13 de julio de 2013

Crítica de cine: Star Trek: en la oscuridad, de J.J. Abrams

Con Star Trek (2009) J.J. Abrams iniciaba el reboot de la franquicia y, al mismo tiempo, una nueva línea temporal, abierta para poder regresar a esos personajes y refundarlos, crearlos de nuevo (manteniendo su esencia, desde luego), abrir nuevas perspectivas. Veremos cómo afectará en esta nueva serie el hecho de que se haya encargado a Abrams la nueva trilogía de Star Wars. ¿Se encargará de dos proyectos de por sí antitéticos? ¿Concitará las iras de los seguidores de una saga y otra? El futuro ya nos lo dirá con la saga creada por George Lucas, pero con la nueva franquicia trekkie Abrams ha conseguido calmar en parte las suspicacias de los fans del capitán Kirk, el señor Spock y el resto de la tripulación del USS Enterprise, aportando un renovado escenario en el que la espectacularidad es la seña de identidad y con el tratamiento de los personajes como elemento central. Porque, en el fondo, dejando de lado las secuencias netamente de un blockbuster veraniego, lo que queda de las dos entregas de la nueva Star Trek es el acento puesto en los personajes. 

10 de julio de 2013

Reseña de El apagón y Cese de alerta, de Connie Willis

Aquellos que me conocen ya saben de mi fijación por las novelas de Connie Willis. Sí, la autora de El Libro del Día del Juicio Final (1992), Por no mencionar la perro (1997), Oveja mansa (1996), Los sueños de Lincoln (1987), Tránsito (2001)… Hay que destacar los dos primeros títulos pues forman parte de una particular serie de la autora en los que el viaje en el tiempo, la universidad de Oxford y los historiadores juegan roles esenciales… y conectan con el díptico que reseñamos, El apagón (2010) y Cese de alerta (2010) En cierto modo, recogen, modulan y cierran ideas que ya se presentaron en aquellas dos novelas, en las que se viajaba desde mediados del siglo XXI a la Inglaterra azotada por la Peste Negra (El Libro…) y a la época victoriana y la destrucción de la catedral de Coventry en la Segunda Guerra Mundial (Por no mencionar…). Pero la mayor parte de la obra de Connie Willis plantea inquietudes relacionadas con las Historia, con mayúsculas. Así, en Oveja mansa ya se trataban las modas como elemento que aparecía y desaparecía en el devenir de los tiempos; en Los sueños de Lincoln no había viajes en el tiempo, al menos no físicos, pero la protagonista indagaba en la biografía de Robert E. Lee y en los avatares de la Guerra de Secesión al mismo tiempo que su búsqueda también era personal, vital; Tránsito es una novela sobre las experiencias cercanas a la muerte (ECM), pero también el lector se acercaba al hundimiento del Titanic como metáfora de una mente que se apaga o a los recuerdos entre verídicos e impostados de un veterano de guerra en Pearl Harbor. Y no olvidemos que en el relato Servicio de vigilancia (1982), la primera aproximación de Willis a los viajes en el tiempo, el protagonista era un historiador que viajaba al Blitz de Londres y al bombardeo de la catedral de San Pablo durante la Segunda Guerra Mundial… una trama que se recupera en parte en sus dos últimas novelas. 

Canciones para el nuevo día (1208/437): "7ª Sinfonía (Leningrado), 1er movimiento (Allegretto)"

World War II Week (III):
Dimitri Shostakovich - 7ª Sinfonía (Leningrado), 1er movimiento (Allegretto)


Disco: Shostakovich: Symphony No.7, 'Leningrad' (1991)

2 de julio de 2013

Crítica de cine: Hannah Arendt, de Margarethe von Trotta

Hannah Arendt (1906-1975) es una referencia ineludible en filosofía, antropología, ciencias políticas e historia. Obras como Los orígenes del totalitarismo (1951), Sobre la revolución (1963) Sobre la violencia (1970) y, para el caso que nos toca, Eichmann en Jerusalén. Informe sobre la banalidad del mal (1963), entre otras, son libros esenciales y que conviene leer y dejar que el poso de la reflexión se asiente tras la lectura. Su biografía es apasionante, también: alumna (y algo más) de Martin Heidegger, huyó de Alemania cuando los nazis llegaron al poder e intuyó que no iban a ser buenos tiempos para los judíos, como ella misma. Refugiada en Francia, cuando los alemanes invadieron el país fue internada en el campo de concentración de Gurs, hasta que pudo conseguir pasaportes y marcharse con su marido, Heinrich Blücher, a Estados Unidos. No lo tuvo fácil allí, pues tardó hasta 1951 en conseguir la nacionalidad estadounidense; hasta entonces fue considerada una apátrida (al haberle retirado los nazis la nacionalidad). Una vez instalada en Nueva York, colaboró con organizaciones sionistas, ayudando a judíos a escapar de Alemania y, más adelante, a instalarse en Israel. Profesora visitante y titular en diversas universidades y centros de estudios (Berkeley, Princeton, Yale, Chicago...) enfocaría sus estudios a la filosofía política. Y ya en 1961 viajaría a Jerusalén para asistir, como articulista para The New Yorker, al juicio de Adolf Eichmann. Este juicio y las repercusiones de los artículos/libro de Arendt son la base de la película de Margarethe von Trotta. 

Canciones para el nuevo día (1202/431): "Do I Wanna Know?"

Arctic Monkeys - Do I Wanna Know?



Disco: AM (septiembre de 2013)

30 de junio de 2013

Crítica de cine: Después de mayo, de Olivier Assayas

Ajustar cuentas con el Mayo del 68 parecía ser la sensación hace cinco años en algunos medios de comunicacion, en aquellos que con la perspectiva que tramposamente les daba el paso del tiempo con quienes vivieron aquella época. En parte es lo que tienen las conmemoraciones y recuerdo con cierta perplejidad algunas críticas al legado del mayo francés de cuando entonces se cumplieron cuarenta años. Obviamente, lo que se pretendió en aquel año no caló ni creó tendencia en la población general. Pero tampoco hay que olvidar que para mucha gente entonces lo que sucedió en París, lo que sucedía en otros lugares del mundo (México, Estados Unidos con Vietnam, los Juegos Olímpicos del Black Power, Checoslovaquia...), fue vivido con entusiasmo, con esperanzas de que algo cambiaba. Los lemas de entonces ("prohibido prohibir"), los adoquines de las calles que eran utilizados como armas arrojadizos y con los que se elevaban barricadas, la efervescencia del momento, del ahora y el aquí, no pasó en balde. No sólo fueron jóvenes, fueron huelgas en fábricas y empresas, fue un clima que desbordó a las autoridades políticas. Y no acabó en ese año, aunque el ruido sí pareciera cesar. Del después de mayo quiere hablar en su última película un director comprometido como Olivier Assayas (Carlos). Y lo hace con un punto de vista que huye tanto de la idealización simplista como de una nostalgia que pueda enmascarar la crítica. Pero sin ajustar cuentas.