17 de agosto de 2012

En torno a A dos metros bajo tierra (y II)



Volvamos por un momento a American Beauty, la madre del cordero. La película exploraba sin ambages, y en momentos de cambio de milenio, temas como la liberación personal, la incomunicación del matrimonio (ese muro casi insalvable); el viaje (quizá el trance o incluso el trauma) a través de la adolescencia, la búsqueda de una felicidad que vaya más allá del éxito económico, por muchos sofás de seda italiana o coches caros que comprases, y que nunca alcanzabas; la familia (el gran tema americano); la vida en un barrio residencial (anticipando la desesperación de Betty en Mad Men, continuando la tradición literaria norteamericana de mediados del siglo XX, de Richard Yates a John Cheever). Carolyn (Annette Bening) simbolizaba ese apariencia ("para triunfar hay que proyectar una imagen de éxito en todo momento", le decía Buddy Kane, 'el rey del inmueble', el espejo en el que ella se miraba), que sin embargo no enmascara la insatisfacción, el miedo y, a la postre, el fracaso. Por su parte, Lester (Kevin Spacey) se liberaba de las trabas de un trabajo que existencialmente no le aportaba nada, mientras buscaba en un restaurante de comida rápida esa ausencia de responsabilidad que, ya en la madurez, el cuerpo le pide, así como la necesidad de escapar, de romper barreras, incluso personales. Como luego se desarrolló en A dos metros bajo tierra, la fantasía era la válvula de escape, la desconexión, siquiera momentánea, que Lester encontraba en el personaje de Angela (Mena Suvari, no es casual su presencia en algunos capítulos de la serie), la amiga de su hija Jane (Thora Birch). La belleza se mostraba como algo cercano pero al mismo tiempo incalzanble. Es inevitable recordar estas secuencias de la película, estos temas: todos ellos, y algunos más, aparecen de un modo u otro en A dos metros bajo tierra.

Crítica de cine: El buen pastor, de Robert de Niro

[5-IV-2007]

Anoche fui a ver esta película, la segunda de Robert de Niro tras la cámara (reservándose un pequeño pero importante papel). ¿Y de qué va? Los inicios de la CIA, aunque la trama, más que de espías, que también va de ello, trata sobre todo de personas. Personas que toman decisiones en su vida, para bien o para mal, decisiones que provocan consecuencias y con las que hay que vivir, adpatándose a ellas cueste lo que cueste.

El protagonista es Edward Wilson (Matt Damon), uno de los fundadores (ficticios, imaginamos), desde abajo, de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en 1947. Pero la película va más allá, tanto en el tiempo (comienza en 1961, tras el fracaso de la invasión de Cuba en Bahía de Cochinos) como en el espacio (Estados Unidos, Reino Unido, la URSS). Escogido para tareas de contraespionaje entre los alumnos más destacados de la universidad de Yale, y perteneciente a la sociedad secreta Skulls and bones, Wilson entra de lleno en el espionaje de la Alemania nazi en los años de la Segunda Guerra Mundial, para luego reclutar a ex-nazis para hacer frente a la creciente amenaza de la URSS en los tiempos de la Guerra Fría. Al mismo tiempo, Wilson se casa con la hija de un senador (Angelina Jolie), de penalty, mientras sus amoríos están por otros lados. Hombrte callado y reservado, a lo largo de las décadas de convierte en el alma de la CIA, habiendo dejado atrás a amigos, mentores e ideales. La lucha entre una vida personal pobre y casi muerta, y el apasionante trabajo, es una de las que mantiene Wilson, al tiempo que desde su puesto de mando ha de luchar contra los espías que la KGB soviética trata de inocular en su entorno. 

