2 de enero de 2019
1 de enero de 2019
31 de diciembre de 2018
2018 (y III): un año de libros
The Library of Ice: Readings from a Cold Climate, de Nancy Campbell (Scribner, 2018)
Built: The Hidden Stories Behind our Structures, de Roma Agrawal (Bloomsbury, 2018)
The Habsburg Empire. A New History, de Pieter M. Judson (Harvard University Press, 2016)
Hadrian’s Wall: Rome and the Limits of Empire, de Adrian Goldsworthy (Head of Zeus, 2018)
1064, Barbastro. Guerre sainte et djihâd en Espagne, de Carlos Laliena Corbera y Philippe Sénac (Gallimard, 2018)
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Terminamos los repasos de este 2018 con el último apartado: el de los libros. Han sido noventa a lo largo del año, predominando el ensayo histórico, que es mi ámbito de especialidad. No faltaron novelas (13), pero cada vez son menos y de autores de los que, digamos, me pueda "fiar"; he querido incluir al menos una en la selección final, siquiera para cubrir esa cuota, infrarrepresentada en los "20+1" títulos finalmente escogidos, lo reconozco. Pero es que cada vez tengo menos tiempo para leer novelas, y si acaso las leo para descongestionar un poco ("esponjar el cerebro", que decía una profesora mía) ante tanto libro especializado. De alguna de ellas, como Yo Julia de Santiago Posteguillo, flamante Premio Planeta, intuía por donde iban los tiros y la reseña resultante ha sido muy elocuente acerca de los peligros y la deriva de una parte de la novela histórica actual (por muchos lectores, a menudo fans irredentos, que tenga).
30 de diciembre de 2018
2018 (II): un año de series de TV
La peste
(Movistar+) – 1ª temporada
Counterpart (Starz)
– 1ª temporada
Fariña
(Atresmedia) – única temporada
The Good
Fight (CBS) – 2ª temporada
Algo en
que creer (DR) – 1ª temporada
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Acaba 2018, ya le quedan horas, más que días. ¿Y qué nos ha deparado este año a nivel serial? Para mí ha sido un año intenso y en el que he dado el salto a más plataformas: de unirme a Netflix y Amazon Prime en 2017, este año sumé HBO España: las tres han nutrido la mayoría de series que he visionado este año, además de las cadenas en abierto. En total, y también ha sido un salto cuantitativo respecto al anterior año: superan el centenar las que he podido degustar en estos últimos doce meses entre temporadas regulares (de los 22 a los 24 episodios anuales a las cada vez más extendidas de 10 a 13 capítulos por temporada), las miniseries (o series limitadas, como dicen allende el charco) y las series de antología. Pero, ¿más significa mejor? No necesariamente, pues en algunos casos no he podido evitar ver temporadas con el piloto automático o mientras hacía otras tareas /son "series para planchar"); desde luego hay series que se prestan a ello, las tienes de música de fondo, las escuchas más que las ves y de tanto en tanto levantas la mirada de lo que estés haciendo y la fijas en la pequeña pantalla. Y hay series, muchas, que requieren tu atención absoluta o que te atrapan desde el primer minuto y no puedes apartar la mirada. De todo hay en la pequeña pantalla...
29 de diciembre de 2018
2018 (I): un año de cine
Yo, Tonya, de Craig Gillespie
El hilo invisible, de Paul Thomas Anderson
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Termina un 2018 que, en cuanto a cine, no ha tenido el brillo que desbordan (en general) las series de televisión. Si en el caso de éstas podría haber elegido otra selección con calidad similar a las finalmente seleccionadas, en el caso del cine me ha costado más escoger los "20+1" títulos que definirían, cinematográficamente hablando, el año. Y no es que no hayamos tenido películas "buenas": haberlas, haylas, pero debo ir más allá (afortunadamente) del ámbito meramente anglosajón y hollywoodiense para encontrar cintas que perduren en mi memoria; de esas que realmente aporten algo, ya por tema, interpretación o alardes de realización. Prácticamente la mitad de lo seleccionado es cine europeo y me sabe mal no haber incluido alguna española: Las distancias de Elena Trapé podría haber estar en la lista final. El cine de superhéroes, las franquicias y las sagas se llevan la parte del león en lo que a expectativas del público en general se refiere... y dan ofrecen resultados. Sí, lo reconozco sin rubor alguno, Vengadores: Infinity War nos dejó traspuestos en la butaca de cine, pero tampoco es de esas películas (al menos en mi caso) que deje demasiado poso más allá de los fuegos artificiales; Thanos se reveló como el mejor villano de las películas Marvel hasta ahora presentadas (tampoco era muy difícil), pero no hay mucho más. Cierto es que entretiene, pero nadie se habría molestado si no se hubiera rodado Han Solo: una historia de Star Wars. Y a nivel de animación, Los Increíbles 2 se quedó en una película con una trama a la que le falta bastante sentido (dentro de lo que es, claro está) y queda lejos de su antecesora. Pixar sigue haciendo películas muy resultonas, pero hay que irse a Del revés (Inside Out) de 2015 para buscar una gran película de las suyas. Y en cuanto a Deadpool 2: acabé saturado del humor gamberro, que acaba por ser rutinario.
28 de diciembre de 2018
27 de diciembre de 2018
26 de diciembre de 2018
25 de diciembre de 2018
24 de diciembre de 2018
23 de diciembre de 2018
Crítica de cine: Spider-Man: un nuevo universo, de Bob Persichetti, Peter Ramsey y Rodney Rothman
Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.
