29 de noviembre de 2018

Crítica de cine: Jaulas, de Nicolás Pacheco

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.

Hay ocasiones en que los primeros minutos de una película te hacen pensar, cómodamente instalado en la butaca de una sala de cine, que vas a pasar un «buen» rato; y no tanto porque lo que ves sea divertido, entretenido o desborde calidad en cada fotograma, que también pudiera ser, sino porque lo que se muestra te interesa, te sorprende e, incluso en algunas secuencias, te fascina. Obviamente, una película no se queda estática en esos diez o quince minutos iniciales, la trama sigue, «evoluciona», se abre a otros escenarios y vericuetos, y es al final, cuando te quedas con la imagen completa, con la conclusión sobre lo que durante algo más de hora y media has estado viendo. Es entonces cuando tienes las «sensaciones encontradas» y un cierto regusto amargo en la boca. Porque si fuera sólo por esos minutos iniciales, tu valoración sería muy diferente a la que tienes una vez terminado el filme. Pero es al final cuando te preguntas qué pasó, cómo la historia pudo empezar tan bien y cómo luego se «perdió» con algunas tramas metidas con calzador y acabó llegando a un final demasiado acelerado y, lo peor de todo, previsible. Esto es lo que le sucede a Jaulas, opera primera del director y guionista sevillano Nicolás Pacheco, presentada en Sección Oficial de la reciente 63ª edición de la Semana Internacional de Cine (Seminci) de Valladolid. Pacheco comentó entonces que su película es «una fábula contemporánea que refleja a las mujeres como referentes de su propia liberación, en este caso no la propia, sino la que busca una madre para su hija y eso es algo que estamos viviendo hoy en día en España: un cambio emocionante y prometedor del papel de la mujer» (Fuente de la cita: el diario.es). Con este planteamiento de su creador, la película promete; lástima que su desarrollo no esté tan a la altura del comentario del director. Pero vayamos por partes.

Canciones para el nuevo día (2614/1833): "Walkabout"

Red Hot Chilli Peppers - Walkabout 

Disco: One Hot Minute (1995)


19 de noviembre de 2018

Reseña de Yo, Julia, de Santiago Posteguillo

Nota: puesto que es una reseña extensa, quizá el lector prefiera disponer de ella en un documento en PDF: clique aquí.
«(…) Adso también me sirvió para resolver otra cuestión. Hubiese podido situar la historia en un Medioevo en el que todos supieran de qué se hablaba. Si en una historia contemporánea un personaje dice que el Vaticano no aprobaría su divorcio, no es necesario explicar qué es el Vaticano y por qué no aprueba el divorcio. En una novela histórica, en cambio, hay que proceder de otro modo, porque también se narra para que los contemporáneos comprendamos mejor lo que sucedió, y en qué sentido lo que sucedió también nos atañe a nosotros. 
El peligro que entonces se plantea es el del salgarismo. Los personajes de Salgari huyen a la selva perseguidos por los enemigos y tropiezan con una raíz de baobab, y de pronto el narrador suspende la acción para darnos una lección de botánica sobre el baobab. Ahora eso se ha transformado en un topos, entrañable como los vicios de las personas que hemos amado; pero no debería hacerse (…)».  
Umberto Eco, “Apostillas a El nombre de la rosa”, en El nombre de la rosa, DeBolsillo, 2017, p. 755. 
Desde hace un tiempo, la novela histórica o, mejor dicho (no seamos presuntuosos), parte de la novela histórica tiene lo que considero un problema: el salgarismo. No es un problema grave, si uno es consciente de ello. La cuestión, sin embargo, no se circunscribe a lo que hace casi cuarenta años definiera con acierto Umberto Eco; el problema subyace en que, con la excusa del salgarismo, no se tenga claro qué se está realizando cuando se escribe una novela histórica. Un binomio con dos partes esenciales: novela, la parte literaria esencial, e histórica, el ámbito que trata. Con un equilibrio entre las dos partes una novela de este género funciona; el lector puede tirar de su memoria (o de su bagaje como lector) y mencionar grandes títulos (y grandes autores). Funciona porque, sin dejar de respetar el componente histórico, es una novela que literariamente está muy bien escrita; es de ese tipo de novelas que resisten una o varias relecturas pues, independientemente de que uno conozca la trama, esta se ha perfilado de tal manera que el disfrute puede ser incluso mayor que con su primera lectura.

