Quizá uno se haga más viejo y empiece todo a resbalarle un poco. O quizá hay días que te levantas con el pie derecho y lo que antes te enervaba ahora le das la vuelta y ves las cosas buenas; si las hay, claro. En mi caso, anoche pillé en uno de esos canales digitales la película Troya de Wolfgang Petersen (2004). Recuerdo cuando se estrenó por estos lares, la sensación de cabreo que me despertó la película en su primera hora, el momento clímax de más o menos la mitad del metraje (Héctor matando a Menelao; supera eso...) y las cosillas más o menos interesantes, a cuentagotas (me parecía entonces), que había en la última hora y pico. Pero entonces, en su estreno, predominó el cabreo, la sensación de que te la han vuelto a clavar (y hasta el fondo). Se podría argüir: "a ver, muchacho, ¿pero no te lo esperabas acaso? Wolfgang Petersen, tan sutil como un elefante en una cacharrería; Brad Pitt, que en el tráiler dando saltitos y con esa melena rubia oxigenada daba yuyu; y cientos de naves infografiadas en el mar. ¿De qué te sorprendes?".
23 de agosto de 2012
Canciones para el nuevo día (979/207): "It's all right"
Marlango - It's all right
Disco: Marlango (2004)
22 de agosto de 2012
Crítica de cine: Il Divo, de Paolo Sorrentino
[19-XII-2008]
Anoche la visioné. Entre los muchos sobrenombres
que se ha ganado Giulio Andreotti (1919) a lo largo de su carrera
política comop destacado líder de Democrazia Cristiana, Paolo Sorrentino
ha escogido éste para titular su película: una muestra de cine
político, de denuncia y de biopic a un mismo tiempo sobre la figura de
Andreotti. Con todo, el guionista y director ha seleccionado un momento
determinado: los años 1989-1992, el séptimo y último gobierno de
Andreotti. Un período en el que se destaparon numerosos casos de
corrupción (precedente de Manos Limpias) y que lastraron ya de por sí
la carrera política de un Andreotti que, desde 1991, es senador
vitalicio.
La película arranca con un remedo de glosario en el que se mencionan algunas de las hazañas de Andreotti: su negativa a negociar con las Brigadas Rojas, que secuestraron y asesinaron a Aldo Moro, colega de partido y también primer ministro; su pertenencia a la logia P2, por la que asimismo pasó Berlusconi; sus contactos con Cosa Nostra (caso de Toto Riina, por ejemplo), que él siempre negó a pesar de todas las sospechas fundadas; sus implicaciones en el caso Targentopoli, que fue la chispa de la caída de numerosos políticos, acusados y condenados por corrupción, etc.
La película arranca con un remedo de glosario en el que se mencionan algunas de las hazañas de Andreotti: su negativa a negociar con las Brigadas Rojas, que secuestraron y asesinaron a Aldo Moro, colega de partido y también primer ministro; su pertenencia a la logia P2, por la que asimismo pasó Berlusconi; sus contactos con Cosa Nostra (caso de Toto Riina, por ejemplo), que él siempre negó a pesar de todas las sospechas fundadas; sus implicaciones en el caso Targentopoli, que fue la chispa de la caída de numerosos políticos, acusados y condenados por corrupción, etc.
Canciones para el nuevo día (978/206): "Mucho mejor (Hace calor)"
Los Rodríguez ft. Coque Malla - Mucho mejor (Hace calor)
Disco: Palabras más, palabras menos (1995)
21 de agosto de 2012
Crítica de cine: Gordos, de Daniel Sánchez Arévalo
[12-IX-2009]
Daniel Sánchez Arévalo nos dejó maravillados con su opera prima, Azuloscurocasinegro
(2006), una película con un guión impecable, una trama sobre las
segundas oportunidades, el compromiso y los sueños inalcanzables. Y
ahora nos trae Gordos, una
ambiciosa película que, a pesar de algunas deficiencias, demuestra que
Sánchez Arévalo se ha convertido en un más que solvente cineasta.