En un “universo” cinematográfico cada vez más saturado en lo que a películas sobre superhéroes basadas en personajes de cómics se refiere, quizá a más de un espectador –o puede que todo lo contrario, pues a quien esto escribe no se le escapa que las expectativas siguen siendo muy altas en este género– le pueda la pereza al saber que se estrena una adaptación animada de un (otro) “universo” expandido más: el de Spider-Man (Marvel). Y lo hace “multiplicando” a Spider-Man, hasta seis veces (si no me fallan las cuentas), pues se trata de versiones diversas que proceden de realidades alternativas y que coinciden en una misma esfera (la nuestra) al mismo tiempo. Esta es la carta de presentación de Spider-Man: un nuevo universo (prometo no repetir más la palabra “universo” en lo que queda de crítica), un filme que ha recibido unas críticas muy elogiosas en diversos medios especializados en Estados Unidos y que buscará repetir la jugada por nuestros lares. Aunque sea el mismo día que se estrena Aquaman, película que pertenece a otro univ… esto, a otro firmamento de superhéroes, el de DC Comics (y Warner). ¿Podrán competir ambas películas en la taquillera navideña de manera más o menos “pacífica”? El tiempo lo dirá… y veremos si nuestra paciencia no se queda por el camino.
21 de diciembre de 2018
Crítica de cine: El regreso de Mary Poppins, de Rob Marshall
Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.
Mary Poppins (Robert Stevenson, 1964) fue una de esas películas que más le costó a Walt Disney realizar: tardó más de veinte años en convencer a la creadora del personaje, P.L. Travers, para que le vendiera los derechos de la novela para una adaptación cinematográfica. Las negociaciones fueron constantes y ambos, Disney y Travers, acabaron sus relaciones tan mal como las habían empezado. Travers se negó constantemente a que hubiera números musicales y secuencias animadas, a pesar de que en el contrato especificaba que la última palabra la tendría siempre Disney. La película Saving Mr. Banks (John Lee Hancock, 2012) mostró, con bastantes licencias, las tirantes negociaciones de Travers (Emma Thompson) y Disney (Tom Hanks): no sólo alteraba muchos de los episodios reales, sino que también suavizó muchísimo, por decirlo de alguna manera, a la protagonista (el personaje real era realmente insoportable) y añadió una trama paralela sobre el padre alcohólico de la escritora y el origen de la famosa niñera con una sensiblería que la Travers real habría rechazado de plano. Con todo, fue una película que nos aproximó, aunque fuera desde puntos de vista algo torticeros (no en balde, al ser producida por Disney no iba a dejar demasiado mal a su fundador), a la creadora de esta niñera tan estrafalaria.
20 de diciembre de 2018
19 de diciembre de 2018
18 de diciembre de 2018
17 de diciembre de 2018
16 de diciembre de 2018
Crítica de cine: Miamor perdido, de Emilio Martínez-Lázaro
Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.
Emilio Martínez-Lázaro tenía una larga trayectoria en la comedia antes de dirigir ese díptico prescindible (por muy taquillero que sea) que es Ocho apellidos vascos (2014) y Ocho apellidos catalanes (2015). A un espectador con cierta «memoria histórica» puede que le cueste recordar El juego más divertido a finales de los años ochenta, pero puede que sí lo haga con dos de sus mejores comedias románticas en la década siguiente: Amo tu cama rica (1992, con guion propio) y Los peores años de nuestra vida (1994; qué divertido estaba Gabino Diego). Ya en este milenio tuvo un «sonoro» éxito El otro lado de la cama (2002) y Los dos lados de la cama (2005), películas en los que los intentos (meritorios en algunos casos) de los actores por cantar (ejem, ejem) topaban con un guion mejor trabado en la primera entrega que en la segunda. Alternando comedia y drama – a destacar Carreteras secundarias (1997), más bien una “dramedia” on the road, y Las trece rosas (2007)–, la filmografía de Martínez-Lázaro ha tenido en ese género hoy en día en la UVI, la comedia romántica, como uno de sus ejes principales. Por ello, Miamor perdido, recién estrenada, puede verse como una fusión entre lo más «clásico» de la carrera del director madrileño y un estilo más «actual», más de corte ochoapellidos, en algunas de sus perlas cómicas. El resultado, lo anticipamos, es una propuesta cinematográfica que no es redonda, pero que bien merece acercarse a una sala de cine.
14 de diciembre de 2018
Crítica de cine: Suspiria, de Luca Guadagnino
Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.
Quizá no haya en este 2018 una película tan chocante como Suspiria (Luca Guadagnino, 2018). Lo que fue madre! de Darren Arofnosky en 2017 lo está siendo, a su manera, en este año al que le quedan días para terminar. De entrada, hay que reconocerle a Guadagnino –el mismo que abrió el año con Call Me by Your Name– audacia en no limitarse a realizar un remake de la película homónima de Dario Argento de 1977, no ha tratado de impactarnos como espectadores con una historia de terror sino que nos obliga a reflexionar sobre lo que hemos contemplado durante sus dos horas y media. Contemplado y con necesidad de asimilar y tratar de darle un sentido, que lo tiene, desde luego. Quizá por ello, y aunque el resultado global no sea tan redondo como pudo haber sido, Suspiria sí tiene los suficientes elementos como para que no la reduzcamos a una, hasta cierto punto, boutade (como la película de Arofnosky sí podía llegar a ser calificada) y a que le sigamos dando vueltas días (o en mi caso semanas) después de haberla visto. Nos congratulamos por ello: pocas películas, muy pocas, en estos tiempos de desidia creativa en la mayor parte de lo que llega a una sala de cine (y en no pocas ocasiones enmascarada bajo fuegos de artificio), tienen la capacidad de agitar con un discurso que se muestra poderosamente con la forma y sin que ambos pierdan fuerza.
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