19 de noviembre de 2018

Reseña de Yo, Julia, de Santiago Posteguillo

Nota: puesto que es una reseña extensa, quizá el lector prefiera disponer de ella en un documento en PDF: clique aquí.
«(…) Adso también me sirvió para resolver otra cuestión. Hubiese podido situar la historia en un Medioevo en el que todos supieran de qué se hablaba. Si en una historia contemporánea un personaje dice que el Vaticano no aprobaría su divorcio, no es necesario explicar qué es el Vaticano y por qué no aprueba el divorcio. En una novela histórica, en cambio, hay que proceder de otro modo, porque también se narra para que los contemporáneos comprendamos mejor lo que sucedió, y en qué sentido lo que sucedió también nos atañe a nosotros. 
El peligro que entonces se plantea es el del salgarismo. Los personajes de Salgari huyen a la selva perseguidos por los enemigos y tropiezan con una raíz de baobab, y de pronto el narrador suspende la acción para darnos una lección de botánica sobre el baobab. Ahora eso se ha transformado en un topos, entrañable como los vicios de las personas que hemos amado; pero no debería hacerse (…)».  
Umberto Eco, “Apostillas a El nombre de la rosa”, en El nombre de la rosa, DeBolsillo, 2017, p. 755. 
Desde hace un tiempo, la novela histórica o, mejor dicho (no seamos presuntuosos), parte de la novela histórica tiene lo que considero un problema: el salgarismo. No es un problema grave, si uno es consciente de ello. La cuestión, sin embargo, no se circunscribe a lo que hace casi cuarenta años definiera con acierto Umberto Eco; el problema subyace en que, con la excusa del salgarismo, no se tenga claro qué se está realizando cuando se escribe una novela histórica. Un binomio con dos partes esenciales: novela, la parte literaria esencial, e histórica, el ámbito que trata. Con un equilibrio entre las dos partes una novela de este género funciona; el lector puede tirar de su memoria (o de su bagaje como lector) y mencionar grandes títulos (y grandes autores). Funciona porque, sin dejar de respetar el componente histórico, es una novela que literariamente está muy bien escrita; es de ese tipo de novelas que resisten una o varias relecturas pues, independientemente de que uno conozca la trama, esta se ha perfilado de tal manera que el disfrute puede ser incluso mayor que con su primera lectura.

Canciones para el nuevo día (2606/1825): "The Greatest"

Cat Power - The Greatest 

Disco: The Greatest (2006) 



17 de noviembre de 2018

Crítica de cine: Hitler versus Picasso (y otros artistas modernos), de Claudio Poli

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.

Nota: este documental llega a las salas de cine como evento cinematográfico. Exhibidores como Yelmo, Grup Balañà y los Cines Verdi en Barcelona, lo emitirán los días 19 y/o 20 de noviembre, en algún caso (los Cines Verdi) vinculado a una programación cultural especial; consúltese sus webs o en FilmAffinity para saber en qué cines se emitirá.

En 2014 se estrenó la película The Monuments Men, dirigida por George Clooney y basada en el libro homónimo de Robert M. Edsel –The Monuments Men: Allied Heroes, Nazi Thieves and the Greatest Treasure Hunt in History (2009, publicado en nuestros lares por Destino en 2012)–, y que recreaba algunos episodios relacionados con el Programa de Monumentos, Bellas Artes y Archivos (MMFA, por sus siglas en ingles). Creado por los Aliados en 1943, en el marco de la Segunda Guerra Mundial, reunió a personal civil especializado (historiadores del arte, curadores de museos) que trabajaron codo con codo con los militares para proteger y salvaguardar monumentos, obras y tesoros artísticos en la Europa ocupada por los nazis. Parte de esa labor era encontrar y rescatar obras de arte robadas por la Alemania nazi a instituciones y a propietarios particulares, en muchos casos judíos. La película de Clooney resultó mucho menos interesante que el tema que trataba: quien quisiera profundizar podía ir directamente al libro de Edsel. Un tema que iba mucho más allá del libro, desde luego, y que tocaba la cuestión del expolio artístico que los nazis, antes de la propia guerra, realizaron. 

