14 de septiembre de 2012

Crítica de cine: La guerra de los mundos, de Steven Spielberg

«Nadie habría creído en los primeros años del siglo XXI que nuestro mundo estaba siendo vigilado por inteligencias superiores a la nuestra. Y que mientras los hombres atendían a sus diversos asuntos, éstas les observaban y estudiaban del mismo modo que un hombre puede escudriñar con un microscopio las criaturas que pululan y se multiplican en una gota de agua. Infinitamente satisfechos de sí mismos, los hombres iban y venían por el globo, seguros de dominar el mundo. Pero a través del abismo del espacio, inteligencias frías, vastas y hostiles contemplaban nuestro planeta con ojos envidiosos. Y lentas pero seguras trazaban planes de conquista».
Voz en off del prólogo.
Steven Spielberg no engaña a nadie. Ofrece espectáculo, imagen, en bastantes ocasiones con preferencia a la palabra; su última película, War Horse (Caballo de batalla), podría ser un buen ejemplo de perfecta factura visual y un guión, bueno, más discutible. Y eso si no incluimos la ñoñería con la que a menudo nos empalaga. Pero si algo tiene Spielberg es tablas y una larga trayectoria. Personalmente me gusta más el Spielberg del siglo XXI, el de particulares cuentos de hadas (A.I.: Inteligencia Artificial, 2001), el de historias de redención en nostálgicas aproximaciones al pasado (Atrápame si puedes, 2002), el director comprometido políticamente, a costa de recibir críticas de sus correligionarios (Munich, 2005) y, cómo no, el profeta ambiguo en cuanto a cómo plasmar su propia época en una película de ciencia-ficción (Minority Report, 2002). Precisamente en la película sobre la División Precrimen, basada en un relato corto de Philip K. Dick, sutilmente se apuntaba a los riesgos de la Patriot Act aprobada por el Congreso estadounidense tras los atentados del 11 de septiembre. Con otra película de ciencia-ficción, basada en la novela clásica de H.G. Wells, Spielberg recupera, a mi entender, el eco del 11-S.

Canciones para el nuevo día (994/222): "Lust, Caution (Wong Chia Chi's Theme)"

Alexandre Desplat Score Week (IV):
Lust, Caution (
Wong Chia Chi's Theme)



Disco: Lust, Caution - soundtrack (2007)

13 de septiembre de 2012

Crítica de cine: The frost (La escarcha), de Ferran Audí

¿Cómo superar la muerte de un hijo? Si ya de por sí es duro aceptar tal hecho, ¿qué pasa si además descubres que, en realidad, nunca has querido a ese hijo? Tremenda situación.

Y esto es lo que plantea The frost (La escarcha), opera prima del cortometrajista Ferran Audí y coproducción hispano-noruega y un plantel de actores encabezado por Aitana Sánchez-Gijón. Inspirada en la obra de teatro El pequeño Eyolf de Henrik Ibsen, plantea la situación antes esbozada: la tragedia sacude al matrimonio formado por Rita (Sánchez-Gijón) y Alfred (Trond Espen Seim) cuando su hijo Eyolf, aquejado de una cojera, muere al ahogarse en el mar. ¿Cómo superar un dolor? Pero ambos padres, cada uno a su manera, sufren las consecuencias de la muerte de un hijo en realidad no querido e incluso no deseado. Junto a ello, la película plantea las relaciones de pareja de una manera muy abierta (rozando incluso lo incestuoso), llevando, en definitiva, de la muerte del hijo a la muerte del amor y del matrimonio. 