Nos encontramos ante una película coral. Una serie de obesos, a cada cual más peculiar –Enrique, el farsante y complicado vendedor de productos para adelgazar (Antonio de la Torre); Andrés, el CSI que parece vivir feliz con su gordura (Fernando Albizu); Sofía, la tildada de "monja feliz" (Leticia Herrero), y Leonor, la mujer con un problema aparte del peso (María Morales)–, acude a la terapia de un peculiar especialista (Roberto Enríquez). Todos quieren perder peso, por diversos motivos, pero, como les dice Abel, el terapeuta, la obesidad es consecuencia de un estilo de vida y de problemas emocionales. Por otro lado, Paula (Verónica Herrero), esposa de Abel, embarazada, se preocupará de ayudar a la hija de Andrés, Nuria (Marta Martín), cuya obesidad afecta a diversos aspectos de su vida personal (hermano capullo, Luis (Adam Jeziersky), incluido). Y para rematar la cosa, Pilar (Pilar Castro), esposa del socio de Enrique, se siente atraída por éste, aunque sabe perfectamente que es un más que peculiar homosexual.
Nos encontramos ante una película coral. Una serie de obesos, a cada cual más peculiar –Enrique, el farsante y complicado vendedor de productos para adelgazar (Antonio de la Torre); Andrés, el CSI que parece vivir feliz con su gordura (Fernando Albizu); Sofía, la tildada de "monja feliz" (Leticia Herrero), y Leonor, la mujer con un problema aparte del peso (María Morales)–, acude a la terapia de un peculiar especialista (Roberto Enríquez). Todos quieren perder peso, por diversos motivos, pero, como les dice Abel, el terapeuta, la obesidad es consecuencia de un estilo de vida y de problemas emocionales. Por otro lado, Paula (Verónica Herrero), esposa de Abel, embarazada, se preocupará de ayudar a la hija de Andrés, Nuria (Marta Martín), cuya obesidad afecta a diversos aspectos de su vida personal (hermano capullo, Luis (Adam Jeziersky), incluido). Y para rematar la cosa, Pilar (Pilar Castro), esposa del socio de Enrique, se siente atraída por éste, aunque sabe perfectamente que es un más que peculiar homosexual.
Canciones para el nuevo día (977/205): "The Best"
Tina Turner - The Best
Disco: Foreign Affair (1989)
20 de agosto de 2012
Boss: Shakespeare se pasea por Chicago
El pasado viernes se estrenó la segunda temporada de Boss (Starz) en Estados Unidos y, aunque se trata de una serie digamos corta (ocho episodios en la primera tanda), ya ha entrado en lo que podría ser el canon personal de ficción televisiva de calidad. La primera temporada se estrenó a finales de octubre de 2011 y llegó a tiempo para las nominaciones de los Globos de Oro, compitiendo, en cuanto a serie política, con Homeland, que finalmente se llevó el premio a mejor serie dramática; a cambio, Kelsey Grammer se alzó con el Globo de Oro al mejor actor de serie dramática... premio más que merecido. Inexplicablemente, Boss no ha entrado en las nominaciones para los Premios Emmy 2012 que se entregan el septiembre. Y digo inexplicablemente porque la serie, por su calidad, bien merecía estar en la carrera, aunque todas las apuestas estén con Homeland, que estoy convencido que ganará (rompiendo el dominio de Mad Men de 2007 a 2010); además, si se achaca a falta de memoria por parte de los que nominan, esta serie y Homeland son prácticamente coetáneas, y bien que la ficción de Howard Gordon y Alex Gansa ha recibido multitud de candidaturas.
Crítica de cine: Gran Torino, de Clint Eastwood
[8-III-2009]
Pues anoche me acerqué a verla al cine, ganas le
tenía y me resultaba al final más cómoda la butaca del cine que la de mi
casa. Aunque el doblaje al castellano, en el caso de los hmonk, es
bastante pésimo...
Cuando se estrenó El intercambio (Changeling) andaba yo divagando sobre el carácter artesanal de Clint Eastwood. También debería comentar su componente currante, que a sus casi 79 años aún le hace más grande: en los últimos tres años ha producido y estrenado cuatro películas (Banderas de nuestros padres, Cartas desde Iwo Jima, la del cambiazo y ahora Gran Torino) y el tipo sigue ahí, metido en la producción de un biopic de Nelson Mandela, y a saber qué le traerá el futuro. Y dijo que esta última que comentamos ahora sería la última en la que aparecería como actor protagonista. Y tras el visionado, creo que la afirmación de Eastwood está plenamente confirmada; y no porque sea una mala actuación la suya, al contrario, sino porque la sensación que le queda a uno es la de haber visto la despedida crepuscular de uno de los grandes de Hollywood.