16 de noviembre de 2018

Reseña de El ingenio de los peces, de Jonathan Balcombe

Nota: reseña a partir de la lectura del original en inglés, What a Fish Knows: The Inner Lives of Our Underwater Cousins (Scientific American / Farrar, Straus and Giroux, 2016)

Disculpe el lector de esta reseña si comienzo con una “historia” personal. Cuando debía de tener unos 10 años de edad, mi padre, que veía que solía leer por costumbre, me regaló un par de libros que compró de oferta en los antiguos grandes almacenes Simago de Barcelona. Aún no conocía mis intereses (¿qué puede interesar en libros a un chaval de 10 años?, se preguntaría), así que debió de apostar por lo que vio en las cubiertas: uno de los dos libros era sobre peces y animales marinos, una especie de enciclopedia para todos los públicos sobre el mundo submarino; el otro volumen, un libro sobre los viajes del comandante Cousteau. Nunca he sido un lector aficionado a temas de naturaleza y fauna, y el segundo libro lo hojeé, observando sus imágenes, pero no le hice mucho más caso: ya entonces los documentales de Jacques Cousteau, con los que nos criamos los que crecimos en las décadas de 1970 y 1980, me aburrían soberanamente (de hecho, nunca he disfrutado viendo a animales en un zoo, ni siquiera cuando era pequeño). Pero por aquellas fechas, y eso sí lo recuerdo vivamente, había leído algunas novelas de Jules Verne en versión abreviada para niños; en particular, Veinte mil leguas de viaje submarino, por lo que el primer libro de los que me regalara mi padre sí lo devoré con toda la pasión que puede ponerle un chaval de esa edad. Como decía, no soy un lector ni interesado especialmente ni mucho menos avezado en temas de naturaleza, pero la lectura de este libro de Jonathan Balcombe, al margen de recordarme aquellos momentos de infancia, sí me ha resultado especialmente interesante y, para alguien con una formación “en letras”, muy instructivo y a un nivel en el que podía seguir lo que desarrolla el autor sin percibir ninguna carencia intelectual. 

Canciones para el nuevo día (2605/1824): "You Ain't Seen Nothing Yet"

Bachman - Turner Overdrive - You Ain't Seen Nothing Yet

Disco: Not Fragile (1974) 



14 de noviembre de 2018

Reseña de Atenas. El lejano eco de las piedras, de Mario Agudo Villanueva

Puede que el visitante que llega por primera vez a la Atenas actual en busca de la ciudad antigua sienta una cierta desilusión: la urbe moderna no anima a quienes se topan con los efectos del caótico tráfico urbano, lo desastrado de sus calles, la apatía de sus habitantes, resignados a sufrir las consecuencias de la crisis económica que ha golpeado con especial incidencia a Grecia en la última década. Cierto es que la urbe actual realizó un lavado de cara en ocasión de los Juegos Olímpicos de 2004, pero no ha terminado de maquillar una cierta sensación de desidia urbanística y de desaliño en general durante décadas. Recuerdo mis impresiones, apenas un muchacho de dieciséis años, en un viaje de fin de curso del instituto a Atenas, Delfos, Micenas y Corinto: aquella ciudad no parecía amable, no recibía a los visitantes con especial afabilidad. Para los parámetros algo ventajistas de quienes, siendo testigos de los enormes cambios urbanísticos de aquel 1992, veíamos como se «modernizaban» unas ciudades (Barcelona, Sevilla) que necesitaban mucho más que grandes obras faraónicas para albergar acontecimientos de la dimensión de unos Juegos Olímpicos y una Exposición Universal, Atenas podía parecernos «antigua», «cutre» incluso. Recuerdo aquellos anuncios de maquinillas de afeitar BIC en grandes vallas en las principales avenidas de la ciudad; se nos desaconsejaba coger el metro, oscuro y sórdido, y no ir «solos» por la ciudad. 

