5 de febrero de 2016

Crítica de cine: El renacido, de Alejandro G. Iñárritu

En 1971 se estrenó El hombre de una tierra salvaje, película protagonizada por Richard Harris en la piel de Zachary Brass, un trampero que, herido de gravedad por el ataque de un oso grizzly, es abandonado por sus compañeros, que lo dan por muerto; Brass se recupera de las heridas y dedica sus esfuerzos a vengarse de quienes le habían abandonado. Este personaje existió en realidad: Hugh Glass, explorador, cazador de pieles y “hombre de la frontera”, que en 1823 fue atacado por una osa en el norte de la gran extensión de la Luisiana adquirida a los franceses, en el territorio de los actuales estados de Dakota del Norte y Dakota del Sur. Glass, que formaba parte de una expedición de cazadores de pieles, quedó gravemente herido y sus compañeros creyeron que moriría pronto. El comandante de la expedición decidió dejarle atrás, al cuidado de dos de los hombres de la expedición, el joven Jim Bridger y John Fitzgerald, para que le enterraran una vez falleciera. Bridger y Fitzgerald empezaron a cavar la tumba de un Glass inmóvil y aún vivo, pero un grupo de indios arikaras les sorprendió y huyeron, dejando a aquel a su suerte. El malherido trampero sobrevivió contra todo pronóstico y emprendió, a trancas y barrancas y con numerosas heridas en el cuerpo, una odisea para regresar al campamento base, Fort Kiowa (Misuri), a unos 300 km de distancia. Una vez “en casa” y recuperado, Glass buscó a los hombres que le habían abandonado para vengarse de ellos.

Canciones para el nuevo día (1880/1109): "Hijo de la luna"

Stravaganzza - Hijo de la luna



Disco: Hijo del miedo (2006)


3 de febrero de 2016

Crítica de cine: Spotlight, de Tom McCarthy

Cuando en 2012 Aaron Sorkin estrenó The Newsroom en HBO la profesión periodística se le echó encima y fue bastante inmisericorde con una serie que muchos (sorkinianos) esperábamos con ganas y (en general) no (nos) defraudó. Las críticas se centraron en lo "imposibles" que eran los personajes de la serie, en los diálogos larguísimos, en un idealismo que para muchos estaba ya trasnochado. Pero sobre todo subyacía un escozor: Sorkin les decía a los periodistas cómo hacer su trabajo, pues no lo estaban haciendo bien. Ya el prólogo (antológico) ponía las cartas sobre la mesa y la "cruzada" particular de Will McAvoy (Jeff Daniels) en una "mission to civilize" destacaba el deseo indisimulado de Sorkin por honrar la profesión de periodista y apartarla de lo que consideraba mero cotilleo, el rumor frívolo y el acoso a los famosos (lo que en la prensa escrita serían la prensa amarilla y los tabloides). No, decía Sorkin, eso no es periodismo y la primera temporada recogió diversos tratamientos de noticias en la ficticia redacción del informativo que McAvaoy presentaba y cuya labor homenajeaba a los grandes anchors (presentadores) de los años cincuenta y sesenta: Chet Huntley, Edward Murrow, Walter Cronkite. El rostro honesto de la información en un medio tan denostado como la televisión. Por supuesto, se podrá decir, no es lo mismo un informativo en televisión que el periodismo escrito, el de los periódicos, el de toda la vida. Su labor es la misma pero al mismo tiempo diferente en cuanto al medio: investigar, contrastar, informar (publicar). Ese es el ideal, pero no siempre ha sido así. El periodismo clásico, suele decirse, murió hace tiempo y hoy en día manda más el director ejecutivo de una gran empresa que posee un periódico que el director de dicho periódico. El escándalo de las escuchas ilegales realizadas durante años por News of the World, periódico sensacionalista británico que formaba parte del gigante News International (propiedad de Rupert Murdoch), estalló en 2011, llegó incluso a salpicar a Downing Street y forzó el cierre de un periódico con más de siglo y medio de historia. Pero, se dirá también, una manzana podrida no empaña la calidad de un cesto, y es cierto. Spotlight de Tom McCarthy nos devuelve a aquellos periodistas de toda la vida y enaltece un oficio que sigue siendo muy necesario hoy día.