Canciones para el nuevo día (975/203): "Love Shack"

Gleek Week (y V): Love Shack



16 de agosto de 2012

En torno a A dos metros bajo tierra (I)

«Six Feet Under se refiere no solo a ser enterrado como un cadáver, sino a aquellas emociones y sentimientos que se mueven bajo la superficie. Cuando uno se encuentra rodeado de muerte existe la necesidad de tener experiencias de una cierta intensidad que sirvan de contrapeso... una necesidad de escaparse. Es el caso de Nate siendo mujeriego, es el caso de Claire y su experimentación sexual, es Brenda y su compulsión sexual, es David y su homosexualidad, es Ruth teniendo varias relaciones: es la vida que trata de abrirse paso a través de todo ese sufrimiento, dolor y depresión para seguir adelante». (Alan Ball)

Aunque acaba resultando un ejercicio cansino para el espectador (será por variedad...), Paramount Channel suele repetir sus películas. Hace un par de días emitió, again, American Beauty (Sam Mendes, 1999). Grandísima película, no hay motivo para quejarse. Y de hecho me sirve de excusa para comentar cuartro cosillas de la serie que en gran parte bebe de esta película, pues no en balde es Alan Ball el guionista de la película y el creador de la ficción televisiva llamada A dos metros bajo tierra (Six Feet Under, HBO, 2000-2005). LA serie por antonomasia, por ahora y por siempre jamás. Y por muchas hipérboles que servidor quiera añadir. No sólo de esta serie vive el hombre que esto escribe (la ficción televisiva es amplísima), y es cierto que en un hipotético podio estaría la serie de Ball junto con Mad Men y El ala oeste de la Casa Blanca (sin distinguir puestos), pero es de esas pocas series que me apetece revisitar; y aunque su secuencia final (ojo, semi-spoiler) sea vista en innumerables ocasiones, no por ello dejan de manar las lágrimas con su rememoración. 

Canciones para el nuevo día (974/202): "Bohemian Rhapsody"

Gleek Week (IV): Bohemian Rhapsody



15 de agosto de 2012

Crítica de cine: El legado de Bourne, de Tony Gilroy

"Siempre hubo más de uno". Porque tú lo digas... Bueno, alguna historia tenían que inventarse para hacer un Bourne sin Jason Bourne. En esta era de reboots (batmans, spidermans, supermans, xmens, totalrecalls, jamesbonds...), en la que el taquillaje lo es todo, Tony Gilroy, coguionista de la saga Bourne, tira adelante con la franquicia habiendo dejado hundiéndose (y resurgiendo) a Jason Bourne en el fondo del mar. Ante un syntax error, buscamos programa nueva, reiniciamos el sistema y voilà!, tenemos a Aaron Cross (Jeremy Renner): un agente modificado genéticamente (¿para qué? no te lo dicen o si lo hacen se quedan en las medias tintas de la irresolución) que encuentra, desde la lejana Alaska (si te vas a entrenar solitario que sea en un sitio donde no te encuentres a nadie en quinientas millas a la redonda), que lo buscan paar eliminarlo. Treadstone, Blackbriar, Pamela Landy, Noah Vosen, el profesor Hirsch y Jason Bourne, todo, se van al garete y hay que borrar todo rastro antes de que la cosa le estalle en la cara a las múltiples agencias de inteligencia, contraterrorismo y lo que se oculte hasta debajo de las piedras. Y el objetivo ahora es Cross, Aaron Cross. 

Canciones para el nuevo día (973/201): "Time Warp"

