Adrià Ardèvol tardó mucho tiempo en descubrir qué
quería ser de mayor. De pequeño se escondía detrás del sofá en el salón
de casa y escuchaba conversaciones de sus padres, decidiendo si el niño
debía aprender idiomas como el francés, el alemán, el latín, el griego,
el hebreo, el arameo, el ruso… (el padre) o dejándose de paparruchas y,
que no, Fèlix, que Adrià tiene que tocar el violín, ser un virtuoso,
que las lenguas muertas no le van a servir para nada. Y Adrià, con las
figuras del sheriff Carson y el caudillo arapaho Águila Negra, escuchaba
y le daba vueltas al significado de palabras como “deshonrar”, mientras
pensaba en colarse en el despacho de su padre, abrir la caja fuerte y
sacar el storioni, ese violín que tenía nombre (Vial), y descubrir que
dentro de su estuche con una extraña mancha oscura se ocultaban muchos
secretos e historias. Adrià no sabía aún qué sería de su vida, pero
pronto se sentiría culpable por una muerte violenta,
conocería/perdería/reencontraría al amor de su vida y se preguntaría,
con el tiempo, por qué el mal es una de las constantes en la historia de
la humanidad.
22 de agosto de 2013
Canciones para el nuevo día (1239/468): "Sultans of Swing"
Dire Straits - Sultans of Swing
Disco: Dire Straits (1978)
21 de agosto de 2013
Canciones para el nuevo día (1238/467): "What Have I Done To Deserve This"
Pet Shop Boys ft. Dusty Springfield - What Have I Done To Deserve This
Disco: Actually (1987)
20 de agosto de 2013
Canciones para el nuevo día (1237/466): "Wake Me Up Before You Go-Go"
Wham! - Wake Me Up Before You Go-Go
Disco: Make It Big (1984)
19 de agosto de 2013
Canciones para el nuevo día (1236/465): "Blurred Lines"
Robin Thicke ft. T.I. & Pharrell Williams - Blurred Lines
Disco: Blurred Lines (2013)
16 de agosto de 2013
15 de agosto de 2013
14 de agosto de 2013
Canciones para el nuevo día (1233/462): "Don't Stop Me Now"
Glee Season Four's Week (III): Don't Stop Me Now
13 de agosto de 2013
Canciones para el nuevo día (1232/461): "Let's Have A Kiki"
Glee Season Four's Week (II): Let's Have A Kiki
12 de agosto de 2013
9 de agosto de 2013
Canciones para el nuevo día (1230/459): "Bye bye"
Una petardada para terminar la semana...
Goodbye's Week (y V):
Goodbye's Week (y V):
David Civera - Bye bye
Disco: La Chiqui Big Band (2003)
8 de agosto de 2013
Reseña de La ópera: una historia social, de Daniel Snowman
«La reacción de la gente la primera vez que ve una ópera es muy espectacular, o les encanta o les horroriza. Si les encanta, será para siempre; si no, pueden aprender a apreciarla, pero jamás les llegará al corazón» (Edward Lewis/Richard Gere en Pretty Woman
de Garry Marshall, 1990).
Suele decirse que la ópera es elitista, una manifestación cultural sólo para iniciados, para melómanos con gustos exquisitos, con buen nivel adquisitivo para sufragar los abonos y entradas a los grandes coliseos operísticos (la Scala de Milán, el Liceo de Barcelona, el teatro San Carlo de Nápoles, la Ópera de París, la Royal Opera House londinense, la Fenice veneciana, el teatro de la ópera de Sidney, la Metropolitan Opera House de Nueva York...). Gente atildada, impecablemente vestida en cada representación, conocedora al dedillo de un repertorio musical que apenas varía. Asistir a la ópera es un acto social jerarquizado en función del palco ocupado o la situación en el patio de butacas. Un profesor mío en la carrera solía decir que no se podía esperar gran cosa de un colega suyo que “nunca había bajado del cuarto piso del Liceo”. En la ópera hay códigos de conducta social y reglas de vestimenta, del mismo modo que se espera un comportamiento adecuado, respetuoso con la orquesta y el elenco de intérpretes, aunque suele obviarse que hasta muy avanzado el siglo XIX el público llegaba a destiempo al teatro, hablaba por los codos y a menudo estaba más interesado en lo que sucedía en los palcos que en el escenario. Estamos acostumbrados a teatros impresionantes, con todo lujo de detalles y equipamientos, pero los incendios eran habituales en coliseos iluminados por velas o lámparas de gas. Hoy en día los puristas se escandalizan por el hecho de que haya subtítulos, o más bien supertítulos, en algunas representaciones, traduciendo al idioma local lo que se canta en alemán o italiano en el escenario; pero muchos apenas reparan en que hasta las décadas centrales del siglo XX muchas óperas se traducían de la lengua original al idioma del país en el que se representaba, de modo que Il Trovatore de Verdi podía representarse en París como Le Trouvère, ante las exigencias del público local. Y damos por sentado que las grandes óperas de Mozart, Rossini, Verdi, Wagner o Puccini triunfaron desde el principio y fueron incluidas en el canon habitual, cuando en general se exigía la representación de obras que hoy apenas se conocen, y mucho menos se representan, de Monteverdi, Gluck, Donizetti o Cavalli. Se habla mucho sobre la ópera, pero en realidad se tienen muchas ideas preconcebidas.