Canciones para el nuevo día (1878/1107): "I'd Do Anything For Love (But I Won't Do That)"

Meat Loaf - I'd Do Anything For Love (But I Won't Do That) 



Disco: Bat Out of Hell II: Back into Hell (1993)


1 de febrero de 2016

Crítica de cine: La chica danesa, de Tom Hooper

He de admitir que desde que supe del rodaje de La chica danesa mi pensamiento fue: “uf, qué pereza”. No por el tema sino porque me temía una película más o menos convencional, exquisita en la fotografía, con unas solventes interpretaciones, pero en general un producto neutro que se limitara a ser una película “de época” y con un resultado más bien discreto. Cada vez procuro saber menos de lo que se realiza, de primeras imágenes colgadas en las redes sociales e incluso de tráilers. También algunas fotografías de Eddie Redmayne “transfigurado” como Lili Elbe, presentadas justo cuando el actor había ganado el Oscar a mejor actor por La teoría del todo, película que agudizaba aún más mi pereza, me dejaron helado. Me temía lo peor y una vez estrenada la película no la tenía entre las que me apetecía ver. Pero a veces los imprevistos te hacen cambiar de planes: ayer quise ir a ver Spotlight, pero la sesión ya estaba llena y en vez de esperar a la siguiente decidí, ya que estaba en el cine, ver alguna otra cosa (no había mucho que elegir) y sin pensármelo demasiado compré la entrada para esta película. Y no salí descontento con la película, aunque con algunos matices.

Canciones para el nuevo día (1876/1105): "Lay Your Hands On Me"

Bon Jovi - Lay Your Hands On Me



Disco: New Jersey (1988)

29 de enero de 2016

Crítica de cine: Creed. La leyenda de Rocky, de Ryan Coogler

Quién le iba a decir a Sylvester Stallone, en 1976, que el boxeador Rocky Balboa, personaje de su creación convertido (por encima de John Rambo) en ídolo de una generación, seguiría teniendo un enorme tirón popular cuarenta años después… hasta el punto de que una séptima interpretación del mismo le granjearía un Globo de Oro como mejor actor de reparto en 2016. Rocky, junto a la icónica secuencia subiendo los escalones del Museo de Arte de Filadelfia y el tema “Gonna Fly Now” de Bill Conti, ya son en sí una leyenda para los nostálgicos del cine de los setenta (y ochenta), así como la historia de superación de un boxeador desconocido y hecho a sí mismo que consigue enfundarse el cinturón de campeón del mundo de los pesos pesados (al final de Rocky 2, 1979) frente a su rival y luego amigo Apollo Creed (Carl Weathers). La saga siguió hasta llegar a Rocky Balboa (2006), con un personaje maduro pero aún dispuesto a ponerse los guantes y subirse al ring… una vez más. Seis entregas, pues, que cimentaron la fama de un personaje que siempre gozó de la simpatía del público. Y, claro, cómo no hacerlo con este héroe surgido prácticamente del arroyo, educado con un sistema de valores que prioriza el esfuerzo constante, la camaradería y la familia por encima de todo. El gran héroe americano…

Canciones para el nuevo día (1875/1104): "Suffragette (Suffragette)"

Alexandre Desplat - Suffragette (Suffragette)



Disco: Suffragette - score (2015)


28 de enero de 2016

Crítica de cine: La gran apuesta, de Adam McKay

La crisis financiera y económica que estalló globalmente desde 2007-2008 y cuyas consecuencias aún seguimos sintiendo (¿de un modo más liviano? ¿Hemos "salido", quizá, de la crisis) ha dado pie a varias películas y documentales sobre sus orígenes, causas, evolución... y sobre todo secuelas. Secuelas en la población mundial "común" y no en quienes, tras décadas de prestidigitación bursátil y burbuja inmobiliaria, se fueron de rositas. Al final quien ha acabado pagando el pato no han sido la caterva de especuladores, banqueros y traders diversos, sino, como se concluye en La gran apuesta, las clases medias y los más pobres (unos perdiendo sus casas y empleos y otros siendo aún más pobres y marginados). Todo eso lo sabemos: lo hemos sentido de cerca, consecuencias de una crisis que comenzó en Estados Unidos y se extendió por gran parte del planeta, afectando sobre todo a las grandes potencias económicas. Con un germen en 2007, lo que se denomina ya como Gran Recesión estalló en septiembre de 2008 con la quiebra del banco de inversiones Lehman Brothers, arrastrado al fango tras la crisis de las hipotecas sub-prime que hizo pinchar una burbuja inmobiliaria y dio paso a una crisis financiera, el colapso de empresas aseguradoras y la caída en picado de muchos valores bursátiles, generando a su vez más quiebras, despidos y que millones de estadounidenses perdieran sus casas al no pagar las hipotecas. Entender lo que sucedió desde agosto de 2007 y especialmente el otoño de 2008 es algo que poco a poco se puede hacer, pero hacerlo fácilmente comprensible para el lector o, en este caso, el espectador profano, es, con todas las simplificaciones que se quiera en unos pocos personajes, resulta una tarea aún más ardua. Y puede quedar la sensación de que se ha logrado... en parte.

