16 de septiembre de 2012

Crítica de cine: María Antonieta, la reina adolescente, de Sofia Coppola

[6-I-2007]

Curiosa película de la autora de Las vírgenes suicidas y Lost in translation que a nadie que la vea dejará indiferente, gustará o no. Y muchos pensarán que después de Lost in translation se encontrarán con otra película metafísica, insustancial, vacía y sin apenas argumento. Pero esta vez se equivocarán y es muy posible que disfruten de un espectáculo visual e incluso musical.

Basada en la biografía María Antonieta: la última reina de Antonia Fraser (editada en castellano hace apenas unos meses por Edhasa), el filme de Coppola nos muestra a una María Antonieta (Kirsten Dunst) apenas adolescente que abandona en 1768 las tierras austríacas para casarse con el apocado y tímido delfín de Francia, Luis Augusto (Jason Schwartzman, primo de la Coppola, por cierto; siguiendo la tradición familiar...), nieto del ya anciano rey Luis XV (Rip Torn). El cambio de la corte familiar regentada por la emperatriz María Teresa (Marianne Faithfull) en la tranquila Viena al lujo, el boato y la rígida etiqueta de Versalles supone un aprendizaje para una jovencísima María Antonieta, que verá con sus ojos que vivir en la corte francesa no es nada fácil. Casada inmediatamente con el joven Luis, empezará el calvario personal de una joven por quedarse embarazada, algo que todos desean y ansían, ya para dar un heredero al reino francés, ya para afianzar la endeble alianza entre Francia y Austria. Siete años tardó Luis en consumar su matrimonio con María Antonieta; ya siendo rey de Francia con el nombre de Luis XVI, finalmente María Antonieta quedó embarazada. Al mismo tiempo, el lujo, el deroche, las fiestas, los entretenimientos, etc., acompañan en sus primeros años a una joven austríaca en la corte versallesca. Un lujo que Coppola nos retrata hasta en los mismos detalles; un derroche quepodría simbolizarse en los dulces y pasteles que constantemente comen maría Antonieta y sus favoritas en la corte. Si el epígrafe de reina adolescente del título se nota más es en las secuencias de la joven delfina participando en fiestas, comiendo dulces, eligiendo vestidos y luciendo peinados... algo que, salvando las distancias y el tiempo, las adolescentes de hoy en día, sin ser reinas, suelen hacer. 


15 de septiembre de 2012

Crítica de cine: Ágora, de Alejandro Amenábar

[11-X-2009]

Normalmente, todos en el cine, espectadores, críticos y artistas, valoramos el equilibrio, a veces en la cuerda floja, entre forma y contenido, entre estética y ética, entre la imagen y la palabra, entre el efecticismo de los efectos visuales y el poder de un guión bien trabado. Y en una película como Ágora este debate, que en ocasiones se convierte en canibalismo, surge desde un principio. Lamentablemente, en este caso, el equilibrio se rompe casi desde un principio en beneficio de una parte y en perjuicio de la otra.

Alejandro Amenábar es de esos directores que han conseguido crearse un lugar en el cine español (y casi diría que mundial) con apenas cuatro películas. De Orson Welles español, como se le ha llegado a calificar, a animal camaleónico, por el cambio de registro que ha ido realizando en cada nueva película, Amenábar ahora parece que quiera acometer, quizá fuera de onda, una película al más puro estilo péplum.

Y nos trae Ágora, una película ambientada (casi diría que protagonizada) por la Alejandría de finales del siglo IV. Una época que significó el triunfo del cristianismo como religión del Estado romano tras su persecución y clandestinidad durante siglos, y, consecuentemente, el inicio del declive del paganismo y de la cultura (y la filosofía) heredadas del mundo griego clásico y helenístico. Y no es casual esta encrucijada en este período: ya en el año 394 Teodosio abolió los Juegos Olímpicos, iniciados un milenio antes. 


