17 de enero de 2016

Crítica de cine: Los odiosos ocho, de Quentin Tarantino

A estas alturas de la película, Quentin Trantino ya no sorprende a nadie: sabemos perfectamente de qué pie calza, cuáles son sus filias cinematográficas y qué nos va a contar. Puede cambiar la trama, la puede trasladar a períodos "históricos" distintos, puede juguetear con los géneros (aunque en realidad siempre hace el mismo: el suyo), y probablemente el espectador que se siente en una butaca en una sala de cine espere eso, ni más ni menos; a los seguidores incondicionales les extasiará, a los que arrugan la nariz y levantan la ceja con su manera de hacer cine les confirmará sus prejuicios, y a los que ni una cosa ni la otra (quizá me ubique entre estos), para quienes cada película de Tarantino es una oportunidad para salmodiarnos y repetir aquello de "bueno, a ver qué nos cuenta éste ahora", y quizá maravillarnos (Pulp Fiction, Malditos bastardos), o quizá estomagarnos (Jackie Brown, especialmente Kill Bill, bastante de Django desencadenado), mientras nos preguntamos en qué quedó la sorpresa de Reservoir dogs. Pues (remarco el quizá) en que lo que antes sorprendía ahora es un carrusel que siempre funciona igual, se escucha igual y entretiene más o menos igual. O no: quizá algo menos. Lo que sí puede quedar claro es que esos largos metrajes a los que suele acostumbrarnos el amigo Quentin acaban pasando factura: Los odiosos ocho es un clarísimo ejemplo.

15 de enero de 2016

Crítica de cine: El hijo de Saúl, de László Nemes

Cuántas películas se han hecho sobre el Holocausto... y cuán diversas. Theodor Adorno dijo que era imposible "escribir poesía después de Auschwitz" y que la mera posibilidad de hacerlo ya era un "acto de barbarie". No podía haber belleza tras aquel horror. Pero la palabra no ha dejado de fluir más de setenta años después de que dejaran de humear los hornos de este campo de concentración y exterminio. El cine ha nutrido al espectador con incontables imágenes, desde esferas muy diferentes y con el empeño de recrear un horror que el ser humano no quiere imaginar ni puede asumir. De Claude Lanzmann a Steven Spielberg pasando por Roberto Benigni (tres aproximaciones muy diferentes), el "horror" ha estado presente en los recuerdos de los supervivientes, en sus descendientes, en la generación que no lo conoció pero, tras un tiempo de silencio, comenzó a conocer. Y surgieron los textos de Primo Levi, de Elie Wiesel, de Jean Améry, de Liana Millu... Al horror se le puso nombre y palabra, el cine y el documental le pondría imagen, se conjugarían ambos lenguajes. (Me) Resulta difícil escribir algo sobre El hijo de Saúl, película dirigida por el director húngaro László Nemes y que parte como gran favorita para (vanitas vanitatis) los premios Oscars de este año. Una película que marca distancia con el cine que hasta ahora ha planteado su mirada sobre el Holocausto.... y quizá nunca sea mejor dicho. La mirada...

Canciones para el nuevo día (1865/1094): "Under Pressure (Rah Mix)"

Queen ft. David Bowie - Under Pressure (Rah Mix)



Disco: Greatest Hits III (1999)


31 de diciembre de 2015

2015 (y III): un año de libros

Y tras el repaso de películas y series de televisión, toca cerrar el año con el repaso de libros. Han sido muchos los libros leídos en este 2015 (noventa), sin incluir los que he leñido para informes de lectura; de todos modos, como siempre hay una excepción para toda norma, sí me gustaría mencionar un libro que se publicará en marzo de 2016 en Estados Unidos y que una editorial española (¡bien!) también editará: Apostle or Bones That Shine Like Fire: Travels Among the Tombs of the Twelve, de Tom Bisell. Y no es el único libro leído para un informe que valdría la pena que se tradujera al castellano. 

Sin más dilaciones, he aquí mis 15 libros del 2015, ordenados por orden alfabético:

1177 a.C. El año en que la civilización se derrumbó, de Eric H. Cline (Crítica, 2015).
Un breve pero jugoso estado de la cuestión, en el que Cline se acerca a la documentación textual y arqueológica de la última etapa de la Edad del Bronce (grosso modo, 1500-1200 a.C.) para tratar de encontrar una explicación a la destrucción de un mundo globalizado e interconectado. Es difícil hallar una única causa de la catástrofe del año 1177 y de las décadas anteriores: invasiones, cambio climático, hambrunas, guerras internas. Cline, de hecho, apuesta por una combinación de diversos factores y por un colapso sistémico como causa del paulatino hundimiento de una economía general (estableciendo incluso comparaciones con la crisis financiera de 2008: qué falló entonces y por qué no hubo una debacle sistémica y total). Un libro síntesis de muchas investigaciones recientes y que arroja un poco más de luz sobre la convulsa destrucción de un sistema político y económico de hace tres milenios… y que además aporta algunas reflexiones teóricas sobre el presente.

