El poeta Cayo Valerio Catulo (c. 86-56 a.C.,
aunque las fechas son discutibles) se convirtió en el hombre de moda
durante unos años en la década de los años 50 a.C. Romano de provincias, de
la Galia Cisalpina en particular, cuando aún ésta no había recibido la ciudadanía
completa (habría que esperar a la dictadura de César, cuando se “agregó” la
provincia a Italia), Catulo pertenecía a una generación de jóvenes que,
en términos actuales, se podría decir que se dedicaba a provocar. Los quince años previos a la guerra civil que terminaría con la República como
sistema político estable es una de las mejor documentadas de todo el
período romano, gracias a fuentes de primera mano como los discursos y
las cartas de Cicerón (que, más allá de su breve y exageradamente publicitado exilio, apenas salió de
Italia y nos legó una cantidad ingente de información) o los poemas de
Catulo. A través de las cartas y discursos de uno y de los poemas del
otro podemos indagar en la sociedad del momento: con César en las
Galias, Pompeyo y Craso en Roma, Cicerón y los boni u optimates luchando
por romper el dominio del impropiamente llamado “primer triunvirato”
(no fue una magistratura especial, sino un acuerdo privado y como muchos
agujeros), y radicales como Clodio, la Roma de los años 58-52 a.C. fue
convulsa. Elecciones amañadas, magistrados corruptos, juicios
sensacionalistas, escándalos políticos de primer orden, jóvenes de la
nobilitas como Clodio, Celio, Curión o Antonio haciendo de las suyas,
dedicándose a provocar y despertar todo tipo de habladurías… y mujeres
como Clodia, la hermana del impulsivo tribuno de la plebe.