Hay ocasiones en que una mala impresión inicial
puede ser nefasta. Cojamos este libro, observemos la portada: la imagen
es interesante –el rostro de una mujer que no mira de frente,
simbolizando lo poco que sabemos con certeza de la protagonista– y
también estridente –colores vivos, ropaje y joyería que tratan de
seducir simplonamente–, de modo que algunos pensarán que es un intento
por captar a lectores que buscan una lectura ligera y vistosa sobre la
reina de Egipto. Por otro lado –y me incluyo entre quienes buscaban una
lectura ligera–, empiezas a leer y ya en las primeras noventa páginas
encuentras una serie de erratas: por dos veces se dice que Pompeyo era
«cuñado de César» (cuando fue su yerno); lees «sabemos que jugaba con
muñecas y casitas de terracota, juegos de té [...]» (¿juegos de té en la
Alejandría del siglo I a.C.?); te encuentras un veni, vedi, vinci
[sic., es vici] que hace año a la vista; más adelante se menciona que
Juba II, futuro rey de Mauritania e hijo del último rey de Numidia, se
casaría con la hermana de Cleopatra, cuando lo hizo con su hija,
Cleopatra Selene; e incluso en el pliego de imágenes, en la última
imagen, se incluye un busto de Octavia… sólo que no es Octavia, la
hermana de Octaviano, sino su tercera esposa, Livia Drusila (esa
estructura ósea de la cara es inconfundible). Y no son erratas que vayas
buscando, sino que te las encuentras a medida que avanzas en un libro
que, sin embargo, no sólo es bueno, muy bueno, sino que quizá sea una de
las mejores biografías sobre Cleopatra VII de Egipto que hayan caído en
mis manos. Y es una lástima que una serie de erratas, fácilmente
subsanables si uno está atento y concentrado en el proceso de escritura y
especialmente de revisión de un manuscrito, vayan a dejar en mal lugar
un libro que no lo merece. Pues Cleopatra: una nueva mirada a la
deslumbrante vida de la reina que sedujo al Mundo Antiguo de Stacy
Schiff (Destino, 2011) es un excelente libro.
30 de septiembre de 2013
Canciones para el nuevo día (1266/495): "Jobs (Steve's Theme/Main Title)"
Vamos a empezar la semana con buen ánimo...
Una Semana de Scores con Buenos Ánimos (I):
John Debney - Jobs (Steve's Theme/Main Title)
Disco: Jobs - soundtrack (2013)
29 de septiembre de 2013
Crítica de cine: Rush, de Ron Howard
Fórmula 1, años setenta. Un mundo de competición
(lo de deporte siempre lo cojo con pinzas) muy diferente al actual.
Entonces el glamur de los pilotos de un Fórmula 1 se vivía diferente
(hoy en día el vil metal lo ha fastidiado todo). Las carreras apenas
tenían nada que ver con las que vemos en la actualidad: público casi a
pie de pista, comisarios con la bandera de cuadros en la misma calzada,
accidentes cotidianos, carreras muy largas (22 km. tenía el circuito de
Nürburgring... o eso escuchas en la película), puntuaciones más
ajustadas... Todo era diferente. Y pilotar era jugarte la vida en
prácticamente cada carrera. Es curioso, por ejemplo, que en la fatídica
carrera alemana otro piloto tuviera un grave accidente. Un mal augurio,
se podría argüir... Los pilotos eran caballeros andantes ("we are
knights", le espetará un piloto a otro en esta película), jugándose el
todo por el todo. Y despertaban un sex appeal
no tanto por ganar mucho dinero, vivir a cuerpo de rey y la posibilidad
de ser campeones del mundo. Se jugaban la vida, eso les daba un plus de
atractivo sexual para muchas mujeres que deseaban pasar una noche con
ellos. Todo muy macho, vamos, pero que antropológicamente tiene diversas
lecturas y recoge muchas tradiciones. Y por encima de todo, la
rivalidad de dos hombres: el hedonista, atractivo y británico James Hunt
(Chris Hemsworth) frente al cerebral, arrogante y austríaco Niki Lauda
(Daniel Brühl).