Canciones para el nuevo día (995/223): "The Painted Veil (River Waltz)"

Alexandre Desplat Score Week (y V):
The Painted Veil (River Waltz)



Disco: The Painted Veil - soundtrack (2007)

14 de septiembre de 2012

Crítica de cine: La guerra de los mundos, de Steven Spielberg

«Nadie habría creído en los primeros años del siglo XXI que nuestro mundo estaba siendo vigilado por inteligencias superiores a la nuestra. Y que mientras los hombres atendían a sus diversos asuntos, éstas les observaban y estudiaban del mismo modo que un hombre puede escudriñar con un microscopio las criaturas que pululan y se multiplican en una gota de agua. Infinitamente satisfechos de sí mismos, los hombres iban y venían por el globo, seguros de dominar el mundo. Pero a través del abismo del espacio, inteligencias frías, vastas y hostiles contemplaban nuestro planeta con ojos envidiosos. Y lentas pero seguras trazaban planes de conquista».
Voz en off del prólogo.
Steven Spielberg no engaña a nadie. Ofrece espectáculo, imagen, en bastantes ocasiones con preferencia a la palabra; su última película, War Horse (Caballo de batalla), podría ser un buen ejemplo de perfecta factura visual y un guión, bueno, más discutible. Y eso si no incluimos la ñoñería con la que a menudo nos empalaga. Pero si algo tiene Spielberg es tablas y una larga trayectoria. Personalmente me gusta más el Spielberg del siglo XXI, el de particulares cuentos de hadas (A.I.: Inteligencia Artificial, 2001), el de historias de redención en nostálgicas aproximaciones al pasado (Atrápame si puedes, 2002), el director comprometido políticamente, a costa de recibir críticas de sus correligionarios (Munich, 2005) y, cómo no, el profeta ambiguo en cuanto a cómo plasmar su propia época en una película de ciencia-ficción (Minority Report, 2002). Precisamente en la película sobre la División Precrimen, basada en un relato corto de Philip K. Dick, sutilmente se apuntaba a los riesgos de la Patriot Act aprobada por el Congreso estadounidense tras los atentados del 11 de septiembre. Con otra película de ciencia-ficción, basada en la novela clásica de H.G. Wells, Spielberg recupera, a mi entender, el eco del 11-S.

Canciones para el nuevo día (994/222): "Lust, Caution (Wong Chia Chi's Theme)"

Alexandre Desplat Score Week (IV):
Lust, Caution (
Wong Chia Chi's Theme)



Disco: Lust, Caution - soundtrack (2007)

13 de septiembre de 2012

Crítica de cine: The frost (La escarcha), de Ferran Audí

¿Cómo superar la muerte de un hijo? Si ya de por sí es duro aceptar tal hecho, ¿qué pasa si además descubres que, en realidad, nunca has querido a ese hijo? Tremenda situación.

Y esto es lo que plantea The frost (La escarcha), opera prima del cortometrajista Ferran Audí y coproducción hispano-noruega y un plantel de actores encabezado por Aitana Sánchez-Gijón. Inspirada en la obra de teatro El pequeño Eyolf de Henrik Ibsen, plantea la situación antes esbozada: la tragedia sacude al matrimonio formado por Rita (Sánchez-Gijón) y Alfred (Trond Espen Seim) cuando su hijo Eyolf, aquejado de una cojera, muere al ahogarse en el mar. ¿Cómo superar un dolor? Pero ambos padres, cada uno a su manera, sufren las consecuencias de la muerte de un hijo en realidad no querido e incluso no deseado. Junto a ello, la película plantea las relaciones de pareja de una manera muy abierta (rozando incluso lo incestuoso), llevando, en definitiva, de la muerte del hijo a la muerte del amor y del matrimonio. 

Canciones para el nuevo día (993/221): "Fantastic Mr. Fox (Great Harrowsford Square)"

Alexandre Desplat Score Week (III):
Fantastic Mr. Fox (Great Harrowsford Square)

Disco: Fantastic Mr. Fox - soundtrack (2009)

