Luis García Berlanga tenía fijación por el
Imperio austro-húngaro. A menudo los personajes de sus películas (Luis
Escobar, por ejemplo) lo mencionaban. ¿Qué le hacía gracia, la añoranza
por un fósil imperial que desapareció o la propia mención del nombre? Un
personaje de ficción como el abominable Montgomery Burns de Los
Simpsons se pone a cantar, en un capítulo de la serie, el himno del
Imperio austro-húngaro (muy libremente y en lugar del estadounidense),
cuando inaugura un ostentoso y horrendo palacio de deportes. Tiene que
ser su fiel ayudante, el señor Smithers, quien le susurre «señor, el
Archiduque ha muerto», para consternación del magnate (que tampoco conoce la historia posterior a dicho imperio). Pero el Imperio
austro-húngaro existió, lo sabemos todos, aglutinando diversas y
múltiples nacionalidades, acabando como el rosario de la aurora y no
importándole a prácticamente a nadie. Bien, menos al Káiser Karl, que en
sus últimos años de vida trató de aferrarse, al menos, a la corona de
Hungría, sin que sus ex súbditos se acordaran de él; entra en las
curiosidades de la Historia, por otro lado, que su sucesor en el
gobierno de Hungría, el almirante Horthy –en un país que tras el Tratado
de Trianon (1920) perdió sus costas, lo cual resulta aún más curioso–, se
mantuviera en el poder hasta su caída en 1944 como «regente»… de un
reino sin rey, ni deseo alguno de que se lo esperara.
15 de enero de 2014
Canciones para el nuevo día (1343/572): "Earth Song"
Michael Jackson's Week (III): Earth Song
Disco: HIStory: Past, Present and Future, Book I (1995)
14 de enero de 2014
Canciones para el nuevo día (1342/571): "The Way You Make Me Feel"
Michael Jackson's Week (II): The Way You Make Me Feel
Disco: Bad (1987)
13 de enero de 2014
Canciones para el nuevo día (1341/570): "Billy Jean"
Michael Jackson's Week (I): Billy Jean
Disco: Thriller (1982)
12 de enero de 2014
Crítica de cine: La ladrona de libros, de Brian Percival
En Alejandro Magno
de Oliver Stone (2004) hay un par de secuencias en las que, en el
palacio del viejo Tolomeo en Alejandría, hay un mapa-mosaico colgado en
la pared en el que los nombres de lugares, ríos o ciudades aparecen en
un momento determinado en latíon y en otro en inglés. Lo lógico habría
sido que aparecieran en griego, en koiné
para hacerlo más "común", de modo que fuera consecuente con el período
que se estaba mostrando. Obviamente, es una licencia que el espectador
moderno agradece y que no considera que es una errata (que lo es, de
todos modos). Ver la película en versión original nos trasladaba, a
pesar del idioma inglés que hablan los personajes, a una historia que
mantenía atento al espectador (pelucones rubios de Colin Farrell al
margen, entre otras lindezas). La magia del cine era tal que, gustándote
o no el resultado de la película, te interesaba lo que veías en la gran
(y pequeña pantalla). Esa magia no se rompía. No sucede lo mismo con La ladrona de libros,
adaptación cinematográfica de un best-seller literario (que no he leído
y tampoco estoy interesado en ello). Si bien las primeras imágenes de
la película, con ese escenario nevado, una voz en off te va seduciendo
con el principio de una historia, para llevarte la cámara al interior de
un vagón de tren, donde se desata una tragedia, una vez los personajes
comienzan a hablar... la magia desaparece. Te ves fuera de la película.
Una decisión que no acabo de comprender me ha sacado de la película. Ya
no he podido volver a engancharme en las algo más de dos horas
restantes...
11 de enero de 2014
Crítica de cine: Agosto, de John Wells
Quizá no haya tema más universal en la ficción,
ya sea en la novela, el teatro, el cine o la televisión, que la familia.
La familia como núcleo social básico. La familia como refugio y espacio
de reuniones familiares en fechas señaladas. La familia como pilar de
la estabilidad emocional. Quizá por ser tan presente en nuestras vidas
la familia sea lo mejor que te pueda suceder en la vida. O también lo
peor. Cuántas veces nos quejaremos de las peleas familiares, de las
querellas por una herencia, por una relación que no es bien vista por
los demás, por las diferencias generacionales entre padres e hijos, por
esa familia política que no aguantas y te ves obligado a soportar... La
familia como principìo y fin. Tracy Letts (el senador Lockhart de la
tercera temporada Homeland) es un dramaturgo de enorme prestigio allende
el charco. Agosto, precisamente, fue la obra de teatro que le supuso
ganar un Premio Pulitzer en 2008. Ha pasado por los escenarios españoles
en dos ocasiones: en castellano con Amparo Baró y Carmen Machi como
protagonistas; en catalán, con Anna Lizaran (de cuyo fallecimiento hoy
se cumple un año, por cierto) y Emma Vilarasau... en los roles
respectivos de Violet, la matriarca (aquí Meryl Streep), su hija Barbara
(Julia Roberts).
