7 de febrero de 2017

Crítica de cine: Loving, de Jeff Nichols

Hay ocasiones en las que una película tiene que dejarse de clichés y prisas y echar mano del sosiego para contar una buena historia. Aunque el tema a tratar parezca trillado; aunque se corra el riesgo de aburrir (y no se descarrila en ese tren si se hacen bien las cosas) en unos tiempos actuales en los que o atrapas al espectador con parafernalia pirotécnica de todo tipo o estás muerto en la pantalla. Volver a los “clásicos”, a la simplicidad, a las cosas sencillas que nos rodean y que suelen funcionar porque en ella encontramos acomodo y comprensión. Quizá para un espectador apurado que busca pasar un rato entretenido una película como Loving le parezca plana y lenta, incluso desprovista de la fuerza narrativa que (e)mana de un tema candente como la discriminación racial en los Estados Unidos de los años cincuenta y sesenta. Podría ser que para quien busca una historia (melo)dramática teñida de una intensidad llevada al límite la contención con la que se muestra a los personajes de este filme sea contraproducente. Pero no siempre una buena historia necesita de ruido y adrenalina. Basta simplemente con un buen guion, unos actores que se metan en la piel de unos personajes y un director que los sepa dirigir y cree la atmósfera estrictamente necesaria para contar precisamente eso, una buena historia.

Canciones para el nuevo día (2142/1371): "Neapolitan Girl"

The Divine Comedy - Neapolitan Girl

Disco: Bang Goes the Knighthood (2010)

 

3 de febrero de 2017

Crítica de cine: Manchester frente al mar, de Kenneth Lonergan

Más o menos, en cada edición de los Oscars está nominada alguna película que por su contenido se explica el uso del adjetivo “dramático”. El drama como trance, como suceso que nos golpea y afecta, que nos aturde, traumatiza y deja secuelas. Historias dramáticas con personajes torturados por la vida y que para el intérprete de turno es una oportunidad de oro para llevarse la estatuilla. A menudo, no obstante, el elemento dramático puede estar demasiado cargado de un dramatismo extremo o pasarse de frenada en cuanto a provocar emociones (por no decir el llanto) entre los espectadores. En la reciente gala de entrega de los Globos de Oro, el presentador Jimmy Fallon hacía una broma al respecto de esta película, Manchester frente al mar, definiéndola como “la única cosa del 2016 más deprimente que el propio 2016”. En cierto modo, Fallon incidía en el elemento dramático, y el propio dramatismo de la historia que se nos cuenta, pero a la postre el visionado de la película no nos deja con una sensación de congoja o “deprimente”, pues bajo esa capa de tristeza y sobre todo dolor que desprende el filme brotan, tímidamente, las semillas de la esperanza. Y con esa esperanza es con la que uno puede salir de la sala de cine, al menos pensando en unos personajes que necesitan segundas oportunidades, sí o sí.

Canciones para el nuevo día (2140/1369): "Anna"

Will Butler - Anna

Disco: Policy (2015)

 

31 de enero de 2017

Crítica de cine: Hasta el último hombre (Hacksaw Ridge), de Mel Gibson

En un capítulo de South Park, se sondea a Mel Gibson para realizar una película propagandística; al final, tras soltarle unas cuantas cafradas al actor/director, se acaba diciendo de Gibson: "será lo que queráis, pero ese hijo de puta sabe cómo contar una historia". Y en el fondo no les falta razón a los creadores de la serie; otra cuestión es si nos convence lo que nos cuenta. O si nos gusta. En Braveheart, una película a la que el tiempo le está sentando cada vez peor, contó la historia de un rebelde que puso un país en pie contra un invasor y mostró con crudeza el meollo de una batalla. Perfeccionó su interés por lo extremo, lo gore incluso, en La Pasión de Cristo, película que personalmente considero un ejercicio de sadismo como pocas han sido; en su obsesión por relatar con "(hiper)realismo" la pasión de Jesús de Nazaret (¿era necesario que la secuencia de los latigazos a Cristo durara tantos minutos?), incluso en el momento de la crucifixión quiso ser parte de lo que se proyectaba, siendo su mano izquierda (la sinistra) la que se clavaba en primer plano, y no la del actor Jim Caviezel. De Apocalypto no puedo decir nada, pues no la he visto, pero parece ser que incide en una violencia extrema a cuenta de una civilización maya en decadencia. En todas estas películas una violencia que va más allá de lo explícito estaba presente, con mayor (Braveheart) o menor (La Pasión de Cristo) sentido o incluso necesidad. Con Hasta el último hombre (demasiado explícito título en castellano, como el propio tráiler, que casi te ahorra visionar la película), Gibson vuelve sobre sus fueros diez años después de Apocalypto, y lo hace con un episodio de la Segunda Guerra Mundial que tiñe con la sangre de ese hiperrealismo violento que sabe hacer bien. Ese "loco hijo de puta"...