Canciones para el nuevo día (993/221): "Fantastic Mr. Fox (Great Harrowsford Square)"

Alexandre Desplat Score Week (III):
Fantastic Mr. Fox (Great Harrowsford Square)

Disco: Fantastic Mr. Fox - soundtrack (2009)

12 de septiembre de 2012

Reseña de El mito de Hitler, de Ian Kershaw

«Yo he superado el caos en Alemania, restaurado el orden, incrementado de forma generalizada la producción en todos los sectores de nuestra economía nacional. […] Yo he logrado reintegrar por completo a la producción útil los siete millones de desempleados que tan entrañables resultaban a nuestros corazones, he logrado mantener al campesino en su tierra a pesar de todas las dificultades, y también he logrado recuperar tierras para él, he logrado hacer que florezca de nuevo el comercio alemán, y he conseguido promover tremendamente los transportes. No sólo he unido políticamente al pueblo alemán, sino que, desde el punto de vista militar, también lo he rearmado, y además he tratado de romper, página por página, ese tratado que contenía, en sus 448 artículos, las más elementales violaciones jamás impuestas a las naciones y a los seres humanos. He devuelto al Reich las provincias que nos fueron robadas en 1919. He conducido de nuevo a su patria a los millones de alemanes profundamente desdichados que nos habían sido arrancados. He restablecido la milenaria unidad histórica del espacio vital alemán, y he tratado de hacer todo esto sin derramamiento de sangre y sin infligir a mi pueblo o a otros el padecimiento de la guerra. He logrado todo esto por mis propios medios, como alguien que hace veinte años era un trabajador desconocido y un soldado de su pueblo.»

Discurso de Adolf Hitler, 28 de abril de 1939.
Muchos alemanes de los años 1939-1940 aplaudieron las palabras del Führer. Fueron los años en que la aceptación de la figura del dirigente nazi alcanzó sus cotas más elevadas. Tras la debacle de la Primera Guerra Mundial y el tumultuoso período de la República de Weimar, muchos ciudadanos, aun no considerándose nazis, pudieron sentir que en el Reich alemán había estabilidad. Muchos sintieron que la humillación de Versalles quedaba superada con los logros diplomáticos desde que Alemania abandonó la Sociedad de Naciones en septiembre de 1933 e inició una política agresiva en el exterior, bordeando el conflicto militar, pero no llegando a declarar la guerra… hasta septiembre de 1939. Incluso después, tras las exitosas campañas en Polonia y en la Europa occidental, la popularidad de Hitler entre los alemanes era muy alta. El führer había traído paz, estabilidad, orden, recuperación económica y prestigio allende las fronteras. Alemania volvía a ser poderosa y temida. El mito de Hitler había cosechado sus mejores frutos.

Canciones para el nuevo día (992/220): "The Tree of Life (Circles)"

Alexandre Desplat Score Week (II):
The Tree of Life (Circles)



Disco: The Tree of Life - soundtrack (2011)

Crítica de cine: The Deep Blue Sea, de Terence Davies

¿Qué es el cine? Lo que uno quiere que sea, de entrada. Pero, más allá de lo obvio, ¿qué es el cine? Es magia, sin duda; es talento, también; es una historia, cierto; son sensaciones, evocaciones, sentimientos; anhelos, carencias, dudas, miedos, pasiones... fuertes pasiones, muchas veces. Es palabra y es imagen; es mezcolanza de géneros y texturas, técnicas y colores. Es teatro y es relato. Es silencio y es algarabía. Es imagen. Es palabra. Es... cine.

Londres, principios de los años 50. Hester (Rachel Weisz) sufre y actúa, intenta suicidarse. No lo consigue. Su historia es sencilla pero a la vez compleja. Hester no sabe lo que quiere. Y cuando hace las cosas es posible que no la comprendas. Tú en tu butaca, ella en la pantalla. Casada con un juez, sir William Collyer (Simon Rusell Beale), no es feliz en su matrimonio Mantiene una relación que no va a ninguna parte con Freddie Page (Tom Hiddleston), un aviador, un combatiente de la Segunda Guerra Mundial. Se ha ido a vivir con él. Pero no es feliz: ama demasiado... pero, ¿realmente ama? ¿Es posible que el amor no sea más que lujuria? ¿O el deseo se ha erigido en necesidad? ¿Por qué intenta suicidarse? 

