La crisis financiera y económica que estalló
globalmente desde 2007-2008 y cuyas consecuencias aún seguimos sintiendo
(¿de un modo más liviano? ¿Hemos "salido", quizá, de la crisis) ha dado
pie a varias películas y documentales sobre sus orígenes, causas,
evolución... y sobre todo secuelas. Secuelas en la población mundial
"común" y no en quienes, tras décadas de prestidigitación bursátil y
burbuja inmobiliaria, se fueron de rositas. Al final quien ha acabado
pagando el pato no han sido la caterva de especuladores, banqueros y traders diversos, sino, como se concluye en La gran apuesta,
las clases medias y los más pobres (unos perdiendo sus casas y empleos y
otros siendo aún más pobres y marginados). Todo eso lo sabemos: lo
hemos sentido de cerca, consecuencias de una crisis que comenzó en
Estados Unidos y se extendió por gran parte del planeta, afectando sobre
todo a las grandes potencias económicas. Con un germen en 2007, lo que
se denomina ya como Gran Recesión estalló en septiembre de 2008 con la
quiebra del banco de inversiones Lehman Brothers, arrastrado al fango
tras la crisis de las hipotecas sub-prime que hizo pinchar una burbuja
inmobiliaria y dio paso a una crisis financiera, el colapso de empresas
aseguradoras y la caída en picado de muchos valores bursátiles,
generando a su vez más quiebras, despidos y que millones de
estadounidenses perdieran sus casas al no pagar las hipotecas. Entender
lo que sucedió desde agosto de 2007 y especialmente el otoño de 2008 es
algo que poco a poco se puede hacer, pero hacerlo fácilmente
comprensible para el lector o, en este caso, el espectador profano, es,
con todas las simplificaciones que se quiera en unos pocos personajes,
resulta una tarea aún más ardua. Y puede quedar la sensación de que se
ha logrado... en parte.