocracia arcaica era la base de su concepción de la existencia), el nomos (la ley... y no sólo la ley), el oikos (la estructura comunitaria básica que incluye a la familia y que de la agrupación de varios oikoi mediante sinecismo da pie a la polis), la apoikia o colonia, el kleros o lote de tierra que una familia (o un clan) podía explotar, la phratria o estructura social que trasciende la familia y el clan, o el propio demos, base del sistema político que Clístenes implantó a finales del siglo VI a.C. en Atenas, la democracia, y que evolucionó (o involucionó, en función de la época) durante la centuria siguiente... entre muchos otros.
Mujer con lira y vistiendo quitón y manto, todo de un kylix, c.480 a.C., Cabinet des Medailles, Paris. |
Se trata de un libro enfocado a un público universitario (aunque no
únicamente) que cursa asignaturas de civilización griega; una guía
temática general que, en función de la transversalidad, nos acerca a la
complejidad que subyace en la cultura (en sentido amplio) griega. Un
libro que no trata de ser reduccionista ni de resolver simplistamente
las preguntas que se puedan plantear: una de ellas sería «¿por qué
Grecia?», por ejemplo; por qué de entre todos los pueblos del mundo
antiguo el griego logró desarrollar un nivel de civilización tan
elevado. ¿Fue la geografía? ¿Fue la lengua? ¿Fue el medio urbano? ¿Fue
la concepción hoplítica de lo militar? ¿Fue la relación que establece el
individuo con el mito o con el rito religioso? ¿Fue por el ejercicio de
preguntarse por el origen y el porqué de las cosas? El volumen ofrece
diversas respuestas e incluso plantea una narración poliédrica:
acostumbrados a una imagen de Grecia centrada en la dicotomía entre la
Esparta militarista y conservadora y la Atenas imperialista y
democrática (siendo ambos términos incluso paradójicos: en el caso de
Atenas la isonomia para los ciudadanos, la negación de la misma para los
que no lo son en la propia polis o en otras, caso de la Liga de Delos),
se procura dar una imagen amplia y variada de la propia concepción de
«lo griego», de las diversas experiencias políticas, sociales,
económicas y religiosas en función de una polis (o de un ethnos)
determinado. De este modo, pues, se huye de una concepción monolítica y
estandarizada de la experiencia griega, de la propia civilización
helena.
Añadamos las estupenda ilustraciones (y comentarios de las mismas) con las que el lector puede seguir el hilo narrativo del libro (nota al editor: en el capítulo 10 están mal realizadas las menciones a las figuras 106 y 107, que corresponden, respectivamente, a Aristóteles y Sócrates, y no a la inversa, como se dice en las pp. 332 y 339; una minucia a corregir).
El resultado, en definitiva, es una muy sugerente mirada a la civilización griega, una aproximación histórica (y humanística) que introduce (incluso a un lector avezado en la materia) en cuestiones que permiten reflexionar sobre la cultura y la historia griegas; y que se puede complementar con lecturas más «clásicas» o incluso convencionales. De hecho, de cada capítulo surgen libros que leer o releer. Y al final nos puede quedar una pregunta: «¿por qué Grecia?». Probablemente la respuesta requerirá un viaje de lecturas que se disfrutará más por el propio trayecto en sí que por la necesidad de llegar a una solución.
El resultado, en definitiva, es una muy sugerente mirada a la civilización griega, una aproximación histórica (y humanística) que introduce (incluso a un lector avezado en la materia) en cuestiones que permiten reflexionar sobre la cultura y la historia griegas; y que se puede complementar con lecturas más «clásicas» o incluso convencionales. De hecho, de cada capítulo surgen libros que leer o releer. Y al final nos puede quedar una pregunta: «¿por qué Grecia?». Probablemente la respuesta requerirá un viaje de lecturas que se disfrutará más por el propio trayecto en sí que por la necesidad de llegar a una solución.
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