Gleek Week (III): Time Warp




14 de agosto de 2012

Reseña de La ciudad de los prodigios, de Eduardo Mendoza

La relectura es uno de esos placeres que en ocasiones decepciona ("¿cómo me pudo gustar esto?") pero que también suele confirmar sensaciones del pasado. Releer una buena novela cada cierto tiempo depara sorpresas, matices que antes no se habían captado y que ahora te disparan a bocajarro; secuencias que te habían mantenido en vilo y que al recuperarlas te siguen dejando con el corazón en un puño. Cada vez son menos las novelas (como las películas) que aguanten una segunda lectura (o visionado). La literatura de larga distancia, aquella que se conserva por muchos años, décadas o siglos que pasen, aquellos libros que acaban adquiriendo la etiqueta de «clásicos», cada vez cuesta encontrarla. Sí, es cierto, están los clásicos que todos conocemos, los antiguos y los modernos, pero ¿cuántas de las novelas que se han publicado en los últimos treinta años serán clásicos en los próximos cien? ¿O cuántas películas de la última década conseguirán ese estatus, como en su momento lo hicieron Ciudadano Kane, Con la muerte en los talones o El crepúsculo de los dioses? Para mí, Magnolia de Paul Thomas Anderson ya es un clásico, pero si me preguntan por otros títulos, tengo que pensármelo. Y está de más decir que Anna Karenina de Tolstói ya es un todo clásico en la literatura, como El guardián entre el centeno de Salinger o Lolita de Nabokov. Actualmente yo añadiría Una mujer difícil de John Irving, El día que murió Marilyn de Terenci Moix... y La ciudad de los prodigios de Eduardo Mendoza.

Canciones para el nuevo día (972/200): "Rumor has it / Someone like You"

Gleek Week (II): Rumor has it / Someone like You 


13 de agosto de 2012

Crítica de cine: Deseo, peligro, de Ang Lee

[15-XII-2007]

Estarán muchos de acuerdo conmigo en que Ang Lee es uno de los directores más polifacéticos de las última décadas. No hay más que mirar su carrera desde que salió de Hong Kong a principios de los 90: el retrato de la Inglaterra pre-victoriana (Sentido y sensibilidad), una ácida visión de los USA nixonianos (La tormenta de hielo), un western atípico (Cabalga con el diablo), una visión a lo matrix del cine de artes marciales (Tigre y dragón), una introspectiva y atormentada puesta en escena del cine de superhéroes (Hulk) y una historia de amor homosexual entre dos vaqueros modernos estadounidenses (Brokeback Mountain). Y ahora nos llega Deseo, peligro, llamada a ser una de las películas del año, multipremiada y con muchas posibilidades en los próximos Oscars (donde puede acumular nominaciones).

Película de intriga y suspense, retrato histórico del Shanghai ocupado por los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial (y antes), Deseo y peligro es sobre todo un drama sobre la pasión, sobre el control que la pasión ejerce sobre las personas y sobre sus consecuencias. Pues en esta película, más aún que en Brokeback Mountain, Ang Lee ahonda en la sexualidad, mostrada de un modo descarnado, explícito (duras escenas de pasión sexual entre los dos protagonistas) y sin complejos. 

Canciones para el nuevo día (971/199): "Moves Like Jagger/Jumping Jack Flash"


Covers...

Gleek Week (I): Moves Like Jagger/Jumping Jack Flash


12 de agosto de 2012

Crítica de cine: La cinta blanca, de Michael Haneke

[22-I-2010]

"Todo comenzó, si mal no recuerdo, con el accidente del doctor. Al entrar en su propiedad, el caballo tropezó sobre un casi invisible cable, tensado entre dos árboles".

Michael Haneke siempre ha hecho un cine comprometido, poco dado a números de circo, seco y muy rigorista (más que riguroso), en el que la imagen forma parte de un discurso narrativo sin que decaiga en un exceso meramente visual. Sus películas no dejan indiferente, crean detractores con enorme facilidad, pero también algunos seguidores. Pero, a veces, crea películas como La cinta blanca que consiguen llegar a espectadores de todo tipo.

