18 de septiembre de 2018

Reseña de Hacia la tormenta: el comienzo del fin de la República romana, de Mike Duncan

Nota: esta reseña parte de la lectura del original en inglés, The Storm Before the Storm: The Beginning of the End of the Roman Republic (PublicAffairs, 2017).

Son muchos, muchísimos los libros sobre la antigua Roma. Inabarcables. Y lo son en sus grandes etapas, especialmente la República tardía: grosso modo, 133-30 a.C., el «último siglo de la República romana». Pero de este último siglo, el interés de los especialistas y de los lectores suele focalizarse casi exclusivamente en la generación de Gayo Julio César (c. 100-44 a.C.), especialmente en los años 78-44 a.C. y en el período final de la República, tras su asesinato, que de República «libre» más bien tiene poco. Pero la etapa anterior a César, las dos generaciones previas, la de los hermanos Graco (133-121 a.C.) por un lado y luego la de Mario y Sila (110-82/78 a.C.), aun siendo esencial para comprender los acontecimientos de la época de los César, Pompeyo, Craso, Cicerón, Clodio, Antonio y Octaviano, suele tener menos seguimiento; cierto es que, desde la novela histórica, Colleen McCullough narró maravillosamente (y con una gran documentación) el período de Mario y Sila en tres de las novelas de su saga Masters of RomeEl primer hombre de Roma, La corona de hierba y Favoritos de la Fortuna—, pero se trata de eso: novelas, y como tal hay que tratarlas Y no no será porque no falten fuentes, que las hay, pero no con el detallismo que ofrecen los discursos y las cartas de Cicerón. Al período de los años 133-78 a.C. le falta un Cicerón, un testigo y al mismo tiempo personaje activo como lo fue el Arpinate en los años 78-43 a.C.

Canciones para el nuevo día (2562/1781): "My Sweet Lord"

Billy Preston - My Sweet Lord 

Disco: Encouraging Words (1970) 



14 de septiembre de 2018

Reseña de Julius Caesar: A Life, de Patricia Southern

Gayo Julio César es el personaje perenne de la historia romana, sobre el que siempre se vuelve. Su vida, carrera y obra es la más conocida de la historia de Roma, gracias al hecho de que su período es el mejor documentado de esta civilización y sobre él hay relatos de autores romanos durante varios siglos. Tuvo el acierto –y el oportunismo propagandístico– de escribir dos esbozos de obras históricas, sus comentarios sobre la guerra de las Galias y sobre la guerra civil de los años 49-47 a.C. (añadamos los textos sobre la guerra africana y la guerra hispana de los años 46-45 a.C incluidos en el Corpus cesariano), que permitieron que generaciones de lectores conocieran, «de primera mano», lo que hizo en ambas contiendas. Contamos con el testimonio explícito de Cicerón en muchos de sus discursos y sobre todo en su correspondencia con Ático y algunos amigos y familiares (Bruto, su hermano Quinto, el propio César en unas pocas epístolas) y con relatos casi contemporáneos como Salustio (su monografía sobre la conjura de Catilina), para, ya en las siguientes dos generaciones, las obras de Tito Livio y Veleyo Patérculo. Con casi dos siglos de distancia nos quedan las biografías de Plutarco (incluida la suya), Suetonio (su biografía, para la que pudo tener acceso a documentación de archivo) y Apiano (su historia de las guerras civiles), siendo la historia de Dión Casio (ya en el primer tercio del siglo III de nuestra era) una obra muy posterior al personaje pero también valiosa (y discutible). Todos ellos, empezando por el propio César, crearon una imagen del personaje «diferente» en cada caso, partiendo de fuentes similares pero también diversas (la historia perdida de Asinio Polión sobre el período de los años 60-42 a.C. influyó en algunos de esos autores). La leyenda, acicateada por el heredero de César, Octavio/Augusto, se forja, mezcla, amplía, difunde y mitifica, hasta el punto de que parece confundirse la vida del personaje con esa leyenda que la cultura popular del último siglo y pico ha llegado a exacerbar (del cine a la televisión, sin obviar la masa de novelas históricas que sobre el personaje se ha escrito, con mejor o peor pluma). Y más en un personaje siempre de candente actualidad: «[…] cada generación lo contempla a la luz de su propios tiempos, por lo que, al final, resulta cuestionable si en algún momento hubo un César real» (p. 9, traducción propia).