Cuando se estrenó El intercambio (Changeling) andaba yo divagando sobre el carácter artesanal de Clint Eastwood. También debería comentar su componente currante, que a sus casi 79 años aún le hace más grande: en los últimos tres años ha producido y estrenado cuatro películas (Banderas de nuestros padres, Cartas desde Iwo Jima, la del cambiazo y ahora Gran Torino) y el tipo sigue ahí, metido en la producción de un biopic de Nelson Mandela, y a saber qué le traerá el futuro. Y dijo que esta última que comentamos ahora sería la última en la que aparecería como actor protagonista. Y tras el visionado, creo que la afirmación de Eastwood está plenamente confirmada; y no porque sea una mala actuación la suya, al contrario, sino porque la sensación que le queda a uno es la de haber visto la despedida crepuscular de uno de los grandes de Hollywood.
Canciones para el nuevo día (976/204): "These Boots Are Made For Walkin'"
Nancy Sinatra - These Boots Are Made For Walkin'
Disco: Boots (1966)
17 de agosto de 2012
En torno a A dos metros bajo tierra (y II)
Volvamos por un momento a American Beauty, la madre del cordero. La película exploraba sin ambages, y en momentos de cambio de milenio, temas como la liberación personal, la incomunicación del matrimonio (ese muro casi insalvable); el viaje (quizá el trance o incluso el trauma) a través de la adolescencia, la búsqueda de una felicidad que vaya más allá del éxito económico, por muchos sofás de seda italiana o coches caros que comprases, y que nunca alcanzabas; la familia (el gran tema americano); la vida en un barrio residencial (anticipando la desesperación de Betty en Mad Men, continuando la tradición literaria norteamericana de mediados del siglo XX, de Richard Yates a John Cheever). Carolyn (Annette Bening) simbolizaba ese apariencia ("para triunfar hay que proyectar una imagen de éxito en todo momento", le decía Buddy Kane, 'el rey del inmueble', el espejo en el que ella se miraba), que sin embargo no enmascara la insatisfacción, el miedo y, a la postre, el fracaso. Por su parte, Lester (Kevin Spacey) se liberaba de las trabas de un trabajo que existencialmente no le aportaba nada, mientras buscaba en un restaurante de comida rápida esa ausencia de responsabilidad que, ya en la madurez, el cuerpo le pide, así como la necesidad de escapar, de romper barreras, incluso personales. Como luego se desarrolló en A dos metros bajo tierra, la fantasía era la válvula de escape, la desconexión, siquiera momentánea, que Lester encontraba en el personaje de Angela (Mena Suvari, no es casual su presencia en algunos capítulos de la serie), la amiga de su hija Jane (Thora Birch). La belleza se mostraba como algo cercano pero al mismo tiempo incalzanble. Es inevitable recordar estas secuencias de la película, estos temas: todos ellos, y algunos más, aparecen de un modo u otro en A dos metros bajo tierra.
Crítica de cine: El buen pastor, de Robert de Niro
[5-IV-2007]
Anoche fui a ver esta película, la segunda de Robert de Niro tras la
cámara (reservándose un pequeño pero importante papel). ¿Y de qué va? Los
inicios de la CIA, aunque la trama, más que de espías, que también va
de ello, trata sobre todo de personas. Personas que toman decisiones en
su vida, para bien o para mal, decisiones que provocan consecuencias y
con las que hay que vivir, adpatándose a ellas cueste lo que cueste.
El protagonista es Edward Wilson (Matt Damon), uno de los fundadores (ficticios, imaginamos), desde abajo, de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en 1947. Pero la película va más allá, tanto en el tiempo (comienza en 1961, tras el fracaso de la invasión de Cuba en Bahía de Cochinos) como en el espacio (Estados Unidos, Reino Unido, la URSS). Escogido para tareas de contraespionaje entre los alumnos más destacados de la universidad de Yale, y perteneciente a la sociedad secreta Skulls and bones, Wilson entra de lleno en el espionaje de la Alemania nazi en los años de la Segunda Guerra Mundial, para luego reclutar a ex-nazis para hacer frente a la creciente amenaza de la URSS en los tiempos de la Guerra Fría. Al mismo tiempo, Wilson se casa con la hija de un senador (Angelina Jolie), de penalty, mientras sus amoríos están por otros lados. Hombrte callado y reservado, a lo largo de las décadas de convierte en el alma de la CIA, habiendo dejado atrás a amigos, mentores e ideales. La lucha entre una vida personal pobre y casi muerta, y el apasionante trabajo, es una de las que mantiene Wilson, al tiempo que desde su puesto de mando ha de luchar contra los espías que la KGB soviética trata de inocular en su entorno.