10 de enero de 2014
Canciones para el nuevo día (1340/569): "Don't Stop Believin'"
Journey - Don't Stop Believin'
Disco: Escape (1981)
9 de enero de 2014
Canciones para el nuevo día (1339/568): "Every Rose Has Its Thorn"
Poison - Every Rose Has Its Thorn
Disco: Open Up and Say...Ahh! (1988)
8 de enero de 2014
Crítica de cine: Fellini Satyricon, de Federico Fellini
Ayer por la tarde me acerqué a la Filmoteca de Catalunya a ver Satiricón de Fellini (subtitulada en YouTube),
una película de 1969 basada en la novela incompleta de Petronio. Aunque
la vi hace mucho tiempo (ah, años universitarios...), en cierto modo es
como si la viera por primera vez, recordaba vagamente algunos detalles.
Sí recordaba que no es una película de esas que pasas un rato
entretenido. No, Federico Fellini, adaptando libremente (en algunas
secuencias) el texto romano, no se preocupa por "entretener" al
espectador. De hecho, como ya es el texto de Petronio, no hay una
narración lineal al uso, sino que Fellini pasa de una trama a otra, de
un episodio al siguiente, a veces con abruptos y radicales saltos
narrativos. Vas a "sentir" la película, más que a ver una historia con
principio, desarrollo y fin. Y hay momentos, especialmente en el tramo
final, que la historia es tan enrevesada, como suele serlo la novela de
Petronio, que no sabes realmente qué te cuenta y por qué. Tienes que,
simplemente, dejarte llevar por las sensaciones, por la imagen (más que
por la palabra) y entrar en un mundo lleno de referencias a una cultura
romano-helenística en la que prima sobre todo el punto de vista de las
clases bajas. Eso sí, ayuda que se haya leído la novela de Petronio,
para situar al espectador en los personajes y las aventuras que viven
esos tres protagonistas llamados Encolpio, Ascilto y Gitón.
Canciones para el nuevo día (1338/567): "I Wanna Rock"
Twisted Sister - I Wanna Rock
Disco: Stay Hungry (1984)
7 de enero de 2014
Canciones para el nuevo día (1337/566): "Put Some Sugar On Me"
Def Leppard - Put Some Sugar On Me
Disco: Hysteria (1987)
6 de enero de 2014
Canciones para el nuevo día (1336/565): "Paradise City"
Guns N'Roses - Paradise City
Disco: Appetite for Destruction (1987)
4 de enero de 2014
Crítica de cine: Nymphomaniac. Vol. 1, de Lars von Trier
Que Lars von Trier es un tipo raro... bien lo
sabemos. El hombre de aquel experimento que acabó en nada (no podía ser
de otra amnera) y que se llamó Dogma. El tipo que epata
pretendiéndolo... e incluso sin pretenderlo. Su cine es cautivador a la
par que extraño y en ocasiones sin sentido. Pero también es un tipo que
hace lo que quiere y cómo quiere. Tras Melancholia
(2011), cuya promoción en Cannes (más unos desafortunados comentarios)
le dejaron en el arroyo, presentó el que sería su siguiente y no menos
controvertido proyecto: una película con secuencias de sexo real.
Stanley Kubrick barajó un proecyo similar, aunque sí con la etiqueta de
pornográfico. Von Trier se contenta con añadir secuencias de sexo, pero
no realizadas por actores conocidos: rodadas con actores porno, en
postproducción se han añadido las caras conocidas a los "dobles"
sexuales. Pero lo que llamaba la atención era que había secuencias porno
en una película comercial, estrenada en salas de cine comerciales. Y
comenzó la leyenda de Nymphomaniac:
que si Von Trier sometió a los actores a un rodaje agotador, que si la
protagonista, Charlotte Gainsbourg, llegó a decir que el director la
había llevado más allá de la humillación, que si el propio Lars se había
negado a recortar un solo minuto de sus cinco horas y media de
película... Parece ser que sólo lo último es cierto, aunque Von Trier ha
permitido que la película sea dividida en dos partes, de dos horas cada
una, para tranquilizar a los exhibidores, que veían imposible estrenar
el montaje original en una sala de cine. Cobarde decisión, más allá de
lo que se haya podido editar en cuanto a las secuencias de sexo real.