En una pequeña comunidad protestante del norte de Alemania, en los años 1913-1914, empiezan a ocurrir sucesos extraños: el médico del pueblo tiene un accidente provocado, muere la mujer de un granjero en la serrería del barón (casi feudal) de la hacienda local, poco después desaparece el hijo del propio barón, siendo hallado más tarde con señales de haber sido maltratado, se incendia un granero, etc. En una comunidad, donde la rutina impera (la siega, los sermones dominicales del pastor, el curso escolar, el azaroso invierno, la confirmación religiosa de los adolescentes,...), estos extraños sucesos indican que algo falla. El maestro del pueblo se erige en narrador (voz en off) muy a posteriori, echando mano de sus recuerdos, y nos narra lo sucedido. Tienen un lugar especial los hijos del pastor, especialmente Clara y Martin, castigados con excesivo rigor por el padre al inicio de la película y obligados a llevar durante una temporada una cinta blanca (símbolo de la pureza y la inocencia perdidas que conviene recordar). 

11 de agosto de 2012

Crítica de cine: Rock of Ages, de Adam Shankman

Está claro que cuando fuimos al cine a ver Mamma Mia! en el verano de 2008 no lo hicimos por el guión, y posiblemente tampoco por los actores (ver a Meryl Streep cantar y bailar podía tener su qué, pero a Pierce Brosnan...). No, los fans de Abba de toda la via fuimos, en plan manada nostálgica, a escuchar, cantar e incluso si se terciaba bailar sus canciones desde la butaca. Yo mismo la vi tres veces en el cine, una de ellas acompañado. El guión era lo de menos (se podría escribir en una servilleta de papel) y tópico. 
 

10 de agosto de 2012

Aristóteles en Washington, D.C.: El ala oeste de la Casa Blanca

Durante los últimos 28 días, 155 episodios, me he adentrado de cabeza en el mundo de la política norteamericana a través de la pequeña pantalla. Y quién mejor que Aaron Sorkin (n. 1961), que actualmente también nos deleita mostrando los vericuetos del periodismo en The Newsroom (HBO, 2012), para enseñarnos realmente lo que es la política. la política partidista, sí, la de demócratas y republicanos, la de los lobbys de presión, la pòlítica internacional y doméstica... pero sobre todo la política en el sentido más clásico de la palabra. Aristóteles decía que el hombre es un zóon politikon, un animal político, en el ensayo sobre la política que escribió. El ser humano se relaciona socialmente, está obligado a ello desde que nace. Gobernar ciudades, países, imperios. ¿Cómo hacerlo? ¿Con qué mecanismos cuenta? ¿A qué problemas se enfrenta en el día a día? Lógicamente, la política que concebía Aristóteles se refería al ámbito reducido de las poléis griegas, las ciudades-estado. ¿Cómo habría concebido el estagirita regir una superpotencia mundial? Los romanos le sacaron ventaja en ello, pues sí que tuvieron que enfrentarse a la irresoluble e incómoda cuestión de la administración de un imperio. El político romano republicano concebía también de forma local la facultad de gobernar: la Urbe, ocasionalmente una provincia. Los principes, los emperadores, con Roma en el centro, tuvieron que aprender a gobernar vastas extensiones, a mantener la paz, a a conceder autonomía cuando convenía, a no dejarse influir exclusivamente por lo que hoy en día llamamos un lobby de presión. ¿No había acaso, además del ejército, sectores comerciales y/o empresariales como los navicularii, las societates publicanorum, los consorcios contratistas, los comerciantes relacionados con la annona militaris? Durante los ocho años de su administración, Josiah Jed Bartlet (Martin Sheen), nos ha llevado desde una ficción muy real a esa política que aquí está desprestigiada desde hace años. El espectador de El ala oeste de la Casa Blanca (The West Wing, NBC, 1999-2006) tiene la sensación no sólo de acercarse al día a día de una administración presidencial cada semana, sino que también, como en el ágora ateniense o en el foro romano, de asistir puntualmente a una lección de educación política.