10 de septiembre de 2012

Crítica de cine: Tu vida en 65 minutos, de María Ripoll

De tanto en tanto, apetece repasar películas que viste en su momento. Yo soy mucho de repasar películas (como de releer libros), siempre encuentras detalles que te perdiste o, mejor aún, recuperas anteriores sensaciones, las mejoras o las sustituyes por otras (mejores o peores). Una de esas películas que no tengo en DVD pero que si la emiten por la tele veo de nuevo es Tu vida en 65 minutos. Recuerdo la primera vez que la vi: un mes de agosto de 2006, un viaje a Madrid (ahora mismo no recuerdo para qué), unos cines Renoir de calle Princesa. La película se había estrenado meses atrás y aguantaba en las salas de cine. En Barcelona se me escapó, por el motivo que fuere (cuántas películas sufren esos destinos, que si no vas pronto a verlas desaparecen de tu mapa visual...), pero ese sábado, primera sesión, me apeteció verla. Y me enamoró. Ya no sólo por la intro, sino por esa Barcelona real, la que pateo cada día, la de un domingo como en la película, pero también la de cada día. La que no necesariamente sale en las guías para turistas, la que ves cada día; y si además es con la versión de "In Between Days" de The Obligations como música de fondo, qué mejor... 

Canciones para el nuevo día (991/219): "The Ghost Writer (The Ghost Writer)"

Una de esas semanas temáticas que me gusta hacer... 

 

Alexandre Desplat Score Week (I):
The Ghost Writer (The Ghost Writer)


Disco: The Ghost Writer - soundtrack (2010)

The Ghost Writer

9 de septiembre de 2012

Crítica de cine: El erizo, de Mona Achache

[16-XII-2009]

La elegancia del erizo de Muriel Barbery (Seix Barral) se ha convertido en uno de los libros revelación de este 2009. En Francia, como lo fue Juntos, nada más de Anna Gavalda hace unos pocos años, en una novela de éxito, que combinaba calidad literaria con personajes atractivos. La novela de Muriel Barbery también, con dos personajes, Renée Michel y Paloma Josée, que consiguen establecer con el lector la suficiente empatía como para engancharle en una lectura de haikús, sensaciones y un mundo casi mágico. Y ambas novelas han tenido su particular película.

La película, dirigida por la debutante Mona Achache, realiza una particular versión de la novela, inspirada más que metódicamente basada en ella. Renée (Josiane Balasko), la portera de un edificio de apartamentos aparentemente de alto standing, y Paloma (Garance Le Guillermic), la excéntrica niña hija de un ministro, son dos personajes que se encierran en sí mismos. Renée esconde bajo su arisca piel a una empedernida lectora, mientras que Paloma planea su suicidio para cuando cumpla los 12 años, alienada en su propia familia superficialmente autosatisfecha de los logros de su estatus social). Ambas apenas se conocen, pero la llegada de Kakuro Ozu (Togo Igawa), un nuevo vecino, las acercará. Además, Kakuro y Michel tienen en común su pasión por Tolstói y Ana Karenina

8 de septiembre de 2012

Reseña de El cementerio de Praga, de Umberto Eco


Umberto Eco (1932) ha tenido una suerte desigual con sus novelas desde la publicación de El nombre de la rosa en 1980: ambientada en el siglo XIV, con querellas religiosas, Inquisición y el mundo de los libros de por medio (y un velado homenaje a Sherlock Holmes), cosechó un enorme éxito de público y crítica. Eco se haría de rogar con su segunda novela, El péndulo de Focault (1988), novela de conjuras con el misterio de los templarios en el ajo que dejó a muchos lectores, incluido un servidor, bastante desconcertados. Un desconcierto que se agudizó con La isla del día de antes (1994), que directamente no entendí (o quizá al final desistí de entender). Por ello, leí Baudolino (2000) con interés aunque con pocas pretensiones, y La misteriosa llama de la Reina Loana (2004) ya no cayó en mis manos. Por ello, recibí la publicación de El cementerio de Praga (Lumen, 2010) con ciertas dudas. Dudas que se han disipado con una lectura adictiva y con enorme placer.
 