Pues esta película debería poder contemplarse en su totalidad. Que,
cuando más abducido estás por la trama, la cosa se corte y te inviten a
regresar a la sala de cine casi un mes después... eso sí es un
gatillazo. Y de los malos.
3 de enero de 2014
Canciones para el nuevo día (1335/564): "The Letter"
Joe Cocker - The Letter
Disco: Joe Cocker Live (1990)
2 de enero de 2014
Crítica de cine: A propósito de Llewyn Davis, de Ethan y Joel Coen
Que Ethan y Joel Coen sienten predilección, casi
obsesión, por los perdedores... es casi un tópico. No hay más que
repasar su filmografía para encontrar a toda una serie de personajes
perdidos en la nebulosa de sus propias contradicciones, tropezando
varias veces con la misma piedra, incapaces incluso de entender por qué
les pasa lo que les pasa... y por qué no ponen algo más de sí mismos
para tratar de salir de esa deriva hacia la nada. El Llewyn Davis de
esta película es el último de una larga serie (Barton
Fink, Sangre entre las flores, Fargo, El Gran Lebowski, El hombre que
nunca estuvo allí, No es país para viejos, Un tipo serio) de
losers, de panolis, de tipos anodinos, de personajes inmaduros que trata
de tirar hacia adelante... y no lo consigue. Pero, en esta ocasión, nos
acercanos a la historia de este particular Sísifo para poner la óptica
en el ambiente y en la época, de una manera muy sutil: el Village
neoyorquino de principios de la década de 1960. El microuniverso de los
cantantes folk. La historia de un perdedor, la cara B de uno que, a
diferencia de Bob Dylan, no triunfó, aun teniendo talento.
1 de enero de 2014
31 de diciembre de 2013
2013 (y IV): un año de cine
Y terminamos la tanda de repasos anuales (son un poco cansinos, ¿verdad?), con lo que falta: el cine. En un año en el que la subida del IVA al 21% ha sido un mazazo, he sido bastante selectivo con lo que he ido a ver a una sala de cine. He tirado de tarjetas y puntos de fidelización, he ido a cines que ofrecían ofertas, he aposatdo predominantemente por la versión original subtitulada (menos gente molesta) y he pasado de bastante bodriaco blockbusterizado. No estamos para gastar el dinero en majaderías. Pero cuando alguna película ha sido más que buena, me he permitido el lujo de repetir. Hay ausencias (Amor de Haneke, por ejemplo) y alguna película más que se me ha escapado de la cartelera. Y aún así, han sido unas cuantas películas.
Canciones para el nuevo día (1332/561): "Space Oddity"
David Bowie - Space Oddity
Disco: David Bowie (1969)
30 de diciembre de 2013
2013 (III): un año de series de TV
Este 2013 será mi año con más series de TV vistas. La verdad es que han sido muchas, no tengo una lista al respecto (odio las listas), pero no me equivocaría demasiado si dijese que han sido más de cuarenta. Muchas horas plantado delante de la pequeña pantalla, disfrutando de la serialidad de una trama, de unos personajes que funcionen, sean coherentes (o no), nos mantengan en vilo, nos emocionen o nos cabreen. Porque muchas veces, las series de TV funcionan por personajes, que nos hacemos propios, que a menudo se convierten en parte de nuestra familia; de hecho, con algunos mantienes una interrelación propia, personal.
2013 ha sido el año del cierre triunfal de series como Breaking Bad (que no he visto; me quedé en la 1ª temporada) o del adiós entre la decepción de Dexter (tampoco lo seguí desde su segunda entrega). Ha sido el año del schock de una boda roja en Game of Thrones, de la explotación de un original escandinavo (Bron/Broen y sus remakes estadounidense y franco-británico), del desparrame de American Horror Story (por si no hubiera sido suficiente con su primera temporada), del ¿fracaso? de Homeland (no estoy de acuerdo, pero sí que la serie como la conocíamos ha finalizado), de agradables sorpresas como Utopia, Dates y especialmente Orange is the new black, de la fortaleza de Mad Men (más viva que nunca) y del mantenimiento de los mundos de Yupi de Aaron Sorkin (The Newsroom). Ha sido el año de las enormes decepciones (The Following, Bates Motel, Vicious,... así las series de las que vi apenas uno o dos pilotos y que abandoné, especialmente en otoño). El año de Masters of Sex, en definitiva.
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