Canciones para el nuevo día (970/198): "Merry Christmas, Mr. Lawrence (Main Title)"

Scores Piano Week (y V):
Ryuichi Sakamoto - Merry Christmas, Mr. Lawrence (Main Title)



Disco: The Ryuichi Sakamoto Trio World Tour 1996 (1996)

9 de agosto de 2012

Crítica de cine: Bobby, de Emilio Estévez

[20-I-2007]

Anoche fui a ver esta película, escrita y dirigida por Emilio Estévez, hijo mayor de Martin Sheen y hermano de Charlie Sheen. Un actor cuya carrera ha quedado bastante diluída, en comparación con la de sus parientes, pero que esta vez nos ha ofrecido una película realmente meritoria.

Más allá de lo que el título pueda sugerir, esta película no es una biografía de Robert Francis Kennedy (RFK, 1924-1968), hermano menor de John Fitzgerald Kennedy, fiscal general del Estado, senador y candidato a la presidencia; y como su hermano, asesinado, un 6 de junio de 1968 en el hotel Ambassador de Los Angeles, sede central de su campaña electoral en California. No, no va por ahí la cosa, aunque RFK sea protagonista, con su propia voz y sus imágenes, a lo largo del filme. Diversos personajes, algunos reales, otros ficticios, pasan por el hotel Ambassador a lo largo de ese 6 de junio: desde el director (William H. Macy), casado con la peluquera del hotel (Sharon Stone), y que tiene un lío con una de las telefonistas (Heather Graham); dos camareros chicanos (Freddy Rodríguez y Jacob Vargas), con sus porblemas personales en un día de doble turno, y un cocinero con mucha vida a sus espaldas (Laurence Fishburne); el jubilado portero (Anthony Hopkins), cuya vida sigue siendo el hotel, y su amigo y compañero de ajedrez (Harry Belafonte); el racista jefe de cocina (Christian Slater); una cantante alcoholizada (Demi Moore) y su triste marido, un músico en horas bajas (Emilio Estévez); un matrimonio de paso (Martin Sheen y Helen Hunt); el jefe de campaña de RFk en Los Angeles (Joshua Jackson) y su segundo al mando, un joven e idealista (Nick Cannon), así como dos peculiares voluntarios (Brian Geraghty y Shia LaBeouf), que experimentan un curioso "viaje", gracias a un no menos pintoresco camello (Ashton Kutcher); una joven pareja (Lindsay Lohan y Elijah Wood), que se casan el el hotel para evitar que él sea destinado a Vietnam; una periodista checa (Svetlana Metkina), que trata de entrevistarse con RFK, al que compara con Alexander Dubcek durante esa Primavera de Praga,... y el propio RFK, con sus palabras, sus discursos y sus imágenes. 

Canciones para el nuevo día (969/197): "Playing Love"

Scores Piano Week (IV):
Ennio Morricone - Playing Love



Disco: The Legend of 1900 - soundtrack (1998)

8 de agosto de 2012

Crítica de cine: 12, de Nikita Mikhalkov

[16-VI-2008]

Hace unos días comentaba la última película de Sidney Lumet, Antes que el diablo sepa que has muerto. Ahora, la caprichosa cartelera ha querido que se estrene la última película de Nikita Mikhalkov, 12, cuando ya podríamos pensar que el director ruso estaba de retiro (como Lumet). Y no, sigue al pie del cañón, interpretando incluso, y vuelve a la carga con esta película inspirada de manera muy sui generis en Doce hombres sin piedad, que además estuvo entre las nominadas a los Oscars de este año en la categoría de mejor película de habla no inglesa.

Doce hombres se reúnen en el gimnasio de un colegio para dilucidar el veredicto de un caso de asesinato: un chico checheno acusado de asesinar a su padrastro, un militar ruso. Como ya de puede ver, Mikhalkov pone sobre el tapete un tema de actualidad y le sirve de excusa para hilvanar una película que habla sobre la libertad, la justicia, el deber y en última instancia el miedo. 

Canciones para el nuevo día (968/196): "Efigènia"

Scores Piano Week (III):
Carles Cases - Efigènia



Disco: Actrius - soundtrack (1996)