7 de septiembre de 2012

Crítica de cine: Nine, de Rob Marshall

[22-I-2010]

"Hago películas porque me gusta explicarme a mí mismo".
Federico Fellini (1920-1993)

Me gustan los musicales, desde siempre, los que me habéis leído por ahí lo sabéis. Me atrapan, me enganchan, me seducen, a pesar de su absoluta falta de lógica (¿por qué de pronto unos personajes, sin venir a cuento, de pronto se ponen a cantar y bailar?), de lo predecible de sus tramas y de su inherente punto de irrealidad. Me apasionan desde siempre. Por ello, cuando hace un tiempo se anunció que Rob Marshall iba a dirigir la adaptación cinematográfica de Nine, el musical de Broadway, que ya de por sí es una adaptación (por llamarlo de alguna manera) de Ocho y medio de Fellini (¡Dios nos coja confesados con esta perogrullada!), pues no pude sino alegrarme; viniendo del director de esa pequeña obra maestra que es Chicago (2002), qué más se podía esperar. Pues más, precisamente. Pues el elenco es atractivo: Daniel Day-Lewis, Nicole Kidman, Judi Dench, Sophia Loren, Marion Cotillard, Penélope Cruz, Fergie (la cantante de Black Eyed Peas), Kate Hudson. Y rodado en escenarios italianos. 

Canciones para el nuevo día (990/218): "Mama Roux"

Henry Butler - Mama Roux



Disco: Treme, Season 2: Music From the HBO Original Series - soundtrack (2011)

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6 de septiembre de 2012

Reseña de La edad de los prodigios: terror y belleza en la ciencia del Romanticismo, de Richard Holmes


En abril de 1769, el buque Endeavour capitaneado por James Cook llegó a la isla de Otaheite en el Pacífico sur. Pasado el tiempo, la isla se conocería con su nombre actual, Tahití, y pasaría a estar bajo dominación francesa; pero por aquellos años, durante el primer viaje de Cook (1768-1771), organizado por la Royal Society de Londres con propósitos científicos (la observación del tránsito del planeta Venus sobre el Sol), la isla bien podía presentarse a los navegantes británicos (además de Cook, Samuel Wallis, que visitó la isla apenas un año atrás) y franceses (Louis Antoine de Bougainville también unos meses antes) como un paraíso terrenal. O al menos debió de parecérselo a uno de los hombres con mayor curiosidad científica e intelectual de la ciencia de los últimos trescientos años y que viajaba a bordo del Endeavour: sir Joseph Banks (1743-1820), botánico, explorador y naturalista, quizás algo más que un (gran) personaje secundario en La edad de los prodigios: terror y belleza en la ciencia del Romanticismo, de Richard Holmes (Turner, 2012). O, por lo menos, un personaje con la suficiente envergadura (y no es poco) para intuir que en el medio siglo posterior a su viaje a Tahití, la ciencia daría un enorme paso en Gran Bretaña. Para muchos de los científicos del período que convenimos en llamar Romanticismo, el eco de Isaac Newton comenzaba a quedar algo lejano, siendo aún en muchos aspectos el gran precursor. Y no sólo entre los científicos: una nueva hornada de poetas, de Coleridge a Byron, de Wordwworth a Shelley, se vieron influenciados en su obra por el fuego de la investigación científica; fuego que ellos mismos avivarían y serviría de inspiración para obras como Frankenstein, el moderno Prometeo de Mary Shelley o que tendría repercusión en el Don Juan de lord Byron. 

Canciones para el nuevo día (989/217): "Bei Mir Bist Du Schoen"

Janis Siegel - Bei Mir Bist Du Schoen



Disco: Swing Kids - soundtrack (1993)

5 de septiembre de 2012

"Non Nobis, Domine": una secuencia cinematográfica

Os habréis cansado de leerme... Henry V (Kenneth Branagh, 1989) es una de mis películas favoritas: me entusiasmó, maravilló y emocionó hace ya más de veinte años (aún guardo con cariño la cinta en VHS, aunque ya no tengo video, que grabé de cuando la emitieron por la 2). Una película eminentemente teatral, con un  Branagh curtido en las tablas, pero primerizo en la pantalla cinematográfica: aquí se le nota la influencia de maestros como Laurence Olivier y John Gielgud. Y junto a él, Derek Jacobi (el narrador), Brian Blessed (Augusto en Yo Claudio, haciendo del duque de Exeter), Richard Briers, Michael Maloney, Paul Scofield (como el rey francés Carlos VI), una joven Emma Thompson (como la princesa Catalina de Valois), etc. 

