Mar Coll (n. 1981) es, a pesar de su juventud,
una directora de cine madura en la concepción de sus historias y en el modo de presentárselas al espectador. Surgida de la cada vez más influyente cosecha de la Escola Catalana de Cinema (ESCAC), como Kike Maíllo o Juan Antonio Bayona, ya
demostró talento con Tres dias con la familia
en 2009 y vuelve con una película que en muchos sentidos es parecida a
su ópera prima. Lo interesante de su, por ahora breve filmografía, es
esa mirada sobre un tema tan manido como es la familia. Es curioso, por
otro lado, como recientemente el cine español pone de nuevo su atención
en el concepto de la familia desde puntos de vista muy diversos: Daniel
Sánchez Arévalo en La gran familia española) con un tono festivo, Álex de la Iglesia y ese particular matriarcado en Las brujas de Zugarramurdi, los hermanos Pastor en la construcción de una joven familia en Los últimos días, Gracia Querejeta y un estilo más convencional en 15 años y un día... La familia quizá nunca haya estado tan presente en el cine español actual... o quizá nunca haya dejado de estarlo.
Geni (excepcional Nora Navas) sufre, un año después, las secuelas
físicas y especialmente emocionales de un severo accidente de coche. Su
vida ya no volverá a ser igual, y no sólo por esa rodilla afectada y qe
la obliga a cojear. Su mente, su psique, ya no es la misma: cambios de
humor, lagunas de memoria, una tartamudez que le sobreviene cuando se
pone nerviosa y sobre todo una fragilidad que la cohíbe, que la fractura
por dentro. El título de la película es más que elocuente: la familia
de Geni, burguesía barcelonesa acomodada, tratan de ayudarla y desean
que se recupere, pero en realidad lo hacen más figurada que
literalmente. A unas hermanas voluntariosas pero algo distantes (Clara
Segura, Àgata Roca) y un padre que no acaba de entender lo que pasa por
la mente de su hija, se añade un marido, Dani (Pau Durà), que trata a
Geni como si fuera una hija, más que como su esposa. Todos se preocupan
por Geni, desde luego, pero no entienden qué quiere la propia Geni. Y
ella quiere recuperar el tiempo perdido o volver a los tiempos de la
primera adultez. El encuentro en una entrevista de trabajo con Mariana,
una amiga de quince años atrás (Valeria Bertuccelli), destapará para
Geni los deseos, las dudas, los miedos y especialmente el deseo de huir,
de evadirse, de desaparecer.
Película que comienza con un notable interés, Todos queremos lo mejor para ella
evoluciona en su desarrollo hacia una extraña distancia del espectador
respecto la protagonista... o esa ha sido mi sensación. El espectador es
prácticamente el único que ve a Geni en toda su complejidad: nadie más
podrá entender qué pasa por su cabeza, qué dudas tiene, cómo es la
soledad que hierve en su interior y que la fuerza a dar el paso
definitivo. Y, sin embargo, no he podido empatizar del todo con el
personaje... y eso que lo tenía todo a favor, pues Geni no da lástima,
pero tampoco me emociona. Comprendo sus frustraciones, pero espero de
ella, ya a los treinta y ocho años (mi misma edad), algo más que una
huida constante hacia adelante. Pues lo tiene todo para conseguirlo, o
al menos lo parece: una posición desahogada, una familia preocupada,
toda la vida por delante para superar los traumas... Probablemente estoy
siendo injusto con el personaje que ha creado Mar Coll. Pero a medida
que avanzaba la película me he sentido más desconcertado que preocupado
por Geni. Y también probablemente el problema se más mío, en mi relación
con el personaje, que de la película. También es cierto que la
focalización de la atención en Geni deja a los demás personajes en un
segundo plano (quizá con la excepción de Dani, el marido), especialmente
en el caso de la hermana pequeña con una peculiar (y rozando la
adolescente) manera de ser, o el padre, un patriarca que ya en la mirada
ves que no entiende a sus hijas. Luego está el caso de Mariana, que
causa una cierta antipatía con su desastrado estilo de vida, sin que
tampoco te den más pistas de por qué ella es así. En última instancia se
podría decir que las vidas de estos burgueses acomodados te importan
poco...
Interesante película, con todo, aunque el desconcierto planea sobre la
misma en gran parte de su metraje. Y que demuestra que, a sus treinta y
dos años, Mar Coll es una directora a seguir. Sin dudarlo.
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