Es extensa la bibliografía sobre Dioniso: como
mito, como símbolo, como argumento literario y poético; quizá no tanto
Ariadna, pero ambos personajes han sido analizados desde la filosofía
(no sólo Nietzsche “mediante”) y la historia del pensamiento griego
antiguo: lo dionisiaco y salvaje en “lo griego”; el salvador y el amigo
del hombre; el dios del vino, el “promotor” de los simposios, el dios de
los “misterios” (con permiso de Deméter, Perséfone y Eleusis); la
divinidad que junto a Zeus da “nombre” a lo divino, al dios; el dios del
teatro y sus inspirador. Dioniso, como afirma el autor de esta
monografía, es el dios más polifacético del panteón griego, el que
“nació dos veces”, el dios de Platón, el que fue asimilado a la figura
de Cristo en el mundo tardoantiguo, el que sería recuperado desde el
siglo XVIII, el Ochocientos sobre todo, con Hölderlin, Nietzsche y
otros, el reelaborado y reinterpretado por Otto, Burkert, Frazer,
Kerényi, Detienne, Vernant… y una larga serie de autores que David
Hernández de la Fuente sigue, recoge y comenta en un ambicioso libro que
rastrea el mito, la ritualidad y la recepción de Dioniso en la historia
cultural (occidental), con el añadido de que su análisis incluye a
Ariadna: la figura durmiente de Naxos que, al despertar, se vio
abandonada por su amado (Teseo) y fue “rescatada” por Dioniso, para
después morir, bajar a los infiernos (katábasis) y subir a los cielos
(anábasis) de mano de Dionisos.
David Hernández de la Fuente |
Para un lector profano en la materia, la recuperación del mito de Dioniso y su recepción en la cultura occidental, sobre todo desde una perspectiva alemana, es lo que podría ser de mayor interés en este libro. Pero es apenas un punto de partida. Como Ariadna despertando en Naxos, el autor “despierta” (en cada uno de los seis episodios) para rastrear la pervivencia no sólo del mito, sino de su huella en el pensamiento europeo, antes y después de Nietzsche y su Nacimiento de la tragedia (1872), obra seminal que sigue la senda de la poesía de Hölderlin y anticipa los estudios de Frazer, Otto, Burkert y Vernant en torno al “hombre dionisiaco”, frente al apolíneo que dejara atrás Nietzsche. Puede costarle a ese lector profano seguir el camino que, tomando como excusa algunos versos de Hölderlin (o de Espriu), a base de migas de pan conceptuales, simbólicas y filosóficas ha dejado la figura de Dioniso en diversos momentos de la historia cultural, pero el autor “agiliza” esa senda con lo que, de hecho, constituye uno de sus elementos más interesantes del libro: la recepción artística del mito, la imagen del dios en la cerámica griega, en Tiziano o en el arte contemporáneo. Lo mismo sucede con Ariadna: origen y lecturas del mito, símbolo y lógos alrededor de su muerte y divinización, plasmación artística en última instancia. Juntar ambos personajes, rastrear las tradiciones cristianas (Cristo-Dioniso, Virgen María-Anunciación-Ariadna) y glosar no sólo el papel de ambos como pareja simbólica, sino el rastro que en la poesía y la filosofía alemanas del siglo XIX han dejado, es otro de los alicientes del libro.
Tiziano, Dioniso y Ariadna en Naxos, 1522-1523, National Gallery, Londres. |
Estamos, pues, ante un libro de una enorme audacia conceptual y
analítica, ameno y denso (aunque parezca contradictorio) a partes
iguales, que hará las delicias de los lectores de mitos (y de los
analistas del mito, de Vladimir Propp a Claude Lévi-Strauss), los
interesados en la filosofía platónica (y neoplatónica), los estetas del
arte, los interesados en Nietzsche y lo dionisiaco de su filosofía, los
lectores con especial inquietud por la recepción del mito en la poesía
alemana del siglo XIX o incluso en quienes rastrean el eco de Dioniso en
la literatura y el cine en la segunda mitad del siglo XX. O en los
lectores de Salvador Espriu. David Hernández de la Fuente es desde hace unos años uno de nuestros
helenistas con mayor proyección y su “curiosidad” sobre aspectos
diversos de la cultura griega (y europea en general) –de [la recepción y
pervivencia de] Orfeo a Prometeo, de los oráculos a los orígenes del
teatro, de la traducción y edición de textos clásicos a la elaboración
(solo o en colaboración) de obras ensayísticas más generales– resulta no
sólo interesantísima sino necesaria en estos tiempos actuales de cierto
“adocenamiento” intelectual y cultural (y especialmente en alguien
joven como es él).
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