5 de septiembre de 2016

Efemérides historizadas (X): 5 de septiembre de 1661 - D'Artagnan arresta a Nicolas Fouquet

Un 5 de septiembre de 1661 el capitán de los mosqueteros del rey, Charles de Batz-Castelmore d'Artagnan, arresta por orden de Luis XIV a Nicolas Fouquet, Superintendente de Finanzas. ¿Cómo era posible que cayera uno de los hombres más poderosos del reino, quien controlaba las finanzas (ingresos y gastos) de la monarquía y de quien se decía que podía conseguir dinero de dónde fuera en tiempo récord? Pues precisamente era ese poder que ostentaba, añadiendo el hecho de ser procurador general del Parlamento de París, lo que despertaba las iras de un joven rey que, liberado de la presencia física del cardenal Mazarino, aspiraba a gobernar por sí mismo y sin ataduras. Por sí mismo lo lograría, pues no designó ningún primer ministro ni valido, rodeándose de un grupo de hombres que se lo debían todo (Colbert, Le Tellier, Lionne, Louvois) y que fueron de enorme “ayuda” en esa gobernanza; que gobernara “sin ataduras” ya es otro cantar, porque, como comentábamos el pasado lunes, el absolutismo que trató de imponer sobre Francia no era monolítico ni perfecto. Pero, volviendo a Fouquet, ¿qué significaba su caída en desgracia? 

Canciones para el nuevo día (2031/1260): "Let's Get Rocked"

Def Leppard - Let's get Rocked

Disco: Adrenalize (1992)

 

4 de septiembre de 2016

Efemérides historizadas (IX): 4 de septiembre de 476 - Odoacro depone a Rómulo Augústulo

Un 4 de septiembre de 476 tuvo lugar un acto que certificaba la defunción ideológica de un imperio pero que, en términos prácticos, no dejaba de ser una decisión que para millones de personas del antaño Imperio Romano (de Occidente) pasaría desapercibida: el hérulo Odoacro depuso al emperador romano occidental Rómulo Augústulo, apenas un adolescente a quien su padre, el general medio germánico Flavio Orestes, había sentado en el trono imperial en Rávena un año atrás. Formalmente no fue el “último” emperador occidental, pues en Dalmacia languideció hasta su muerte, cuatro años después, Julio Nepote, a quien los emperadores romanos orientales (en Constantinopla) sí reconocían como un colega, a diferencia del pequeño Augusto (Augustulus), considerado un usurpador, y que en Rávena fue un títere en manos de su padre y los “bárbaros” con los que éste ora se aliaba, ora se enfrentaba. Nepote fue apartado del poder imperial, que con esfuerzos controlaba Italia y la costa dálmata, por un Orestes que jugó a ser un “hacedor de augustos”, como el militar suevo Ricimero, que unas décadas antes sentaba y derrocaba emperadores en Rávena.

17 de agosto de 2016

Crítica de cine: El caso Fischer, de Edward Zwick

En 1972 parecía que la Guerra Fría se había “enfriado” un poco: fue la denominada “distensión”. En febrero el presidente estadounidense Richard Nixon visitó China (o la “abrió” al bloque occidental, como le gustaba decir), estableciendo (más o menos) unas fluidas relaciones entre ambos países desde que los comunistas llegaran al poder en 1949. La guerra en Vietnam entró a lo largo de ese año en una fase de (cierta) relajación, previa a las negociaciones de paz que fructificarían al año siguiente; Nixon y su consejero de Seguridad Nacional, Henry Kissinger, fueron entonces conscientes de que la guerra en el país del Sudeste asiático era un callejón sin salida (no sirvieron de gran cosa los bombardeos masivos sobre Vietnam del Norteen ese mismo año) y optaron por dejar la guerra en manos de los dos países en liza (la también llamada “vietnamización” del conflicto), que acabaría siendo un desastre para la supervivencia de Vietnam del Sur, paulatinamente abandonada por su gran aliado mientras las tropas norvietnamitas iniciaban el avance definitivo al sur. En mayo Nixon y el premier soviético Leónid Breznev firmaron los Acuerdos de Limitación de Armas Estratégicas (SALT, por sus siglas en inglés), que frenarían la carrera atómica entre las dos superpotencias o al menos limitaban el número de misiles intercontinentales que ambos países poseían (y hasta cierto punto, pues los estadounidenses siguieron realizando pruebas atómicas). La masacre en los Juegos Olímpicos de Múnich, en septiembre, con el secuestro y asesinato de once miembros de la delegación olímpica israelí por parte de la organización terrorista palestina Septiembre Negro, puso sobre el tapete a escala mundial el conflicto en Oriente Medio y que iba más allá de la Guerra Fría. El mundo parecía entrar en una nueva fase; incluso la propia carrera política del hasta entonces exultante Nixon, que, a pesar de vencer clamorosamente en las elecciones presidenciales de noviembre (una soberana paliza al candidato demócrata George McGovern en los votos electorales, 520 frente a 17), pronto se hundiría en la ignominia tras destaparse y agravarse el escándalo de escuchas ilegales en el complejo de oficinas (y hotel) Watergate, sede del Comité Nacional del Partido Demócrata. Sí, podría parecer que se abría un nuevo escenario… pero la Guerra Fría no se había abandonado. De hecho, en aquel verano de 1972 se entablaría una batalla más de este conflicto larvado en Reikiavik. No fue una batalla en la que estadounidenses y soviéticos desplegaran sus ejércitos en tierra o lanzaran sus misiles: la batalla se jugó sobre un tablero de ajedrez, con peones, alfiles, torres, caballos, reyes y reinas; y dos hombres animarían a sus respectivos países, enarbolando una bandera de patriotismo, a través del ajedrez. Bobby Fischer y Boris Spassky disputaron el campeonato mundial de la especialidad, pero pocos habrían dudado, a pesar de los aires de “distensión” que en realidad estaba en juego algo más que un título mundial y bastante más que una serie de partidas de ajedrez.

Canciones para el nuevo día (2018/1247): "Maneater"

Hall & Oates - Maneater

Disco: H2O (1982)