23 de diciembre de 2016

Crítica de cine: Animales nocturnos, de Tom Ford

En 2009 el diseñador de moda Tom Ford se "pasó" al cine y presentó Un hombre soltero, una interesantísima película en lo visual, más problemática en cuanto a su narración. Sea como fuere, Ford llamó la atención y muy gratamente, regalando a Colin Firth, además, uno de sus mejores papeles. La trama transcurría en 1962 con un profesor universitario que sufría una dolorosa pérdida personal (la muerte de su pareja, otro hombre) y se enfrentaba a una crisis muy destructiva. Entonces Ford se encargó de adaptar una novela de Christopher Isherwood. Siete años después hace lo propio con otra novela, Tres noches, de Austin Wright (publicada en castellano por Salamandra), y el resultado es Animales nocturnos, una extraña e hipnótica película que muestra a un director inquieto, quizá algo pagado de sí mismo (como sucedía con su primera cinta) y que bebe de algunos referentes clásicos del cine negro. Pues esta es una película muy noir, sí, pero también muy incómoda... quizá no tanto para el espectador como para su protagonista, Susan Morrow (Amy Adams, otra vez espléndida). Susan, una artista frustrada y desencantada, recibe un paquete: se trata de la novela de su ex marido, Edward (Jake Gyllenhaal), quien le pide que la lea, pues quiere conocer su opinión. La novela, que lleva el mismo título que la película, también está dedicada a Susan, que empezará a leerla y a sumergirse en su trama. Una trama desgarradora, en su opinión, pero que no puede dejar de leer y que, al mismo tiempo, la obliga a recordar su propio pasado. De este modo, su historia en el presente se mezcla con retazos del pasado, de su relación con Edward, y con una la trama de la novela, estableciéndose un peculiar juego de espejos... y dolorosas sensaciones.

Canciones para el nuevo día (2110/1339): "Sweet Home Chicago"

The Blue Brothers - Sweet Home Chicago

Disco: The Blue Brothers - soundtrack (1980)

 

18 de diciembre de 2016

Crítica de cine: Operación Antropoide, de Sean Ellis

Había muchas ganas de ver esta película, que recoge el desarrollo de la operación que tenía como objetivo asesinar a Reinhard Heydrich, Protector de Bohemia, Moravia y director de la Oficina Central de Seguridad del Reich e "ingeniero" de la llamada Solución Final. Una operación orquestada por el gobierno de Checoslovaquia en el exilio londinense (y por orden directa de su presidente, Edvard Beneš) y que logró indirectamente su propósito: Heydrich, herido de gravedad en el atentado, murió en Praga unos días después a causa de una septicemia. Unos días después del atentado, y delatados por uno de los rebeldes checos, el comando que perpetró el atentado, así como algunos miembros más de la resistencia checa, se refugiaron en la iglesia de los santos Cirilo y Metodio y durante siete horas hicieron frente al ataque de cientos de soldados alemanes. Pero el final no podía tardar en llegar y los siete guerrilleros checos se suicidaron antes que caer en manos de los alemanes. Para entonces, sin embargo, una feroz represión por parte de los ocupantes alemanes había provocado el asesinato de cientos de habitantes del pueblo de Lidice. De hecho, alrededor de cinco mil checos, incluidas mujeres y niños, fueron ejecutados como represalia por parte de los ocupantes. La Operación Antropoide tuvo éxito, indirectamente, y logró el objetivo de acabar con uno de los principales jerarcas nazis, pero el precio que se pagó fue enorme. ¿Quizá demasiado? Sean Ellis a la postre no se pregunta si valía la pena pagar ese precio, pues su intención no se centra tanto en las consecuencias del atentado (que, de todos modos, se hacen patentes en el relato de alguna manera) como en narrar una historia de héroes. Y quizá el problema es que el filme acaba perdiendo la perspectiva para alcanzar un tono épico que no acaba de conseguir.

16 de diciembre de 2016

Crítica de cine: Rogue One, de Gareth Edwards

Tras una notable campaña viral en los últimos meses, se estrenó Rogue One ayer a partir de ciertas horas (en Barcelona fue a las 19h.) y sin pase de prensa previo para la crítica. Había curiosidad por mi parte, también algo de recelo en virtud del Episodio VII, que me dejó bastante insatisfecho... y eso que ses el inicio de una nueva trilogía. Rogue One no es una precuela al uso, sino una película que se sitúa (en cierto modo) en paralelo con el Episodio IV; o si acaso cuando termina Rogue One comienza el Episodio IV: la trama principal es, como ya sabréis, la operación para robar los planos de la Estrella de la Muerte, cuya destrucción será el objetivo último de la Alianza Rebelde en la primera película que vimos de la serie de películas de George Lucas. Por tanto, el subtítulo "Una historia de Star Wars" es más que apropiado. Y resulta a priori la mar de curioso: coger algo que es el leitmotiv de una película y que simplemente se menciona (el robo de los planos) y construir una película entera. Presentamos a una heroína (como en el Episodio VII), una relación paterno-filial que quedó en suspenso (como Luke y Sarth Vader), un grupo de activistas (por llamarlos de alguna manera) de la Rebelión con una misión que cumplir y un villano al que enfrentarse... y que a su vez debe pleitesía a varios villanos de altura (Vader, para empezar).
 

Canciones para el nuevo día (2105/1334): "Hey Ya!"

Outkast - Hey Ya!

Disco: Speakerboxxx/The Love Below (2003) 

6 de diciembre de 2016

Crítica de cine: 1898. Los últimos de Filipinas, de Salvador Calvo

Durante trescientos treinta y siete días un destacamento de unos cincuenta soldados españoles, comandados por el capitán Enrique de las Morenas (hasta su muerte por el beri beri al cabo de unos meses) fue atacado en el poblado de Baler, en la isla filipina de Luzón, y se refugió en una iglesia, iniciándose un asedio por parte de las fuerzas locales filipinas que se desarrollaría entre el 30 de junio de 1898 y el 2 de junio de 1899. La resistencia numantina de aquellos soldados, que tras la muerte de Las Morenas fue dirigido por el teniente Martín Cerezo, puede ser vista hoy día (también en aquellas fechas) o bien domo una heroicidad o bien como un sinsentido, y de hecho la respuesta es una mezcla de ambas sensaciones. La guerra en la que se desarrolló dicho suceso terminó para las armas españolas muchos meses antes de que los resistentes en Baler capitularan; de hecho, por la firma del Tratado de París (10 de diciembre de 1898), España cedía la soberanía de Filipinas a Estados Unidos, que inició una ocupación de las islas y se enfrentó en un conflicto armado directo con quienes habían sido los “rebeldes” contra España en los años precedentes. De pronto, España pasaba de dueña de un imperio en desguace a mera espectadora de una guerra entre estadounidenses y filipinos en aquel paraje, mientras cincuenta soldados se encerraban en una iglesia y se negaban a reconocer lo que era una evidencia para el resto del mundo: que España había perdido la guerra, que su imperio había finiquitado (quedaría el norte de Marruecos, el Sahara occidental y Guinea Ecuatorial) y que resistir en Baler era no sólo inútil sino descabellado. O una locura.

Canciones para el nuevo día (2097/1326): "All Along The Watchtower"

Jimi Hendrix - All Along the Watchtower

 Disco: Isle of White (1971)