27 de septiembre de 2013
Canciones para el nuevo día (1265/494): "Alfonsina y el mar"
Mercedes Sosa - Alfonsina y el mar
Disco: Mujeres argentinas (1969)
26 de septiembre de 2013
25 de septiembre de 2013
24 de septiembre de 2013
Crítica de cine: Jobs, de Joshua Michael Stern
Que Steve Jobs era un genio, ya nos había quedado claro. Que además
fuera un tipo para darle de comer aparte, también. Y que además fuera un
mesías de la informática... pues ¿en qué mundo sin iPod, iPad, iPhone,
iMac, idetodo vives, colega? (bueno, yo no tengo nada de eso y vivo tan
campante). Jobs fue un ipo revolucionario, sin duda uno de los
personajes más influyentes de las últimas décadas. De tanto en tanto
aparecen genios que se convierten en catalizadores del cambio y de la
innovación tal que incluso te hacen preguntarte qué sería del mundo sin
ellos. Cualquiera que escriba con un ordenador personal ya peude
responder a esa pregunta. Por tanto, ante un personaje que cultivó una
imagen sobre sí mismo y que murió prematuramente, ya tardaba en llegar
la película. Hay varios proyectos en danza, uno de ellos con guión de
Aaron Sorkin que esperaremos con notable interés. Y ahora nos a llegado
este Jobs, interpretado y encarnado por Ashton Kutcher (sin duda, da el pego en cuanto al físico).
Canciones para el nuevo día (1262/491): "Que nadie"
Manuel Carrasco ft. Malú - Que nadie
Disco: Inercia (2008)
23 de septiembre de 2013
Reseña de Carpe diem: lecciones de vida con Horacio, de Harry Eyres
Cuando te acercas a los clásicos en la juventud y
primera adultez, no es precisamente Horacio uno de esos poetas que
consigan atraparte de entrada. Esos años vitales requieren poemas y
poetas más impactantes, y sin duda Catulo consigue darte esa dosis de
pasión, procacidad y provocación. Catulo, con sus odi et amo, vivamus
Lesbia mea o incluso pedicabo ego vos et irrumabo –dejo en manos del
lector el placer culpable de buscar la traducción exacta de este último
verso–, me decía por entonces mucho más que Horacio con su dulce et
decorum est pro patria mori. Y, sin embargo, el sureño, bajo, regordete y
a priori más “aburguesado” Horacio te recordaba aquello de carpe diem,
mientras el norteño, moreno y excesivo Catulo podía conducirte a la
desesperación producida por el despecho amoroso y la rabia que era
incapaz de reprimir. Con el paso de los años, la impulsividad de la
juventud se atempera y entonces te das cuenta de que Horacio te aporta
más de lo que entonces pensabas e, inevitablemente, surgen en tus labios
versos que recordabas de toda la vida: nunc est bibendum, beatus ille qui procul negotiis… Y
quien pudiera parecerte un poeta al servicio de o incluso vendido al
poder, en realidad era un soñador permanente, un inconformista
reluctante y un tipo que te invitaba a beber una copa de vino,
recordándote constantemente que debes disfrutarla.
Canciones para el nuevo día (1261/490): "Love is the only way"
Macaco - Love is the only way
Disco: El murmullo del fuego (2012)
20 de septiembre de 2013
Reseña de Imperios del mar: la batalla final por el Mediterráneo, 1521-1580, de Roger Crowley
Recordamos la batalla de Lepanto (7 de octubre de
1571), la gran victoria de la Liga Santa cristiana contra el Imperio
otomano, «la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos,
ni esperan ver los venideros», en palabras de una de sus combatientes,
un joven Miguel de Cervantes. Pero lo cierto es que, más allá de los
fastos, fue una «victoria sin consecuencias», una batalla que no decidió
un cambio perdurable en el mar Mediterráneo. Se llegó a unas costosas
tablas para los imperios y potencias en liza. Venecia fue la primera en
retirarse del combate, con un tratado de paz que la dejaba
definitivamente sin Chipre y con un futuro incierto (Creta, por
ejemplo). El imperio otomano se giró hacia su retaguardia y una guerra
con Persia apartó su mirada del Mediterráneo, al menos por un tiempo. La
monarquía hispánica de Felipe II, que realmente no había tenido una
estrategia clara en lo que pronto dejaría de ser su mare nostrum, tenía
otros asuntos perentorios a los que dedicar su atención (Flandes, la
guerra con Inglaterra, el control del Nuevo Mundo). Pronto Lepanto sería
engrandecido por unos y obviado por otros, y su eco quedaría en la
memoria colectiva. En cierto modo, la guerra que condujo a esa batalla
fue la última contienda a gran escala en un mar que pronto dejaría de
ser el centro del mundo; en apenas unas décadas, las disputas se
trasladarían a otros ámbitos y el Mediterráneo, el mar Blanco como lo
denominaban los turcos, ya no sería el escenario en el que los imperios
del mar lucharían por un dominio que iba más allá de lo territorial y,
por supuesto, lo religioso.
