Pues en este año de nostalgia cinematográfica, y tras The Artist, llegó la hora para lo último de Martin Scorsese, haciendo uso del 3D y tratando (insidiosamente) de emocionarnos: La invención de Hugo.
La película es para todos los públicos y nos traslada al París de finales de los años veinte, con una estación de tren como hogaf de un niño huérfano, Hugo Cabret (Asa Butterfield), que se encarga de poner en hora los relojes y trata de arreglar un autómata. Huyendo del acoso de un inspector de la estación (insopotable Sacha Baron Cohen), Hugo conoce a un cascarrabias y amargado anciano que regenta una juguetería en la estación (Ben Kingsley) y a su pizpireta ahijada (Chloë Grace Moretz). Pero, claro, las cosas no son sólo lo que parecen y el viejo cascarabias resulta ser Georges Méliès, uno de los grandes cineastas de principios de siglo. Y el autómata tiene un papel especial, asi como una llave y la magia del cine de fondo.