El protagonista es Edward Wilson (Matt Damon), uno de los fundadores (ficticios, imaginamos), desde abajo, de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en 1947. Pero la película va más allá, tanto en el tiempo (comienza en 1961, tras el fracaso de la invasión de Cuba en Bahía de Cochinos) como en el espacio (Estados Unidos, Reino Unido, la URSS). Escogido para tareas de contraespionaje entre los alumnos más destacados de la universidad de Yale, y perteneciente a la sociedad secreta Skulls and bones, Wilson entra de lleno en el espionaje de la Alemania nazi en los años de la Segunda Guerra Mundial, para luego reclutar a ex-nazis para hacer frente a la creciente amenaza de la URSS en los tiempos de la Guerra Fría. Al mismo tiempo, Wilson se casa con la hija de un senador (Angelina Jolie), de penalty, mientras sus amoríos están por otros lados. Hombrte callado y reservado, a lo largo de las décadas de convierte en el alma de la CIA, habiendo dejado atrás a amigos, mentores e ideales. La lucha entre una vida personal pobre y casi muerta, y el apasionante trabajo, es una de las que mantiene Wilson, al tiempo que desde su puesto de mando ha de luchar contra los espías que la KGB soviética trata de inocular en su entorno.
16 de agosto de 2012
En torno a A dos metros bajo tierra (I)
«Six Feet Under se refiere no solo a ser enterrado como un cadáver, sino
a aquellas emociones y sentimientos que se mueven bajo la superficie.
Cuando uno se encuentra rodeado de muerte existe la necesidad de tener
experiencias de una cierta intensidad que sirvan de contrapeso... una
necesidad de escaparse. Es el caso de Nate siendo mujeriego, es el caso
de Claire y su experimentación sexual, es Brenda y su compulsión sexual,
es David y su homosexualidad, es Ruth teniendo varias relaciones: es la
vida que trata de abrirse paso a través de todo ese sufrimiento, dolor y
depresión para seguir adelante». (Alan Ball)
Aunque acaba resultando un ejercicio cansino para el espectador (será por variedad...), Paramount Channel suele repetir sus películas. Hace un par de días emitió, again, American Beauty (Sam Mendes, 1999). Grandísima película, no hay motivo para quejarse. Y de hecho me sirve de excusa para comentar cuartro cosillas de la serie que en gran parte bebe de esta película, pues no en balde es Alan Ball el guionista de la película y el creador de la ficción televisiva llamada A dos metros bajo tierra (Six Feet Under, HBO, 2000-2005). LA serie por antonomasia, por ahora y por siempre jamás. Y por muchas hipérboles que servidor quiera añadir. No sólo de esta serie vive el hombre que esto escribe (la ficción televisiva es amplísima), y es cierto que en un hipotético podio estaría la serie de Ball junto con Mad Men y El ala oeste de la Casa Blanca (sin distinguir puestos), pero es de esas pocas series que me apetece revisitar; y aunque su secuencia final (ojo, semi-spoiler) sea vista en innumerables ocasiones, no por ello dejan de manar las lágrimas con su rememoración.
15 de agosto de 2012
Crítica de cine: El legado de Bourne, de Tony Gilroy
"Siempre hubo más de uno". Porque tú lo digas...
Bueno, alguna historia tenían que inventarse para hacer un Bourne sin
Jason Bourne. En esta era de reboots
(batmans, spidermans, supermans, xmens, totalrecalls, jamesbonds...),
en la que el taquillaje lo es todo, Tony Gilroy, coguionista de la saga
Bourne, tira adelante con la franquicia habiendo dejado hundiéndose (y
resurgiendo) a Jason Bourne en el fondo del mar. Ante un syntax error,
buscamos programa nueva, reiniciamos el sistema y voilà!,
tenemos a Aaron Cross (Jeremy Renner): un agente modificado
genéticamente (¿para qué? no te lo dicen o si lo hacen se quedan en las
medias tintas de la irresolución) que encuentra, desde la lejana Alaska
(si te vas a entrenar solitario que sea en un sitio donde no te
encuentres a nadie en quinientas millas a la redonda), que lo buscan
paar eliminarlo. Treadstone, Blackbriar, Pamela Landy, Noah Vosen, el
profesor Hirsch y Jason Bourne, todo, se van al garete y hay que borrar
todo rastro antes de que la cosa le estalle en la cara a las múltiples
agencias de inteligencia, contraterrorismo y lo que se oculte hasta
debajo de las piedras. Y el objetivo ahora es Cross, Aaron Cross.