Canciones para el nuevo día (1260/489): "She's Got the (Woo-Hoo)"
Sugar Ray - She's Got the (Woo-Hoo)
Disco: Music for Cougars (2009)
19 de septiembre de 2013
Canciones para el nuevo día (1259/488): "Buona Sera"
Louis Prima - Buona Sera
Disco: The Wildest! (1956)
18 de septiembre de 2013
Canciones para el nuevo día (1258/487): "Compared To What "
Les McCann & Eddie Harris - Compared To What
Disco: Swiss Movement (1969)
17 de septiembre de 2013
Canciones para el nuevo día (1257/486): "Go Your Own Way"
Fleetwood Mac - Go Your Own Way
Disco: Rumours (1977)
16 de septiembre de 2013
Canciones para el nuevo día (1256/485): "Dance Hall Days "
Wang Chung - Dance Hall Days
Disco: Points on the Curve (1983)
13 de septiembre de 2013
Reseña de Heydrich: el verdugo de Hitler, de Robert Gerwarth
Hay personajes que crean una mitología propia a
su alrededor. El período nazi está lleno ellos, pero sin duda uno de los
que llaman más la atención, y que curiosamente reciben menos atención
editorial, es Reinhard Heydrich (1904-1942). Alto, rubio, nariz
imponente, aspecto ario por los cuatro costados según los cánones
raciales del nacionalsocialismo (compárese con Hitler, Himmler, Goebbels
y una amplia plétora de gerifaltes nazis). «El ángel rubio», «la bestia
rubia», «el carnicero de Praga»… su sola presencia ya provoca
curiosidad. Combinaba una resolución ejecutiva con una ausencia de
piedad, una fanatismo casi religioso con una dureza que los checos
sintieron en apenas sus nueve meses como Protector del Reich de Bohemia y
Moravia. Y su muerte a los treinta y ocho años alimentó leyendas de
todo tipo, incluyendo aquella que decía que Himmler, su colaborador más
íntimo y con quien mantuvo una relación que iba mucho más allá de la de
subordinado al Reichsführer de las SS, se alegró de su muerte. Falso,
probablemente Himmler lamentó más que nadie la muerte de su más estrecho
colega. No en balde, como ya recordamos en la reseña
de HHhH de Laurent Binet (Seix Barral, 2011), Heydrich era conocido
como Himmlers Hirn heisstn Heydrich, es decir, «el cerebro de Himmler se
llama Heydrich».
Canciones para el nuevo día (1255/484): "Someday"
Sugar Ray's Week ( y V): Someday
Disco: 14:59 (1999)
12 de septiembre de 2013
Reseña de Humanidad e inhumanidad: una historia moral del siglo XX, de Jonathan Glover
John Milton (Al Pacino) en Pactar con el diablo (Taylor Hackford, 1997; desde minuto 1:12)
El siglo XX fue el siglo del horror, parafraseando de algún modo al
histriónico personaje que encarna Al Pacino y que, a su vez, no deja de
ser un trasunto del mismo diablo. Ha sido el siglo más mortífero de la
Historia, suele decirse: dos guerras mundiales, diversos genocidios, la
caída del hombre desde su esfera moral hacia los horrores del infierno.
La ética quedó por el camino que conduce a las trincheras de la Primera
Guerra Mundial, Auschwitz, las purgas estalinistas, Hiroshima, el Gran
Salto Adelante de Mao, My Lai, Pol Pot, Yugoslavia y Ruanda, por citar
algunas de las pesadillas y terrores que se vivieron en el siglo que
comenzó con la idea de que el ser humano había aceptado la autoridad de
la moral, una ley que había que aceptar y obedecer. Recogiendo las
palabras de Lord Acton en una conferencia en Cambridge en 1895 –«las
opiniones cambian, las costumbres mudan, los credos surgen y caen, pero
la ley moral está escrita en las tablillas de la eternidad»–, se podría
decir que el pensamiento de Immanuel Kant –«el cielo estrellado sobre mí
y la ley moral dentro de mí» (ambas citas en p. 17)–, se podía creer en
1900 acerca del progreso moral y en el retroceso de la barbarie. Del
Mal, podríamos argüir. Hoy en día, avanzando en un siglo XXI mucho menos
ingenuo que el inicio de la centuria anterior, el recuerdo de los cien
años anteriores deja bien claro que la perversión del desafío
filosófico de Friedrich Nietzsche había llevado al abandono de la ética
y, especialmente, de la moral.
Canciones para el nuevo día (1254/483): "Words to me"
Sugar Ray's Week (IV): Words to me
Disco: Sugar Ray (2001)
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