Canciones para el nuevo día (1874/1103): "Youth (Simple Song #3)"

David Lang ft. Sumi Jo - Youth (Simple Song #3)



Disco: Youth - soundtrack (2015)

25 de enero de 2016

Crítica de cine: La juventud, de Paolo Sorrentino

Hay en el póster de esta película, una secuencia ya muy avanzada la misma, que no deja de tener su reverso irónico. Evocando aquella escena del libro bíblico de Daniel sobre la púdica Susana, vemos a dos ancianos admirando el cuerpo desnudo de quien en la cinta es Miss Universo. Hay más sorpresa y desmemoria que lujuria en la mirada de estos dos hombres ancianos frente a la exuberante de quien podría ser simplemente etiquetada simplemente por su belleza física. Quizá también en el título de la película, La juventud, subyace una ironía más: los protagonistas de la película son dos ancianos que pasan un tiempo en un balneario en Suiza. Un director de orquesta y compositor, ya retirado (Michael Caine), que reflexiona sobre lo que ha significado la vida, sobre lo que ha hecho bien y especialmente lo que ha hecho mal, y que en ese tramo final de lo que será la existencia se siente más apático que con ganas de dejar un legado, por muy inmaterial que éste pueda ser, por otro lado, un director de cine de éxito (Harvey Keitel) que sigue en danza y ultima, junto a un equipo de jóvenes guionistas, la que puede ser su última obra (¿maestra?). El genio musical que lo ha dejado todo tras de sí (y se niega a volver a llevar la batuta, aunque sea la mismísima reina de Inglaterra quien se lo pida) y el que se resiste a dejar de crear historias para el cine, un trabajo más que pueda ser interpretado por su musa, una actriz también en la ancianidad (Jane Fonda). Ambos, Fred y Mick, son amigos desde hace muchos años, incluso mantienen una relación familiar, pues la hija de Fred (Rachel Weisz) está casada con el hijo de Mick. Ambos "viven" en ese hotel-balneario de lujo en medio de los Alpes suizos, que recuerda inevitablemente aquel que recreara Thomas Mann en La montaña mágica (de hecho, gran parte de las escenas del balneario se han rodado en el Hotel Schatzalp de Davos, en el que se ubica la novela del aclamado autor alemán); dejan pasar el tiempo, conviven con familiares y colaboradores (Lena, la hija de Fred, también pasa un tiempo en el hotel) y se interrelacionan con una sucesión de personajes a cual más peculiar: la citada Miss Universo, un actor que prepara un papel que haga que el público deje de mencionarle siempre un rol de robot que interpretó en una película de éxito, un orondo sosías de Maradona (pero mucho, mucho, mucho...), un misterioso matrimonio que apenas abre la boca en el comedor, un niño que aprende a tocar el violín, un escalador con quien entablará conversación Lena, etc. Vamos, se dirá, lo que te puedes encontrar en un balneario de lujo en Suiza... 

Canciones para el nuevo día (1871/1100): "Everest (Epilogue)"

Dario Marianelli - Everest (Epilogue)



Disco: Everest (2015) - soundtrack


22 de enero de 2016

20 de enero de 2016

Crítica de cine: Sufragistas, de Sarah Gavron

Esta es una película cuyo solo empeño de realizar ya es un logro, incluso más allá de su resultado final. Ya de entrada digo que es una película notable pero no de las que uno acabe satisfecho, cinematográficamente hablando: si cogemos la película en sí, como producto, uno se queda algo insatisfecho, con la sensación de que falta algo o de que el filme no ha acabado de dar todo lo que a priori prometía. Formalmente es muy convencional en trama y desarrollo, e incluso deficitaria en algunos aspectos argumentales. A nivel de interpretación, las actrices están solventes, tanto Carey Mulligan como Helena Bonham Carter, por destacar a las dos protagonistas (capítulo aparte estaría una Meryl Streep que apenas aparece unos cinco minutos, pronuncia un discurso y luce bien en el personaje de Emmeline Pankhurst... pero apenas nada más); incluso un secundario como Brendan Gleeson está más que correcto en su rol, pero uno se queda con la idea de que podía haber aportado algo más. La historia de un grupo de mujeres sufragistas, reales y ficticias a un mismo tiempo, tiene los ingredientes necesarios para funcionar en la gran pantalla, y en general lo hace. Quizá falta pulir el resultado final y darle una mayor coherencia argumental. No creo que esta película pase a los anales del cine... o al menos no lo creo que lo haga por sus méritos cinematográficos. Pero quedará en el imaginario (o debería quedar) por su valor simbólico. Y ese, en cambio, sí que consigue dotarlo de suficiente fuerza. Pues la historia de la lucha de las mujeres británicas (de las mujeres en general) por lograr la igualdad de derechos civiles y políticos, con el derecho al voto como leitmotiv esencial, es de aquellas que hay que recordar siempre. Y Sufragistas, en ese sentido, lo consigue.