Canciones para el nuevo día (2560/1779): "Cum On Feel the Noize"

Quiet Riot - Cum On Feel the Noize

Disco: Metal Health (1982) 


13 de septiembre de 2018

Reseña de Before and After Alexander: The Legend and Legacy of Alexander the Great, de Richard A. Billows

Sobre Alejandro III de Macedonia, Alejandro Magno, se han vertido (literalmente) océanos de tinta sobre miles de páginas. Hasta tal punto que, como suele suceder a menudo, ya casi hastía ver en las mesas de novedades de las librerías “nuevas” biografías y estudios que básicamente vienen a contar lo mismo de siempre –con notables excepciones, por supuesto–; por no hablar de novelas históricas, protagonizadas por el personaje o con éste como excusa argumental. Se ha escrito mucho y básicamente sobre lo mismo; y se ha focalizado en exceso la atención en su vida, su genio militar y su leyenda. Hay espléndidos libros que siguen siendo muy vigentes hoy en día –básicamente los de A. B. Bosworth (en Cambridge University Press), Nicholas Hammond (en Alianza Editorial) y Robin Lane Fox (en Acantilado); y en la última década contamos con los espléndidos libros de Waldemar Heckel y Ian Worthington. Por supuesto, el catálogo puede ampliarse, yendo a Ernst Badian hace décadas (cuya imagen del personaje era negativa). En general, Alejandro suele ser el eje sobre el que giran los estudios y sobre él pivota la narración de los hechos que llevó a cabo durante su reinado (336-323 a.C.). Por ello, es de agradecer que Richard A. Billows haya decidido poner el acento en su padre, Filipo II (r. 360/359-336 a.C.), y en sus Sucesores –los Diádocos–, especialmente en Antígono Monoftalmos (el Tuerto), que durante dos décadas polarizó en torno a sí las guerras que los generales del rey macedonio entablaron tras su prematura muerte (Ptolomeo, Pérdicas, Seleuco, Lisímaco, Eumenes, Casandro, Crátero…). El resultado es Before and After Alexander: The Legend and Legacy of Alexander the Great (Ducksworth Overlook [Bloomsbury Press], 2018), una brillante monografía que va mucho más allá de Alejandro.

Canciones para el nuevo día (2559/1778): "The Sun Goes Down (Living It Up)"

Level 42 - The Sun Goes Down (Living It Up) 

Disco: Standing in the Light (1982) 



7 de septiembre de 2018

Crítica de cine: Las distancias, de Elena Trapé

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.

En 2010 Elena Trapé, directora y guionista surgida de la ESCAC, presentó su primer largometraje, Blog, un interesantísimo filme alrededor de la adolescencia y el uso de las redes sociales por un grupo de chicas que esconden un secreto. Un documental sobre Isabel Coixet, Palabras, mapas, secretos y otras cosas (2015) le permitió conocer de cerca a la directora barcelonense, que se ha convertido en la principal valedora de la segunda película de Trapé, Las distancias (2018), un desencantado retrato de un grupo de treintañeros en crisis. Olivia (Alexandra Jiménez), Eloi (Bruno Sevilla) y Guille (Isak Férriz), junto a la pareja de éste, Ana (Maria Ribera), viajan a Berlín para darle una sorpresa a Comas (Miki Esparbé), amigo de los tiempos universitarios en Barcelona. Lejos de recibirlos con entusiasmo, Comas trata de hacer de tripas y corazón y pasar con sus amigos un fin de semana, “por los viejos tiempos”, que además coincide con su cumpleaños (35 años), la excusa para que los colegas se trasladen a la capital alemana, donde Comas lleva instalado un tiempo y desarrolla una carrera que, vista desde acá, parece más exitosa de lo que realmente es… o en su momento fue. La distancia geográfica se mezcla con la que se ha establecido a nivel personal entre el grupo de amigos, hasta el punto de que quizá cualquier tiempo pasado fue mejor, pero los vínculos estrechos forjados entonces se han quebrado, al tiempo que las vicisitudes de cada uno de ellos ha construido una imagen muy subjetiva sobre la amistad y el compromiso.

