16 de diciembre de 2018

Crítica de cine: Miamor perdido, de Emilio Martínez-Lázaro

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.

Emilio Martínez-Lázaro tenía una larga trayectoria en la comedia antes de dirigir ese díptico prescindible (por muy taquillero que sea) que es Ocho apellidos vascos (2014) y Ocho apellidos catalanes (2015). A un espectador con cierta «memoria histórica» puede que le cueste recordar El juego más divertido a finales de los años ochenta, pero puede que sí lo haga con dos de sus mejores comedias románticas en la década siguiente: Amo tu cama rica (1992, con guion propio) y Los peores años de nuestra vida (1994; qué divertido estaba Gabino Diego). Ya en este milenio tuvo un «sonoro» éxito El otro lado de la cama (2002) y Los dos lados de la cama (2005), películas en los que los intentos (meritorios en algunos casos) de los actores por cantar (ejem, ejem) topaban con un guion mejor trabado en la primera entrega que en la segunda. Alternando comedia y drama – a destacar Carreteras secundarias (1997), más bien una “dramedia” on the road, y Las trece rosas (2007)–, la filmografía de Martínez-Lázaro ha tenido en ese género hoy en día en la UVI, la comedia romántica, como uno de sus ejes principales. Por ello, Miamor perdido, recién estrenada, puede verse como una fusión entre lo más «clásico» de la carrera del director madrileño y un estilo más «actual», más de corte ochoapellidos, en algunas de sus perlas cómicas. El resultado, lo anticipamos, es una propuesta cinematográfica que no es redonda, pero que bien merece acercarse a una sala de cine.

14 de diciembre de 2018

Crítica de cine: Suspiria, de Luca Guadagnino

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.

Quizá no haya en este 2018 una película tan chocante como Suspiria (Luca Guadagnino, 2018). Lo que fue madre! de Darren Arofnosky en 2017 lo está siendo, a su manera, en este año al que le quedan días para terminar. De entrada, hay que reconocerle a Guadagnino –el mismo que abrió el año con Call Me by Your Name– audacia en no limitarse a realizar un remake de la película homónima de Dario Argento de 1977, no ha tratado de impactarnos como espectadores con una historia de terror sino que nos obliga a reflexionar sobre lo que hemos contemplado durante sus dos horas y media. Contemplado y con necesidad de asimilar y tratar de darle un sentido, que lo tiene, desde luego. Quizá por ello, y aunque el resultado global no sea tan redondo como pudo haber sido, Suspiria sí tiene los suficientes elementos como para que no la reduzcamos a una, hasta cierto punto, boutade (como la película de Arofnosky sí podía llegar a ser calificada) y a que le sigamos dando vueltas días (o en mi caso semanas) después de haberla visto. Nos congratulamos por ello: pocas películas, muy pocas, en estos tiempos de desidia creativa en la mayor parte de lo que llega a una sala de cine (y en no pocas ocasiones enmascarada bajo fuegos de artificio), tienen la capacidad de agitar con un discurso que se muestra poderosamente con la forma y sin que ambos pierdan fuerza. 

Canciones para el nuevo día (2625/1844): "The Good, the Bad and the Ugly"

The Danish National Symphony Orchestra - The Good, the Bad and the Ugly

Disco: The Morricone Duel (2018) 


6 de diciembre de 2018

Crítica de cine: Bernini, el artista que inventó el Barroco, de Francesco Invernizzi

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.

Nota: este documental llega a las salas de cine como evento cinematográfico. Exhibidores como Yelmo, Grup Balañà y los Cines Verdi en Barcelona, lo emitirán los días 10 y/o 11 de diciembre, vinculado a una programación cultural especial; consúltese también en FilmAffinity para saber en qué otros cines se emitirá. 

Gian Lorenzo Bernini (1598-1680), si nos ponemos puristas, quizá no fue el artista que «inventó» el Barroco –ya se sabe que los títulos muchas veces se ponen de determinada manera para atraer la atención del respetable–, pues esa etiqueta, si hubiera que ponerla a alguien, habría que dársela a Caravaggio, por ejemplo (ya comentamos aquí el documental sobre la vida y obra del genio milanés). De todos modos, la obra de Bernini, que además de la escultura también desempeñó la arquitectura (el diseño de la Plaza de San Pedro, delante de la basílica del Vaticano, es suyo) y la pintura, es de aquellas que, por sí sola, engloba todo un movimiento artístico y le da pleno sentido. Fue uno de los artistas más apreciados y valorados por la Santa Sede –hasta nueve papas requirieron sus servicios, destacando Urbano VIII, Alejandro VII y Clemente IX– y se puso al servicio (a su manera, todo hay que decirlo) del programa iconográfico de la Contrarreforma católica en el Seiscientos. Tuvo su, digamos, «disputa» artística (y personal) con otra gran figura del Barroco, Francesco Borromini, en una rivalidad que pronto devino en odio mutuo: suele contarse la anécdota de que dos de las esculturas de Bernini en la Fontana dei Quattro Fiume, en la Piazza Navona, «parecen» horrorizarse ante la iglesia de Sant’Agnese, diseñada por Borromini y que está situada delante… es falsa, pues la iglesia se construyó posteriormente; sea como fuere, ambos no podían verse.

Canciones para el nuevo día (2619/1838): "Sheep Go to Heaven"

Cake - Sheep Go to Heaven 

Disco: Prolonging the Magic (1998)


29 de noviembre de 2018

Crítica de cine: Jaulas, de Nicolás Pacheco

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.

Hay ocasiones en que los primeros minutos de una película te hacen pensar, cómodamente instalado en la butaca de una sala de cine, que vas a pasar un «buen» rato; y no tanto porque lo que ves sea divertido, entretenido o desborde calidad en cada fotograma, que también pudiera ser, sino porque lo que se muestra te interesa, te sorprende e, incluso en algunas secuencias, te fascina. Obviamente, una película no se queda estática en esos diez o quince minutos iniciales, la trama sigue, «evoluciona», se abre a otros escenarios y vericuetos, y es al final, cuando te quedas con la imagen completa, con la conclusión sobre lo que durante algo más de hora y media has estado viendo. Es entonces cuando tienes las «sensaciones encontradas» y un cierto regusto amargo en la boca. Porque si fuera sólo por esos minutos iniciales, tu valoración sería muy diferente a la que tienes una vez terminado el filme. Pero es al final cuando te preguntas qué pasó, cómo la historia pudo empezar tan bien y cómo luego se «perdió» con algunas tramas metidas con calzador y acabó llegando a un final demasiado acelerado y, lo peor de todo, previsible. Esto es lo que le sucede a Jaulas, opera primera del director y guionista sevillano Nicolás Pacheco, presentada en Sección Oficial de la reciente 63ª edición de la Semana Internacional de Cine (Seminci) de Valladolid. Pacheco comentó entonces que su película es «una fábula contemporánea que refleja a las mujeres como referentes de su propia liberación, en este caso no la propia, sino la que busca una madre para su hija y eso es algo que estamos viviendo hoy en día en España: un cambio emocionante y prometedor del papel de la mujer» (Fuente de la cita: el diario.es). Con este planteamiento de su creador, la película promete; lástima que su desarrollo no esté tan a la altura del comentario del director. Pero vayamos por partes.