12 de septiembre de 2012

Reseña de El mito de Hitler, de Ian Kershaw

«Yo he superado el caos en Alemania, restaurado el orden, incrementado de forma generalizada la producción en todos los sectores de nuestra economía nacional. […] Yo he logrado reintegrar por completo a la producción útil los siete millones de desempleados que tan entrañables resultaban a nuestros corazones, he logrado mantener al campesino en su tierra a pesar de todas las dificultades, y también he logrado recuperar tierras para él, he logrado hacer que florezca de nuevo el comercio alemán, y he conseguido promover tremendamente los transportes. No sólo he unido políticamente al pueblo alemán, sino que, desde el punto de vista militar, también lo he rearmado, y además he tratado de romper, página por página, ese tratado que contenía, en sus 448 artículos, las más elementales violaciones jamás impuestas a las naciones y a los seres humanos. He devuelto al Reich las provincias que nos fueron robadas en 1919. He conducido de nuevo a su patria a los millones de alemanes profundamente desdichados que nos habían sido arrancados. He restablecido la milenaria unidad histórica del espacio vital alemán, y he tratado de hacer todo esto sin derramamiento de sangre y sin infligir a mi pueblo o a otros el padecimiento de la guerra. He logrado todo esto por mis propios medios, como alguien que hace veinte años era un trabajador desconocido y un soldado de su pueblo.»

Discurso de Adolf Hitler, 28 de abril de 1939.
Muchos alemanes de los años 1939-1940 aplaudieron las palabras del Führer. Fueron los años en que la aceptación de la figura del dirigente nazi alcanzó sus cotas más elevadas. Tras la debacle de la Primera Guerra Mundial y el tumultuoso período de la República de Weimar, muchos ciudadanos, aun no considerándose nazis, pudieron sentir que en el Reich alemán había estabilidad. Muchos sintieron que la humillación de Versalles quedaba superada con los logros diplomáticos desde que Alemania abandonó la Sociedad de Naciones en septiembre de 1933 e inició una política agresiva en el exterior, bordeando el conflicto militar, pero no llegando a declarar la guerra… hasta septiembre de 1939. Incluso después, tras las exitosas campañas en Polonia y en la Europa occidental, la popularidad de Hitler entre los alemanes era muy alta. El führer había traído paz, estabilidad, orden, recuperación económica y prestigio allende las fronteras. Alemania volvía a ser poderosa y temida. El mito de Hitler había cosechado sus mejores frutos.

Canciones para el nuevo día (992/220): "The Tree of Life (Circles)"

Alexandre Desplat Score Week (II):
The Tree of Life (Circles)



Disco: The Tree of Life - soundtrack (2011)

Crítica de cine: The Deep Blue Sea, de Terence Davies

¿Qué es el cine? Lo que uno quiere que sea, de entrada. Pero, más allá de lo obvio, ¿qué es el cine? Es magia, sin duda; es talento, también; es una historia, cierto; son sensaciones, evocaciones, sentimientos; anhelos, carencias, dudas, miedos, pasiones... fuertes pasiones, muchas veces. Es palabra y es imagen; es mezcolanza de géneros y texturas, técnicas y colores. Es teatro y es relato. Es silencio y es algarabía. Es imagen. Es palabra. Es... cine.

Londres, principios de los años 50. Hester (Rachel Weisz) sufre y actúa, intenta suicidarse. No lo consigue. Su historia es sencilla pero a la vez compleja. Hester no sabe lo que quiere. Y cuando hace las cosas es posible que no la comprendas. Tú en tu butaca, ella en la pantalla. Casada con un juez, sir William Collyer (Simon Rusell Beale), no es feliz en su matrimonio Mantiene una relación que no va a ninguna parte con Freddie Page (Tom Hiddleston), un aviador, un combatiente de la Segunda Guerra Mundial. Se ha ido a vivir con él. Pero no es feliz: ama demasiado... pero, ¿realmente ama? ¿Es posible que el amor no sea más que lujuria? ¿O el deseo se ha erigido en necesidad? ¿Por qué intenta suicidarse? 

