Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.
Hace diez años, cuando se estrenó Bienvenidos a Zombieland (Ruben Fleischer, 2009), el universo zombi volvió a la palestra (si es que alguna vez lo había abandonado) combinando el gore –con clasificaciones para edades diversas en cada país que iban de la R (mayores de 17 años) en Estados Unidos a los mayores de 13 años en España– y el humor (negro) que pronto encandiló a la audiencia. Aún tendrían que llegar el fenómeno The Walking Dead (AMC: 2010-), series de diferente estilo como In the Flesh (BBC: 2013-2014), Z Nation (Syfy: 2014-2018), iZombie (CW: 2015-2019) o Santa Clarita Diet (Netflix: 2017-2019), entre otras, y películas resultonas como Guerra Mundial Z (Marc Forster, 2013), basada en parte en la novela homónima de Max Brooks, y sucedáneos varios como para que el género se convirtiera casi en algo demasiado recurrente. Todo ello probablemente haya saturado al personal y la cuestión zombi se haya vuelto un tema tópico y excesivamente revisitado, ya un género que se mezcla con la serie B o crea una propia. Recordemos, incluso, que Amazon encargó en 2013 un piloto para una serie de televisión con los mismos personajes que la película de Fleischer y otros autores, pero que no funcionó como se esperaba y se canceló el proyecto. No era para menos: ¿la misma historia, pero sin aquellos actores que la hicieron atractiva? Aquello no iba a ninguna parte.