No estaba yo predispuesto a ver esta película
cuando se estrenó hace un mes; de hecho iba a dejarla pasar. Pero se
presentó la oportunidad de verla y me dije ayer tarde-noche "¿por qué
no?". Tener unas expectativas bastante bajas ayudó a que me sentara
delante de la pantalla para tragarme, no lo que fuera, sino al menos que
me hicieran pasar un rato entretenido. Saturado de zombis por aquí y
por allí (por ahora me resisto a series como The Walking Dead), pero al mismo tiempo interesado en apuestas que se salgan de lo convencional (series como Les Revenants o In the Flesh)
y que utilicen la metáfora del zombi para reflexionar sobre la propia
condición humana, tenía claro que la película de Marc Forster no me iba a
aportar gran cosa o que incidiera en aspectos sociológicos. No, te
presentan un blockbuster de verano y ves eso. Ni más ni menos. Pero podría haber sido mucho peor.
Guerra Mundial Z se basa muy ligeramente en la novela homónima de Max Brooks. Huye del componente coral de la narración de este texto y prefiere centrarse en un personaje; en un héroe, más bien. Brad Pitt produce y protagoniza una película de acción hecha a su medida. Ha habido muchos rumores, dimes y diretes, acerca de que Pitt obligó a Forster a volve a rodar algunas secuencias; que el guión ha sido reescrito en diversas ocasiones y que el resultado peca de deslavazado. Sobre esto último hay ciertas bases. La acción (por partida doble) comienza prácticamente ha empezado la película: Gerry Lane (Pitt), antiguo "empleado" de Naciones Unidas, viaja con su familia por las calles de Filadelfia cuando de pronto ruge la marabunta: los zombis invaden la ciudad, atacan a su población, expanden su virus. Y es un proceso a nivel mundial... e irreversible. A partir de aquí la trama deviene trepidante, alternando secuencias de acción más convencionales (el escape a través del edificio en Filadelfia, la estancia en Corea del Sur, el ataque en el avión camino a Gales, la opresiva secuencia en el centro de la OMS de Cardiff) con aquellas imágenes de efectos especiales con la que nos han bombardeado en las promos: la invasión zombi en las grandes ciudades y la larga secuencia en Jerusalén con esas masas de zombis tratando de superar el muro que rodea la ciudad. Es interesante la reflexión que se puede realizar del hecho de que sea en Israel donde se actuara cerrando a cal y canto la ciudad, elevando altos muros para separar a los no-muertos de la población humana (sin distinguir entre israelíes y palestinos). Por otro lado, la película indaga, aunque sin profundizar, en las causas de la invasión zombi y no trata de llegar a una explicación simple. La indefinición es la respuesta... y ello resulta más inquietante si cabe.
Los peros de la película: la personalización en un único héroe, que es Gerry. Omnipresente, invencible, clarividente y demasiado perfecto. Entendemos su lucha por querer proteger a su familia por encima de todo. Comprendemos sus miedos y reticencias. Nos cansa, sin embargo, que tenga respuestas para todo y todo le salga de fábula. Las masas zombis contra el héroe humano, el único de su especie que parece seguir un camino. Mientras la masa zombi es anónima pero unida en su objetivo de alimentarse de humanos frescos y expandir su virus, los humanos se muestran divididos e incluso torpes (la secuencia en Jerusalén es más que evidente). Tiene que ser Gerry/Pitt, héroe solar por antonomasia, quien realiza su viaje de descubrimiento y consolidación, quien acabe triunfando. Y eso a priori resulta interesante... pero también cogido por los pelos. El guión es simplista y se perciben problemas de montaje de la película, como si algunas secuencias fuesen cortadas y otras alargadas en exceso. Demasiada intensidad al principio, un ritmo rápido, casi sin dejar respirar al espectador, y una resolución demasiado rápida en el tramo final. En ciertos momentos me ha recordado a La guerra de los mundos de Steven Spielberg (2005), con un ritmo parecido, pero sin llegar a apuntar las implicaciones socioculturales de esta última película.
