Marlango - Once upon a time
Disco: Marlango (2004)
«Yo he ofendido a esos aspirantes a patricios del Senado al mejorar la imagen de Roma a los ojos del resto del mundo y al añadir enormes riquezas a la bolsa de Roma. Porque yo no soy uno de ellos. Nunca he sido uno de ellos. Senador, sí. Magistrado, sí. Cónsul, sí. ¡Pero nunca he sido uno de ese mezquino, corto de miras y vengativo grupo de hombres que se llaman a sí mismos los boni, los hombres buenos! Los cuales se han embarcado en un programa destinado a destruir el derecho del pueblo a tomar parte en el gobierno, se han embarcado en un programa para asegurarse de que el único colectivo de gobierno que quede en Roma será el Senado. ¡Su Senado, muchachos, no el mío! Mi Senado es vuestro servidor, su Senado quiere ser vuestro amo.
[…]
Ese pequeño grupo de hombres y el Senado que ellos están consiguiendo manipular han impugnado mi dignitas, mi derecho al honor público a través del esfuerzo personal. ¡Quieren destruir todo lo que yo he hecho, llaman traición a lo que he hecho! ¡Y al querer destruir mi dignitas, al llamarme traidor, están destruyendo también vuestra dignitas y están llamando traición a lo que también vosotros habéis hecho!
[…]
¿Quién puede igualar a mis muchachos? ¡Nadie! ¡Nadie! ¡Vosotros sois los mejores soldados que han levantado nunca una espada y un escudo en nombre de Roma! ¡Así que aquí estoy, y aquí estáis vosotros, en el lado de un río en el que no deberíamos estar, y de camino para vengar nuestra mutilada, nuestra despreciada dignitas!
Yo no iría a la guerra por ningún motivo menor que éste. Yo no me opondría a esos idiotas senatoriales por ningún motivo menor que éste. Mi dignitas es el centro de mi vida. ¡Es todo lo que tengo en mi vida! ¡No permitiré que me la quiten! Ni permitiré que os quiten la vuestra.» (pp. 497-499)
—Soy un patricio romano de la gens Julia, y mis ancestros han servido a Roma desde los tiempos del rey Numa Pompilio. Yo, a mi vez, he servido a Roma: como flamen Dialis, como soldado, como pontífice, como tribuno de los soldados, como cuestor, como edil curul, como juez, como pontífice máximo, como praetor urbanus, como procónsul en Hispania Ulterior y como cónsul senior. Todo in suo anno. Me he sentado en el Senado de Roma exactamente durante un poco más de veinticuatro años, y he podido ver cómo su poder se debilitaba como inevitablemente la vida obliga a debilitarse a un hombre muy anciano. Porque el Senado es un hombre muy, muy anciano.
»La cosecha viene y va. Abundancia un año, hambruna el siguiente. De modo que he visto los graneros de Roma llenos y también los he visto vacíos. He conocido la primera dictadura auténtica de Roma. He visto a los tribunos de la plebe reducidos a meras cifras, y los he visto campando por sus fueros. He visto el Foro Romano bajo la tranquila y fría luz de la luna, blanqueado y silencioso como una tumba. He visto el Foro Romano bañado en sangre. He visto la tribuna erizada de cabezas de hombres. He visto la casa de Júpiter Optimo Máximo caer en llameantes ruinas, y la he visto volver a levantarse. Y he visto el surgimiento de un poder nuevo, el de los soldados empobrecidos, sin concesiones y sin tierras, que después de licenciarse han de mendigarle a su patria una pensión, y con demasiada frecuencia he visto cómo esa pensión se les negaba.