Esta reseña parte de la lectura de la edición original, Mythos: The Greek Myths Retold (Michael Joseph [Penguin Books], 2017), por lo que algunas referencias se refieren a ella.
Son muchos –MUCHOS– los libros sobre los mitos griegos y desde diversas vertientes: la narrativa, la antropológica, la simbólica, la artística… Tantos libros y aproximaciones al mito como la variedad de los propios mitos. Siempre nos han atraído, pues en el fondo no dejan de ser cuentos y relatos sobre la humanidad y cómo para explicar el origen del mundo creó historias de dioses antropomórficos que, como el Dios/Yahvé judeocristiano, surgieron de la nada y crearon un mundo en el que los hombres fueron los últimos añadidos. Por supuesto, no sólo de lo griego vive el hombre y otras culturas han creado sus propios mitos de cosmogonía y creación del hombre, y leyendas sobre héroes y lugares entre lo histórico y lo fantasioso. Pero el mito griego sigue siendo algo especial, cercano, atractivo. Mythos (Anagrama, 2019) del actor y escritor británico Stephen Fry podría ser “otro” libro más sobre los mitos griegos. En cierto modo lo es, pero el plus del libro es que su autor no pretende hacer un mero catálogo mitográfico y ofrecer si acaso una explicación. No, Fry no quiere hacer más que lo que ya anticipa en el prefacio: “relatar” mitos, contarnos historias sobre el origen del universo y la Tierra, la aparición de deidades, las disputas entre sí por el dominio del cosmos y la creación de los hombres. Es este “relato”, en el que la prosa se nutre de un estilo fresco y cercano, irónico y ameno, descriptivo y diáfano, y en el que incluso el autor, en abundantes notas a pie de página de carácter explicativo (no bibliográfico), el que hace del libro una obra, hasta cierto punto, “especial”.
Escena de la gigantomaquia, la guerra de los gigantes, relieve en mármol. Museo Arqueológico, Estambul. |
El volumen se estructura en dos grandes bloques. Por un lado, “The Beginnings” (con dos partes), que trata sobre el origen de los dioses –los tres órdenes– y la formación de la docena de deidades olímpicas más conocidas (el doce es un número muy versátil en las culturas humanas): Zeus, Hera, Poseidón, Hades, Hestia, Deméter [la progenie de Cronos y Rea, dos de los titanes o segundo orden], Atenea, Ares, Hefesto, Apolo, Artemisa y Hermes; a ellos quizá habría que añadir a Dioniso y, por supuesto, Afrodita. Y en segundo lugar, “The Toys of Zeus”,* extenso bloque en el que se relata la creación del hombre (y de la mujer: Pandora) por parte de Prometeo (y la caída de éste tras darle a los hombres el fuego, acto que Zeus consideró una traición), la pléyade de metamorfosis (divinas y humanas) y castigos divinos (Níobe, Acteón, Ixión, Tántalo, Sísifo, Marsias, Aracné…) y relatos como los de Cadmos y su progenie, Faetón y el carro del Sol, Asclepio y la medicina, Adonis, Eco y Narciso, Galatea, Midas y el “toque” dorado... Resumo, pues son muchas las leyendas que se narran con una prosa en la que los diálogos forman parte de la narración: son relatos, fábulas si se quiere, cuentos sobre la deidad y la humanidad, las características que han hecho “humanos” a unos y otros, los deseos y ambiciones, los castigos y destinos que dioses, mortales, ninfas, sátiros, etc., sintieron y “vivieron”. Y las metáforas que se extraen. Fry no trata de emular a cuentistas de la categoría de Charles Perrault o Hans Christian Andersen, ni propone “moralejas”, sino que relata, sin querer interpretar… aunque en el fondo alguna “interpretación” queda de su relato.
* Nótese el elemento “lúdico” que utiliza Fry para considerar a la humanidad un “juguete” de la divinidad, cuando los dioses son, en sí, “creaciones” humanas.