Canciones para el nuevo día (1854/1083): "Brown Eyed Girl"

Van Morrison - Brown Eyed Girl



Disco: Blowin' Your Mind! (1967)


30 de diciembre de 2015

2015 (II): un año de series de TV






Termina un año que ha sido fecundo en series, aunque uno siempre tiene la sensación de que no puede ver todo lo que quisiera. Y aún así han sido casi ochenta series, ya en temporada larga o en formato de temporada corta o miniserie, la que he podido ver y seguir y a lo largo del año. Un 2015 de despedidas, alguna de ellas ya anunciadas (Mad Men, Glee), otras que nos golpearon cuando menos lo esperábamos (Hannibal), aunque éramos conscientes de que tarde o temprano sucedería. Ha sido un año de sorpresas y fenómenos. Sorpresas, y muy agradables, como El Ministerio del Tiempo, 1992, Better Call Saul o la quinta temporada de Homeland; y fenómenos como el propio Ministerio, Fargo (que confirmó y superó el buen hacer de la primera temporada) o Empire, quizá la serie que más impactó entre un amplio público, con personajes tan desinhibidos como Cookie Lyon y la mezcla de culebrón, musical y esencia shakesperiana (sí, todo en uno ¡y funciona!). Ha habido terror: muy bien la segunda temporada de Penny Dreadful, que mejoraba la primera (que ya era buena) y una quinta temporada de American Horror Story de la que apenas he visto un par de episodios (ya la terminaré). Y la confirmación de que tanto Ray Donovan como Masters of Sex están en un óptimo estado de forma en sus respectivas terceras temporadas.

Canciones para el nuevo día (1853/1082): "Land of a Thousand Dances"

Wilson Pickett - Land of a Thousand Dances



Disco: The Exciting Wilson Pickett (1966)


29 de diciembre de 2015

2015 (I): un año de cine





Llegan los últimos días del año, aquellos en los que, tradicionalmente, este blog dedica algunas entradas a repasar lo que han dado de sí esos 365 días previos. Este año, en cuanto a cine, ha sido parco (para lo que soy yo, claro): apenas 35 películas vistas en una sala de cine. Y algunas se quedaron en el tintero: Puro vicio de Paul Thomas Anderson, por ejemplo, quizá sea la película que más lamente no haber visto en una sala comercial... siendo Anderson uno de mis directores favoritos. Los que me conocéis ya sabéis que no me interesan los Mad Max o Jurassic Park, y que en cuestión de blockbusters marvelizados y similares... pues he acabado pelín hastiado. Ni Vengadores (que sí vi y me dejó más bien frío), ni Ant-Man (que ni me interesó) ni demás parafernalias; frente a esas películas me quedo con Marte de Ridley Scott o The Walk de Robert Zemeckis. Del mismo modo, ha habido muchas películas que me han dado bastante pereza como para acercarme a una sala (La teoría del todo, por ejemplo, o Siempre Alice, que me parecen demasiado convencionales), otras que me han dejado frío y esperaba mucho de ellas (The Imitation Game o el consabido Episodio VII de Star Wars); otras que prometían, sobre todo por el personaje y el actor que lo interpreta, y que han acabado siendo menos logradas de lo esperado (Mr. Holmes); o que eran desiguales, como Whiplash, con una media hora final que redime, en mi humilde, lo que hasta entonces era un déjà-vu constante. En cine español, este año ha habido menos películas, pero La novia (sobre todo) o Truman, que he acabado dejando fuera, salvan el panorama patrio, además de Un día perfecto de Fernando León de Aranoa o Mi gran noche de Álex de la Iglesia Ha sido un año de cine de espías: Kingsman, que también se me escapó, Misión: Imposible. Nación secreta (estupenda película) y el último Bond, Spectre, que a pesar de una (en general) buena crítica que le hice, finalmente la aparqué de la relación final.

Canciones para el nuevo día (1852/1081): "Voy en un coche"

Christina y Los Subterráneos - Voy en un coche

Disco: Que me parta un rayo (1992)