12 de octubre de 2017
11 de octubre de 2017
10 de octubre de 2017
9 de octubre de 2017
Reseña de Entre dos octubres: revoluciones y contrarrevoluciones en Rusia (1905-1917) y guerra en Eurasia, de Francisco Veiga, Pablo Martín y Juan Sánchez Monroe
La Revolución Rusa de 1917, de la que celebramos
en este 2017 su centenario, ha generado una producción historiográfica
ingente, entre novedades (algunas en sentido estricto, otras en su
traducción castellana) y reediciones, que es susceptible de agotar
incluso al lector más interesado y avezado en la materia. Visitar
algunas librerías da una imagen muy evidente, con mesas y cabeceras de
góndola en las que se ofrece una selección de libros sobre el tema, es
una muestra de cómo el tema, ya sólo en cuanto a ediciones en
castellano, se satura a sí misma y cómo las editoriales especializadas
en ensayo y libro de historia compiten entre sí por presentar una o
varias obras sobre el tema. ¿Todas son buenas? Indudablemente hay toda
una variedad de aproximaciones al tema, desde lo divulgativo a lo
académico, desde lo más reciente que se ha publicado dentro y fuera de
nuestro país a aquello que salió a la venta hace décadas y ahora se
publica por primera vez en nuestro mercado o bien se reedita cuando
parecía olvidado; desde fuentes de primera mano a cargo de testigos o
protagonistas de los hechos a monografías que desde un punto de vista
historiográfico relatan y analizan un proceso tan amplio como fue el de
la (doble) Revolución en la Rusia de 1917 y sus consecuencias más
inmediatas: cese de su participación en la Gran Guerra, conflicto civil e
intervencionismo internacional (más que matizable) y conformación de lo
que acabaría siendo la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Entre esa masa bibliográfica de corte muy diverso también en cuanto a su
reevaluación historiográfica –de una historia liberal a un
revisionismo, con múltiples estadios entre ambos puntos–, quizá la obra
más interesante de las publicadas en este 2017 (con permiso del libro de Sean McMeekin publicado por Taurus hace escasas semanas) sea Entre dos
octubres: revoluciones y contrarrevoluciones en Rusia (1905-1917) y
guerra en Eurasia, de Francisco Veiga, Pablo Martín y Juan Sánchez
Monroe (Alianza Editorial, 2017).
6 de octubre de 2017
Crítica de cine: Blade Runner 2049, de Denis Villenueve
Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.
Blader Runner, basada en parte en la novela
¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? de Philip K. Dick, se estrenó
sin hacer ruido en 1982, pero pronto se convirtió en una obra de culto?
Los que ya peinamos canas quizá no recordemos su estreno, pero sí
imágenes que en nuestra infancia nos parecieron fascinantes y,
especialmente, el eco de la música de Vangelis: el tema de los créditos finales, por ejemplo, forma parte de la educación sentimental de toda
una generación. Servidor no se va a poner ahora a disertar sobre el
impacto y especialmente el legado de Blader Runner: sería monopolizar el
espacio dedicado a esta crítica y caer en un ejercicio de nostalgia
–maldita nostalgia– que me impediría hacer una valoración de esta
secuela que llega treinta y cinco años. Más de tres décadas después, el
recuerdo de la visionaria película de Ridley Scott y el mundo que
prefiguró (los coches aún no vuelan, sin embargo) permanece y las
expectativas con Blade Runner 2049 eran muy elevadas y de manera
inversamente proporcional a las que generó su antecesora. Ya no está
Ridley Scott tras la cámara, sino en las labores de producción, cediendo
el testigo a quien sin duda es uno de los directores más interesantes
de la actualidad: el canadiense Denis Villeneuve, quien hace un año nos
conquistó definitivamente –tras cintas previas como Prisioneros, Enemy o
Sicario– con La llegada (Arrival).