Canciones para el nuevo día (2603/1822): "Nothing Matters When We're Dancing"

The Magnetic Fields - Nothing Matters When We're Dancing 

Disco: 69 Love Songs (1999) 



13 de noviembre de 2018

Reseña de Teenage. La invención de la juventud, 1875-1945, de Jon Savage

Yeah, you're fucked all right and all for spite
You can kiss your sorry ass goodbye
Totally fucked, will they mess you up?
Well, you know they're gonna try

Blah blah blah blah blah blah blah blah
Blah blah blah blah blah
Blah blah blah blah blah blah blah blah

Blah blah blah blah blah

Blah blah blah blah blah blah blah blah
Blah blah blah blah blah
Blah blah blah blah blah blah blah blah
Blah blah blah blah blah

Totally fucked!

En 1891 el dramaturgo Frank Wedekind publicó el texto de su obra teatral Frühlings Erwachen (El despertar de la primavera), furibunda pieza contra el conservadurismo de una clase dirigente alemana que ahogaba a la juventud con un sistema educativo reglamentista que impedía salirse de la línea marcada. La obra, que no se estrenó hasta 1906 en Berlín de la mano de Max Reinhardt y, incidía en la opresión sexual de unos jóvenes que, sin comprensión ni apoyo de sus mayores, se veían abocados a la desesperación. Wedekind escandalizó por mostrar la sexualidad de los jóvenes y planteaba cuestiones como la masturbación, la primera vez, el abuso infantil, la homosexualidad, el aborto y el suicidio. Diversas adaptaciones se produjeron en el siglo posterior. En 2006 se estrenó en el off-Broadway (y después en el propio gran escenario neoyorquino) un musical (al que pertenece el fragmento de una de sus canciones más destacadas, “Totally Fucked“, y con el que se inicia este reseña), que acabaría cosechando ocho Premios Tony, incluido el de mejor musical. En Barcelona llegó en 2016 un montaje de la obra, a cargo de Marc Vilella, que tras un gran éxito en el pequeño Teatre Gaudí y una gira, llegó a un teatro de los “grandes“, el Victoria, en abril de 2018 (adaptación catalana de "Totally Fucked")·. Una versión del musical formó parte de la trama argumental de la serie televisiva Rise (NBC: 2018): el profesor Lou Mazzuchelli (Josh Radnor) se hace cargo del aula de teatro y decide, despertando la oposición de colegas y padres de alumnos, realizar un montaje de la obra para estimular a los estudiantes y que se “rebelaran“ contra lo establecido.

Canciones para el nuevo día (2602/1821): "Our Mutual Friend"

The Divine Comedy - Our Mutual Friend 

Disco: Absent Friends (2004) 



9 de noviembre de 2018

Crítica de cine: Millennium: lo que no te mata te hace más fuerte, de Fede Álvarez

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.

Al inicio del cuarto episodio de la séptima temporada de la serie The Big Bang Theory (CBS: 2007-2019), Amy (Mayim Bialik) le hace ver a Sheldon (Jim Parsons) un «flagrante problema argumental» en la película En busca del arca perdida (Steven Spielberg, 1981), cosa que saca de sus casillas al peculiar científico, fan declarado del filme. Amy afirma que «Indiana Jones no desempeña ningún papel en el desarrollo de la historia: si no estuviera en la película acabaría exactamente igual (…) los nazis habrían encontrado el arca, la habrían llevado a la isla, la habrían abierto y habrían muerto todos. Habría acabado igual». Enfurruñado, Sheldon buscará posibles agujeros argumentales en Orgullo y prejuicio de Jane Austen, una de las novelas preferidas de Amy, para «fastidiar» a su novia, del mismo modo que ella le ha «fastidiado» a él. Cuando les cuenta el asunto a sus amigos, estos también quedan «fastidiados», pues la afirmación de Amy les ha «arruinado» la película. Howard (Simon Helberg) intenta contraargumentar: «Los nazis estaban excavando donde no debían, sólo consiguen el Arca porque Indy la encuentra primero», a lo que Leonard (Johnny Galecki) responde: «En realidad sólo excavaban donde no debían porque Indy tenía el medallón; sin él tendrían el medallón y habrían excavado en el sitio correcto». Más «fastidio». Hacia el final del capítulo, el grupo de amigos, incluido Raj (Kunal Nayyar), repasan atentamente la película y Howard comenta: «Espera, espera, si no fuera por Indiana Jones, el Arca nunca habría llegado al almacén»; Sheldon lo ratifica: «Es cierto, él recogió y entregó el Arca a las autoridades para que la archivasen» («¡Como un héroe!», apostilla Raj). Todos se felicitan… hasta que Leonard comenta: «Aunque en teoría Indy tenía que llevar el Arca al museo para estudiarla y ni siquiera pudo hacer eso». «Fastidio» completo y definitivo. 