Canciones para el nuevo día (2137/1366): "Mr. Jones"

Counting Crows - Mr. Jones

Disco: August and Everything After (1993)


 

26 de enero de 2017

Canciones para el nuevo día (2134/1363): "Common People"

Seguro que en algún momento os suena a alguna que otra canción española de finales de los ochenta... 

Pulp - Common People

Disco: Different Class (1995)

20 de enero de 2017

Crítica de cine: Figuras ocultas, de Theodore Melfi

En el programa espacial de la NASA, a finales de los años cincuenta y durante la década de los sesenta –«hemos decidido ir a la Luna. Elegimos ir a la Luna en esta década y hacer lo demás, no porque sean metas fáciles, sino porque son difíciles, porque ese desafío servirá para organizar y medir lo mejor de nuestras energías y habilidades, porque ese desafío es un desafío que estamos dispuestos a aceptar, uno que no queremos posponer, y uno que intentaremos ganar, al igual que los otros», dijo John F. Kennedy en un discurso en la Rice University., en septiembre de 1962–, participaron muchas personas: ingenieros físicos, matemáticos, informáticos, militares, personal civil de empresas de todo tipo. Todos ellos trabajaron con ahínco durante años, sometidos a la presión para no «ser los segundos en una carrera de dos». El único rival era la Unión Soviética, la meta de la carrera no se circunscribía a la Guerra Fría pero no se entiende sin ella, el premio era colocar a un hombre, estadounidense o soviético, en el espacio, para después llegar a la luna y clavar en ella una bandera. Miles de millones de dólares se pusieron para sufragar un proyecto que hoy en día puede parecer un derroche –pero cuyas aplicaciones prácticas disfrutamos– de talento, esfuerzo y medios. La carrera espacial. Una carrera con nombres, muy conocidos, de Yuri Gagarin a Alan Shepard, de Valentina Tereshkova a John Glenn, del Sputnik al programa Apollo. Pero personas que no fueron conocidas ni recibieron los parabienes de una nación. Hubo mujeres que pusieron su esfuerzo al servicio de la causa. Hubo mujeres negras que dominaron las matemáticas, el lenguaje informático y lo que subyace en una ingeniería, y no recibieron premios ni menciones. Hubo «figuras ocultas», aunque lo más pertinente sería decir que hubo personas «invisibles» o «invisibilizadas» por el color de su piel. Y tres de ellas, Katherine G. Johnson, Dorothy Vaughan y Mary Jackson compartieron una historia de esas que sin duda merece una película para contarlas.

Canciones para el nuevo día (2130/1359): "Badlands"

Bruce Springsteen & The E Street Band - Badlands

Disco: Darkness on the Edge of Town (1978)

 

17 de enero de 2017

Crítica de cine: Silencio, de Martin Scorsese

A Martin Scorsese siempre le han preocupado la fe religiosa y sus múltiples manifestaciones. Antiguo seminarista que iba para sacerdote pero abandonó el camino (¿perdió la fe o quizá la manera de entenderla?), en su filmografía (y más allá de La última tentación de Cristo) subyace un interés por los aspectos más diversos de la religión y la propia vivencia religiosa. Quizá por ello le interesara, hace treinta años, una novela de Shusaku Endo, novelista japonés católico. El argumento de la novela traza las andanzas de dos misioneros jesuitas, Sebastião Rodrigues y Francisco Garrope, que viajan al Japón de 1640 para encontrar al padre Cristóval Ferreira, de quien cartas llegadas a Occidente dejan caer el rumor de que ha apostatado en el seno de una persecución de los cristianos japoneses (kirishitan) por parte de las autoridades del período. Las azarosas calamidades de los dos jóvenes jesuitas son relatadas a modo de diario por Rodrigues, que se verá impelido a replantearse (a la fuerza) muchas de sus creencias personales sobre la fe, la evangelización y la verdad. La novela de Endo, que ya tuvo una primera versión cinematográfica japonesa hace más de cuatro décadas, ha sido finalmente realizada por Scorsese, que no sólo asume la dirección sino también la coautoría del guion adaptado. Y el resultado es Silencio, una película densa en contenido, con un exceso de metraje, un tempo narrativo pausado… y las señas de identidad de un tipo tan personalísimo como es Martin Scorsese.