Suele decirse que la ópera es elitista, una manifestación cultural sólo para iniciados, para melómanos con gustos exquisitos, con buen nivel adquisitivo para sufragar los abonos y entradas a los grandes coliseos operísticos (la Scala de Milán, el Liceo de Barcelona, el teatro San Carlo de Nápoles, la Ópera de París, la Royal Opera House londinense, la Fenice veneciana, el teatro de la ópera de Sidney, la Metropolitan Opera House de Nueva York...). Gente atildada, impecablemente vestida en cada representación, conocedora al dedillo de un repertorio musical que apenas varía. Asistir a la ópera es un acto social jerarquizado en función del palco ocupado o la situación en el patio de butacas. Un profesor mío en la carrera solía decir que no se podía esperar gran cosa de un colega suyo que “nunca había bajado del cuarto piso del Liceo”. En la ópera hay códigos de conducta social y reglas de vestimenta, del mismo modo que se espera un comportamiento adecuado, respetuoso con la orquesta y el elenco de intérpretes, aunque suele obviarse que hasta muy avanzado el siglo XIX el público llegaba a destiempo al teatro, hablaba por los codos y a menudo estaba más interesado en lo que sucedía en los palcos que en el escenario. Estamos acostumbrados a teatros impresionantes, con todo lujo de detalles y equipamientos, pero los incendios eran habituales en coliseos iluminados por velas o lámparas de gas. Hoy en día los puristas se escandalizan por el hecho de que haya subtítulos, o más bien supertítulos, en algunas representaciones, traduciendo al idioma local lo que se canta en alemán o italiano en el escenario; pero muchos apenas reparan en que hasta las décadas centrales del siglo XX muchas óperas se traducían de la lengua original al idioma del país en el que se representaba, de modo que Il Trovatore de Verdi podía representarse en París como Le Trouvère, ante las exigencias del público local. Y damos por sentado que las grandes óperas de Mozart, Rossini, Verdi, Wagner o Puccini triunfaron desde el principio y fueron incluidas en el canon habitual, cuando en general se exigía la representación de obras que hoy apenas se conocen, y mucho menos se representan, de Monteverdi, Gluck, Donizetti o Cavalli. Se habla mucho sobre la ópera, pero en realidad se tienen muchas ideas preconcebidas.
Canciones para el nuevo día (1229/458): "American Pie"
Goodbye's Week (IV):
Madonna - American Pie
Disco: The Next Best Thing - soundtrack (2000)
7 de agosto de 2013
Canciones para el nuevo día (1228/457): "Song to Say Goodbye"
Goodbye's Week (III):
Placebo - Song to Say Goodbye
Disco: Meds (2006)
6 de agosto de 2013
Canciones para el nuevo día (1227/456): "Sinfonía nº 45, 4º movimiento, Finale: Presto (Sinfonia de los Adioses)"
Goodbye's Week (II):
Joseph Haydn - Sinfonía nº 45, 4º movimiento, Finale: Presto (Sinfonia de los Adioses)
Disco: New Year's Concert 2009 (2009)
5 de agosto de 2013
Canciones para el nuevo día (1226/455): "Bye Bye Blackbird"
Goodbye's Week (I):
Joe Cocker - Bye Bye Blackbird
Disco: With a Litte Help from My Friends (1969)
2 de agosto de 2013
Canciones para el nuevo día (1225/454): "Man of Steel (What Are You Going To Do When You Are Not Saving The World?)"
Hans Zimmer's Second Week (y V): Man of Steel (What Are You Going To Do When You Are Not Saving The World?)
Disco: Man of Steel - soundtrack (2013)
1 de agosto de 2013
Canciones para el nuevo día (1224/453): "Inception (Time)"
Hans Zimmer's Second Week (IV): Inception (Time)
Disco: Inception - soundtrack (2010)
31 de julio de 2013
Un juego de espejos: Sleuth (1972) y Sleuth (2007)
Las
comparaciones son siempre odiosas... y cuando
Kenneth Branagh realizó el remake (que no es tanto...) de Sleuth,
la
película de Joseph L. Mankiewicz basada en la obra teatral de Anthony
Shaffer, hubo ya incluso críticas antes de su estreno. Criticas
infundadas, desde luego, pues de Branagh se podía esperar que haría una
película digna, con guión del premio Nobel de Literatura Harold Pinter
(que tiene un breve cameo en una pantalla de televisión). Y lo hizo. A
costa de recibir palos, pues, ¿qué hay mejor que la película de
Mankiewicz, con actorazos como Laurence Olivier y Michael Caine, un
guión endiabladamente atrevido y ágil? Pero, ¿por qué no?
¿Por qué no ofrecer una versión diferente de una misma materia prima?
Dos hombres, una casa, una querella entre ambos, una disputa que
resolver, un juego que va más allá de lo que se espera... y dos finales
diferentes.¿Por qué no regresar a ese texto e indagar?
Canciones para el nuevo día (1223/452): "Sherlock Holmes (Discombobulate)"
Hans Zimmer's Second Week (III): Sherlock Holmes (Discombobulate)
Disco: Sherlock Holmes - soundtrack (2009)
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