Efemérides historizadas (XXXIII): 9 de noviembre de 1799 - golpe de Estado de Brumario en Francia

Un 9 de noviembre (o 18 de brumario) de 1799 Napoleón Bonaparte dio un golpe de estado que liquidó el Directorio, forma de gobierno que supuso en la Francia del período revolucionario (1789-1799/¿1804?) una "reacción" frente a la "revolución" de la Convención (desde el 19 de septiembre de 1792) y el gobierno en poder de los jacobinos de octubre de 1793 al 27 de julio/9 de termidor de 1794 (con una primera etapa previa, la llamada Convención termidoriana desde esta última fecha al 26 de octubre de 1795 (qué de fechas, ¿eh?). El Directorio, como etapa de Gobierno en Francia, supuso un frenazo en seco a las ansias de una revolución popular que se les había ido de las manos a jacobinos y 'sans-culottes' parisinos, y abrió una etapa de corte más conservador; más "burgués", si se prefiere. Formado por cinco "directores", elegidos anualmente de manera parcial (uno diferente cada año, al estilo a como el Congreso estadounidense se renueva parcialmente cada dos años en las elecciones de "mitad de mandato" presidencial), su designación es potestad del Consejo de Ancianos que, junto al Consejo de los Quinientos sustituyeron a la Convención como poder legislativo tras la reacción termidoriana y la promulgación de la Constitución del Año III (1795).

Canciones para el nuevo día (2600/1819): "Radio Ga Ga"

Queen - Radio Ga Ga 

Disco: The Works (1984)


6 de noviembre de 2018

Crítica de cine: El árbol de la sangre, de Julio Medem

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.

Ver El árbol de la sangre, la última película presentada por Julio Medem (n. 1958), en cierto modo supone realizar un ejercicio de retrospectiva de la obra del director donostiarra, pues en este filme se perciben varias de las constantes de su filmografía: pequeñas obsesiones como las vacas, el árbol como elemento simbólico (y telurio), bien arraigado a una tierra que respira y aporta la sangre a tres familias; la propia familia como vehículo narrativo y testimonio personal (Medem dedica la película a su madre en los créditos finales; Caótica Ana [2007] ya supuso un proyecto que el cineasta emprendió como mecanismo para superar la depresión por la muerte de su hermana); la construcción de una narración que rompe a menudo los estándares de lo que es el tiempo y el espacio; la pasión sexual como obsesión y al mismo liberación; y la literatura como terreno de construcción de historias, de evasión, de redención incluso. Y es que la pulsión literaria sobrevuela a menudo el cine de Medem, evidentísima en Lucía y el sexo (2000), una de sus mejores películas. En Vacas (1992), las sagas familiares (con varias generaciones) asumieron un papel parecido al que juegan las tres familias entrelazadas, por el amor, la sangre derramada y las verdades ocultas, en esta película que presentamos. De un modo parecido, Rebeca (Úrsula Corberó) y Marc (Álvaro Cervantes), evocan, en su historia de conocimiento personal, a Otto (Fele Martínez) y Ana (Najwa Nimri) en Los amantes del círculo polar (1998), y la invención de una nueva realidad, como hace Jota (Nancho Novo) en La ardilla roja (1993), también subyace en esta ocasión. La pasión de dos mujeres en Habitación en Roma (2010) se recoge también en esta ocasión en la historia de Amaia (Patricia López Arnaiz) y Núria (Maria Molins).

Canciones para el nuevo día (2597/1816): "Neighborhood #1 (Tunnels)"

Arcade Fire - Neighborhood #1 (Tunnels) 

Disco: Funeral (2004)