Canciones para el nuevo día (988/216): "Titus (Finale)"

Elliot Goldenthal - Titus (Finale)



Disco: Titus - soundtrack (1999)

4 de septiembre de 2012

Crítica de cine: ¿Hacemos una porno?, de Kevin Smith

[22-VI-2009]

En 1994 Kevin Smith, un joven y desconocido director de cine, realizó Clerks, su opera prima, ambientada en un badulaque de Nueva Jersey durante un día. El protagonista era Dante Hicks (Brian O'Halloran), un joven perdedor que no sabe lo que quiere de la vida, bien acompañado de su amigo Randal (Jeff Anderson), que pasa más tiempo en el antro de Dante que en su propio curro, y a menudo "asaltados" por dos camellos de tres al cuarto, Jay (Jason Mewes) y Bob el Silencioso (el propio Kevin Smith). A través de unos diálogos ágiles y ácidos, Smith nos planteaba la situación de una serie de individuos sin rumbo en una ciudad de Nueva Jersey, estado natal del director y escenario de todas sus películas. La película, de reducidísimo presupuesto (se hizo en blanco y negro para ahorrar costes) fue un éxito y le abrió las puertas al amigo Kevin para nuevas realizaciones: la prescindible Mallrats (1995), la soberbia Persiguiendo a Amy (1997, su mejor película hasta ahora), la irreverente Dogma (1999, con la que me reí muchísimo), la gamberra Jay y Bob el silencioso contraatacan (2002) y Una chica de Nueva Jersey (2004, que no he visto). Vistos sus últimos batacazos (sobre todo en crítica), Kevin Smith decidió en 2006 recuperar a los personajes de su primera película y realizó Clerks II, divertida pero algo falta de la chispa inicial. Y ahora, vuelve a la comedia gamberra y procaz con ¿Hacemos una porno?

Canciones para el nuevo día (987/215): "Let's Make A Night To Remember"

Bryan Adams - Let's Make A Night To Remember



Disco: 18 til I Die (1996)

File:Bryan Adams 18 Til I Die.jpg

3 de septiembre de 2012

Reseña de Por no mencionar al perro, de Connie Willis


Recuerdo como si fuera ayer (bueno, hace ya ocho veranos) cuando cayó empecé a leer Tránsito, la primera de las novelas de Connie Willis que cayó en mis manos. Recuerdo perfectamante la lectura de las primeras páginas, un domingo muy de mañana, porque ese día había quedado con un amigo vallisoletano que había venido a la Ciudad Condal de vacaciones con su novia (barcelonesa ella), un amigo que conocí en las ondas cibernéticas, en foros que ya no existen, y que luego conocí en persona; un amigo interesado como yo en la Historia, pero a quien no se le caían los anillos por meterse en foros de ciencia o religión, y a ser posible de ambas cosas a la vez. Un amigo que me preguntó de qué iba la novela de la Willis (ciencia ficción en torno a las experiencias cercanas a la muerte [ECM] y el hundimiento del Titanic como metáfora de una mente que se apaga). Un saludo desde aquí, José Luis. Disfruté muchísimo con Tránsito, la releí unos años después y volvió a engancharme. Un año y pico después se publicó la edición en bolsillo de El Libro del Día del Juicio Final, que también tiene su historia: tuve que comprarlo dos veces, pues el primer ejemplar me lo robaron (junto con la mochila en el que estaba metido, amén de bastantes cosas más; me parece que estoy repitiendo otra vez esta batallita...). Otra lectura que me atrapó. Y desde entonces, novelas de Connie Willis que se publicaban en ediciones de bolsillo, novelas que compraba, leía e incluso releía pasado un tiempo.