Giulio Romano, Los Dioses del Olimpo (1528), Sala dei Giganti, Palazzo del Te, Mantua. |
El autor, como anticipa en el prefacio, no entra en leyendas de héroes como Heracles y Perseo, por ejemplo, o en la historia de Edipo y su progenie o la guerra de Troya; lo justifica diciendo que entrar de lleno en ello, y con la misma intensidad que el resto del libro, convertiría su obra en algo demasiado extenso de leer incluso para un titán. Y, sin embargo, el lector puede echarlas de menos; de hecho, este lector las echa de menos, pues aun por muy manidas que sean esas leyendas, también forman parte de los mitos griegos y explican muchos aspectos de la cultura griega y universal. Entendemos el punto de vista del autor: es cierto, entrar en detalle en esas leyendas aumentaría mucho más un libro que de por sí es largo, y que en su segunda parte se “hace” algo largo. Las cuatrocientas páginas del volumen –apéndices al margen; por cierto, muy suculentos– habrían llegado a ser casi otras tantas; y aunque el estilo de Fry es amenísimo y muy atrayente, incluso para lectores que ya conocen a fondo la mitología griega, se correría el riesgo de “empachar” incluso al más pintado. En ese sentido, pues, la decisión del autor es acertada. Además, es cierto: quedaría mucha tela por cortar para otro volumen e incluso algunos de los relatos que aparecen en este podrían haberse desarrollado con más detalle (y alguno que otro con algo menos). Pero esa materia daría para otro libro en el que se expliquen, por ejemplo, además de las hazañas de Heracles o la tragedia de Edipo, otros elementos de la mitología griega como los animales fantásticos (incluidos los más monstruosos), la propia geografía griega y la conformación de leyendas fundacionales antes, durante y después del conflicto troyano y que conforman el entramado cultural griego. Pero, insisto, eso daría para otro libro, quizá el autor se lo plantee…**
** En el momento de la lectura de este libro no sabíamos que, un año después, Fry publicaría otro volumen, a modo de "segunda parte": Heroes: Mortals and Monsters, Questas and Adventures (Michael Joseph [Penguin Books]; hojéese en Amazon) y en que se recrea con las andanzas de estos y otros héroes griegos.
Gustav Klimt, Pallas Athenea (1898), Wien Museum, Viena. |
El hecho de utilizar diálogos y de dejarse llevar por una estructura de cuento y fábula más que de relato (tale, en inglés, palabra polisémica que bien puede servir para estos tres sustantivos), podría suscitar preguntas sobre el género del libro: ¿ensayo divulgativo? ¿ensayo novelado? ¿Obra literaria? Taxonomías al margen, que es lo de menos, podemos asumir este volumen como una obra inclusiva en los estudios culturales que la editorial desarrolla, y en el que ya hay otras obras sobre mitología griega: sin ir más lejos, obras como Los mitos griegos de Robert Graves (Gredos), que también hace gala de un estilo ágil y ameno, y de las monografías de Jean-Pierre Vernant; o, echando la vista no demasiado atrás, obras como las de Carlos Goñi, en especial Cuéntame un mito (Ariel). De hecho, el libro de Fry se sitúa a medio camino entre la compilación de Graves y la divulgación de Goñi, y es un complemento más accesible que las obras de Vernant, con fondo y estilo propiamente académicos.
Para concluir, estamos ante una obra que supone un soplo de aire fresco a la temática de los mitos griegos. El referente de Edith Hamilton, que Fry menciona en un par de ocasiones, es evidente a lo largo de las páginas, a las que se añade un plus de ironía y sentido del humor que le sienta bien al volumen y que el autor cultiva con buena pluma (y a la vez evoca también su faceta de actor, en especial de comedia). Además, en las múltiples notas a pie de página hay un poso de sabiduría, de conexión de lo estrictamente griego con las culturas occidentales que han bebido de esos mitos, que convierten el libro en algo más “universal”. Y se completa el volumen con una selección de imágenes sobre escenas de algunos de esos mitos griegos: cerámicas, frescos, cuadros y esculturas que suponen también un viaje ilustrado por la recepción de la mitología en el arte desde hace más de dos mil años. Fabuloso.
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