29 de diciembre de 2015

2015 (I): un año de cine





Llegan los últimos días del año, aquellos en los que, tradicionalmente, este blog dedica algunas entradas a repasar lo que han dado de sí esos 365 días previos. Este año, en cuanto a cine, ha sido parco (para lo que soy yo, claro): apenas 35 películas vistas en una sala de cine. Y algunas se quedaron en el tintero: Puro vicio de Paul Thomas Anderson, por ejemplo, quizá sea la película que más lamente no haber visto en una sala comercial... siendo Anderson uno de mis directores favoritos. Los que me conocéis ya sabéis que no me interesan los Mad Max o Jurassic Park, y que en cuestión de blockbusters marvelizados y similares... pues he acabado pelín hastiado. Ni Vengadores (que sí vi y me dejó más bien frío), ni Ant-Man (que ni me interesó) ni demás parafernalias; frente a esas películas me quedo con Marte de Ridley Scott o The Walk de Robert Zemeckis. Del mismo modo, ha habido muchas películas que me han dado bastante pereza como para acercarme a una sala (La teoría del todo, por ejemplo, o Siempre Alice, que me parecen demasiado convencionales), otras que me han dejado frío y esperaba mucho de ellas (The Imitation Game o el consabido Episodio VII de Star Wars); otras que prometían, sobre todo por el personaje y el actor que lo interpreta, y que han acabado siendo menos logradas de lo esperado (Mr. Holmes); o que eran desiguales, como Whiplash, con una media hora final que redime, en mi humilde, lo que hasta entonces era un déjà-vu constante. En cine español, este año ha habido menos películas, pero La novia (sobre todo) o Truman, que he acabado dejando fuera, salvan el panorama patrio, además de Un día perfecto de Fernando León de Aranoa o Mi gran noche de Álex de la Iglesia Ha sido un año de cine de espías: Kingsman, que también se me escapó, Misión: Imposible. Nación secreta (estupenda película) y el último Bond, Spectre, que a pesar de una (en general) buena crítica que le hice, finalmente la aparqué de la relación final.

Canciones para el nuevo día (1852/1081): "Voy en un coche"

Christina y Los Subterráneos - Voy en un coche

Disco: Que me parta un rayo (1992)


22 de diciembre de 2015

Reseña de Tierras mártires, de Enrique Gómez Carrillo

El periodista y escritor guatemalteco Enrique Gómez Carrillo (1873-1927) –quien, como menciona María José Galván, editora de este libro, probablemente sea más conocido por haber sido esposo de Raquel Meller– fue enviado a Francia como corresponsal de El Liberal, periódico de orientación republicana moderada, que durante un breve tiempo dirigió, para cubrir las noticias sobre la Primera Guerra Mundial. Su labor como corresponsal de prensa, parangonable a la de escritores de la talla de Vicente Blasco Ibáñez, Julio Camba, Ramiro de Maeztu y otros tantos, no era nueva: ya había escrito crónicas y libros en numerosos viajes en los años anteriores: Rusia, India, Grecia, Japón, Palestina, Egipto, Argentina… Pero Tierras mártires (Ediciones Evohé, 2015), el volumen que recoge diversas crónicas periodísticas, es una obra diferente en su producción de libros de viajes, como comenta Galván en su valioso prólogo: «deudora de su matriz periodística, el evidente carácter documental, la tensión entre testimonio y recreación literaria, los elementos biográficos y la versatilidad de géneros (narración, poesía, entrevista y ensayo histórico)» (p. 16). Cabe decir, por quien esto escribe, que su brevedad (apenas unas 120 páginas de texto) no es un hándicap para poder valorar esos elementos que se concretan; por el contrario, cada página vale su peso en oro y suponen una agradabilísima sorpresa… aunque ello se tiña a veces también de una sensación de estremecimiento por lo que relata Gómez Carrillo.