Canciones para el nuevo día (2555/1774): "A Million Miles Away"

 The Plimsouls - A Million Miles Away

Disco: Beach Town Confidential - live (1983) 



5 de septiembre de 2018

3 de septiembre de 2018

Efemérides historizadas (XXVIII): 3 de septiembre de 36 a.C. - batalla de Nauloco

Aureus de Sexto Pompeyo, emitido en Sicilia, ca. 36 a.C.
Un 3 de septiembre del año 36 a.C. tuvo lugar la batalla naval de Nauloco, en la que la armada al mando (y en nombre de Imperator Caesar Divi Filius o Gayo Julio César Octaviano) derrotó a la de Sexto Pompeyo, hijo de Gneo Pompeyo Magno y último líder de los “pompeyanos”, lo cual significaba apagar de una vez los rescoldos de la guerra civil que el tío-abuelo de Octaviano, Gayo Julio César, y Pompeyo Magno entablaron desde enero del 49 a.C. Tenemos que ir, por tanto, unos años atrás. Y es que la muerte del (autoproclamado) Magno en la orilla del suelo egipcio, en septiembre del año 48 a.C. (ya lo contaremos en su respectiva efeméride) no había dado por zanjada una guerra que César pareció ganar en la batalla de Farsalia, un mes antes; una batalla que fue determinante para afianzar el dominio de César, pero no fue tan decisiva como para que el bando perdedor se sometiera al vencedor. Así, los supervivientes de aquella batalla (al margen de los que se rindieran a César después de la contienda) se refugiaron en la provincia de África, con Catón, Metelo Escipión (suegro del Magno) y los hijos de Pompeyo, Gneo y Sexto, aliados con el rey de Numidia, Juba II, feroz enemigo personal de César. Mientras éste “retozaba” con la joven reina de Egipto, Cleopatra durante meses y luego ponía orden en el Ponto, derrotando al hijo de Mitrídates Eupátor, Farnaces, los anticesarianos (que lo eran y mucho) se reagrupaban y se preparaban para contrarrestar al vencedor de Farsalia. César regresó a Roma para partir poco después a África y, a la postre, derrotar a los “republicanos” en Tapso (febrero del 46 a.C.); en la batalla, y poco después, perecieron Metelo Escipión, Afranio, Petreyo y Juba II, además de Catón, que, inasequible al desaliento en su oposición a César, se suicidó para no aceptar el perdón de su enemigo. Los hijos de Pompeyo, Labieno y Accio Varo huyeron a Hispania, donde había una importante clientela pompeyana, y lograron crear un ejército. Resistían los pompeyanos, César resopló de disgusto: la maldita guerra civil no había terminado.

Canciones para el nuevo día (2551/1770): "Rock 'n' Roll Girl"

The Beat - Rock 'n' Roll Girl


Disco: The Beat (1979)


30 de agosto de 2018

Crítica de cine: Rodin, de Jacques Doillon

La obra de Auguste Rodin (1840-1917) abrió el camino para la escultura moderna, alejándose de los cánones académicos, lo cual provocó que en vida muchas de sus esculturas fueran discutidas y rechazadas por la crítica del período. Posteriormente, y no mucho después de su muerte, la trayectoria de Rodin fue reconocida y hoy en día nadie duda de que se trata de un hito en el arte universal. Todos pensamos en El pensador (1881), sutilmente mostrado en su versión en yeso este filme, cuando se nos menciona el nombre de Rodin, quizá su obra más conocida, o en El beso (1881), concebida inicialmente para ser incluida en La puerta del infierno, conjunto escultórico cuyo encargo que recibió Rodin por parte del Estado francés en 1880 para ser ubicada en el Museo de las Artes Decorativas de París y cuyo modelado final en bronce no llegó a ver en vida. Es precisamente este grupo escultórico la excusa argumental y punto de partido inicial de este filme, Rodin, realizado y escrito por Jacques Doillon. Una película que originalmente iba a ser un documental para conmemorar el centenario de la muerte del escultor en 2017. Como ha mencionado Doillon en alguna entrevista, aceptó la oferta y empezó a escribir el documental, pero se dio cuenta de que la ficción surgía constantemente en su cabeza: «comprendí que no estaba interesado ni me sentía capaz de hacer un documental, que necesitaba actores. Así que rechacé la oferta y seguí escribiendo». El resultado, pues, es una película que no es exactamente un biopic del genial escultor francés, pero que sí juega con un estilo de estampas biográficas, más que siguiendo un estricto hilo narrativo, alrededor de algunas de las obras de Rodin y, especialmente, la relación amorosa que mantuvo con una de sus alumnas, Camille Claudel, a lo largo de las décadas de 1880 y 1890.