Canciones para el nuevo día (2606/1825): "The Greatest"

Cat Power - The Greatest 

Disco: The Greatest (2006) 



17 de noviembre de 2018

Crítica de cine: Hitler versus Picasso (y otros artistas modernos), de Claudio Poli

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.

Nota: este documental llega a las salas de cine como evento cinematográfico. Exhibidores como Yelmo, Grup Balañà y los Cines Verdi en Barcelona, lo emitirán los días 19 y/o 20 de noviembre, en algún caso (los Cines Verdi) vinculado a una programación cultural especial; consúltese sus webs o en FilmAffinity para saber en qué cines se emitirá.

En 2014 se estrenó la película The Monuments Men, dirigida por George Clooney y basada en el libro homónimo de Robert M. Edsel –The Monuments Men: Allied Heroes, Nazi Thieves and the Greatest Treasure Hunt in History (2009, publicado en nuestros lares por Destino en 2012)–, y que recreaba algunos episodios relacionados con el Programa de Monumentos, Bellas Artes y Archivos (MMFA, por sus siglas en ingles). Creado por los Aliados en 1943, en el marco de la Segunda Guerra Mundial, reunió a personal civil especializado (historiadores del arte, curadores de museos) que trabajaron codo con codo con los militares para proteger y salvaguardar monumentos, obras y tesoros artísticos en la Europa ocupada por los nazis. Parte de esa labor era encontrar y rescatar obras de arte robadas por la Alemania nazi a instituciones y a propietarios particulares, en muchos casos judíos. La película de Clooney resultó mucho menos interesante que el tema que trataba: quien quisiera profundizar podía ir directamente al libro de Edsel. Un tema que iba mucho más allá del libro, desde luego, y que tocaba la cuestión del expolio artístico que los nazis, antes de la propia guerra, realizaron. 

16 de noviembre de 2018

Reseña de El ingenio de los peces, de Jonathan Balcombe

Nota: reseña a partir de la lectura del original en inglés, What a Fish Knows: The Inner Lives of Our Underwater Cousins (Scientific American / Farrar, Straus and Giroux, 2016)

Disculpe el lector de esta reseña si comienzo con una “historia” personal. Cuando debía de tener unos 10 años de edad, mi padre, que veía que solía leer por costumbre, me regaló un par de libros que compró de oferta en los antiguos grandes almacenes Simago de Barcelona. Aún no conocía mis intereses (¿qué puede interesar en libros a un chaval de 10 años?, se preguntaría), así que debió de apostar por lo que vio en las cubiertas: uno de los dos libros era sobre peces y animales marinos, una especie de enciclopedia para todos los públicos sobre el mundo submarino; el otro volumen, un libro sobre los viajes del comandante Cousteau. Nunca he sido un lector aficionado a temas de naturaleza y fauna, y el segundo libro lo hojeé, observando sus imágenes, pero no le hice mucho más caso: ya entonces los documentales de Jacques Cousteau, con los que nos criamos los que crecimos en las décadas de 1970 y 1980, me aburrían soberanamente (de hecho, nunca he disfrutado viendo a animales en un zoo, ni siquiera cuando era pequeño). Pero por aquellas fechas, y eso sí lo recuerdo vivamente, había leído algunas novelas de Jules Verne en versión abreviada para niños; en particular, Veinte mil leguas de viaje submarino, por lo que el primer libro de los que me regalara mi padre sí lo devoré con toda la pasión que puede ponerle un chaval de esa edad. Como decía, no soy un lector ni interesado especialmente ni mucho menos avezado en temas de naturaleza, pero la lectura de este libro de Jonathan Balcombe, al margen de recordarme aquellos momentos de infancia, sí me ha resultado especialmente interesante y, para alguien con una formación “en letras”, muy instructivo y a un nivel en el que podía seguir lo que desarrolla el autor sin percibir ninguna carencia intelectual. 