5 de octubre de 2017
4 de octubre de 2017
3 de octubre de 2017
2 de octubre de 2017
29 de septiembre de 2017
Crítica de cine: madre!, de Darren Aronofsky
Es de agradecer que haya directores heterodoxos, o que vayan de eso, como Darren Aronofsky. Diferentes, rompedores, con voluntad de impactar (y epatar), de dar la nota incluso. Directores que no te dejen indiferente, que tengan personalidad, por muy pretenciosa o ególatra que sea esta. Sinceramente, en el panorama actual del cine –que parece, y soy consciente de que exagero, alimentarse únicamente de blockbusters marvelizados, franquicias y comedias gamberras muy tontorronas–, una película como madre! es un soplo de aire fresco; como también lo fue hace unas semanas el estreno de la gloriosamente fallida pero muy imaginativa El amante doble, de François Ozon (otro tipo peculiarísimo). Películas que se (te) apartan de lo trillado e incluso sobado y que (te) golpean en la butaca del cine, especialmente (y es lo más deseable) si no sabes nada de ellas previamente; de hecho, es como mejor se disfrutan: cuanto menos se sepa de algo y cuanta mayor sea la capacidad de sorprenderse uno mismo, mejor.
28 de septiembre de 2017
Canciones para el nuevo día (2309/1538): "The Beating of Her Wings (Ripper Street)"
Dominik Scherrer - The Beating of Her Wings
27 de septiembre de 2017
26 de septiembre de 2017
25 de septiembre de 2017
22 de septiembre de 2017
21 de septiembre de 2017
Crítica de cine: Detroit, de Kathryn Bigelow
Cuando el espectador ve Detroit, la última
película de Kathryn Bigelow, tiene la sensación de que el tiempo no ha
pasado. Desde luego lo ha hecho, en concreto han transcurrido 50 años
desde los hechos que relata la película, los altercados de Detroit entre
los días 23 y 26 de julio de 1967. Pero, al comparar –y eso que las
comparaciones suelen ser ociosas– lo que se relata en la gran pantalla y
hechos que son de candente actualidad –de Ferguson, Virginia, de manera
casi recurrente, a Charlottesburg, en el mismo estado, el pasado mes de
agosto– uno percibe que el tiempo pasa, sí, pero hay cosas que no
cambian. La violencia racial sigue siendo uno de los principales
problemas de orden público en Estados Unidos: violencia de fuerzas
policiales contra población negra en barrios y ciudades de todo el país,
especialmente en los antiguos estados del sur y en grandes ciudades
como Los Ángeles, Washington o Nueva York. En julio de 1964 se aprobó la
Ley de Derechos Civiles, que, casi un siglo después del final de la
Guerra de Secesión, mantuvo un sistema de segregación racial (“Jim
Crow”, como era conocido popularmente), impedía a la población negra, en
aquellos estados sureños, el ejercicio de derechos como el del voto y
perpetuaba un apartheid que separaba a blancos y negros en autobuses,
trenes, lavabos, etc. Pero la violencia continuó, el Ku Klux Klan y
otras organizaciones y grupos de supremacistas blancos sobrevivieron, e
incluso aumentaron en número (los David Duke de turno) y se produjeron,
de manera periódica, estallidos de violencia a causa del maltrato de
agentes de policía contra individuos negros (el caso de Rodney King, en
1992 en Los Ángeles, es uno de los muchos ejemplos). Al mismo tiempo,
juicios polémicos como el de O.J. Simpson en 1995, acusado de asesinar a
su ex esposa y un amigo de esta, enardecieron a la población negra que,
con o sin razón según el caso, intensificaron un grado de violencia
siempre latente y que, como los ojos del Guadiana, reaparece
constantemente. El cine y la televisión han tratado este tema desde
muchos ángulos y perspectivas. Con su película, Bigelow trata de
recordarnos que la violencia por causas raciales y sus causas siguen aún
muy presentes en la sociedad norteamericana.
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