Docudrama, más que película, no tanto sobre el
asesinato de Kennedy sino sobre el dia del mismo (y los dos siguientes),
el 22 de noviembre de 1963, y tomando a algunos personajes como
protagonistas. Lo cierto es que si has leído Muerte de un presidente
de William Manchester no vas a encontrarte mucho más. De hecho, es la
recreación de los acontecimientos inmediatamente posteriores al
aesinato: la llegada del cuerpo al Parkland Memorial Hospital de Dallas y
los intentos infructuosos para salvar la vida de Kennedy; la grabación
del asesinato en la famosa cinta de Abraham Zapruder y cómo afectó a
este todo el asunto; el secuestro del cádaver del presidente por el
Servicio Secreto y el traslado a Washington en avión; la detención de
Oswald y la conversación de este con su hermano Robert, además de la
idea de su madre Marguerite de que Oswald era un agente al servicio del
gobierno de los Estados Unidos; el descubrimiento en la oficina del FBI
de Dallas de que Oswald habló con un agente local; el asesinato del
presunto asesino del presidente en los sótanos del Departamento de
Policía de Dallas, ante las cámaras de todo el mundo; su entierro,
paralelo al de Kennedy, pero en un lugar apartado, y el inicio de la
estigmatización social de la familia Oswald.
Peter Landesman dirige y escribe el guión de una película que a muchos
les resultará prescindible y que no aporta nada nuevo. No entra en la
cuestión de las causas del asesinato ni en el enigma de cuántos
tiradores hubo en la Plaza Dealey; no es su propósito, sino que se
preocupa por mostrar esas horas posteriores al magnicidio desde diversos
puntos de vista: los médicos y enfermeras del Parkland Memorial,
agentes del Servicio Secreto, el hermano de Oswald, el agente del FBI
que habló con Oswald semanas antes del asesinato, el oficinista que
grabó la famosa secuencia del asesinato. Todo ello con un estilo
aséptico, sin buscar la controversia, aunque inevitablemente uno se la
encuentra: el rechazo que recibe Robert Oswald por parte de la policía
de Dallas, el modo en el que el Servicio Secreto se lleva el cadáver de
Kennedy, violando las leyes de Texas, el morbo mediático alrededor de la
película de Zapruder, la ocultación de pruebas del FBI en torno al
hecho de que tuvieron a Oswald en su oficina de Dallas antes del
magnicidio. Todo ello, insisto, no es nuevo, y sin embargo resulta
interesante ver la reconstrucción/recreación de los hechos. Como si
estuvieras un documental, aunque con actores, y algunos de ellos de
prestigio. Y como si fuera más un producto pensado para la TV que para estrenar en una sala de cine.
Interesante... esto... docudrama, pero que me parece que pasará bastante
desapercibido en este 50º aniversario del asesinato de John F. Kennedy.
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