Y sin embargo es una película de acción muy digna... como lo que es. No se aprovecha la metáfora zombi pero tampoco se camela (demasiado) al espectador: la esperanza es débil y el ser humano tiene una lucha titánica ante sí. Se abusa del arquetipo del héroe, es cierto, pero tengo la sensación de que en manos de un director más pirotécnico el resultado habría sido mucho peor. Tendremos que agradecérselo a Marc Forster, aunque nos quede la sensación de que no se puso toda la carne en el asador.
Guerra Mundial Z se basa muy ligeramente en la novela homónima de Max Brooks. Huye del componente coral de la narración de este texto y prefiere centrarse en un personaje; en un héroe, más bien. Brad Pitt produce y protagoniza una película de acción hecha a su medida. Ha habido muchos rumores, dimes y diretes, acerca de que Pitt obligó a Forster a volve a rodar algunas secuencias; que el guión ha sido reescrito en diversas ocasiones y que el resultado peca de deslavazado. Sobre esto último hay ciertas bases. La acción (por partida doble) comienza prácticamente ha empezado la película: Gerry Lane (Pitt), antiguo "empleado" de Naciones Unidas, viaja con su familia por las calles de Filadelfia cuando de pronto ruge la marabunta: los zombis invaden la ciudad, atacan a su población, expanden su virus. Y es un proceso a nivel mundial... e irreversible. A partir de aquí la trama deviene trepidante, alternando secuencias de acción más convencionales (el escape a través del edificio en Filadelfia, la estancia en Corea del Sur, el ataque en el avión camino a Gales, la opresiva secuencia en el centro de la OMS de Cardiff) con aquellas imágenes de efectos especiales con la que nos han bombardeado en las promos: la invasión zombi en las grandes ciudades y la larga secuencia en Jerusalén con esas masas de zombis tratando de superar el muro que rodea la ciudad. Es interesante la reflexión que se puede realizar del hecho de que sea en Israel donde se actuara cerrando a cal y canto la ciudad, elevando altos muros para separar a los no-muertos de la población humana (sin distinguir entre israelíes y palestinos). Por otro lado, la película indaga, aunque sin profundizar, en las causas de la invasión zombi y no trata de llegar a una explicación simple. La indefinición es la respuesta... y ello resulta más inquietante si cabe.
Los peros de la película: la personalización en un único héroe, que es Gerry. Omnipresente, invencible, clarividente y demasiado perfecto. Entendemos su lucha por querer proteger a su familia por encima de todo. Comprendemos sus miedos y reticencias. Nos cansa, sin embargo, que tenga respuestas para todo y todo le salga de fábula. Las masas zombis contra el héroe humano, el único de su especie que parece seguir un camino. Mientras la masa zombi es anónima pero unida en su objetivo de alimentarse de humanos frescos y expandir su virus, los humanos se muestran divididos e incluso torpes (la secuencia en Jerusalén es más que evidente). Tiene que ser Gerry/Pitt, héroe solar por antonomasia, quien realiza su viaje de descubrimiento y consolidación, quien acabe triunfando. Y eso a priori resulta interesante... pero también cogido por los pelos. El guión es simplista y se perciben problemas de montaje de la película, como si algunas secuencias fuesen cortadas y otras alargadas en exceso. Demasiada intensidad al principio, un ritmo rápido, casi sin dejar respirar al espectador, y una resolución demasiado rápida en el tramo final. En ciertos momentos me ha recordado a La guerra de los mundos de Steven Spielberg (2005), con un ritmo parecido, pero sin llegar a apuntar las implicaciones socioculturales de esta última película.
Y sin embargo es una película de acción muy digna... como lo que es. No se aprovecha la metáfora zombi pero tampoco se camela (demasiado) al espectador: la esperanza es débil y el ser humano tiene una lucha titánica ante sí. Se abusa del arquetipo del héroe, es cierto, pero tengo la sensación de que en manos de un director más pirotécnico el resultado habría sido mucho peor. Tendremos que agradecérselo a Marc Forster, aunque nos quede la sensación de que no se puso toda la carne en el asador.
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