10 de septiembre de 2012

Crítica de cine: Tu vida en 65 minutos, de María Ripoll

De tanto en tanto, apetece repasar películas que viste en su momento. Yo soy mucho de repasar películas (como de releer libros), siempre encuentras detalles que te perdiste o, mejor aún, recuperas anteriores sensaciones, las mejoras o las sustituyes por otras (mejores o peores). Una de esas películas que no tengo en DVD pero que si la emiten por la tele veo de nuevo es Tu vida en 65 minutos. Recuerdo la primera vez que la vi: un mes de agosto de 2006, un viaje a Madrid (ahora mismo no recuerdo para qué), unos cines Renoir de calle Princesa. La película se había estrenado meses atrás y aguantaba en las salas de cine. En Barcelona se me escapó, por el motivo que fuere (cuántas películas sufren esos destinos, que si no vas pronto a verlas desaparecen de tu mapa visual...), pero ese sábado, primera sesión, me apeteció verla. Y me enamoró. Ya no sólo por la intro, sino por esa Barcelona real, la que pateo cada día, la de un domingo como en la película, pero también la de cada día. La que no necesariamente sale en las guías para turistas, la que ves cada día; y si además es con la versión de "In Between Days" de The Obligations como música de fondo, qué mejor... 

Canciones para el nuevo día (991/219): "The Ghost Writer (The Ghost Writer)"

Una de esas semanas temáticas que me gusta hacer... 

 

Alexandre Desplat Score Week (I):
The Ghost Writer (The Ghost Writer)


Disco: The Ghost Writer - soundtrack (2010)

The Ghost Writer

9 de septiembre de 2012

Crítica de cine: El erizo, de Mona Achache

[16-XII-2009]

La elegancia del erizo de Muriel Barbery (Seix Barral) se ha convertido en uno de los libros revelación de este 2009. En Francia, como lo fue Juntos, nada más de Anna Gavalda hace unos pocos años, en una novela de éxito, que combinaba calidad literaria con personajes atractivos. La novela de Muriel Barbery también, con dos personajes, Renée Michel y Paloma Josée, que consiguen establecer con el lector la suficiente empatía como para engancharle en una lectura de haikús, sensaciones y un mundo casi mágico. Y ambas novelas han tenido su particular película.

La película, dirigida por la debutante Mona Achache, realiza una particular versión de la novela, inspirada más que metódicamente basada en ella. Renée (Josiane Balasko), la portera de un edificio de apartamentos aparentemente de alto standing, y Paloma (Garance Le Guillermic), la excéntrica niña hija de un ministro, son dos personajes que se encierran en sí mismos. Renée esconde bajo su arisca piel a una empedernida lectora, mientras que Paloma planea su suicidio para cuando cumpla los 12 años, alienada en su propia familia superficialmente autosatisfecha de los logros de su estatus social). Ambas apenas se conocen, pero la llegada de Kakuro Ozu (Togo Igawa), un nuevo vecino, las acercará. Además, Kakuro y Michel tienen en común su pasión por Tolstói y Ana Karenina

8 de septiembre de 2012

Reseña de El cementerio de Praga, de Umberto Eco


Umberto Eco (1932) ha tenido una suerte desigual con sus novelas desde la publicación de El nombre de la rosa en 1980: ambientada en el siglo XIV, con querellas religiosas, Inquisición y el mundo de los libros de por medio (y un velado homenaje a Sherlock Holmes), cosechó un enorme éxito de público y crítica. Eco se haría de rogar con su segunda novela, El péndulo de Focault (1988), novela de conjuras con el misterio de los templarios en el ajo que dejó a muchos lectores, incluido un servidor, bastante desconcertados. Un desconcierto que se agudizó con La isla del día de antes (1994), que directamente no entendí (o quizá al final desistí de entender). Por ello, leí Baudolino (2000) con interés aunque con pocas pretensiones, y La misteriosa llama de la Reina Loana (2004) ya no cayó en mis manos. Por ello, recibí la publicación de El cementerio de Praga (Lumen, 2010) con ciertas dudas. Dudas que se han disipado con una lectura adictiva y con enorme placer.
 