Canciones para el nuevo día (1847/1076): "Want To Want Me"

Jason Derulo - Want To Want Me

Disco: Everything Is 4 (2015)


18 de diciembre de 2015

Crítica de cine: Steve Jobs, de Danny Boyle

Al final de La red social (2010), una de las abogadas del equipo legal que representa a Mark Zuckerberg (Jesse Eisenberg) en las diversas demandas que el cofundador de Facebook tiene abiertas le dice: "No eres un gilipollas, Mark, pero te empeñas en serlo". Uno no puede evitar pensar en aquella película en algunos momentos de Steve Jobs, película dirigida por Danny Boyle, que en breve llegará a las carteleras españolas (anoche asistí a un preestreno en una céntrica sala barcelonesa) y que comparte con aquella otra al mismo guionista: Aaron Sorkin. Este hecho ya es en sí mismo una aliciente, o al menos lo es para mí: Sorkin me seduce siempre, ya sea como guionista de otra películas (Algunos hombres buenos, El presidente y Miss Wade, Moneyball, etc.), o en series de televisión como El Ala Oeste de la Casa Blanca y The Newsroom. Quien se acerque a una sala de cine desde el 1 de enero de 2016 para ver esta aproximación a la biografía de Jobs ya sabe de entrada lo que va encontrarse: un toma y daca dialéctico muy sorkiniano, un estilo ágil en el guion y un producto que deja huella (para bien o para mal). Y más con Steve Jobs como tema a tratar. ¿Biopic al estilo de Jobs (Joshua Michael Stern, 2013), que aun siendo una interesante película pasó bastante desapercibida? No, no lo es. Basada en la biografía de Walter Isaacson (publicada en castellano por Debate y posteriormente por DeBolsillo), Sorkin escoge tres momentos de la vida del hombre que fundó, junto a otro Steve (Wozniak) y Ronald Wayne, Apple, la gran empresa multinacional que ha revolucionado el mundo de la informática y el entretenimiento en las últimas cuatro décadas. Tres momentos, tres años, de hecho, que jalonan la vida de un tipo que, en esencia, podía parecer e incluso ser tan gilipollas como Zuckerberg.

Canciones para el nuevo día (1845/1074): "You Shook Me All Night Long"

AC/DC - You Shook Me All Night Long


Disco: Back in Black (1980)

14 de diciembre de 2015

Crítica de cine: La novia, de Paula Ortiz

Puede suponer una osadía trasladar un texto teatral a la gran pantalla y hacerlo en un siglo XXI que parece haber olvidado el valor de la palabra. La palabra que Federico García Lorca convirtió en imagen —cuchillo, caballo y luna—, en pensamiento y en color (rojo sangre). La palabra de quien, ya fuera en verso o en prosa, mostró en Bodas de sangre la tragedia del alma humana, el miedo y el deseo en un mismo cuerpo, lo atávico y lo "actual", lo sensitivo y lo sensorial. No me pongo nostálgico (mucho menos "carca"), pero en estos tiempos en los que el cine en muchas ocasiones no es más que un receptáculo visual que acaba por estomagar incluso al espectador entregado, volver a los clásicos es toda una aventura; y se podría decir que lo es más al tratar de trasladar al lenguaje cinematográfico un texto como el de Lorca, tan "literario" pero al mismo tiempo tan evocador. Un texto en el que junto a la palabra se evoca la imagen —cuchillo, sangre, caballo, barro, luna, penumbra—, y en el que la propia cadencia de los versos, de la rima asonante, comulga con la propia imagen, de manera que ambos elementos, como la pasión que ata a la Novia y a Leonardo, se unen de manera inextricable. Alegorías al margen, reivindicar a Lorca desde una pantalla de cine, decía, supone toda una proeza. Y una alegría para los sentidos.

Canciones para el nuevo día (1841/1070): "If I Could Turn Back Time"

Cher - If I Could Turn Back Time



Disco: Heart of Stone (1989)