De tanto en tanto el cine presenta un juego de matrioshkas: películas dentro de películas. Pasó con Adaptation o Las horas, por citar dos ejemplos recientes; o incluso juegos metanarrativos jugando con la ciencia-ficción como Origen. Son películas muy diferentes entre sí. Pero también hay juegos literarios; a nivel hispánico tenemos a José Carlos Somoza con novelas como Dafne desvanecida y La caverna de las ideas, ambas recomendabilísimas. ¿Por qué no jugar a lo literario en el cine? El falsario, por ejemplo, todo un personaje (bien lo sabe Umberto Eco en su reciente (y magnífica) El cementerio de Praga). Y esa es la propuesta de Brian Klugman y Lee Sternthal, que además de escribir el guión se ponen tras la cámara y dirigen esta arriesgada película.
Clay Hammond (Dennis Quaid), autor de éxito, presenta y lee varios fragmentos de su última novela (una práctica muy extendida fuera de nuestros lares; en Alemania suelen hacerlo... y también los libros suelen ser más baratos, pero me enrollo). Trata de un novelista frustrado, Rory Jansen (Bradley Cooper), que ha conseguido triunfar con una novela y disfruta de las mieles del éxito. Pero Rory no es el autor de la novela, sino que encontró un manuscrito en una vieja cartera de piel, la ha copiado y la ha publicado con su nombre. Pero no puede imaginar que alguien, el auténtico escritor de la novela (Jeremy Irons) aparecerá...