Canciones para el nuevo día (2605/1824): "You Ain't Seen Nothing Yet"

Bachman - Turner Overdrive - You Ain't Seen Nothing Yet

Disco: Not Fragile (1974) 



14 de noviembre de 2018

Reseña de Atenas. El lejano eco de las piedras, de Mario Agudo Villanueva

Puede que el visitante que llega por primera vez a la Atenas actual en busca de la ciudad antigua sienta una cierta desilusión: la urbe moderna no anima a quienes se topan con los efectos del caótico tráfico urbano, lo desastrado de sus calles, la apatía de sus habitantes, resignados a sufrir las consecuencias de la crisis económica que ha golpeado con especial incidencia a Grecia en la última década. Cierto es que la urbe actual realizó un lavado de cara en ocasión de los Juegos Olímpicos de 2004, pero no ha terminado de maquillar una cierta sensación de desidia urbanística y de desaliño en general durante décadas. Recuerdo mis impresiones, apenas un muchacho de dieciséis años, en un viaje de fin de curso del instituto a Atenas, Delfos, Micenas y Corinto: aquella ciudad no parecía amable, no recibía a los visitantes con especial afabilidad. Para los parámetros algo ventajistas de quienes, siendo testigos de los enormes cambios urbanísticos de aquel 1992, veíamos como se «modernizaban» unas ciudades (Barcelona, Sevilla) que necesitaban mucho más que grandes obras faraónicas para albergar acontecimientos de la dimensión de unos Juegos Olímpicos y una Exposición Universal, Atenas podía parecernos «antigua», «cutre» incluso. Recuerdo aquellos anuncios de maquinillas de afeitar BIC en grandes vallas en las principales avenidas de la ciudad; se nos desaconsejaba coger el metro, oscuro y sórdido, y no ir «solos» por la ciudad. 

Canciones para el nuevo día (2603/1822): "Nothing Matters When We're Dancing"

The Magnetic Fields - Nothing Matters When We're Dancing 

Disco: 69 Love Songs (1999) 



13 de noviembre de 2018

Reseña de Teenage. La invención de la juventud, 1875-1945, de Jon Savage

Yeah, you're fucked all right and all for spite
You can kiss your sorry ass goodbye
Totally fucked, will they mess you up?
Well, you know they're gonna try

Blah blah blah blah blah blah blah blah
Blah blah blah blah blah
Blah blah blah blah blah blah blah blah

Blah blah blah blah blah

Blah blah blah blah blah blah blah blah
Blah blah blah blah blah
Blah blah blah blah blah blah blah blah
Blah blah blah blah blah

Totally fucked!

En 1891 el dramaturgo Frank Wedekind publicó el texto de su obra teatral Frühlings Erwachen (El despertar de la primavera), furibunda pieza contra el conservadurismo de una clase dirigente alemana que ahogaba a la juventud con un sistema educativo reglamentista que impedía salirse de la línea marcada. La obra, que no se estrenó hasta 1906 en Berlín de la mano de Max Reinhardt y, incidía en la opresión sexual de unos jóvenes que, sin comprensión ni apoyo de sus mayores, se veían abocados a la desesperación. Wedekind escandalizó por mostrar la sexualidad de los jóvenes y planteaba cuestiones como la masturbación, la primera vez, el abuso infantil, la homosexualidad, el aborto y el suicidio. Diversas adaptaciones se produjeron en el siglo posterior. En 2006 se estrenó en el off-Broadway (y después en el propio gran escenario neoyorquino) un musical (al que pertenece el fragmento de una de sus canciones más destacadas, “Totally Fucked“, y con el que se inicia este reseña), que acabaría cosechando ocho Premios Tony, incluido el de mejor musical. En Barcelona llegó en 2016 un montaje de la obra, a cargo de Marc Vilella, que tras un gran éxito en el pequeño Teatre Gaudí y una gira, llegó a un teatro de los “grandes“, el Victoria, en abril de 2018 (adaptación catalana de "Totally Fucked")·. Una versión del musical formó parte de la trama argumental de la serie televisiva Rise (NBC: 2018): el profesor Lou Mazzuchelli (Josh Radnor) se hace cargo del aula de teatro y decide, despertando la oposición de colegas y padres de alumnos, realizar un montaje de la obra para estimular a los estudiantes y que se “rebelaran“ contra lo establecido.