Ángel Viñas (n. 1941) es uno de los historiadores
más y mejor especializados en la guerra civil española, especialmente
en cuestiones como la financiación del conflicto por parte de los dos
bandos, la diplomacia de la época (poniendo el énfasis en la
inoperatividad buscada del Comité de No Intervención por parte de
británicos y franceses) y el combate de los mitos historiográficos –o
historietógrafos, como suele decir a menudo– por parte de lo autores
declarados, herederos o revitalizadores de tesis franquistas. Viñas se
ha convertido desde hace años en uno de los azotes de autores,
académicos y mediáticos, que perpetúan leyendas y mitos sobre el
estallido de la guerra civil, sobre la tantas veces manida revolución
comunista en el seno de la República, sobre Negrín, lacayo de Stalin, y
sobre el golpe de Casado y Besteiro en la fase final del régimen
republicano, entre otros muchos temas (y que no son pocos). Diplomático,
historiador y hombre con una tremenda curiosidad, Viñas no se achanta
ante los embates de quienes denigran un trabajo académico riguroso y
ajeno sin aportar más que la calumnia, la desfachatez y la ausencia de
un trabajo de archivo serio y documentado. La visceralidad que en
ocasiones puede mostrar Viñas en sus trabajos es la respuesta ante
quienes le critican sus trabajos pero que ningunean sistemáticamente lo
que el propio Viñas ha definido como la «evidencia relevante primaria de
época» (la epre, que tantas veces le hemos escuchado en conferencias y
conversaciones de petit comité): la base de todo trabajo es el análisis
de los datos, de las fuentes, de la epre en última instancia, y es algo
que en sus múltiples trabajos en los últimos años aparece por todas
bandas. Viñas no se corta en recordarle al historiador que es en la
epre, en el análisis de los datos, y no en la elaboración de
apriorismos, juicios de valor inanes y mitos perpetuados, como avanza la
investigación histórica. Y no puedo estar más de acuerdo con él.