Anoche aparqué momentáneamente las series para
ver una película que me interesaba mucho desde su estreno (pasó bastante
desapercibida cuando se estrenó a finales de agosto de 2016), Experimenter: la historia de Stanley Milgram.
Un filme sobre los experimentos sociales de Milgram sobre el
comportamiento humano, a principios de la década de 1960 mientras
trabajaba/investigaba en la Universidad de Yale, y que se realizaron en
paralelo al juicio de Adolf Eichmann en Jerusalén, considerado el
"ingeniero" o el "arquitecto" de la Solución Final nazi, el exterminio
de los judíos europeos durante la Segunda Guerra Mundial. La figura de Milgram (1933-1984), personaje peculiar, psicólogo social que se abrió a la multidisciplinariedad y que creó experimentos de corte sociológico sobre el comportamiento humano y que tambiñen ahondó en el concepto de los seis grados de separación. Judío y de padres inmigrantes de orígenes rumano y húngaro, el Holocausto fue algo que le tocó de cerca, pues en su familia muchas personas acabaron en los campos de la muerte, y en sus estudios sobre la obediencia a la autoridad quedó siempre subyacente el tema del exterminio nazi y en cómo sus perpetradores lograron la colaboración, coercitiva o voluntaria, de toda una sociedad. En la película, Milgram asiste prácticamente "en directo" al juicio de Eichmann y, como Hannah Arendt, reflexionará sobre la participación del individuo en un asesinato en masa.