7 de septiembre de 2012

Crítica de cine: Nine, de Rob Marshall

[22-I-2010]

"Hago películas porque me gusta explicarme a mí mismo".
Federico Fellini (1920-1993)

Me gustan los musicales, desde siempre, los que me habéis leído por ahí lo sabéis. Me atrapan, me enganchan, me seducen, a pesar de su absoluta falta de lógica (¿por qué de pronto unos personajes, sin venir a cuento, de pronto se ponen a cantar y bailar?), de lo predecible de sus tramas y de su inherente punto de irrealidad. Me apasionan desde siempre. Por ello, cuando hace un tiempo se anunció que Rob Marshall iba a dirigir la adaptación cinematográfica de Nine, el musical de Broadway, que ya de por sí es una adaptación (por llamarlo de alguna manera) de Ocho y medio de Fellini (¡Dios nos coja confesados con esta perogrullada!), pues no pude sino alegrarme; viniendo del director de esa pequeña obra maestra que es Chicago (2002), qué más se podía esperar. Pues más, precisamente. Pues el elenco es atractivo: Daniel Day-Lewis, Nicole Kidman, Judi Dench, Sophia Loren, Marion Cotillard, Penélope Cruz, Fergie (la cantante de Black Eyed Peas), Kate Hudson. Y rodado en escenarios italianos. 

Canciones para el nuevo día (990/218): "Mama Roux"

Henry Butler - Mama Roux



Disco: Treme, Season 2: Music From the HBO Original Series - soundtrack (2011)

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6 de septiembre de 2012

Reseña de La edad de los prodigios: terror y belleza en la ciencia del Romanticismo, de Richard Holmes


En abril de 1769, el buque Endeavour capitaneado por James Cook llegó a la isla de Otaheite en el Pacífico sur. Pasado el tiempo, la isla se conocería con su nombre actual, Tahití, y pasaría a estar bajo dominación francesa; pero por aquellos años, durante el primer viaje de Cook (1768-1771), organizado por la Royal Society de Londres con propósitos científicos (la observación del tránsito del planeta Venus sobre el Sol), la isla bien podía presentarse a los navegantes británicos (además de Cook, Samuel Wallis, que visitó la isla apenas un año atrás) y franceses (Louis Antoine de Bougainville también unos meses antes) como un paraíso terrenal. O al menos debió de parecérselo a uno de los hombres con mayor curiosidad científica e intelectual de la ciencia de los últimos trescientos años y que viajaba a bordo del Endeavour: sir Joseph Banks (1743-1820), botánico, explorador y naturalista, quizás algo más que un (gran) personaje secundario en La edad de los prodigios: terror y belleza en la ciencia del Romanticismo, de Richard Holmes (Turner, 2012). O, por lo menos, un personaje con la suficiente envergadura (y no es poco) para intuir que en el medio siglo posterior a su viaje a Tahití, la ciencia daría un enorme paso en Gran Bretaña. Para muchos de los científicos del período que convenimos en llamar Romanticismo, el eco de Isaac Newton comenzaba a quedar algo lejano, siendo aún en muchos aspectos el gran precursor. Y no sólo entre los científicos: una nueva hornada de poetas, de Coleridge a Byron, de Wordwworth a Shelley, se vieron influenciados en su obra por el fuego de la investigación científica; fuego que ellos mismos avivarían y serviría de inspiración para obras como Frankenstein, el moderno Prometeo de Mary Shelley o que tendría repercusión en el Don Juan de lord Byron. 

Canciones para el nuevo día (989/217): "Bei Mir Bist Du Schoen"

Janis Siegel - Bei Mir Bist Du Schoen



Disco: Swing Kids - soundtrack (1993)

5 de septiembre de 2012

"Non Nobis, Domine": una secuencia cinematográfica

Os habréis cansado de leerme... Henry V (Kenneth Branagh, 1989) es una de mis películas favoritas: me entusiasmó, maravilló y emocionó hace ya más de veinte años (aún guardo con cariño la cinta en VHS, aunque ya no tengo video, que grabé de cuando la emitieron por la 2). Una película eminentemente teatral, con un  Branagh curtido en las tablas, pero primerizo en la pantalla cinematográfica: aquí se le nota la influencia de maestros como Laurence Olivier y John Gielgud. Y junto a él, Derek Jacobi (el narrador), Brian Blessed (Augusto en Yo Claudio, haciendo del duque de Exeter), Richard Briers, Michael Maloney, Paul Scofield (como el rey francés Carlos VI), una joven Emma Thompson (como la princesa Catalina de Valois), etc. 

Canciones para el nuevo día (988/216): "Titus (Finale)"

Elliot Goldenthal - Titus (Finale)



Disco: Titus - soundtrack (1999)