14 de agosto de 2012
Reseña de La ciudad de los prodigios, de Eduardo Mendoza
La relectura es uno de esos placeres que en ocasiones decepciona ("¿cómo me pudo gustar esto?") pero que también suele confirmar sensaciones del pasado. Releer una buena novela cada cierto tiempo depara sorpresas, matices que antes no se habían captado y que ahora te disparan a bocajarro; secuencias que te habían mantenido en vilo y que al recuperarlas te siguen dejando con el corazón en un puño. Cada vez son menos las novelas (como las películas) que aguanten una segunda lectura (o visionado). La literatura de larga distancia, aquella que se conserva por muchos años, décadas o siglos que pasen, aquellos libros que acaban adquiriendo la etiqueta de «clásicos», cada vez cuesta encontrarla. Sí, es cierto, están los clásicos que todos conocemos, los antiguos y los modernos, pero ¿cuántas de las novelas que se han publicado en los últimos treinta años serán clásicos en los próximos cien? ¿O cuántas películas de la última década conseguirán ese estatus, como en su momento lo hicieron Ciudadano Kane, Con la muerte en los talones o El crepúsculo de los dioses? Para mí, Magnolia de Paul Thomas Anderson ya es un clásico, pero si me preguntan por otros títulos, tengo que pensármelo. Y está de más decir que Anna Karenina de Tolstói ya es un todo clásico en la literatura, como El guardián entre el centeno de Salinger o Lolita de Nabokov. Actualmente yo añadiría Una mujer difícil de John Irving, El día que murió Marilyn de Terenci Moix... y La ciudad de los prodigios de Eduardo Mendoza.
Canciones para el nuevo día (972/200): "Rumor has it / Someone like You"
Gleek Week (II): Rumor has it / Someone like You
13 de agosto de 2012
Crítica de cine: Deseo, peligro, de Ang Lee
[15-XII-2007]
Estarán muchos de acuerdo conmigo en que Ang Lee
es uno de los directores más polifacéticos de las última décadas. No hay
más que mirar su carrera desde que salió de Hong Kong a principios de
los 90: el retrato de la Inglaterra pre-victoriana (Sentido y sensibilidad), una ácida visión de los USA nixonianos (La tormenta de hielo), un western atípico (Cabalga con el diablo), una visión a lo matrix del cine de artes marciales (Tigre y dragón), una introspectiva y atormentada puesta en escena del cine de superhéroes (Hulk) y una historia de amor homosexual entre dos vaqueros modernos estadounidenses (Brokeback Mountain). Y ahora nos llega Deseo, peligro,
llamada a ser una de las películas del año, multipremiada y con muchas
posibilidades en los próximos Oscars (donde puede acumular
nominaciones).
Película de intriga y suspense, retrato histórico del Shanghai ocupado por los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial (y antes), Deseo y peligro es sobre todo un drama sobre la pasión, sobre el control que la pasión ejerce sobre las personas y sobre sus consecuencias. Pues en esta película, más aún que en Brokeback Mountain, Ang Lee ahonda en la sexualidad, mostrada de un modo descarnado, explícito (duras escenas de pasión sexual entre los dos protagonistas) y sin complejos.
Película de intriga y suspense, retrato histórico del Shanghai ocupado por los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial (y antes), Deseo y peligro es sobre todo un drama sobre la pasión, sobre el control que la pasión ejerce sobre las personas y sobre sus consecuencias. Pues en esta película, más aún que en Brokeback Mountain, Ang Lee ahonda en la sexualidad, mostrada de un modo descarnado, explícito (duras escenas de pasión sexual entre los dos protagonistas) y sin complejos.
Canciones para el nuevo día (971/199): "Moves Like Jagger/Jumping Jack Flash"
Covers...
Gleek Week (I): Moves Like Jagger/Jumping Jack Flash
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